ENTENDIENDO LOS DERECHOS ASERTIVOS
El
tema de los derechos asertivos es el punto central a partir del cual sabremos
si
debemos
reaccionar asertivamente, o no. Si no tienes claro este punto, tu
comportamiento
será errático y sin dirección.
Por
ejemplo, si alguien considera que sus derechos son innumerables habrá muchas
cosas
que defender. Es el caso del agresivo, el quisquilloso, el obsesivo y algunos
desordenes de la
personalidad.
Si por el contrario, se piensa que todos los derechos son
negociables
el comportamiento asertivo ocurrirá muy esporádicamente o nunca. Es el
caso
de las personas sumisas con baja autoestima o de aquellos individuos que,
por sus
creencias religiosas
o de otra índole,
deciden entregarse a una “misión de vida” donde los
otros
son más importantes.
La mayoría de las personas sumisas, cuando se les interroga por sus
derechos, suelen manifestar tres tipos de creencias:
(a)
creen que no merecen tenerlos (“Soy poca cosa para exigir”),
(b)
que no les corresponde a ellos (“No es correcto que yo me comporte asertivamente”)
o,
(c)
simplemente no saben que los tienen (“Nunca había pensado en eso, no
tengo idea de cuáles pueden ser mis derechos”). Veamos tres ejemplos:
·
Cuando
le pregunté a una señora casada la razón por la cual su marido podía
dormir la siesta y ella no, me
contestó que eso era “lo normal” en su familia. Y
cuando le pedí que me diera una
explicación de por qué dormir la siesta era un
privilegio exclusivo de su
esposo, la confusión fue tal, que sólo se limitó a decir:
“Es hombre”.
·
Un
joven que pagaba una pensión barata mientras hacía su carrera de medicina,
era incapaz de exigir calidad en
la comida que le daban porque tenía la creencia de
que en los lugares de poca
categoría la comida necesariamente debía ser mala y
que, por lo tanto, no era
conducente hacer la exigencia de que mejorara.
·
Una
anciana que era literalmente agredida por su hijastro, después de ocho días
de pensar en sus derechos, llegó
con un contundente: “no sé”. Cuando le pregunté
qué opinaba sobre el derecho de
ser respetada en su integridad física o ser libre,
me respondió encogiendo los
hombros: “Eso no es para mí, doctor”.
La
tarea de reconocer cuáles son los derechos asertivos personales no es fácil. La
mejor
manera
es tener en cuenta cuándo y cómo la indignación aflora.
La regla que debes tener en cuenta es como sigue:
Si
me siento indignado, y esta indignación no proviene de mi suspicacia ni de mi
patología,
es probable que algún derecho me haya sido vulnerado.
¿Qué es la indignación?:
Un
sentimiento de cólera ante la injusticia.
Cuando sentimos una oleada de ácido
clorhídrico en el estómago, cuando se nos va la voz o nos ponemos
rojos
de la rabia, cuando no podemos pegar el ojo pensando en lo que nos hicieron,
cuando
una fuerza interior desconocida nos impide olvidar, es probable, aunque no
definitivo,
que estemos frente a un derecho vital.
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