GUÍA PARA ORGANIZAR Y PENSAR LA CONDUCTA ASERTIVA
El siguiente esquema funciona como un árbol de toma de
decisiones que permite
reflexionar sobre cada aspecto de la asertividad. Si bien en
muchas situaciones de la vida
diaria no podemos pensar antes de actuar, mi experiencia
clínica es que el uso reiterado y
la automatización de esta autoguía va familiarizando a las
personas con el proceso de
toma de decisión necesario para defender los derechos
personales.
1. ¿La situación
provocadora que me impulsa a ser asertivo, es real o es producto
de mi prevención o
imaginación?
Debes estar seguro de que no haya fallas en tu percepción.
La persona que
aparentemente ha violado tus derechos puede haberlo hecho
sin intención o debido a una
desafortunada equivocación. Si malinterpretas el mensaje
recibido, te comportarás como
si realmente existiera una razón valedera para ser asertivo,
sin haberla. No se trata de
excusar el comportamiento
agresivo o abusador, sino de asegurarse de que en verdad
existió la afrenta. De ser así, pasa al segundo
punto. Pero si la revisión indica un error de
percepción de tu parte, no prosigas: la asertividad sobra.
2. ¿Qué siento y
cómo me siento?
Es muy importante discriminar el tipo de emoción que está
detrás de la asertividad. La
emoción es aquí una señal muy importante, ya que será el
motivador afectivo que
estimule tu conducta. Aunque no es fácil clasificar los
sentimientos, es importante que, al
menos, hagas el intento de identificar la emoción de fondo
que te impulsa a ser asertivo.
Existen motivaciones negativas como la envidia, llamar la
atención o la competencia
insana, que pueden confundirse y desviar el comportamiento
asertivo de su verdadera
filosofía.
También puedes negar lo que
sientes tratando de minimizar el problema. Por ejemplo:
“No me afecta ni me da rabia que mi mejor amigo se aproveche
de mí”, cuando en
realidad te provocaría matarlo si pudieras. En otros casos, puedes
aceptar el sentimiento
pero sólo de manera incompleta: “Debo reconocer que es incómodo
que mi mujer tenga
un amante”, cuando en realidad desearías llorar a los gritos
porque te sientes como un
niño abandonado a su suerte. La emoción que te empuja a ser
asertivo es de suma
importancia, no la subestimes ni la distorsiones.
¿Cuál es la emoción más común que impulsa la asertividad?
La indignación: entendida esta, como cólera ante la
injusticia. Sentirte indignado es sentir rabia porque alguien se
aprovechó injustamente de ti o
de otra persona. Si
la energía de tal emotividad no está en
ti, será difícil que puedas seguir con el tercer punto.
3. ¿Es vital para mí
responder a esta situación?
Esta pregunta apunta a los derechos fundamentales. A
cuestionarte si te sientes vulnerado
en algún principio fundamental y si realmente se justifica
desde el punto de vista ético
actuar asertivamente. Es un momento álgido en la toma de decisión:
·
¿Es
vital ser asertivo o puedo dejar pasar el hecho sin sentirme violentado?
·
¿Estoy
respondiendo a una provocación insustancial e insignificante, o se trata de
algo verdaderamente importante para mí?
·
¿Hasta
qué punto mi patología personal está influenciando mis apreciaciones?
Para responder estas preguntas debes tener en cuenta no sólo
lo que estás sintiendo, sino
además tu código moral y tus más profundas convicciones.
Hasta qué punto, en esta
situación específica (siendo lo más objetivo posible, sin
autoengañarte y tratando de no
dejarte influenciar demasiado por tus paradigmas), es vital,
imprescindible, básico, no
negociable o valioso, ser asertivo. Se trata de una decisión
de fondo, donde la razón se
junta con el sentimiento, a la luz de los derechos
personales.
Te recomiendo en este punto leer nuevamente el Paso 10, para
reafirmar qué derecho es
para ti importante. No olvides que el autoengaño siempre
anda rondando. Es muy fácil
decir, como lo he escuchado algunas veces: “No, no importa
que mi pareja me maltrate”,
mientras se limpiaban con un pañuelo la sangre. Para
cualquier ser humano normal, el
maltrato no es negociable. Trata de ser relativamente
estricto en esta parte, consulta con
tu corazón, pero a la vez ponle mucha cabeza. Si tu respuesta
a la pregunta inicial es:
“No, no es vital”, no sigas adelante con el punto cuatro.
Pero aun así, mi recomendación
es que revises una vez más los argumentos por los cuales
consideraste desechar la
asertividad. Trata de estar seguro, muy seguro, de que el
derecho violado no es vital, no
vaya a ser que la mente te esté jugando una mala pasada.
4. ¿Cuál es mi meta?
Si tú no tienes claro hacia dónde apuntas y qué esperas
lograr con la asertividad, tu
comportamiento perderá fuerza y dirección. Es probable que
termines desviándote de tus
propósitos iniciales. Por ejemplo: si tu meta es recuperar
un vestido que has prestado
hace algún tiempo, no tiene mucho sentido dar una lección de
moral a la persona que se
lo había quedado, si eso dilata o impide la entrega del
vestido.
Analiza el siguiente caso
hipotético donde la meta es:
expresar un sentimiento de inconformidad y sentar un precedente, y el
sujeto se pierde en el camino:
Juan: Me siento muy incómodo cuando utilizas mis cosas sin
pedirme permiso. Quería que lo supieras.
Andrés: No entiendo porque te incomodas. No me parece que
deba pedirte permiso. ¿Acaso no estamos
compartiendo el mismo armario? ¿Acaso no somos hermanos?
Juan: Independientemente de tu opinión, quería que supieras
que a mí no me gusta.
(Hasta aquí muy bien. Juan se
reafirma y no se distrae)
Andrés: No puedo comprenderte.
Juan: ¿Qué es lo que no entiendes? ¡Eso sí es el colmo!
(Aquí, Juan se aleja de la meta,
porque su objetivo no era hacer que el otro “comprendiera”, sino simplemente
dejarsentado un precedente)
Andrés: A mí no me incomodaría.
Juan: Yo siempre te he pedido permiso.
(Juan ya entró en el juego de
Andrés: empezó a disculparse por cuestiones del pasado que nada tenían que ver
con su meta básica)
Andrés: Y aunque no lo hicieras, yo no me preocuparía. Lo
mío es tuyo.
(Estocada mortal. Manipulación
por culpa, Juan queda arrinconado)
Juan: Eso no lo creo. Decir las cosas es muy fácil. A nadie
le gusta que le utilicen sus cosas sin pedir permiso.
Andrés: Yo no soy egoísta.
Juan: Eso es lo que tú crees: ¿Qué entiendes por egoísmo?
Juan perdió definitivamente la mira de su conducta y terminó
en un problema cuasi
filosófico sobre el egoísmo, cuando lo que quería era simple
y llanamente expresar un
desacuerdo. La meta de Juan, en este caso, no era que su
hermano comprendiera la
diferencia entre el bien y el mal. Podría pensarse que si
Andrés pudiera comprender las
motivaciones profundas de Juan sería más fácil convencerlo.
Sin embargo, este
argumento es sólo parcialmente cierto: conocer la virtud no
nos hace más virtuosos ni
evita los delitos.
Durante el diálogo asertivo, el
objetivo original debe tenerse siempre presente. Juan se
desvió a una segunda meta: “Debo
hacer que entienda mis razones”. Pero podría haberse
dicho a sí mismo: “No me importa
demasiado que entienda mis razones, sino que sepa
que no estoy de acuerdo con su
manera de proceder. Si no cambia de conducta, veré qué
hago, pero por ahora, lo único
que quiero es sacarme esta acumulación de rabia”. No
todo puede hacerse por consenso.
La idea de mantener la meta a como dé lugar, no debe
interpretarse como la adopción de
una postura rígida, inmodificable o desconsiderada para con
otros.
Juan también podría haber
utilizado el disco rayado, que consiste en repetir la misma
frase, una y otra vez, hasta que la persona que intenta
manipularnos se canse. Por
ejemplo, si alguien quisiera venderte una aspiradora que tú
no necesitas, podrías
convertirte en un buen disco rayado, diciendo: “No gracias,
no la necesito”, “No gracias,
no la necesito”, las veces que sean necesarias hasta que el
vendedor comprenda que eres
un caso perdido.
El objetivo principal
de la asertividad no es tanto cambiar el comportamiento del otro, aunque si se
logra, mejor; como fortalecer la autoestima y autoafirmarse.
Afortunadamente, el
cumplimento de esta meta, sólo depende de ti.
5. ¿Qué
consecuencias negativas espero?
Como vimos, ser asertivo trae algunas consecuencias para las
cuales es bueno estar
preparado. Ya sabemos que en la mayoría de los casos a la
gente no le va a gustar que
seas asertivo. Así que las reacciones no van a ser de
abrazos y besos: “¡Estoy feliz de
que me hayas dicho lo que piensas!”. Eso solamente se ve en
las películas. Recuerda que
el abusador se ofende cuando sus víctimas se rebelan. Veamos
qué consecuencias puedes
esperar:
Consecuencias negativas externas: Agresión física o verbal,
manipulación por culpa o
lástima (chantaje emocional y contra control), interrupción,
retirada de afecto, perder un
amigo (si se pierde porque fuiste honesto no era tan buen
amigo), consecuencias sociales
o laborales, no lograr la meta, y así.
Consecuencias negativas internas: sentir culpa o lastima por
herir los sentimientos de
alguien, sentirse ridículo, sentirse ansioso, castigarse
verbalmente, arrepentirse, y así.
La práctica enseña que cuando se logran niveles aceptables
de asertividad, la capacidad
de anticipar consecuencias negativas mejora sustancialmente.
Detente a pensar cuáles son las consecuencias negativas que
esperas de tu interlocutor;
haz una lista. Por ejemplo, toma en cuenta el conocimiento
que tienes del receptor, la
historia de la relación, el contexto en el cual emitirás el
mensaje (dónde, cuándo y cómo
lo vas a decir), y prepárate para el siguiente punto.
6. ¿Tengo
alternativas de respuesta claras a las consecuencias probables?
Esta pregunta es muy importante, porque tú puedes disponer
de todas las habilidades
requeridas para ser asertivo, y aun así, no ser capaz de
asumir el costo psicológico o no
tener opciones de respuesta.
Para cada consecuencia esperada, intenta planear algunas
alternativas de respuesta. Por
ejemplo:
a. Si lo que esperas al ser asertivo es agresión física,
y no eres un karateca o algo
parecido, descarta la asertividad; quizás haya métodos más
indirectos y menos
arriesgados.
b. Si lo que esperas al ser asertivo es agresión verbal,
no te detengas: las palabras
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incomodan pero no duelen. Exprésate a todo pulmón, sé lo más
explícito posible, y
retírate. No te prestes a los insultos.
c. Si lo que esperas al ser asertivo es una tentativa de
manipulación por parte del
receptor utiliza la técnica de banco de niebla: haz
de cuenta que eres una nube y que los
mensajes te atraviesan. Piensa que no hay un núcleo duro que
atrape nada, todo sigue de
largo, la cosa no es contigo. Puedes ensayarlo en tu casa:
imagina que alguien intenta
ofenderte o manipularte y que tú flotas, como una autista
feliz, indiferente a lo que le
dicen. Las palabras te traspasan de lado a lado sin tocarte
en lo fundamental.
d. Si lo que esperas al ser asertivo es que un amigo te
retire su amistad, ¡sé asertivo y
verifica si en realidad se trataba de un buen amigo! Si se
retira, no lo era.
e. Si lo que esperas al ser asertivo es rechazo social,
piensa si prefieres tener muchos
conocidos, o pocos, pero verdaderos amigos. La asertividad
siempre implica algún costo
social. También es importante considerar si tus allegados o
tu familia pueden verse
afectados por tu decisión: tenlos en cuenta. No obstante, y
a pesar de todo, si el club
social al cual asistes o la imagen social es para ti más
importante que tu dignidad, no hay
nada que hacer.
f. Si lo que esperas al ser asertivo son consecuencias
negativas en lo laboral, estás en
un grave dilema moral. Tú decides qué es negociable y qué no
lo es. Pero recuerda que
la mayoría de las personas que se han vendido al mejor
postor, al cabo de los años,
manifiestan que si la vida les diera otra oportunidad, no
volverían a venderse.
g. Si lo que esperas al ser asertivo es hacer el ridículo
y que se burlen de ti, activa tu
aceptación incondicional. Saca el amor propio y ponlo a
rodar. Aunque a veces puedas
comportarte de manera inadecuada, recuerda que no es lo
mismo comportarse
estúpidamente, a ser un estúpido. Su esencia no es
censurable.
h. Si lo que esperas al ser asertivo es que el receptor
se sienta mal, llore o se deprima.
Aplica una asertividad empática, amable y especialmente
cuidadosa, pero no dejes de ser
asertivo.
Haz el ejercicio de inventar respuestas creativas a las
consecuencias esperadas por ser
asertivo. Ensáyalas mentalmente, juega con ellas y
diviértete.
7. La ejecución del
comportamiento
Llegado a este punto, ya estás preparado para ser asertivo.
Ya has tomado la decisión,
tienes claro qué derecho estás defendiendo o ejerciendo,
estás anímicamente motivado,
tienes definida una meta, has previsto algunas consecuencias
y posees alternativas de
respuesta para hacerles frente. Has recorrido cada paso del
procesamiento de la
información de manera lenta, pero segura, tratando de
comprender todo el proceso.
Ahora hay que estructurar el contenido verbal del mensaje
asertivo. Lo que vas a decir, o
lo que es lo mismo, la meta expresada en forma verbal.
Puedes escribirlo, leerlo en voz alta, pararte frente al
espejo y ensayar. No importa que al
principio sea mecánico y muy racional (estás aprendiendo),
con el tiempo se volverá
espontáneo. Si dispones de una cámara filmadora, fílmate
siendo asertivo, obsérvate,
analiza cada componente verbal y no verbal (la forma), a ver
si te gusta.
Realiza ensayos imaginados. Busca un lugar cómodo, cierra
los ojos y recrea la situación
provocadora. Imagínate siendo asertivo y reproduce
mentalmente cada componente de
manera relajada. Si la ansiedad no te deja, saca la mente de
la situación un momento,
piensa en algo agradable, relájate, y regresa nuevamente a
la imagen dónde estás siendo
asertivo. Hazlo varias veces hasta que el ensayo imaginario
pueda hacerse sin ansiedad y
con una buena organización de los componentes. La
preparación imaginaria te dará más
seguridad a la hora de ejecutar la conducta in situ. Y
cuando creas que estás listo, sé
atrevido, arriésgate, autoobsérvate y evalúa tu desempeño de
la manera más objetiva
posible, es decir, sin lastimarte.
8. Autoevaluación
Después de ejecutar la conducta asertiva, haz una recopilación
de lo que hiciste bien y lo
que hiciste mal. Evalúa si la meta se cumplió, si fallaste
en alguno de los siete puntos
mencionados de la autoguía, considera los aspectos débiles y
las fortalezas, y felicítate
por haberlo intentado. El autorrefuerzo garantiza una mejor
ejecución la próxima vez. Tú
habrás sido asertivo.
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Índice
Paso 1: Entendiendo la asertividad
Paso 2: Identificando la sumisión
Paso 3: Identificando la agresividad
Paso 4: Identificando la asertividad
Paso 5: Aprender a calibrar tu asertividad
Paso 6: Discriminando cuándo no es conveniente ser asertivo:
Paso 7: Cuatro razones de por qué es bueno ser asertivo
Paso 8: Entendiendo los derechos asertivos
Paso 9: Aprender a reconocer que los derechos son valores
Paso 10: Define cuántos derechos son importantes o vitales
para ti
Paso 11: Tener claro que los derechos no pueden desligarse
de los
deberes………………………………………………………………………
Paso 12: Ten claro que el derecho aparece (se hace evidente)
cuando
alguien traspasa el límite de tus principios
Paso 13: Identifica qué te impide ser asertivo
Paso 14: Entrénate en la siguiente guía para organizar y
“pensar” la
conducta asertiva
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