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LA CRITICA PATOLÓGICA

 LA CRITICA PATOLÓGICA


El término crítica patológica fue acuñado por el psicólogo Eugene Sagan para describir la negativa voz interior que le ataca y juzga. Todo el mundo tiene una voz interior crítica. Pero las pesonas con baja autoestima tienden a tener una crítica patológica más viciosa y expresiva.


La crítica le acusa de las cosas que van mal. La crítica le compara con los demás -con sus logros y capacidades- y le encuentra a usted en desventaja. La crítica fija estándares de perfección imposibles y luego le fustiga ante el mínimo error. La crítica mantiene un registro de sus fracasos, pero nunca le recuerda sus dones o logros. La crítica tiene un guión que describe cómo debe vivir y le tacha de reprobo y malvado si las necesidades le llevan a violar sus reglas. La crítica le pide que sea el mejor, y si no es el mejor, no es nadie. Le llama cosas -estúpido, incompetente, feo, egoísta, débil- y le hace creer que todo eso es verdad. La crítica lee la mente de sus amigos y le convence a usted de que están aburridos, cansados, desanimados o disgustados por su culpa. La crítica exagera sus debilidades insistiendo en que usted «siempre dice cosas estúpidas», o «siempre malogra una relación», o «nunca acaba nada a tiempo».

La crítica patológica se empeña en socavar permanentemente su valía todos y cada uno de los días de su vida, y su voz es tan insidiosa, está tan entrelazada en el tejido de su pensamiento que usted nunca advierte su devastador efecto. Los ataques a sí mismo siempre parecen razonables y justificados. La voz interior quejumbrosa y valorativa parece natural, una parte familiar de usted. De hecho, la crítica es una especie de chacal psicológico que, a cada ataque, debilita y deshace cualesquiera buenos sentimientos que albergue usted sobre sí mismo.

Aunque nos refiramos a la crítica en femenino, la crítica no tiene un sexo determinado. Su voz crítica puede parecer la de su madre, su padre, o a su propia voz normal. Lo primero y más importante que ha de saber sobre su crítica es que por distorsionados y falsos que sean sus ataques, siempre se la cree. Cuando su crítica dice: «Dios, soy imbécil», este juicio le parece tan verdadero a usted como la certeza de que esta mañana está cansado, o de que tiene los ojos castaños, o de que no entiende los programas de tratamiento de textos. Parece normal juzgarse a sí mismo porque es muy íntimamente consciente de lo que siente y hace. Pero los ataques de la crítica no forman parte del proceso normal de percepción de lo que siente y hace. Por ejemplo, cuando usted examina cómo se sintió tras una primera cita, la crítica echa abajo cualesquiera reflexiones normales y razonables, pregonando en voz alta que usted fue un loro inepto, un torpe, una persona nerviosa y postiza, y que su pareja no volverá a verle nunca más. La crítica coge su autoestima y la hace trizas.

Una crítica intensa y voluble es enormemente tóxica. Es más venenosa para su salud psicológica que casi cualquier trauma o pérdida. Eso es porque la aflicción y el dolor se pasan con el tiempo. Pero la crítica está siempre con usted: juzgando, culpando, encontrando errores. Usted no tiene defensa alguna contra ella. «Aquí estás de nuevo -dicehaciendo el idiota.» Y usted automáticamente se siente mal, como un niño al que le han dado un cachete por decir algo inconveniente.

Considere el caso de un entomólogo de 29 años, recientemente doctorado, que solicitaba un puesto de profesor en la Facultad. Durante las entrevistas observaba la indumentaria y modales del tribunal y hacía conjeturas sobre el tipo de personas que eran y sobre cómo le respondían. Sopesaba las preguntas buscando la respuesta más adecuada, dado lo que el tribunal parecía esperar. Y mientras hacía todo esto, también escuchaba un monólogo continuo en el que su crítica le decía: «Eres un fraude, no sabes nada. No vas a engañar a esta gente. Espera a que lean esa mediocre sarta de memeces que llamas "tesis"... Ésa fue una respuesta estúpida. ¿No se te ocurre una broma? ¡Haz algo! Se van a dar cuenta de lo aburrido que eres. Aun si consigues el empleo, lo perderás tan pronto como se compruebe tu incompetencia. No vas a engañar a todo el mundo». El entomólogo se lo creyó todo. Todo parecía tener sentido. Como lo había oído durante años, esa corriente de veneno le parecía normal, razonable, cierta. Durante la entrevista se puso cada vez más rígido, sus respuestas se volvieron cada vez más vagas. Su voz empezó a sonar monótona, empezó a sudar y a tartamudear ligeramente. Estaba escuchando a la crítica, y la crítica le estaba convirtiendo precisamente en todo aquello que

él temía.

Otra cosa importante sobre la crítica es que habla en una especie de taquigrafía. Puede exclamar sólo la palabra «perezoso». Pero estas cuatro sílabas contienen el recuerdo de centenares de veces que su padre se quejó de su pereza, le criticó su pereza, dijo que odiaba la pereza. Todo está ahí, y cuando la crítica pronuncia esa palabra usted siente todo el peso de ese disgusto.

En ocasiones, la crítica utiliza imágenes o figuras del pasado para socavar su sensación de valía. Reproduce un momento difícil que usted tuvo con su pareja; saca a relucir una bronca que le echó su jefe, imágenes de una relación frustrada, y escenas de las veces que usted pegó a sus hijos.

Una secretaria de juzgado comprobó que su crítica siempre utilizaba la palabra «torpe». Cuando pensó en ello, constató que «torpe» significaba toda una retahila de cualidades negativas. Significaba incompetente, no querido, que asume riesgos insensatos, alguien (como su padre) que rehuye los problemas. Cuando su crítica le decía «torpe», ella creía firmemente que era todas estas cosas.

Una de las cosas extrañas de la crítica es que a menudo parece tener más control de su mente que el que usted tiene. Desencadena de golpe las acusaciones, lanzando un ataque tras otro o recordándole una y otra vez una escena penosa. Mediante el proceso denominado encadenamiento puede mostrarle un fracaso del pasado, que le recuerda otro y otro, en una larga cadena de asociaciones dolorosas. Y aun cuando usted intente desactivarla, le recuerda otro error, otro rechazo, otra confusión.

Aunque la crítica parece tener una voluntad propia, su independencia es en realidad una ilusión. Lo cierto es que usted está acostumbrado a escucharla acostumbrado a creerla, y no ha aprendido a desconectarla. Sin embargo, con la práctica puede aprender a analizar y refutar lo que dice la crítica. Usted puede desintonizar con ella antes de que tenga la oportunidad de envenenar sus sentimientos de valía personal.

Un arsenal de «debes»

La crítica tiene muchas armas. Entre las más efectivas figuran los valores y reglas de vida que ha tenido toda su vida. La crítica tiene una forma de volver sus «debes» contra usted. Compara su forma de ser con la forma en que debería ser y le juzga insuficiente o malo. Le llama estúpido si el sobresaliente que usted debería haber tenido se convierte en notable. Dice «un matrimonio debe durar para siempre», y le considera un fracaso tras su divorcio. Dice «un verdadero hombre sostiene a su familia» y le llama perdedor cuando le despiden del trabajo. Dice «primero los niños» y le llama egoísta cuando usted sale algunas noches.

Un camarero de 35 años describía cómo su crítica utilizaba viejos «debes» que había aprendido de niño. «Mi padre era abogado, con lo que la crítica dice que yo debía ser un profesional y que todo lo demás es basura. Siento como si hubiese debido obligarme a ir a la escuela. Siento como si debiera leer libros importantes en vez de la página de deportes. Siento como si debiera estar haciendo algo en el mundo en vez de mezclar bebidas y apalancarme en casa de mi novia.» La autoestima de este hombre estaba seriamente dañada por una crítica que insistía en que debía ser otra persona distinta a la que era. El hecho es que a él le agradaba la compañía del bar y no tenía la menor inquietud intelectual. Pero se rechazaba continuamente por no vivir de acuerdo con las expectativas de su familia.

El origen de la crítica

La crítica nace durante su más temprana experiencia de socialización a manos de sus padres. Durante toda su infancia sus padres le enseñan qué conductas son aceptables, cuáles son peligrosas, cuáles son moralmente reprobables, cuáles son loables y cuáles causan enojo. Hacen esto abrazándole y premiándole por la conducta correcta y castigándole por las conductas peligrosas, malas o molestas. Es imposible crecer sin haber experimentado un gran número de situaciones de castigo. El teórico de la personalidad Harry Stack Sullivan denominaba gestos prohibitivos a estas situaciones de castigo.

Por su misma naturaleza, los gestos prohibitivos son temibles y rechazables. Un niño al que su padre le da un cachete o echa una reprimenda siente muy intensamente la retirada de la aprobación paterna. Es, por unos instantes, una mala persona. Consciente o inconscientemente, el niño sabe que sus padres son la fuente de todo su sustento físico y emocional. Si fuera objeto de rechazo o marginación por su familia, moriría. La aprobación paterna es, por tanto, cuestión de vida o muerte para el niño. La experiencia de ser malo puede sentirse muy hondamente, porque el ser malo conlleva el terrible riesgo de perder todo apoyo.

Todos los niños crecen con residuos emocionales de los gestos prohibitivos. Retienen el recuerdo consciente e inconsciente de todos aquellos momentos en que se sintieron malos o fueron reprobados. Éstas son las inevitables cicatrices que el crecimiento deja en su autoestima. Esta experiencia es también el punto de partida de la crítica, que se nutre de estos sentimientos de «no está bien». Queda aún una parte de usted dispuesta a creer que es usted malo tan pronto como alguien se enfada con usted, o cuando usted comete un error, o cuando no alcanza un objetivo. Esta sensación temprana de no estar bien es la razón por la cual los ataques de la crítica parecen encajar tan bien con lo que usted ya cree sobre sí mismo. Su voz es la voz de un padre censurador, la voz castigadora y prohibitiva que configuró su conducta en la infancia.

El volumen y la maldad de los ataques de una crítica están directamente relacionados con la fuerza de sus sentimientos de malestar. Si los tempranos gestos prohibitivos fuesen moderados, la crítica adulta atacaría rara vez. Pero si se le dieron enérgicos mensajes acerca de su maldad durante la niñez, la crítica adulta disparará sobre usted a la menor oportunidad que se le presente.

Hay cinco factores principales que determinan la fuerza de sus iniciales sentimientos de malestar:

1La medida en que se hicieron pasar por imperativos morales cuestiones de gusto, necesidades personales, de seguridad o buen juicioEn algunas familias, cuando el padre quiere tranquilidad, se hace sentir moralmente mal al niño que se porta bulliciosamente.

Otras familias convierten una mala nota en pecado. A algunos niños se les hace sentir mal por necesitar pasar el rato con los amigos o por tener sentimientos sexuales. Algunos niños son malos si se olvidan de hacer los deberes, malos si prefieren un cierto corte de pelo y malos si corren por la calle con su monopatín. Cuando la cuestión no es en realidad más que una cuestión de gusto, no cumplimiento de tareas o mal criterio, pero los padres hacen sentir moralmente mal al niño, están sentando las bases de una baja autoestima. Es importante reconocer que determinadas expresiones y frases transmiten fuertes mensajes morales. Si un niño oye que es perezoso, o egoísta o que tiene un aspecto desastroso o se comporta como un atolondrado, las situaciones específicas se olvidan muy pronto. Pero le queda una duradera sensación de maldad.

2. La medida en que los padres dejaron de diferenciar entre conducta e identidad.

Un niño que oye un severo aviso sobre los peligros de correr por la calle tendrá mejor autoestima que un niño que oye que es un «mal chico» cuando corre por la calle. El niño que es un «mal chico» recibe el mensaje de que él y su conducta no son buenas. No aprende la diferencia entre lo que hace y lo que es. Cuando sea adulto, su crítica atacará tanto su conducta como su valía. Los padres que distinguen cuidadosamente entre la conducta impropiada y la bondad básica del niño crían a niños que se sienten mejor consigo mismos y tienen una crítica interior mucho más suave.

3. La frecuencia de los gestos prohibitivosLa frecuencia de los mensajes negativos de los padres, tiene un impacto sobre los iniciales sentimientos de valía. El ministro de propaganda de Hitler comentó en una ocasión que el secreto para que se creyese cualquier mentira era repetirla lo suficiente. La mentira de que no era usted bueno no la aprendió con la primera amonestación de sus padres. La aprendió con la crítica reiterada.

Tiene usted que oír «¿Qué pasa contigo?» o «Deja de molestar» un montón de veces antes de que cale el mensaje. Pero al poco tiempo, usted saca el mensaje: no estoy bien.

4. La consistencia de los gestos prohibitivosSuponga que a sus padres no les gustaba que usted dijese «mierda». Usted puede haber considerado esa prohibición más bien absurda, pero si sus padres fueron congruentes usted conseguiría pasarse sin ese término obviamente versátil. Supongamos, sin embargo, que le dejan decir «mierda» en ocasiones y le pegan cuando lo dice otras. Y supongamos que fueron igualmente congruentes con otras normas. Al principio usted quedaría confuso, pero el carácter aleatorio de los ataques le llevaría eventualmente a una penosa conclusión. No era lo que usted hacía -a veces estaba bien, a veces no- sino que era usted. Había algo malo en usted. Los niños que han experimentado una educación incongruente sienten a menudo una inefable sensación de culpa. Se sienten como si hubiesen hecho algo malo, pero como nunca pueden conocer las reglas, no tienen idea de qué han hecho mal.

5. La frecuencia con que los gestos prohibitivos estuvieron vinculados a la cólera o rechazo paternosLos niños pueden tolerar una buena dosis de crítica sin experimentar una considerable lesión en su sentido de valía personal. Pero si la crítica va acompañada de cólera o rechazo paterno (amenazantes o reales), tiene una enorme potencia. La cólera y el rechazo transmiten un mensaje inequívoco: «Eres malo, y te rechazo». Como esto es lo más terrible que puede oír un niño, con toda seguridad lo recordará. Mucho después da concluido el incidente, el niño retiene la fuerte impresión de su maldad. Y la crítica utilizará esta sensación de maldad para fustigarle psicológicamente y maltratarle en la edad adulta.

Por qué escucha usted a la crítica

Usted escucha a la crítica porque es muy gratificante hacerlo. Por increíble que parezca, la crítica le ayuda a satisfacer ciertas necesidades básicas, y puede ser reforzador el escuchar sus pérfidos ataques. Pero ¿cómo puede ser reforzante tanto dolor? ¿Cómo puede ser el atacarse a uno mismo lo más mínimo placentero o ayudar a satisfacer sus necesidades?

El primer paso para comprender la función de su crítica es reconocer que todo el mundo tiene ciertas necesidades básicas. Todo el mundo necesita sentirse:

1. Seguro y libre de temor.

2. Efectivo y competente en el mundo.

3. Aceptado por sus padres y seres queridos.

4. Portador de una sensación de valía personal y bienestar en la mayoría de las situaciones.

Las personas con una autoestima suficiente tienden a tener estrategias muy diversas para satisfacer estas necesidades que no tienen las personas con baja autoestima. Si usted tiene una autoestima suficiente, tiene también cierto grado de confianza en sí mismo. Usted está seguro enfrentándose o eliminando las cosas que le dan miedo. Usted resuelve los problemas en vez de preocuparse por ellos y encuentra la forma de que la gente le responda positivamente. Usted se enfrenta directamente a los conflictos interpersonales en vez de esperar que pasen. Por el contrario, la baja autoestima le despoja de confianza. No se siente usted capaz de afrontar la ansiedad, los problemas interpersonales o los riesgos que suponen un desafío. La vida es más penosa porque usted no se siente tan efectivo, y es difícil afrontar la ansiedad de hacer que las cosas cambien.

Es aquí donde interviene la crítica. Las personas con baja autoestima recurren a menudo a la crítica para ayudarles a afrontar los sentimientos de ansiedad, desamparo, rechazo e insuficiencia. Paradójicamente, mientras que la crítica le golpea, también le hace sentirse mejor. Ésa es la razón por la que es tan difícil librarse de la crítica. Ésta puede jugar un papel decisivo en hacerle sentirse más seguro y cómodo en el mundo. Desgraciadamente, el precio que ha de pagar usted por el apoyo de la crítica es muy alto y además socava su sentimiento de valía. Pero es usted reforzado a seguir escuchándola porque siempre la crítica se las compone para hacerle sentirse un poco menos ansioso, menos incompetente, menos impotente o menos vulnerable a los demás.

El papel del reforzamiento

Para comprender cómo pueden ser reforzantes los penosos ataques de la crítica, es preciso examinar primero cómo el reforzamiento configura su conducta y su pensamiento. El reforzamiento positivo tiene lugar cuando un suceso recompensante sucede a una conducta determinada y produce un aumento de la probabilidad futura de esa conducta. Si su esposa le da un afectuoso abrazo y agradecimiento después de que ha cortado usted el césped, está reforzando positivamente sus actividades de jardinería. Si el jefe elogia la pulcra y clara forma de escribir de su último informe, está reforzando positivamente la conducta de escritura que prefiere. Como el afecto y elogio constituyen recompensas tan poderosas, hay muchas probabilidades de que usted vuelva a desarrollar en el futuro actividades de jardinería y caligrafía.

Igual que la conducta física, la frecuencia de la conducta cognitiva (pensamientos) también puede incrementarse mediante el reforzamiento positivo. Si usted se siente estimulado tras una fantasía sexual particular, es muy probable que repita su fantasía otra vez. La consideración crítica de los demás puede reforzarse con progresivos sentimientos de valía. Las ensoñaciones acerca de unas inminentes vacaciones, si van seguidas de una sensación de excitación y anticipación, Se repetirán. La creciente sensación de valía que acompaña a sus recuerdos de éxito y logro aumenta la probabilidad de volver a tenerla. La consideración obsesiva de las desgracias de alguien que le desagrada puede reforzarse por los sentimientos de placer o venganza.

El reforzamiento negativo sólo puede darse cuando se experimenta un dolor físico o psicológico. Se refuerza cualquier conducta que consiga detener el dolor, conducta que tiene por tanto más probabilidades de aparecer cuando se vuelva a sentir un dolor similar en el futuro. Por ejemplo, cuando los estudiantes preparan sus exámenes finales, suelen encontrar que las actividades más aburridas y triviales se tornan irresistiblemente interesantes. Actividades como los garabatos o contar las canastas en la papelera se refuerzan porque proporcionan alivio del estudio estresante. Por regla general, se reforzará todo lo que alivie el estrés y la arísiedad. La cólera suele reforzarse por el inmediato cese de la tensión que se consigue tras descargar un golpe. El ver la televisión, comer, darse un baño caliente, aislarse, quejarse, practicar un hobby y hacer deporte puede reforzarse por la reducción de la tensión o la ansiedad. El culpar a los demás alivia la ansiedad por nuestros errores y puede reforzarse hasta que se convierte en una conducta muy frecuente. La conducta machista tiene el efecto aliviar la ansiedad social de algunos hombres, y la reducción de ansiedad es tan recompensante que el estilo machista se convierte en una poderosa coraza en la que quedan presos.

Igual que con el reforzamiento positivo, el reforzamiento negativo configura su forma de pensar. Se reforzará cualquier pensamiento que alivie sus sentimientos de ansiedad, culpa, desesperanza o insuficiencia. Supongamos, por ejemplo, que usted se siente ansioso cada vez que visita a su irritable y valorizante suegro. Un día, conduciendo hacia su casa, usted empieza a pensar en lo realmente extremista que es, en lo poco que se avalan sus opiniones en cualquier cosa parecida a hechos, en lo tiránico que es cuando se le contradice. De pronto usted se siente más colérico que ansioso, y experimenta una extraña sensación de alivio. Como sus pensamientos críticos se ven reforzados por una menor ansiedad, en las visitas posteriores advierte una actitud cada vez más valorizante hacia el anciano.

Una persona que se siente ansiosa por los errores en el trabajo puede hallar que la devaluación del trabajo («es un trabajo de idiotas») y del jefe («un tipo escrupuloso, de tipo anal») le reduce la ansiedad. Es probable que los pensamientos devaluadores vuelvan a aparecer de nuevo cuando vuelva a aumentar la ansiedad. Los sentimientos de desamparo pueden aliviarse a veces con fantasías románticas, grandiosas fantasías de éxito, sueños de salvación o huida, o simples pensamientos de resolución de problemas. En cualquier caso, se reforzará la cognición particular que consigue reducir esta sensación de desamparo.

Cuando vuelvan a reproducirse los mismos sentimientos, hay una alta probabilidad de volver a utilizar de nuevo la misma cognición.

El proceso de duelo es un ejemplo clásico del poder del reforzamiento negativo. ¿Qué lleva a la gente a recrearse en los recuerdos penosos de la persona u objeto perdido? ¿Por qué seguir pensando una y otra vez en aquellos gratos días que no volverán más? Paradójicamente, estas ruminaciones obsesivas acerca de la pérdida tienen el poder de aliviar el dolor. La consciencia de una pérdida crea un alto nivel de tensión física y emocional. La frustración y el desamparo aumentan hasta que han de descargarse. La evocación de recuerdos o imágenes concretas de la persona u objeto perdido ayuda a descargar la tensión en la forma de lágrimas y luego en un breve período de entumecimiento. La etapa de los recuerdos obsesivos en el duelo se ve reforzada por la reducción de la tensión y unos instantes de relativa paz.

En resumen, el reforzamiento negativo es básicamente un proceso de resolución de problemas. Usted sufre un dolor. Usted quiere sentirse mejor. Empieza a buscar una acción o pensamiento analgésico. Cuando encuentra un pensamiento o conducta que consigue reducir su dolor, lo despeja como una exitosa solución a un problema particular. Cuando el problema reaparece, usted volverá una y otra vez a su estrategia defensiva probada.

La pauta de reforzamiento de grado variable.

Hasta aquí hemos hablado de pautas de reforzamiento continuado. El reforzamiento continuado significa que se refuerza siempre un pensamiento o conducta particular. Cada vez que desarrolla esa conducta, se ve recompensado por el placer del alivio. Un importante aspecto de las pautas de reforzamiento continuo es que conducen muy rápidamente a la extinción si el pensamiento o conducta deja de ser reforzado. Poco después de que deja de ser recompensado por un pensamiento o conducta antes reforzado, usted deja simplemente de repetirlo.

La situación es muy distinta en las pautas de reforzamiento variable. Aquí el reforzamiento no es continuo. Usted puede ser recompensado tras emitir la conducta 5 veces, luego después de 20 veces, luego después de 43 veces, luego 12 veces, etc. La pauta es impredictible. En ocasiones puede tener que desarrollar la conducta cientos o miles de veces antes de ser reforzada. El resultado de la impredictibilidad es que usted seguirá practicando una conducta anteriormente reforzada durante bastante tiempo sin reforzamiento antes de extinguirse. La extinción lleva mucho tiempo.

Las máquinas tragaperras operan según la pauta de reforzamiento variable, lo que explica que la gente desarrolle adicción al juego y pierda hasta la camisa. En ocasiones se consigue premio inmediatamente, pero otras veces el premio puede venir tras cien intentos. La gente suele jugar mucho antes de abandonar porque el reforzamiento podría producirse en cualquier jugada.

He aquí dos ejemplos de cómo la pauta de reforzamiento variable puede tener una poderosa influencia en sus pensamientos.

1. Ocasionalmente, las preocupaciones obsesivas se refuerzan cuando la preocupación produce una solución viable que reduce la ansiedad. Esto puede suceder una o dos veces al año, o incluso unas pocas veces en la vida. Pero el individuo persevera, pasando de preocupación a preocupación, como el jugador que juega una y otra vez, esperando siempre que la próxima será la de premio.

2. La repetición obsesiva de un intercambio-social se refuerza en ocasiones en aquellos maravillosos momentos en que de repente se ve de forma diferente y uno no se siente rechazado o incompetente después de todo. Usted recuerda algo que hizo o dijo que parece salvar la situación en el recuerdo. Su vergüenza se diluye y vuelve usted a encontrarse aceptable de nuevo. Lo triste es que su repetición obsesiva difícilmente es recompensada, por esta remisión. Habitualmente usted sufre, una y otra vez, la película mental de un intercambio embarazoso, a la espera de recuperar aquel instante que le haga sentirse otra vez competente y satisfecho.

Cómo se refuerza la crítica

Sus afirmaciones de autocrítica pueden reforzarse positiva o negativamente. Irónicamente, mientras que la crítica le machaca también le ayuda a resolver sus problemas y a satisfacer, de forma limitada, ciertas necesidades básicas. He aquí algunos ejemplos de cómo la crítica le ayuda a satisfacer algunas de sus necesidades.

Reforzamiento positivo para la crítica

a)    La necesidad de hacer el bien.

Todo el mundo tiene una larga lista interior de reglas y valores que regulan la conducta. Estas reglas son útiles a veces porque controlan los impulsos peligrosos y proporcionan una sensación de estructura y orden en su vida.Las reglas crean un marco ético definiendo qué es moral e inmoral. Prescriben cómo hay que actuar con las figuras de autoridad y amigos, cómo practicar la sexualidad, cómo manejar el dinero, etc. Cuando usted viola estas reglas internas, la vida se vuelve caótica y usted pierde su sensación de valía. La crítica le ayuda, pues, a seguir las reglas. Le dice lo malo y perverso que es cada vez que quebranta una regla o siente la tentación de hacerlo. Le arenga una y otra vez que intente «hacer el bien». Como dijo un individuo: «Mi crítica me da el soporte para no ir por ahí mintiendo, engañando y siendo perezoso. La necesito».

b)   La necesidad de sentirse bien.

Aun cuando la crítica le dice que no es bueno, paradójicamente puede darle una mayor sensación de valía y aceptación. La pega es que sólo es temporal.

1.    Valía personal.

La crítica le ayuda de dos formas a sentirse temporalmente más valioso: comparándole con los demás y fijando altos estándares perfeccionistas. He aquí cómo actúa la comparación: la crítica evalúa continuamente cómo rinde usted en términos de inteligencia, logros, capacidad de ganarse la vida, atractivo sexual, agradabilidad, competencia social, carácter abierto: virtualmente todos los rasgos o cualidades que usted valora. Muchas veces se encuentra usted menos apto que la otra persona en una o más dimensiones, y su autoestima se resiente por ello. Pero a veces usted decide que es más atractivo, más listo o más afectuoso y siente la satisfacción momentánea de ser mejor. Aunque sucede sólo ocasionalmente, esta satisfacción pasajera es reforzante.

La comparación que hace su crítica se refuerza con una pauta de reforzamiento variable. La mayoría de los esfuerzos por compararse con los demás le hacen sentir menos apto que ellos, pero las veces que sucede lo contrario -que usted resulta mejor que los demás- le mantienen preso en el hábito de la comparación.

La segunda forma en que la crítica eleva su valía personal es fijando estándares increíblemente altos sobre cómo debe rendir en el trabajo, como amante, como padre, como conversador, como ama de casa, o como base del equipo. La mayor parte de las veces usted no conseguirá estar a la altura de las demandas de la crítica, y se sentirá inepto.

Pero de repente todo se ordena en una maravillosa perfección. Usted consigue un hito en el trabajo, tiene una conversación entrañable y profunda con su hijo, consigue después dos goles en su equipo y cuenta seis historias entretenidas comiendo en la pizzería. Y es así como refuerza la crítica: con una pauta de refuerzo variable. Normalmente está usted bajo la presión de sus elevados estándares y, en algunas ocasiones, se siente en paz consigo mismo. Por eso la crítica sigue insistiendo en la perfección, porque le hace sentir tan bien cuando, ocasionalmente, alcanza usted la perfección.

2.    Sentirse aceptado por unos padres crítico.

Para satisfacer esta necesidad su propia crítica se une a sus padres en el ataque. Si sus padres le censuraron su egoísmo, su crítica hará otro tanto. Si sus padres rechazaron su conducta sexual, la crítica interior le llamará también inmoral. Si sus padres le llamaron estúpido, gordo o fracasado, su crítica se unirá a ellos llamándole lo mismo. Cada vez que usted utiliza una afirmación de autocrítica que concuerda con los juicios negativos de sus padres, es usted reforzado por sentirse próximo a ellos. Identificándose con su punto de vista, usted puede sentirse paradójicamente más seguró, aceptado y querido. Usted ve las cosas a su modo, y al unirse a ellos experimenta una sensación de unión y seguridad emocional que refuerza intensamente su propia voz crítica.

c)    La necesidad de rendir

 La crítica le ayuda a alcanzar las metas espoleándole como a un caballo. Le azota con pérfidos ataques a su valía. Si usted no consigue tres ventas esta semana, es perezoso, incompetente, un vulgar ganapán. Si no consigue una media de 8 es estúpido y memo y todos se darán cuenta de que no vale para graduarse. Lo que refuerza la crítica es que usted consigue las cosas cuando es estimulado. Usted vende, se empapa de los libros. Y cada vez que la crítica le anima a realizar una tarea, se refuerza su cáustico azote.

Reforzamiento negativo de la crítica

a)    Necesidad de controlar los sentimientos dolorosos.

Cuando la crítica le ayuda a reducir o detener por completo los sentimientos penosos, su voz se refuerza considerablemente.

Aun cuando el efecto a largo plazo sea destrozar su autoestima, el efecto a corto plazo de la voz interior crítica puede ser una reducción de un afecto doloroso. He aquí algunos ejemplos de cómo la crítica puede ayudarle a sentirse menos culpable, temeroso,

deprimido y colérico.

1.    No sentirse bien, sentirse malo o carente de valor.

A un nivel muy profundo, todo el mundo tiene dudas sobre su valía. Pero si usted tiene una baja autoestima, esas dudas pueden aumentarse de forma que una buena parte de su vida interior esté dominada por sentimientos de insuficiencia y desesperanza. Esta sensación de insuficiencia es tan increíblemente dolorosa que usted hará lo que sea por escapar de ella. Aquí entra la crítica.

La crítica le ayuda a hacer frente a esta situación fijándole imposibles estándares de perfección. Usted debe ser ascendido cada seis meses, hacer guisos de gourmet, pasarse tres horas cada noche ayudando a hacer los deberes a su hijo, abrasar de deseo a su pareja, y tener sin parar una conversación sugestiva. El estándar es imposible, pero mientras la crítica le impulsa a ser perfecto usted deja de sentirse inepto y desesperado. Usted siente, en cambio, una especie de omnipotencia: con sólo que trabajase lo suficiente, se azuzase lo suficiente, luchase lo suficiente para transformarse, todo sería posible.

2.    Temor al fracaso.

Una mujer que estaba pensando cambiar de trabajó, buscando una tarea más creativa, empezó a ponerse muy nerviosa ante la idea de perder la seguridad de su antiguo empleo. Su crítica vino a rescatarla. La crítica dijo: «No puedes hacerlo. Te van a despedir. No tienes suficiente talento artístico. Te van a pillar». Asfixiada por este ataque de afirmaciones de autorrechazo, decidió esperar un año antes de hacer nada. Inmediatamente disminuyó su nivel de ansiedad. Y la crítica se reforzó porque su ataque había producido inmediatamente una reducción del nivel de malestar. La crítica es muy útil en la protección contra la ansiedad inherente al cambio y al riesgo. Tan pronto como socava su confianza hasta el punto de hacerle abandonar sus planes de cambio, se ve reforzada por su sensación de alivio.

3.    Miedo al rechazo.

Una forma de controlar el miedo al rechazo es predecirlo constantemente a fin de que no nos coja nunca por sorpresa. La crítica practica mucho la lectura de la mente: «Ella no te gustará. Está mortalmente aburrido. No te querrán en el comité. No le gusta tu trabajo. La expresión de su novio dice que está perdiendo interés por ti». La lectura mental le ayuda a protegerle de la posibilidad de ser cogido por sorpresa.

Si usted anticipa un rechazo, fracaso, derrota, no hará tanto daño cuando se produzca. La lectura mental de la crítica se refuerza por una pauta de reforzamiento variable. De vez en cuando, la crítica predice con exactitud algún daño o rechazo. Y como la anticipación ayuda a desensibilizarle de la peor parte del dolor, la crítica se refuerza a seguir con la lectura mental.

Otra forma de afrontar el temor al rechazo es rechazarse antes a sí mismo. Cuando la crítica le ataca por todos sus fallos y errores, nadie más puede decir algo que usted no haya oído ya. Un administrativo de banca de 38 años lo describía de este modo: «Después de mi divorcio, empecé a llamarme perdedor. Creo que ello me protegió. Parecía como si, diciéndomelo, nadie me lo diría. No tenían que llamarme perdedor porque ya me lo llamaba yo». Un conocido poeta describía la misma sensación: «Siempre tenía la sensación de que, si echaba por tierra mi trabajo, disuadiría mágicamente a otros de hacerlo». El criticarse a uno mismo es muy reforzante si le ayuda a aliviar su ansiedad ante un posible ataque de los demás.

4.    Cólera.

 Los sentimientos de cólera hacia las personas a las que quiere pueden ser muy temibles. Cuando la cólera empieza a ser consciente, usted puede sentir una enorme dosis de ansiedad. Una forma de afrontarla es volver la cólera del revés y atacarse a sí mismo. Es uno el que ha fracasado, el que no ha entendido cuyos errores han causado el mayor problema. A medida que la (auto)crítica prosigue, disminuye su ansiedad. Ahora no tiene que arriesgarse en atacar a nadie. O, lo que es peor, enojarle tanto que pueda atacarle a usted.

5.    Culpa.

La crítica le ayuda prontamente a afrontar la culpabilidad infligiéndole un castigo. Usted ha pecado, y la crítica le hará pagar por ello. A medida que la crítica le ataca una y otra vez por su insensibilidad, usted gradualmente tiene una sensación de expiación, a veces una sensación de inversión de su mala acción, como si nunca hubiera cometido ese pecado. Mientras usted se sienta en la sala de proyección de la crítica viendo una y otra vez vídeos de sus transgresiones, se disipa el sentimiento de culpa. La crítica se refuerza una vez más porque la violencia que comete con su sentimiento de valía le ayuda a conquistar por unos instantes ese vergonzoso sentimiento de maldad.

6.    Frustración.

 «He cuidado a siete personas enfermas todo el día, he ido de compras, he cocinado, he escuchado unos estridentes rasgueos de guitarra en la habitación de mi hijo, he extendido las facturas en la mesa de la cocina. Ésos son los momentos en los que vuelvo a mí misma. Pienso en todas las decisiones estúpidas que he tomado, y me pongo realmente furiosa. Como si fuese yo la única que llevase esta vida, que eché a perder el matrimonio, la única que tiene tanto miedo que no puede cambiar nada. Un poco después me tranquilizo algo más y me voy a acostar» (enfermera de cuidados intensivos de 36 años). Obsérvese cómo los ataques de la crítica se refuerzan mediante una bajada de los niveles de estimulación. La cólera dirigida hacia uno tiene por efecto una descarga de la tensión de un día agotador, un hogar ruidoso, y la ansiedad por las facturas. Cuando usted utiliza la crítica para enojarse consigo mismo, su meta encubierta puede ser en realidad un intento de mitigar altos niveles de frustración y estimulación negativa. En la medida en que esta estrategia funciona y se reduce la tensión, la crítica sale reforzada en su hostigamiento.

Estos ejemplos de cómo le ayuda la crítica a satisfacer ciertas necesidades básicas no son exhaustivos. Tienen por objeto hacerle pensar sobre su crítica y sobre cómo se refuerzan los ataques. Es extremadamente importante que aprenda a identificar la función de sus ataques a sí mismo, tanto la forma en que éstos le ayudan como la forma en que le dañan.

Vuelva ahora a la lista de reforzamientos positivos y negativos de la crítica.

Ponga un asterisco en el que sea de aplicación en su caso. Una vez haya determinado qué necesidades le está ayudando a satisfacer su crítica, y algunas de las formas en que se refuerzan los ataques, puede usted dar el siguiente paso: cazar a la crítica.

Cazar a la crítica

Para conseguir controlar a la crítica, primero tiene que ser capaz de oírla. En cada momento consciente de su vida, usted está implicado en un monólogo interior. Usted interpreta la experiencia, resuelve problemas, especula sobre el futuro, revisa los sucesos acontecidos. La mayor parte de esta conversación interior continuada es útil, o a lo sumo inocua. Pero en algún lugar se encuentran ocultos en el monólogo las denuncias de su crítica. Para cazar a la crítica en el acto de criticarle es preciso una especial vigilancia.

Ha de estar usted escuchando por el intercomunicador de su monólogo interior. Tiene que coger a la crítica cuando dice: «Estúpido... otro error idiota... eres débil... nunca conseguirás un empleo porque te funciona algo mal... eres mal conversador... la estás desanimando».

En ocasiones la crítica le azota con imágenes de anteriores errores o fracasos. A veces no utiliza palabras o imágenes. Este pensamiento llega en la forma de un estado de consciencia, un conocimiento, una impresión. La crítica es tan rápida que parece ir más allá del lenguaje. Un vendedor lo expresaba así: «Hay veces en que sé que estoy echando a perder mi vida. Puedo experimentar esta sensación de vaciedad. Es como una sensación de pesantez en el estómago».

·         El cazar a la crítica exige un verdadero compromiso. Tiene usted que ser especialmente consciente de su monólogo interior en las situaciones problemáticas:

·         El encuentro con extraños.

·         El contacto con personas que tienen atractivo sexual para usted.

·         Situaciones en las que usted ha cometido un error.

·         Situaciones en las que se siente criticado y a la defensiva.

·         Interacciones con figuras de autoridad.

·         Situaciones en las que se siente herido o alguien se ha encolerizado con usted.

·         Situaciones en las que usted corre el riesgo de rechazo o fracaso.

·         Conversaciones con padres o con alguien que puede mostrar desaprobación.

Ejercicio

Controle su crítica. Durante un día permanezca lo más vigilante que pueda hacia sus autoataques. Cuente el número de afirmaciones críticas que hace de sí mismo. Usted puede sorprenderse por la frecuencia con que su monólogo interior se convierte en autoevaluación negativa. Al segundo y tercer día, dé un paso más. En vez de contar simplemente los ataques de la crítica, tenga un cuaderno a mano y póngalos por escrito. He aquí una muestra tomada del cuaderno de una maestra de 24 años:

Pensamiento Hora Comentario crítico

número

1.     8:15 La directora debe de estar harta de que llegue tarde.

2.     8:40 Plan de clases insuficiente. ¡Qué perezosa soy!

3.     9:30 Estos chicos son lentos y no les estoy ayudando mucho

4.     9:45 Fui estúpida en enviar a Sheila con la lista de comedor; va a armar jaleo por el pasillo.

5.     10:00 Pero ¿qué maestra eres tú? Estos chicos avanzan muy lento.

6.     12:15 Observación estúpida en el comedor.

7.     12:20 ¿Por qué estoy tan loca?

8.     2:20 Esto ha sido una casa de locos. ¿Cuándo aprenderé a controlar la clase?

9.     2:35 ¿Por qué no pongo algunos de los dibujos de los chicos en las paredes? Soy tan desorganizada...

10.  3:10 He aparcado como una idiota; mira qué ángulo hace el coche.

11.  3:40 Mira qué lío. Bonito orden de casa.

Cuantos más autoataques escriba, mejor. Congratúlese si pesca al menos diez censuras de la crítica cada día.

Por la noche le queda aún una tarea. En un trozo de papel, trace una línea vertical por la mitad. En un lado ponga el título Me ayuda a evitar la sensación.

En el otro ponga por título Me ayuda a sentir o hacer. Ahora, por cada comentario crítico de su cuaderno, ponga por escrito la función de ese pensamiento: cómo se

refuerza positiva o negativamente, cómo le permite sentir o hacer algo bueno o a evitar sentir algo desagradable. He aquí lo que escribió la maestra de escuela:

Pensamiento Me ayuda a sentir(me) Me ayuda a evitar Me ayuda a evitar sentir(me)

·         Motivada a ser más cuidadosa con mi trabajo.

·         Sorprendida y herida si me llama la atención por mi tardanza.

·         Motivada a desarrollar un plan de lecciones más creativo, quizá a hacer alguna consulta.

·         Motivada a prestar más atención a quién envío.

·         Motivada a esforzarme más en el plan de lecciones.

·         Ansiedad social. Ya sé que soy estúpida y por tanto no pueden hacerme daño.

·         Motivada a consultar con otros maestros sobre técnicas de disciplina.

·         Ansiedad social.

·         Sorprendida y herida si la directora me critica.

·         Sorprendida y herida si la directora me critica.

·         Me siento culpable por haber roto mi compromiso de ser más organizada.

·         Motivada a prestar más atención a la forma de aparcar.

·         Culpa por aparcar tan inseguramente.

·         Motivada a ser más ordenada.

Muchos de los ataques de la crítica se reforzaron porque los ataques le llevaban a superiores niveles de rendimiento y perfeccionamiento.

Cuando pensó sobre el particular, advirtió que la crítica estaba poniéndole estándares de rendimiento muy altos. En las pocas ocasiones en que realmente alcanzaba esos estándares, tenía una maravillosa sensación de aceptación. Esa sensación era intoxicante, y ella sabía que reforzaba su perfeccionismo. También constató temas de evitación de la ansiedad social y temor a ser sorprendida por un rechazo. Animada de este nuevo conocimiento, la maestra estaba lista para el paso más importante: desarmar a la crítica.



Bibliografía

McKay, M., & Fanning, P. (1991). Autoestima, evaluación y mejora. Barcelona: Ediciones Martínez Roca S. A.

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