SISTEMA SENSORIAL: SEÑALES DE ALARMA DE DOLOR
En el transcurso de
miles de años hemos desarrollado un extraordinario sistema sensorial, que está
constantemente informando al cerebro de los cambios que se producen en nuestros
tejidos corporales. Casi siempre el cerebro responde sin que esos cambios sean
conscientes. Un componente de este sistema sensorial es el de alarma de
peligro, que está diseñado con un alto grado de sofisticación para alertar al
cerebro cuando estamos en situación de riesgo. Avisará al cerebro de que
parte de nuestro cuerpo está en peligro. Nos advertirá de la importancia del
peligro y de su naturaleza (ej. una quemadura en comparación con un pinchazo).
Algunas enfermedades y
lesiones pueden comportar sistemas de alarma defectuosos (ej. diabetes y
algunos tipos de latigazo cervical). Las consecuencias de esto pueden ser
tremendas, por ejemplo, en la lepra, famosa por sus terribles secuelas, como la
gangrena, la pérdida de miembros y las deformidades. En el caso de esa
enfermedad hay, de hecho, un fallo en el sistema de alarma.
Existen algunos casos
extraños de gente que nace desprovista de la capacidad de sentir dolor. Esto no
es ninguna bendición, ya que el cerebro no es alertado en caso de lesión o
enfermedad38.
El sistema de alarma posee un fantástico sistema de apoyo. La
vista, el olfato, el oído y el gusto se alían para proteger al cuerpo de su
autodestrucción. Una de las principales ventajas que los humanos tienen sobre
el resto del reino animal es que podemos preveer el futuro. Podemos utilizar
nuestros recuerdos y nuestra capacidad de razonamiento para evitar el peligro
antes de que éste suceda.
Diseminados por
todo tu cuerpo hay millones de sensores, que pueden ser comparados a reporteros
que están constantemente inspeccionando áreas del mismo para detectar algún
tipo de actividad. Estos sensores se encuentran en las paredes y en las
terminaciones de las neuronas y tienen la capacidad de trasportar información
hasta la médula espinal. Para más información sobre las neuronas mira la página
60.
Los sensores pueden estar bastante
especializados.
Algunos reaccionan a fuerzas mecánicas (M) como un pinchazo o presión. Otros
reaccionan a cambios en la temperatura (T), tanto calor como frío. Otros
reaccionan a la presencia de cambios químicos (Q), tanto de fuera del cuerpo
(ej. ortigas, alergenos) como del interior del cuerpo (sustancias químicas
liberadas por las células, o transportadas por los fluidos corporales ej. ácido
láctico). Cuando los sensores reaccionan a un estímulo, como un ácido o un
pellizco, se abren de forma que partículas cargadas positivamente del exterior
de la neurona entran rápidamente en ella. Esto desencadena un impulso eléctrico
en la neurona.
Estas neuronas, junto con los
sensores de tus ojos (especializados para reaccionar a la luz), de los oídos
(especializados en reaccionar a ondas sonoras) y de la nariz (especializados en
reaccionar a sustancias químicas) son tu primera protección contra un daño
potencial. A tu cerebro se le avisará de los estímulos más peligrosos y si un
tipo de sensor falla, otro se pondrá en su lugar.
Así como los sensores están
especializados, las neuronas en las que éstos se alojan también pueden estar
especializadas.
Por ejemplo, en algunas neuronas los impulsos eléctricos viajan a 150
kilómetros por hora, mientras que en otras viajan tan sólo a 1 kilómetro por
hora. Esta especialización implica que la información que las neuronas
transmiten al sistema nervioso central es bastante limitada. Por ejemplo, la
médula espinal recibe la información ‘aumento de temperatura en mi área’, o
‘aumento del nivel de acidez en mi área’, o ‘!PELIGRO¡ en mi área’. Las
complejas sensaciones de las que somos conscientes, como ‘corte’,
‘estiramiento’, ‘desgarro’ y ‘suplicio’, son generadas por la construcción que
hace el cerebro de los acontecimientos, y están basadas en su evaluación de toda
la información disponible, y no sólo de los mensajes de peligro.
INFORMACIÓN IMPORTANTE SOBRE LOS
SENSORES
1. La mayoría de los sensores se
localizan en el cerebro. Estos sensores están especialmente adaptados para
activarse por sustancias químicas. Cualquier tipo de pensamiento puede hacer
que suenen las alarmas en el cerebro, de la misma forma que las ortigas u otros
estímulos pueden activar las alarmas en los nervios periféricos.
2. Cuando se observan las neuronas en
el microscopio, se detecta muchísima actividad en los sensores. Un sensor
mecánico puede abrirse o cerrarse por distintas sustancias químicas. Por
ejemplo, si vas al dentista y te inyecta un anestésico, las sustancias químicas
de la droga inyectada cierran los sensores, de manera que no puedan detectar
los estímulos mecánicos. Los impulsos no llegan a la médula espinal. El cerebro
es entonces incapaz de detectar el peligro. Otras drogas y sustancias químicas
pueden mantener los sensores abiertos. Por ejemplo, la picadura de una raya,
que cualquier persona que la haya sufrido la considera la cosa más dolorosa que
se puede experimentar, produce su efecto porque mantiene los sensores abiertos.
3. La vida de un sensor es corta
(sólo viven durante unos pocos días) y son entonces reemplazados por sensores
nuevos. Esto significa que tu sensibilidad está cambiando continuamente.
Recuerda este punto. Si eres alguien que sufre dolor, esta información puede
darte nuevas esperanzas. Tu nivel actual de sensibilidad no es definitivo.
4. Los sensores son proteínas
fabricadas en el interior de nuestras neuronas bajo la dirección del ADN. En el ADN hay todo tipo de
recetas, incluyendo aquellas para los diferentes tipos de sensor. Los sensores
especializados que son fabricados por una neurona en concreto dependen de qué
recetas se ‘activen’. Las recetas que se activan dentro de una neurona
particular dependen de tus necesidades de supervivencia y de tu bienestar en
ese momento concreto. La combinación de sensores normalmente es relativamente
estable, pero puede cambiar rápidamente. Si tu cerebro decide que lo mejor para
tu supervivencia es aumentar la sensibilidad, el ADN puede incrementar la
fabricación de más canales, que se abran a sustancias químicas relacionadas con
el estrés, como la adrenalina.
5. De la misma forma, la velocidad de
fabricación de los sensores normalmente es relativamente estable, pero puede
cambiar también rápidamente. Un cambio en la velocidad de producción de
sensores incrementa o disminuye la sensibilidad de esa neurona a un estímulo en
particular. Si tienes un dolor persistente, esta información debería darte
esperanzas, ya que la velocidad de fabricación de sensores puede reducirse si
las demandas de producción disminuyen.
¿Cómo los sensores y
su actividad se relacionan con el dolor?
En realidad no tenemos
‘receptores de dolor’, o ‘nervios de dolor’, o ‘vías de dolor’, o ‘centros de
dolor’. Sin embargo, existen algunas neuronas en tus tejidos que responden a
cualquier tipo de estímulos, si estos estímulos son suficientemente peligrosos
para el tejido. La activación de estas neuronas especiales, manda una señal
de alarma prioritaria a la médula espinal, la cual puede, a su vez, ser enviada
al cerebro. Este tipo de actividad en estos nervios se denomina ‘nocicepción’, que literalmente significa ‘captación de peligro’. Todos
nosotros tenemos nocicepción actuando prácticamente todo el tiempo. Sin
embargo, sólo en algunas ocasiones, ésta conduce finalmente a dolor.
La nocicepción es el
más común de los requisitos necesarios para provocar dolor, pero no es el único. Por ejemplo, algunos
pensamientos pueden activar las señalas de alarma directamente en tu cerebro,
sin que en absoluto se dé la nocicepción.
Recuerda: la nocicepción no es ni suficiente, ni necesaria para
provocar el dolor.
Distintos sensores están alojados en la membrana de una neurona.
Si un sensor está abierto, los iones fluyen por él. Muchos sensores están
diseñados para abrirse en respuesta a un estímulo específico. M se abre
en respuesta a fuerzas mecánicas, A se abre en respuesta a la acidificación
o a fuerzas químicas y T se abre en respuesta a cambios en la temperatura.
Si hay suficientes sensores abiertos, los iones positivos entran en la neurona
y mandan un mensaje de peligro a la médula.
Las neuronas son excitables eléctricamente.
Cada vez que un sensor se abre y las partículas cargadas positivamente entran
rápidamente, la neurona se hace un poco más excitable. Cuantos más sensores se
abren y la excitación dentro de la neurona alcanza un punto crítico, se
desencadena una rápida onda de corriente eléctrica que viaja a través de la
neurona. Esto se denomina ‘pico’, ‘impulso’, o más técnicamente, ‘potencial de acción’. Los potenciales de acción son el modo cómo los nervios
transmiten mensajes. Un potencial de acción es un único mensaje.
El nivel de excitación
varía básicamente en función del número de sensores que están abiertos. Cuando
el nivel real de excitación se acerca al punto crítico de excitación, en ese
momento, incluso pequeños estímulos que sólo son capaces de abrir unos pocos
sensores pueden iniciar el mensaje. Así, si esta neurona estaba especializada
en transportar mensajes de ‘peligro’, es suficiente un mínimo estímulo, como un
pequeño movimiento o un cambio de temperatura, para hacer que alcance el umbral
crítico y pueda doler (dependiendo por supuesto de las conclusiones a las que
llegue el cerebro sobre la sensibilidad en ese momento).
Recuerda: cuando hablamos de captación de peligro, el mensaje que se envía
a lo largo del nervio hasta que alcanza la médula espinal sólo dice ‘peligro’. No
dice ‘dolor’. De algún modo, la médula espinal y el cerebro tienen que
recibir y analizar estos estímulos y crear experiencias significativas que
pueden o no implicar dolor
SUSTANCIAS QUÍMICAS
INHIBITORIAS (HORMONAS DE LA FELICIDAD)
Cuando
el mensaje alcanza el extremo final de la neurona que está situada en la médula
espinal (a la altura de tu espalda o de tu cuello) provoca que las sustancias
químicas se liberen en el espacio (sinapsis) entre el extremo de una neurona y
la de sus neuronas vecinas. Muchas neuronas provenientes de distintos tejidos
del cuerpo convergen en una sola que se dirige hacia el cerebro. Cada neurona
libera una cierta mezcla de sustancias químicas en la sinapsis. En el otro lado
de la sinapsis existe una neurona que posee sensores químicos especializados
que reaccionan frente a algunas sustancias químicas, pero no frente a otras. De
forma simplificada, las sustancias químicas redondas encajan en los sensores
redondos; las sustancias químicas cuadradas, en los sensores cuadrados, etc. Si
encajan, abren los sensores. Este fenómeno se llama el principio de la
‘cerradura y llave’.
Algunos de estos sensores
en la siguiente neurona tienen la función de enviar mensajes diarios de
peligro: algunos son sensores especiales de memoria; otros son sensores de
refuerzo y otros sensores cuya actividad puede ser reforzada por la activación
del sistema inmune. Cuando el cuerpo en su conjunto está amenazado, por
ejemplo, si tienes la gripe, una manifestación característica es el incremento
de la sensibilidad.
Un mensaje de peligro
liberará unas sustancias químicas concretas (digamos las redondas) en la sinapsis. Las
sustancias químicas redondas son la llave que abre los sensores redondos de la
segunda neurona. Cuando el nivel de excitación de la segunda neurona alcanza el
nivel crítico–¡BANG!–un potencial de acción– la segunda neurona envía un
mensaje hacia el cerebro. Este mensaje dice: ‘¡Peligro!’ Esta es la razón por
la cual estas segundas neuronas se llaman ‘nociceptores de segundo orden’. Las llamaremos Neuronas Mensajeras de Peligro.
La sinapsis es un
importante lugar de clasificación, algo así como una oficina de correos, donde
continuamente están entrando y saliendo cartas y mensajes. Si en la oficina de
correos se celebra una fiesta y todo el mundo se está divirtiendo, cualquier
tipo de mensaje puede pasar. Sin embargo, ésta es sólo una oficina de correos regional
y, en cierto grado, su actividad está controlada por la oficina central de
correos (el cerebro). De hecho, la oficina central de correos (cerebro) puede
incluso cerrar la oficina regional (médula), gracias a un poderoso sistema
interno de control del peligro.
¿Cómo hace esto?
Del cerebro parte una
vía que capta cualquier impulso que llegue. Esta vía es aproximadamente 60
veces más potente que cualquier droga que se pueda tomar o inyectar. Permite
que se produzca una auténtica inundación de sustancias químicas (hormonas de la
felicidad), como opioides y serotonina, que son diferentes en su forma y que
activan, por tanto, a distintos sensores. Estos sensores hacen que las
partículas cargadas positivamente salgan de la neurona, lo que la
convierte en menos excitable y esto, a su vez, hace que sea menos
probable que envíen un mensaje de peligro. De este modo, los estímulos que
descienden, reducen las señales de alarma.
Sí; con este sistema puedes ganar la gran final, o los campeonatos
mundiales, o cocinar para veinte personas, a pesar de que estés lesionado
Así, el nervio
mensajero de peligro hace que el mensaje ascienda por la médula espinal hasta
alcanzar el cerebro. Este mensaje de peligro llega junto con muchos otros
mensajes y todos ellos son procesados por el cerebro. El cerebro se enfrenta
al desafío de construir una historia lo más racional posible, basándose para
ello en todas las informaciones que están llegando simultáneamente. El
cerebro ‘evalúa el mundo’ y responde haciendo muchas cosas, como la de darte
una percepción de lo que está sucediendo. El dolor puede considerase como una
parte de la respuesta generada por el cerebro a la información que le llega.
En una experiencia de dolor están
implicadas simultáneamente muchas partes del cerebro. Aunque pueden verse patrones
semejantes, las partes exactas y la cantidad de actividad varían de un sujeto a
otro e incluso en situaciones idénticas, en un mismo sujeto. Cada
experiencia de dolor es única.
No existe un único centro de dolor
en el cerebro, como la gente suele pensar. Hay muchos. Nosotros llamamos a esas
áreas ‘centros de ignición’.
Estas regiones cerebrales incluyen
agrupaciones de centros, que se utilizan para la sensibilidad, el movimiento,
las emociones y la memoria. El dolor simplemente utiliza estas partes para
expresarse. En el dolor crónico, algunos de estos centros son raptados e
incluso hechos esclavos por la experiencia del dolor. Es casi como una
adicción al dolor.
El
patrón de actividad específico que crea la percepción del dolor puede
considerarse una ‘neuroetiqueta’ del dolor. Reconocemos que el origen del
término ‘neuroetiqueta’ procede del concepto de neuromatriz de Melzack
Ahora, tenemos que
reconocer que el mensaje de peligro que proviene de los tejidos y que viaja por
la médula espinal es tan sólo uno de los estímulos aferentes del cerebro. Aunque
ese mensaje desempeñe un papel importante en el procesamiento del cerebro,
especialmente en el dolor agudo, no es por si sólo suficiente para provocar
dolor. Recuerda la historia del dolor de miembro fantasma. Aunque esa parte
del cuerpo real no existe, duele. Los estudios de imagen cerebral muestran
actividad en estas mismas áreas cerebrales, incluyendo el cuerpo virtual.
UNA POSIBLE NEUROETIQUETA
1. CÓRTEX PROMOTOR/MOTOR
organiza y prepara el movimiento
2. CÓRTEX CINGULADO
Concentración, atención
3. CÓRTEX PREFRONTAL
Solución de problemas, memoria
4. AMÍGDALA
Miedo, adaptación al miedo, adicción
5. CORTEX SENSORIAL
Discriminación sensorial
6. HIPOTÁLAMO/ TÁLAMO
Respuesta de estrés, regulación
autonómica, motivación
7. CEREBELO
Movimiento y cognición
8. HIPOCAMPO
Memoria, cognición espacial, miedo,
adaptación al miedo
9. MÉDULA ESPINAL
Compuerta de la periferia
Los mensajes del
cerebro no finalizan en el mismo. En un sistema dinámico vivo lo que entra debe
salir de alguna forma. Como parte de la capacidad del cerebro de evaluar el
mundo, éste hace sus propios juicios de valor, tanto de los estímulos de
entrada como de las respuestas. Cuando tienes frío, tu cerebro y tu cuerpo
pueden reaccionar de muchas maneras. Cuando estás en peligro, el cerebro pide
ayuda a muchos sistemas para librarte del problema. Estos sistemas están
trabajando todo el tiempo. Los ejemplos más obvios son: el sistema muscular,
que te permite escapar, entablillar una parte lesionada, esconderte o huir; y
el sistema nervioso simpático, que controla la sudoración y la distribución de
la sangre. Otros sistemas, como el inmune y el endocrino trabajan
silenciosamente, pero con diligencia. Conjuntamente, todos estos sistemas
ayudan a crear la experiencia del dolor, o la experiencia del movimiento o la experiencia
de estrés. Todos estos sistemas pueden ayudarte a librarte del problema.
En una
situación de amenaza, y especialmente durante el dolor, estos sistemas
realmente trabajan duro para ti. Hacen lo mejor que pueden por cortos periodos
de tiempo. Durante el dolor, la actividad de estos sistemas es como un corredor
de velocidad que realiza un alto nivel de actividad por un breve periodo de
tiempo. Sin embargo, si tienes dolor durante mucho tiempo, la actividad de
estos sistemas empieza a causar otros problemas; no se puede esperar como
velocistas en una maratón.
SISTEMA
NERVIOSO SIMPÁTICO
Aumenta de la frecuencia cardíaca, moviliza las reservas de
energía, incrementa la vigilancia, sudoraciónSISTEMA MOTOR
Huir, luchar, proteger el área lesionada
SISTEMA ENDOCRINO
Moviliza las reservas de energía, reduce la actividad intestinal y
reproductiva.
SISTEMA DE
PRODUCCIÓN DEL DOLOR
Motiva a escapar, a buscar ayuda y atraer la atención.
SISTEMA INMUNITARIO
Posteriomente: lucha contra los invasores, sensibiliza las
neuronas, provoca fiebre, provoca somnolencia para promover la cicatrización
SISTEMA PARASIMPÁTICO
Posteriomente: nutre a las células, cicatriza el tejido
Recapitulación
• Todas las
experiencias de dolor son una respuesta normal a lo que tu cerebro considera
que es una amenaza.
• La cantidad de
dolor que experimentas no se relaciona necesariamente con la cantidad de daño
en el tejido.
• La construcción de
la experiencia del dolor del cerebro se basa en muchas señales sensoriales.
• El dolor de
miembro fantasma sirve como un recordatorio del cuerpo virtual del cerebro.
• Los sensores de
peligro están diseminados por todo el cuerpo.
• Cuando el nivel de
excitación en una neurona alcanza el punto crítico, se envía un mensaje a la
médula espinal.
• Cuando un mensaje
de peligro alcanza la medula espinal, provoca la liberación de sustancias
químicas excitadoras en la sinapsis.
• Los sensores en la
neurona mensajera de peligro se activan por esas sustancias químicas
excitadoras y cuando el nivel de excitación de la neurona mensajera de peligro
alcanza el nivel crítico, un mensaje de peligro se manda al cerebro.
• El mensaje es
procesado por todo el cerebro y si el cerebro concluye que estás en peligro y
que es necesario que hagas algo, provocará dolor.
• El cerebro activa
distintos sistemas que funcionan conjuntamente para librarte del peligro.
Bibliografía
Butler, D., Moseley, L., & Sunyata, A. (2010). Explicando
el dolor.
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