INTERVENCIÓN
PSICOLÓGICA PARA AYUDAR A LAS PERSONAS CON TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO
Objetivos de la intervención
psicológica
1.
Disminuir la valoración negativa de los
pensamientos obsesivos
2.
Disminuir la valoración de la importancia de las obsesiones (la sobrestimación
de su poder e importancia) y, como consecuencia, disminuir el malestar asociado
a éstas y su frecuencia.
3.
Modificar
ideas disfuncionales relacionadas con la responsabilidad exagerada,
perfeccionismo, sobrevaloración del peligro o amenaza, intolerancia a la
incertidumbre y necesidad de controlar los pensamientos.
4. Reducir y, a ser posible, eliminar la
frecuencia y/o la duración de las compulsiones y conductas de evitación.
5.
Disminuir
otros comportamientos desadaptativos que interfieren con el desarrollo de
un estilo de vida más adaptativo y de actividades personales gratificantes.
6.
Incrementar
la conciencia de la persona sobre los elementos que están funcionalmente
relacionados con el problema, de cara a prevenir
recaídas, facilitando que pueda aplicar estrategias más eficaces para
afrontar los problemas y estresores cotidianos.
7.
Incorporar a la persona a su medio con
normalidad, incrementando el número de actividades cotidianas que desempeñe
de forma autónoma.
Principales líneas
de tratamiento empíricamente validadas en función de los objetivos
1. Líneas de
intervención psicológica
La intervención que ha demostrado mayor efectividad es la
basada en la exposición en vivo con prevención de
respuesta (EPR). Si bien, se han ido proponiendo distintas técnicas
procedentes de distintas corrientes psicológicas para el tratamiento de TOC y
que pueden ser utilizadas de forma complementaria a la EPR.
En el caso de las técnicas para disminuir la valoración negativa de los pensamientos obsesivos, se
ha comprobado que facilitan la exposición, por lo que se recomienda que sean aplicadas en el tratamiento previamente a
la exposición con prevención de respuesta
El tratamiento debe adaptarse a la individualidad de cada
cliente, es decir, atender al análisis funcional de su conducta, fundamentado
en la evaluación exhaustiva realizada previamente.
1º. Psicoeducación
En primer lugar, y
como inicio del tratamiento, se desarrollará la psicoeducación o explicación de
aspectos relevantes que ayuden a comprender el origen y, sobre todo, el
mantenimiento del problema en el caso específico del cliente.
Consiste en dar información al cliente basada en evidencia
científica sobre los tipos de TOC, la epidemiología, la evolución y el
pronóstico, la función de las obsesiones y de las compulsiones, la
neutralización, las evitaciones, etc.
La psicoeducación enseña a los clientes a conceptualizar y
comprender los síntomas del TOC y les ayuda a entender cómo estos pueden ser
debilitados con las técnicas psicológicas de tratamiento adecuadas (Abramowitz,
2007).
a) Técnicas de intervención para disminuir la valoración
negativa de los pensamientos obsesivos
-
Reestructuración
cognitiva
La importancia del papel de los factores y procesos
cognitivos en el desarrollo y mantenimiento del TOC ha sido puesta de
manifiesto. Concretamente, cómo valore e
interprete la persona que presenta un TOC sus propios pensamientos intrusivos y obsesivos, se considera un
factor fundamental que influye en la adquisición y/o mantenimiento de este
trastorno (por ejemplo, ver Salkovskis, 1999). Así, ante pensamientos
intrusivos “normales” que tienen la mayoría de las personas, la interpretación
errónea y catastrofista de estos pensamientos aumenta la probabilidad de
transformarlos en obsesiones, favoreciendo así el desarrollo del TOC.
Factores que agravan las compulsiones de la persona con TOC
(Rachman, 2002):
a) la responsabilidad
percibida por la persona en relación con la amenaza;
b) la probabilidad
de que se produzca algún daño; y
c) la anticipación
de la gravedad de dicho daño.
Por tanto, el objetivo fundamental de la técnica es identificar los pensamientos distorsionados
(distorsiones cognitivas) y modificarlos por otros más adaptativos y realistas.
Gavino (2005) hace énfasis en que uno de los objetivos
terapéuticos que ha de trabajarse de forma directa en la intervención con las
personas con TOC es la responsabilidad
excesiva, ya que se ha observado que cuando se aborda específicamente esta
disfunción cognitiva se producen cambios clínicamente significativos en los
síntomas obsesivo compulsivos.
La investigación ha puesto de manifiesto que el tratamiento
cognitivo de forma aislada no muestra mayores niveles de eficacia que la EPR,
sino que complementa al componente conductual de este tipo de
intervención.
Algunas
consideraciones relevantes que el terapeuta tiene que tener en cuenta al
realizar esta técnica de intervención (Belloch, Cabedo y Carrió, 2011):
a)
Es importante tener en cuenta el objetivo del
tratamiento que se pretende al reestructurar cognitivamente a la persona con
TOC: no se trata de debatir que el contenido de las obsesiones es irracional o
que no tiene evidencias disponibles para llegar a una conclusión o que es muy
improbable que ocurran, ya que la
persona ya es consciente de que sus obsesiones son irracionales. Entrar en
este tipo de debate puede ser incluso perjudicial para la persona ya que,
aunque a corto plazo puede ser tranquilizador y aliviar sus niveles de
ansiedad, a largo plazo el propio terapeuta puede convertirse en una nueva
estrategia de neutralización activa. Se
trata de ayudar a la persona a descubrir las creencias y valoraciones disfuncionales
que están en la base de sus obsesiones. Por ejemplo, ante la idea obsesiva,
el objetivo de la intervención no sería demostrar las escasas probabilidades de
que eso ocurra, si no que la persona llegase a la conclusión de que está
sobreestimando la amenaza de una consecuencia catastrófica por el hecho de
pensar en ello.
b)
Es importante, a su vez, que el terapeuta no se convierta en una fuente adicional de provisión
de reaseguración al cliente. La persona con TOC, especialmente cuando los
contenidos de las obsesiones tienen que ver con agresiones, comportamientos
moral o socialmente reprochables o dudas de cualquier tipo, frecuentemente
utilizan la búsqueda de reaseguración (por ej. “he completado el informe X;
tenía que poner además cómo se llamaba el lugar o el nombre de las personas que
estaban conmigo en ese momento?”) como un medio de calmar la ansiedad, potente
reforzador negativo que puede aumentar la frecuencia de las obsesiones.
c)
En este sentido, trataremos de que el cuestionamiento cognitivo o los
materiales empleados en una sesión de tratamiento no se conviertan en una
estrategia más de neutralización del cliente o se integren como un ritual
cotidiano más, especialmente en las personas con creencias de
perfeccionismo e intolerancia a la frustración (por ej., “repetir una
conclusión final del debate cognitivo y repetirse constantemente la escasa
probabilidad que existe de que algo en concreto ocurra, como por ejemplo
contagiarse de una enfermedad por haber tocado un objeto).
- Defusión
cognitiva
La defusión cognitiva es un componente de la Terapia de Aceptación y Compromiso orientada
a reducir la fusión pensamiento-acción.
No elimina o sustituye los pensamientos intrusivos si no que disminuye su
influencia. Algunas personas con
obsesiones dudan de si lo que han pensado ha sido un pensamiento o lo han hecho
realmente. En estos casos, el objetivo será que aprendan a diferenciar entre
pensamientos y acciones (Gavino, 2008); es decir, que desliteralicen las
palabras-conceptos y vean, con ello, que los pensamientos son sólo pensamientos
o recuerdos y no sucesos reales presentes. Este proceso de desliteralización se
puede lograr a través de (Hayes, Luoma, Bond, Masuda y Lillis, 2006):
a)
la contemplación del pensamiento,
b)
la repetición del mismo en alto hasta que sólo
quede el sonido,
c)
la observación del pensamiento como un evento
externo que puede modificarse (en forma, color, velocidad o aspecto)
d)
el agradecimiento a la mente por haber
proporcionado tal pensamiento, entre otras técnicas. (Hayes, Luoma, Bond,
Masuda y Lillis, 2006).
Tales métodos
conducirán a una actitud más objetiva y distanciada respecto a los
pensamientos, facilitando que éstos dejen de ser estímulos condicionados de
respuestas emocionales intensas y dejen de ser discriminativos de respuestas
disfuncionales de evitación o escape. De este modo, la defusión cognitiva ayuda
a disminuir la credibilidad o el apego a
los pensamientos, aunque no necesariamente altera su frecuencia.
Algunos autores, como
Masuda y sus colaboradores (Masuda, Hayes, Sackett, y Twohig, 2004; Masuda,
Hayes, Twohig, Drossel, Lillis, y Washio, 2009; Masuda, Twohig, Storno,
Feinstein, Chou, y Wendell, 2010, citados por Barraca, 2011), comprobaron que
la aplicación de los ejercicios de desliteralización reducía la credibilidad y
el malestar de los pensamientos negativos y favorecía su manejo. Dichos
investigadores constataron que este método fue más eficaz para disminuir el
malestar y la credibilidad del pensamiento frente a la distracción, la
respiración abdominal y la atención a pensamientos agradables.
- Atención Plena
(Mindfulness)
El mindfulness puede ser beneficioso para el manejo de los pensamientos intrusivos no deseados que se
experimentan en el TOC.
Según un estudio llevado a cabo por Wilkinson‐Tough,
Bocci, Thorne y Herlihy (2010) el
mindfulness podría beneficiar a
los que experimentan pensamientos obsesivos compulsivos incidiendo en aspectos
como la supresión del pensamiento y la fusión pensamiento-acción.
Otros estudios experimentales han demostrado que aplicar la
atención plena como estrategia cuando el cliente experimenta pensamientos
obsesivos reduce la ansiedad asociada (Wahl, Huelle, Zurowski, y Kordon, 2013).
En esta línea, Liu, Han y Xu (2011) proponen para el tratamiento de TOC la
Terapia Cognitivo-Conductual Basada en Mindfulness (MBCBT).
Responder con
atención plena ante los pensamientos intrusivos implica (Chadwick, Hember,
Symes, Peters, Kuipers y Dagnan, 2008):
1. Conciencia descentralizada de pensamientos como eventos
mentales en un contexto más amplio en contraste con perderse en reaccionar ante
ellos.
2. Permitir a la atención que se quede con los pensamientos
difíciles en lugar de evitarlos.
3. Aceptar pensamientos e imágenes difíciles y a uno mismo
frente a juzgarlos.
4. Dejar a los pensamientos difíciles pasar sin reaccionar
en lugar de preocuparse o rumiar.
- Exposición al pensamiento mediante grabaciones en audio
Esta técnica tiene la finalidad de exponer a los clientes a
sus propios pensamientos obsesivos que han sido previamente grabados (Leahy y
Holland, 2000). La grabación se presenta de forma repetitiva, de manera que el
cliente no lleva a cabo las comprobaciones o rituales encubiertos que tienen
como finalidad suprimir o evitar los pensamientos obsesivos. El cliente termina
por habituarse a dichos pensamientos obsesivos.
- Parada de pensamiento.
La técnica de parada de pensamiento fue descrita originalmente
por Bain en 1928 (Lozano, Rubio y Pérez, 1999) y adaptada por Wolpe (1978) para
el manejo de los pensamientos fóbicos y
obsesivos.
La técnica consiste en entrenar a las personas para cortar los pensamientos intrusivos
cuando éstos aparecen, a continuación, darse
una autoinstrucción y finalmente introducir
una imagen o escena agradable que sirva de distracción (Davis, McKay y
Eshelman, 1985).
Esta técnica puede ser utilizada para cortar los pensamientos obsesivos, una vez que se ha reducido la
importancia que el cliente otorga a éstos.
En TOC la técnica se puede utilizar en cuanto aparecen los pensamientos obsesivos y para prevenir de la
aparición de las compulsiones (comprobaciones…) o de otro tipo de neutralizaciones encubiertas (rituales mentales).
Procedimiento:
1.
Identificar nuestro malestar: cuando noto
emociones negativas las utilizo de aviso de que estoy pensando en cosas
negativas y pensamientos auto destructivos.
2.
Me doy cuenta de los pensamientos o
secuencias de pensamientos que estoy teniendo. Verbalizarlos en voz alta tal
y como los estamos produciendo: “no puedo entender por qué me ha hecho esto” “ahora
se reirán de mí”...
3.
Seleccionar el estímulo de corte. Un
estímulo intenso que se pueda usar producir a voluntad y que sea capaz de atraer
inmediatamente la atención: un ruido fuerte como una palmada, las palabras
¡Basta! ¡Stop!, colocar una goma en la muñeca y tirar de ella...
4.
Con los ojos cerrados generar la cadena
de pensamientos expresándolos en voz alta. Un momento después se interrumpe
con el estímulo que hayamos elegido. Si es suficientemente intenso se
interrumpirá la cadena de pensamientos.
5.
Cambio de actividad: busco una
ocupación que requiera mi atención, por ejemplo, generar recuerdos agradables.
Basta con 30-40 segundos para conseguir que el pensamiento anterior no vuelva.
Este paso se debe repetir varias veces (8-10) hasta que resulte fácil generar
la cadena y cortarla.
6.
Ahora se genera sólo mentalmente (sin
verbalizar en voz alta) la secuencia de pensamientos y se interrumpe con el
estímulo de corte.
7.
Aplicación mental del estímulo de corte. Únicamente
se visualizará el estímulo de corte para la parada de pensamientos.
Inmediatamente después se centra la atención en otro tipo de actividad. Una vez
aprendida la técnica (se puede lograr en unos 30 minutos) se debe practicar de
forma sistemática durante, al menos, 15 días a fin de dominarla (5-10
aplicaciones diarias pueden ser suficientes.
El aprendizaje de
la parada de pensamiento requiere práctica y alcanza su eficacia tras un cierto
tiempo de aplicación. Al principio los pensamientos no deseados pueden
aparecer. No obstante, la aplicación sistemática de la técnica hará que
rápidamente comience a disminuir su frecuencia e intensidad.
Es importante especificar el momento en que se ha de
utilizar la técnica, ante qué tipo de pensamientos y entrenar en sesión cómo se
aplicará, con la intención de evitar que la técnica pueda ser utilizada por el
cliente como una neutralización más. Se puede encontrar la descripción detallada
de la aplicación de la técnica de parada de pensamiento en el manual de
Labrador (2008).
b) Técnicas de
intervención para reducir y, a ser posible, eliminar la frecuencia y/o la
duración de las compulsiones y conductas de evitación.
- La exposición en vivo con prevención de respuesta (EPR) es el
procedimiento que ha demostrado la mayor efectividad y una mayor estabilidad
del éxito terapéutico a largo plazo (70-75% de clientes sin síntomas en un
seguimiento a 15 años), tanto en formato individual como grupal, habiéndose
categorizado como tratamiento bien establecido.
Mediante esta técnica se pretende reducir el malestar
asociado a los pensamientos obsesivos y la frecuencia de aparición de las
obsesiones y las compulsiones.
La técnica consiste en realizar una exposición gradual a
las situaciones, pensamientos o imágenes temidas (obsesiones) del cliente,
mientras que, al mismo tiempo, se le impide que lleve a cabo el ritual
asociado, previniendo la respuesta de escape o evitación de las
conductas que neutralizan o
alivian su malestar. Mediante la prevención de respuesta se consigue que el
cliente compruebe que, aunque no realice las compulsiones o los rituales, su
ansiedad se reduce. Si el terapeuta desea obtener información sobre la aplicación
paso a paso de la técnica de exposición con prevención de respuesta con
ejemplos de autoregistros y de cómo afrontar dificultades que pueden surgir,
puede consultar el libro de Pedrick y Hyman (2003; páginas 120-146).
Uno de los objetivos de la intervención psicológica es que el cliente incorpore
actividades de la vida diaria -que desea realizar y que hasta ahora no ha
podido realizar debido al TOC- a su repertorio de conductas a medida que se
vaya progresando con la terapia (por ejemplo, actividades de ocio, obligaciones
habituales, responsabilidades, etc.). De esta manera, Gavino (2008) recomienda
que el cliente elabore una lista de actividades y las ordene por orden de
dificultad. Tras previo acuerdo entre el terapeuta y el cliente, se empiezan
a incorporar las actividades más sencillas de realizar a lo largo del
tratamiento a medida que se van reduciendo las conductas problemáticas.
Además de la
exposición en vivo, se ha empleado la exposición en imaginación para potenciar
los resultados de la EPR a largo plazo, especialmente cuando las
catástrofes que temen constituyen un componente fundamental en el problema del
cliente (Foa, Steketee y Grayson, 1985) así como para aquellos casos en los que
resulte muy difícil o poco práctico recrear las situación temida, como por
ejemplo el miedo a enfermarse, a perder al ser amado o a futuros desastres
(Pedrick y Hyman, 2003). Para consultar paso a paso la técnica de exposición en
imaginación, ver Pedrick y Hyman (2003; páginas 147-158).
Por otro lado, se
considera que la familia tiene un papel muy relevante en el progreso del
tratamiento con los clientes con TOC (Gavino, 2008). Así, se recomienda informar a los
familiares sobre en qué consiste el TOC y por qué factores se mantiene
este problema para
que comprendan qué influencia
pueden tener ellos en las conductas de sus familiares con TOC. En muchos
casos los familiares, con intención de ayudar al cliente, han entrado a formar
parte de los rituales de éste, realizándolos por él. De forma que están
contribuyendo al mantenimiento del problema. Sin embargo, siguiendo las
instrucciones previas del terapeuta, los familiares podrían ayudar al cliente
mediante refuerzos a aplicar las distintas estrategias de la intervención. Sin
embargo, es frecuente que los clientes lleguen a consulta con síntomas del TOC
desde hace mucho tiempo y los familiares estén cansados de soportar muchas
conductas repetitivas de la persona con TOC. Así, es muy
difícil reforzar a una persona que
ha conseguido un objetivo muy pequeño cuando los síntomas que tiene están
generalizados. Es por ello, por lo que
el terapeuta ha de valorar la situación particular de cada cliente, y, en el
caso de que no fuese posible que los familiares facilitasen el progreso de la
intervención, asumir él mismo el papel de reforzador de los logros intentando
neutralizar la intervención con los familiares (procurando que no intervengan
negativamente y evitando así cualquier comentario perjudicial que pueda
interferir con la terapia).
Se ha señalado que la
EPR es más eficaz que el entrenamiento en control de la ansiedad, la relajación
o placebos farmacológicos e incluso, la terapia cognitivo-conductual (Vallejo Pareja,
2003).
- El modelado como herramienta para
facilitar la EPR (también denominado aprendizaje observacional, imitación o
aprendizaje vicario). El modelado es una técnica basada en la teoría del
aprendizaje social. El procedimiento general consiste en que el cliente observa
la conducta de un modelo y la imita a fin de adquirir nuevos patrones de
comportamiento, fortalecer o debilitar respuestas o posibilitar la ejecución de
conductas ya existentes en el repertorio de la persona (Méndez, Olivares y
Ortigosa, 1998).
En el caso de clientes con TOC, el modelado podría ser una
técnica de tratamiento útil en cuanto a que el terapeuta (o coterapeuta)
pudiese mostrar la inocuidad de determinados pensamientos. La aplicación del
modelado como efecto desinhibitorio podría utilizarse para que la persona con
TOC viese a un modelo que realiza una conducta sin experimentar consecuencias
negativas.
- La intención paradójica como herramienta para
facilitar la EPR. Giorgio Nardone (2013) propone la Terapia Paradójica intervenir
directamente en los rituales, es decir, en las soluciones inadecuadas que está
poniendo el cliente ante sus obsesiones y que se están
convirtiendo finalmente en su
problema.
El TOC intenta defenderse de su
obsesión, encuentra algo que funciona y funciona tan bien que no puede dejar q
ponerlo en práctica. La tentativa de controlarlo se convierte en el verdadero
problema. Si conseguimos romper el círculo de tapar la obsesión con el ritual,
suprimiendo el ritual, resolvemos la obsesión.
Solo con hacer algo un cierto número de veces se
convierte en hábito, pero si le aplico un significado me puedo convertir en un
TOC. Para ello propone que en el tratamiento hay que entrar al significado
de los rituales. Un ejemplo sería utilizar
un contra-ritual: Cada vez
que tiene que hacer un ritual le
decimos cuantas veces tiene que hacerlo. “Cada vez que vaya a comprobar las
luces, puertas…debe repetirlo cinco veces, puede no hacerlo, pero si lo hace
una vez, debe hacerlo cinco veces, ni una más ni una menos”.
Tratamiento
farmacológico
La
investigación farmacológica ha demostrado que el TOC responde bien al
tratamiento con antidepresivos (Pigott y Seay,1999), incluso aunque los
clientes no presenten un grado de depresión clínicamente relevante.
Concretamente, a los fármacos inhibidores de la recaptación de serotonina,
entre los que destaca especialmente el antidepresivo tricíclico clomipramina,
prescrito en dosis elevadas (200-300 mg) y con tratamiento prolongado a lo
largo de toda la vida con dosis de mantenimiento (100-150 mg). Este tratamiento
presenta una tasa de efectividad cercana al 60% de los casos.
Otros
antidepresivos como los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (ISRS; fluvoxamina, 150-300 mg; flouxetina; paroxetina, 40-60 mg y
sertralina, 100-200 mg) también se han mostrado eficaces.
Sin embargo,
la investigación ha mostrado que el tratamiento
farmacológico es menos eficaz que el EPR, al existir una menor reducción de la
sintomatología obsesivo-compulsiva y la presencia de efectos secundarios
(especialmente en el caso de la clomipramina) en el caso del tratamiento
farmacológico (Vallejo, 2001).
Seguimiento
Se recomienda que el número de sesiones aproximado para que la
técnica de EPR sea eficaz sea de 15, con una duración media de 1-2 horas cada
una (Vallejo-Pareja, 2003). Uno de los aspectos fundamentales a trabajar
durante el progreso de la intervención psicológica es la anticipación y el
afrontamiento adaptativo de las más que probables recaídas que el cliente
puede tener. En este sentido, es necesario adecuar las expectativas del cliente
y que éstas sean realistas, puesto que el TOC es un trastorno persistente y,
aunque aparentemente pueda parecer que el cliente ya no presenta síntomas, es
frecuente que reaparezcan. Para ello, algunas recomendaciones que pueden
beneficiar a la persona con TOC son las siguientes (Pedrick y Hymans, 2003):
a) La recaída no es sinónimo de fracaso, sino que es una nueva
oportunidad para volver a aplicar y reforzar las habilidades aprendidas durante
la intervención (por ejemplo, si fuese posible,
volver a exponerse inmediatamente a la situación temida). Por tanto, conviene
que el terapeuta anticipe al cliente que una recaída es algo normal que puede
ocurrir, que es simplemente un paso atrás –y no una vuelta al principio- en lo
que ya se tenía conseguido y que puede surgir por dejar de hacer los ejercicios
de mantenimiento o por estar sometido a situaciones de estrés. Con frecuencia,
cuando la recaída es grave, el cliente tiene miedo a “volver al TOC” y conviene
recordarle que en ningún caso es igual que tener el TOC como antes del
tratamiento ya que en este momento tiene las herramientas necesarias para
afrontarlo. Si esto ocurre, es útil que el cliente sepa que no pasa nada, que
lo importante es que retome la situación tal y como esté en ese momento y
aplique las técnicas aprendidas durante la intervención. En el caso de que el
cliente tenga dificultades para realizar lo aprendido o le sea imposible, debe
pedir ayuda al terapeuta.
b) Prestar atención a los síntomas incipientes antes de que se
agraven y se conviertan en evidentes. Puede ocurrir
que el cliente deje de tener los síntomas principales, rituales antiguos con
los que comenzó la intervención, pero desarrolle otros rituales nuevos menos
intrusivos, pero que hay que prestarles atención (por ejemplo, tocar la
pared cuando se pasa por una puerta o comprobar la cocina antes de dormir,
incluso aunque no la haya utilizado en todo el día). Una estrategia útil puede
ser que el cliente haga una lista con los “pequeños” síntomas del TOC que se
necesiten eliminar.
c) Es
frecuente y normal que la persona con TOC que realiza grandes progresos pase
por una fase en la que se sienta deprimido por el tiempo perdido debido al
trastorno. Es beneficioso recordar al cliente que todos esos
momentos han sido necesarios para llegar al punto en el que se encuentra en la
actualidad.
d) Apreciar las pequeñas mejoras diarias,
ya que juntas se suman a la ganancia más grande.
En Gavino (2008) puede
encontrarse más información sobre cómo ha de exponer el terapeuta el abordaje
de las recaídas al cliente.
Toma de decisión para
intervención en TOC
Si hace una valoración negativa de los pensamientos intrusivos:
Intervenir en la valoración negativa de los pensamientos mediante:
·
Reestructuración
cognitiva
·
Otras variantes: Defusión
cognitiva (ejercicios que reducen importancia otorgada al pensamiento)
Si
presenta compulsiones o evitaciones manifiestas
Intervenir
en la reducción/eliminación de compulsiones/evitaciones mediante:
·
Exposición en vivo con
prevención de respuesta
·
Otras variantes: Posponer
la compulsión
·
Facilitación de la
exposición:
o Modelado
o Intención
paradójica
Si presenta
compulsiones encubiertas (contar números, repetir plegarias...)
Intervenir en su reducción/eliminación mediante:
·
Exposición al
pensamiento y prevención de rituales mentales a través de alguna de las siguientes técnicas:
·
Exposición a través de
grabaciones en audio
·
Atención Plena
·
Defusión cognitiva
·
Parada de pensamiento
con distracción
Bibliografía
Guía para la Intervención Psicológica en el
Trastorno Obsesivo-Compulsivo
Facultad
de Psicología UAM
María
Márquez-González, Rosa Romero-Moreno, Tatiana Fernández Marcos y
Marta Ortega Otero
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