CASOS
DE VERGÜENZA CRÓNICA GENERALIZADA Y PROFUNDAMENTE ARRAIGADA
1) La
paciente se muestra amable y compasiva con los demás, y se muestra muy
solícita y maternal en sus relaciones. Con frecuencia le preocupa saber si
su terapeuta se siente bien o cansada. Una vez la terapeuta llegó tarde a la
sesión y la paciente la tranquilizó diciéndole que no había ningún problema en
absoluto, porque estaba segura de que había otros pacientes que la necesitaban
mucho más que ella. Pero hundía el cuerpo, no miraba a los ojos y sonreía
durante toda la conversación.
Ocultaba su vergüenza con una estrategia
controladora cariñosa, pareciéndole que las demás personas tenían más
necesidades emocionales que ella. Sus propias necesidades parecían no tener
importancia, dado que le parecían tan vergonzosas.
2) El
paciente no era nada amable en absoluto. Según los testimonios era egoísta e
irritable, y a menudo decía cosas como: Cada uno que se tome lo que es
suyo, porque la gente no te lo va a dar. Muestra una postura corporal tensa,
inclinándose con frecuencia hacia adelante y dándole agresivamente con el dedo
a los demás para dejar bien claro su punto de vista.
Se sentía avergonzado de no dar la talla, y
se defendía de su vergüenza atacando a los demás y procurando salirse siempre
con la suya. Al igual que la paciente anterior se avergonzaba secretamente
de sus necesidades emocionales y por ello trataba de asegurarse de que jamás
tuviera que sentir ninguna necesidad.
3) La
paciente padecía de ansiedad social grave. Cada vez que salía a la
calle, estaba convencido de que la gente hablaba de él y se reía, si bien no
mostraba ningún otro signo de paranoia ni de psicosis. Tenía el ceño
perpetuamente fruncido, se mostraba tenso y miraba a su alrededor de un lado a
otro constantemente. Antes de que su tía abusara sexualmente de él desde los 8
años a los 12 años, había sido un niño muy extrovertido. Ahora evitaba a la
gente todo lo que podía y se pasaba el tiempo encerrado en casa con los
videojuegos y durmiendo.
Evitaba a la gente y huía de su propia
experiencia interna para evitar su vergüenza.
4) La
paciente se sentaba en silencio durante la mayor parte de las sesiones,
encorvada y manifiestamente angustiada. Jamás miraba a los ojos del terapeuta y
con frecuencia no podía expresar con palabras lo que sentía. Con frecuencia
se sentía perpleja, borrosa y confundida.
Se sentía paralizada por la vergüenza, con una
voz interior despiadada atacándole y gritándole a pleno pulmón: No le importas
a nadie lo más mínimo. Eres una absoluta fracasada, ¡zorra!
5) Un
paciente de 38 años, profesional, con un trastorno disociativo, que
acude a terapia para que le ayuden con sus relaciones sentimentales. Concertaba
muchos primeros encuentros, pero jamás quedaba para una segunda vez. Antes
de cada uno de estos primeros encuentros se encontraba emocionado y
esperanzado. Pero cuando realmente conocía cara a cara a la mujer en cuestión,
sentía una vergüenza enorme y apenas podía articular palabra. Su cuerpo se
tensaba y le empujaba a replegarse para sus adentros y alejarse de su
acompañante. Una parte disociativa infantil del paciente se activaba y
reescenificaba unas experiencias extraídas de su niñez. De niño aprendió que
la emoción y el contacto humano ya no solo era inaceptables, sino peligrosos.
Por ejemplo, cuando su madre deprimida y colérica volvía a casa después de
trabajar y él salía corriendo a recibirla, ella lo apartaba violentamente de un
empujón y se alejaba dando media vuelta. Cuando el paciente expresaba cualquier
experiencia placentera o cualquier sensación de estar disfrutando, su madre
chillaba diciéndole que se callara de una vez, lamentándose por el hecho de
habérsele ocurrido tener hijos. Su entusiasmo y emoción en su experiencia de
las relaciones, se tropezó con la hostilidad y con el rechazo pleno. La
parte disociativa del paciente aprendió a inhibir su entusiasmo mediante la
vergüenza acompañada de tensión, que truncaba sus necesidades emocionales y no
dejaba que sus emociones llegaran a expresarse. A la vez, se avergonzaba de la
parte infantil que tenía unas necesidades emocionales que él, como persona
total, consideraba inaceptables. También se sentía avergonzado de ser quien
era, lo que limitaba seriamente cualquier posibilidad de intimidad.
Bibliografía
Van Der Hart, O., Steele, K., & Boon, S. (2018). El
tratamiento de la disociación relacionada con el trauma. Bilbao: Desclée De
Brouwer, S.A.
Comentarios
Publicar un comentario