PROCESOS DE AUTORREGULACIÓN
En los procesos de autorregulación la
clave está en la comparación que hace el individuo entre el estado actual y uno
deseado. Los resultados posibles de este proceso de comparación son dos: que
exista discrepancia o no. Si se da discrepancia el paso siguiente es ponerse en
acción para intentar reducirla. Si no hay discrepancia el proceso terminaría
permitiendo al individuo centrarse en otros aspectos diferentes.
Este mecanismo de comparación entre el estado
actual y el deseado es habitual describirlo a través de un modelo
secuencial: TOTE (prueba-
intervención-prueba-retirada)
El mecanismo básico de comparación entre el
estado actual y el deseado implica la ocurrencia de los siguientes procesos:
auto-observación, auto-valoración y auto-reacción.
1) Auto-observación:
Representación mental del estado actual, la cual se deriva de
auto-observarse o monitorizarse a sí misma. Se realiza no sólo al principio
sino en el proceso de alcanzar la meta, la persona vigilará de forma reiterada
con el objetivo de comprobar sus progresos.
2) Auto-valoración:
Tiene que tener unos valores de
referencia o estándares. Es decir, una representación mental de aquello a
lo que aspira. La persona irá monitorizando periódicamente su propia acción de
forma que vaya valorando si se está acercando o no a la meta. Los valores de
referencia serían las metas, objetivos que pretende conseguir:
· Las metas definidas de
forma ambigua (p.ej. quiero mejorar como persona) o
los conflictos entre ellas (p.ej., hacer ejercicio de forma regular y
trabajar muchas horas) afectan negativamente a la capacidad de autorregulación
y, por tanto, al rendimiento en la meta.
· Las metas con un
adecuado nivel de reto o dificultad tienen buenas posibilidades de
autorregulación, y por tanto, óptimo rendimiento.
Así, ni las metas demasiado fáciles, ni
las metas demasiado difíciles de acuerdo con los propios criterios de la
persona, motivarán a la acción. Las metas que requieren una competencia
ligeramente superior a la que el individuo cree que posee son las que tienen un
elevado efecto regulador ya que propician que se aumente el esfuerzo de la
conducta dirigida a la meta.
Además de las aspiraciones o metas, los valores
de referencia pueden tomar la forma de obligaciones como por ejemplo, normas y
reglas sociales sobre lo que se considera una conducta apropiada.
3) Auto-realización:
La persona se auto-observa y valora si
se está acercando o no hacia su estado deseado final y en función de esta
auto-valoración, la persona se auto-compensará, en el caso de que evalúe
progresos, o introducirá cambios en el caso de que considere que no ha
conseguido avances.
Las autorrecompensas pueden consistir en
un refuerzo externo (premiarse a sí misma con un pastel) pero las más
significativas desde la perspectiva de la autorregulación son las que toman
forma de evaluaciones positivas de uno mismo, que derivan, a su
vez, en la experiencia de sentimientos positivos como el orgullo o la
satisfacción y en incrementar la percepción de autoeficacia.
Bibliografía
Bermúdez, J., Pérez, A. M., Ruiz, J. A.,
Sanjuán, P., & Rueda, B. (2011). Psicología de la personalidad. Madrid:
UNED.
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