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¿QUÉ SON LOS MECANISMOS DE DEFENSA?

 

¿QUÉ SON LOS MECANISMOS DE DEFENSA?

Un mecanismo de defensa es un proceso, un dispositivo psicológico cuya principal labor es la de proteger a la persona de diversos contenidos que están dentro de su mente (fantasías, deseos, recuerdos...) y que le resultan intolerables bien por ser dolorosos, bien por ser censurables; es decir, por no ser aceptables socialmente o por alguna

porción de su entorno social. Por ejemplo, el tener impulsos sexuales hacia alguna persona o impulsos agresivos hacia un familiar.

Pero esto no quiere decir que estos contenidos de los que se defiende el ser humano mediante los mecanismos de defensa tengan que tener siempre un contenido sexual que se reprime ni que la actividad inconsciente –vida inconsciente– de las personas siempre se halle mediatizada por una censura, tal y como defienden las tesis más ortodoxas, es decir, las más ceñidas al pensamiento de Sigmund Freud (1856-1939).

La utilización de estos mecanismos es normal y que, al igual que todos nos podemos considerar neuróticos, todos somos usuarios de dichos mecanismos. La diferencia entre lo normal y lo patológico está siempre en la intensidad y la flexibilidad con la que se utilicen los mecanismos defensivos.

La pulsión, que a veces se expresa con el término más comprensible de impulso tiene que ver con una tendencia a realizar una acción física o psíquica que proviene de nuestro inconsciente hacia un fin.

Las pulsiones son como impulsos de diversa índole: sexuales, agresivos, de posesividad (como ocurre en ocasiones con determinadas parejas)... Como ejemplos podríamos decir que el destino de una pulsión agresiva mediante el mecanismo defensivo puede reprimirse (represión) o negarse (negación), entre otras posibilidades.

En definitiva, y siguiendo a la hija de Freud, Anna, los mecanismos de defensa son:

Medios psicológicos que el yo utiliza para solucionar los conflictos que surgen entre las exigencias instintivas y la necesidad de adaptarse al mundo de la realidad, bajo determinadas influencias del ambiente familiar y social (1936, p. 9).

Es decir, los mecanismos de defensa están manejados por el yo que es una instancia psicológica metafórica que tiene como papel fundamental mediar entre los impulsos o pulsiones, o lo que es lo mismo, las exigencias instintivas que cita Anna Freud (principio del placer) y los deberes, esto es, la necesidad de adaptarse al mundo con

las reglas inculcadas (principio del deber). Además, contiene dos partes, una parte consciente y otra inconsciente. El yo estaría regido por el principio de realidad.

En este sentido, los seres humanos tenemos un sistema defensivo, el cual controla el yo para hacer una mediación entre los impulsos del ello y las demandas del deber, el superyó. Así, tenemos el sistema tripartito de la mente propuesto por Freud (1923a) compuesto por YO, ELLO y SUPERYÓ.

El ELLO es un término que Freud recoge del psiquiatra de origen alemán G. Groddeck, quien acuña este término en su trabajo “El libro del ello” (Basabe, 1979, p. 49). Este ello sería la instancia demandante de continuas gratificaciones inmediatas estando comandada por el principio de placer, siendo en su cualidad totalmente inconsciente. La influencia del ello es especialmente palpable en el comportamiento de los niños, quienes quieren las cosas inmediatamente; por ejemplo: jugar con un juguete nuevo, comer el pastel que hay para el postre...costándoles mucho el tener que aguantarse sin poder recibir inmediatamente lo que demandan.

A propósito de este aspecto, es también curioso cómo muchos adultos están dominados por el principio de placer y por el ello. Necesitan de inmediato cambiar de móvil con lo último del mercado (como el niño con las consolas) o pensar con el estómago, por lo que necesitan de inmediato copiosas comidas y bebidas extraordinarias (como el niño en la hamburguesería)

El SUPERYÓ, por otro lado, estaría regido por el denominado principio del deber, el cual constituiría toda la trama de censuras y/o deberes para con uno y para con los otros. No nacemos con esta instancia, sino que se teje –en forma de conciencia moral– con las distintas dimensiones del mundo social en el que nos formamos y vivimos.

La resultante fundamental de la dialéctica YO-SUPERYÓ es el sentimiento de culpabilidad (Giner Abati, 1982 p. 327).

Por tanto, las defensas pueden ser eficaces y mantener “a raya” el conflicto entre estas instancias o ser ineficaz, por lo que de dicho conflicto se siguen unas consecuencias psicológicas.

A modo de apunte, habría de diferenciarse el concepto de mecanismo de defensa del de resistencia, ya que este último habrá de reservarse para cuando se hable de una situación concreta de la Psicoterapia, en la que el paciente se resiste al tratamiento psicológico con diversas estrategias.

Además, la resistencia puede consistir en el manejo continuo e inflexible de algún mecanismo de defensa como, por ejemplo, una negación constante de cada indicación que el terapeuta le señala como importante al paciente; pero sería más común que la resistencia consistiera en un conjunto sistemático de mecanismos defensivos que dan lugar a una coraza en el carácter del individuo que sólo busca defenderse y no tomar conocimiento de sí mismo. En ocasiones, la resistencia ni siquiera tiene que ver con un mecanismo de defensa concreto. Así nos encontramos en el tratamiento psicoanalítico con la resistencia de llegar sistemáticamente tarde a las sesiones u olvidarse de cuándo se tenían éstas.

En el campo de la técnica y la teoría psicoanalítica se utiliza de forma constante el término afecto, el cual no sólo ha de entenderse como el cariño o la ternura que se puede tener a alguien o a algo, o los lazos afectivos entre personas, sino también como el afecto negativo, es decir, la manía, el asco o el odio –entre otros–; por lo cual podrían tomarse los afectos en este conjunto positivo y negativo como sinónimo de sentimientos. Del mismo modo, afecto proviene del latín affectus, participio pasivo de affic-re que significa poner en cierto estado.

Podríamos traducirlo por estar afectado por una realidad que nos influye, ya sea positiva o negativamente.

En los mecanismos de defensa siempre encontramos afectos que se relacionan con ellos, sea porque se quieren encubrir, marginar; sea porque no se muestran los que en realidad son... 

Bibliografía

Guerra, L. (s.f.). Tratado de la insoportabilidad la" envidia y otras "virtudes" humanas. Desclëe de Brouwer.

 

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