De forma general, se consideran cuatro modos de asociación entre Trastorno por uso de sustancias (TUS) y Trastorno de ansiedad (TA) (Pasche, 2012):
1. El TA es primario y las sustancias se utilizan a modo de “automedicación” para paliar los síntomas de ansiedad:
Para poder confirmar la hipótesis de la automedicación, en primer lugar, hay que establecer la secuencia temporal de la comorbilidad, de manera que el TUS debería ser posterior al TA. Existen estudios a gran escala que han tratado de dilucidar la naturaleza de los patrones de comorbilidad entre los TA y los TUS. En concreto, el International Consortium in Psychiatric Epidemiology ha presentado datos en los que el inicio de los TA suele preceder al TUS (Marquenie et al., 2007; Merikangas et al., 1998).
2. El TUS es primario y los sintomas de ansiedad son consecuencia del uso o de la abstinencia de la sustancia:
TAs como el trastorno de ansiedad generalizada o el trastorno por estrés postraumático, frecuentemente son secundarios al consumo de alcohol u otras sustancias. En estos casos, la pérdida de control sobre los consumos y/o la alteración de determinados sistemas de neurotransmisión facilitarían la aparición de determinados trastornos de ansiedad. En cambio, la agorafobia o el trastorno de pánico pueden aparecer de forma primaria o secundaria al TUS (Marmorstein, 2012; Sareen, Chartier, Paulus, y Stein, 2006). En este sentido, existen datos recientes que ponen de manifiesto que la dependencia de cannabis (Zvolensky et al., 2006), el consumo de más de un paquete diario de tabaco (Johnson et al., 2000), o el uso de alucinogenos (Bonn-Miller, Bernstein, Sachs-Ericsson, Schmidt y Zvolensky, 2007) se asocia con un riesgo incrementado de padecer, posteriormente, ataques de panico.
3. El TA y el TUS no están relacionados, pero interfieren entre si, alterando la presentación y pronostico mutuamente:
En lineas generales, suele aceptarse que los trastornos fóbicos (sobre todo la fobia social) preceden al uso patológico de alcohol (Brady et al., 2005; Buckner et al., 2008; Marmorstein, 2012; Schneier et al., 2010; Terra et al., 2006) u otras sustancias (Buckner et al., 2008; Buckner y Schmidt, 2009; Marmorstein, 2012) por sus posibles efectos ansiolíticos, estando dicha comorbilidad asociada con una mayor gravedad del abuso o dependencia de la sustancia y con una menor tasa de busqueda activa de tratamiento, más fracasos terapéuticos, mayores costes sanitarios por ingresos, consultas, y tiempo de tratamiento (Arias Horcajada, 2009; Scheneier et al., 2010).
4. El TA y el TUS son consecuencia de una base biológica o psicosocial común:
Los hallazgos actuales, en ocasiones contradictorios (Van Laar, van Dorsselaer, Monshouwer y de Graaf, 2007), sugieren que tanto el TUS como los TA pueden inducir el otro trastorno (Cosci, Schruers, Abrams y Griez, 2007). Así, por ejemplo, en el caso del alcohol se ha propuesto la existencia de un círculo vicioso en el que, a corto plazo, existe una disminución de la ansiedad inducida por el alcohol) que favorece su consumo, mientras que el consumo crónico y la abstinencia del mismo inducen síntomas de ansiedad, lo cual también refuerza los consumos (Kushner, Abrams y Borchardt, 2000), posiblemente en relación con mecanismos de hipersensibilidad al CO2 (Cosci et al., 2007). De igual modo, para complicar más aun el tema, hay que señalar la existencia de estudios que ponen de manifiesto la existencia de una agregación y transmisión familiar entre el trastorno por uso de alcohol y el trastorno de panico (Goodwin et al., 2006; Cosci et al., 2007), lo cual indicaría que ambos trastornos comparten una causa común.
Bibliografía
Martínez, P. A., Jimenez, L., Díaz, E. M., García, M. P., González, P. M., Al-Halabi, S., . . . Ruiz, P. (2014). Patología dual en trastornos de ansiedad: recomendaciones en el tratamiento farmacológico. Adicciones, 26(3).
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