EL DERECHO APARECE CUANDO ALGUIEN TRASPASA EL LÍMITE DE TUS
PRINCIPIOS
Los derechos pueden aparecer en cualquier parte, de
cualquier manera y cuando menos lo pensamos.
Analiza este caso y saca tus conclusiones:
En cierta ocasión llegó a mi cita una odontóloga viuda, con
una niña de siete años, que aún mantenía relaciones
con la familia de su ex marido, a pesar del maltrato
psicológico que recibía por parte de ellos. No la saludaban, le
mandaban indirectas de todo tipo, la ignoraban o simplemente
le recordaban lo mala esposa que había sido. Había
consultado porque su timidez y la falta de asertividad le impedían
relacionarse adecuadamente con sus
compañeros de trabajo. Cuando le pregunté por qué seguía
asistiendo a la casa de sus parientes políticos, me
contestó: “Soy una mujer sin familia y no quiero que mi hija
se desvincule de los abuelos paternos y de sus
primos. Lo hago por ella”. Ninguno de mis argumentos tuvo
efecto para hacerla cambiar de opinión.
Sistemáticamente, cada domingo alistaba a su hija, doblegaba
su dignidad y se sometía mansamente a los
atropellos de un grupo familiar que no la quería.
Pero un día ocurrió algo inesperado, algo que nunca había
pasado antes en la casa de los suegros. La niña, sin
querer, dejó caer la radio donde el abuelo escuchaba el
partido de fútbol. El señor, muerto de la furia, le gritó
“niña estúpida”, la sacudió y luego la empujó contra un
muro, lo que produjo un llanto desconsolador y
angustiaste en la pequeña. Mi paciente, que estaba
presenciando los hechos, tuvo una transformación instantánea,
yo diría, una “mutación asertiva”. Sin perder la compostura
y en su estilo parco, le dijo a su ex suegro: “Usted es
un idiota y siempre lo ha sido. Si la vuelve a tocar se las
va a ver conmigo, y verá de qué manera”. Luego se le
acercó hasta casi rozar su barbilla con la del sorprendido
hombre, lo miró fijamente a los ojos, y le murmuró:
“¿Me entendió, señor?”. El cuñado trató de
intervenir, pero ella lo amenazó con el dedo: “¡Ni se le ocurra
levantarse de esa silla!”, y el individuo se desplomó en el
asiento como si le hubieran apuntado con un arma. Acto
seguido, tomó a su hija y se retiró, para no volver jamás.
¿Qué piensas? ¿Sacaste alguna conclusión? ¿Qué le ocurrió a
esta mujer? ¿Cómo puede
alguien cambiar en un instante de esta manera? Por lo que
hoy sabemos en psicología,
podemos decir que en situaciones límite y ante
acontecimientos vitales extremos, un viejo
reducto defensivo, milenario y desconocido, se activa. El
otro “yo” asoma.
En el caso de mi paciente, cuando le tocaron a su hija, un
clic inexplorado se puso en
marcha. En alguna parte, había un valor no negociable, un
derecho especial oculto,
mezcla de biología y amor, que ella no conocía y yo jamás
supuse. Bastó apretar la tecla
adecuada para que saliera a relucir una mujer valiente,
consecuente y asertiva.
Algún experto en el tema podría decir que su asertividad
estuvo teñida de cierta
provocación, que posiblemente hubo un clima agresivo, que la
palabra “idiota” o el
señalamiento con el dedo no eran necesarios, que había una
amenaza velada en su
mensaje, en fin, podríamos encontrar varias fallas en “la
forma” en que se defendió. Sin
embargo, cuando ella me contó la historia con lujo de
detalle y pude ver en su rostro la
honda satisfacción del deber cumplido, la felicité. No fui
muy exigente en la definición
técnica. Ella fue asertiva, no a la manera inglesa, flemática
y reposada, sino a la italiana:
directa y emotiva. Ellos nunca calcularon que detrás de
esa mujer tímida y
aparentemente insegura, había
una tigresa dispuesta a defender su cría.
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