AUTORREGULACIÓN DE LA
CONDUCTA
La
persona juega un rol activo en su propio desarrollo y funcionamiento. El
organismo tiene un carácter propositivo. Una de las características de los
seres humanos es que se orientan a objetivos, metas que eligen en función de
sus intereses y valores. La mayor parte de la conducta no está controlada desde
el exterior, sino que es autorregulada.
La
autorregulación es el prerrequisito crucial par el logro de metas y más aún en
las metas (Bandura, 1997). Cualquier conducta está dirigida a una meta,
por sencilla que sea, requiere de capacidad de autorregulación, aunque este
hecho se acentúa aún más si las metas son a largo plazo. En el proceso de
dirigirse hacia las metas las personas no sólo tendrán que trabajar duramente,
sino que será imprescindible que renuncien a recompensas inmediatas, resistan
tentaciones, soporten frustraciones, inhiban respuestas automáticas, combatan
hábitos de conducta muy arraigados y eviten distracciones hasta conseguir los
esperados beneficios, que se pospondrán hasta después de períodos de tiempo
extensos. Por ejemplo, una persona que quiere seguir una dieta, dejar de
consumir cocaína, obtener un título, seguir un difícil tratamiento, prepararse
para un campeonato...Todos ellos tendrán que resistir tentaciones, demorar
gratificaciones, vencer hábitos fuertemente arraigados y trabajar duro para
conseguir sus objetivos que no podrán lograr hasta después de pasado un tiempo,
y que no podrían alcanzar si no dispusieran de capacidad de autorregulación.
Todas
las metas (sencillas, inmediatas, complejas) requieren que la persona realice
determinados cambios en su manera habitual de pensar, sentir y comportarse. La
autorregulación implica cambiar el self, sobreponerse a patrones
preexistentes de pensamiento, sentimientos y conducta. Es decir, la
autorregulación ocurre cuando una persona intenta cambiar la manera habitual en
que piensa, siente o se comporta. Se podría decir que las conductas
autorreguladoras están diseñadas para maximizar los intereses del individuo a
largo plazo y que es una capacidad necesaria a través de todo el desarrollo
vital, puesto que las personas tienen que adaptar su conducta constantemente a
nuevos ambientes y demandas. Se ha comprobado que la capacidad de
autorregulación contribuye al éxito en la vida escolar, laboral y
social y mantiene una relación inversa con psicopatología. Por el contrario, la
ausencia de autorregulación subyace a muchos problemas personales y sociales,
como el fracaso en la escuela, los desórdenes de conducta y un amplio rango de
patrones de conducta adictiva o antisocial.
El
término autorregulación es muy amplio y tiene diferentes connotaciones. Aquí lo
empleamos para hacer referencia tanto a los procesos como a las
estrategias. Los procesos de autorregulación son todos aquellos
que se ponen en marcha cuando la persona compara su estado actual real con el
estado deseado que le gustaría alcanzar, mientras que las estrategias de
autorregulación son aquellas que se siguen para conseguir
llegar a ese estado deseado.
Bibliografía
Bermúdez, J., Pérez, A. M., Ruiz, J. A., Sanjuán, P., & Rueda, B.
(2011). Psicología de la personalidad. Madrid: UNED.
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