PROGRAMA
AUTODIRIGIDO DE TCC EN EL TOC
Aproximadamente
unos veinte años de investigación han demostrado que los síntomas del trastorno
obsesivo compulsivo mejoran mediante una intervención aplicada sistemáticamente
denominada exposición y prevención del ritual o EPR: exposición
a las situaciones, pensamientos o imágenes temidos, más la prevención del
ritual o bloqueo voluntario de las conductas compulsivas.
Implica
un gran esfuerzo, un alto grado de compromiso y valor. Valor porque
las imágenes, impulsos y temores parecen muy reales y vívidos. Los
impulsos compulsivos y los rituales son tan poderosos y persistentes que
la perspectiva del cambio puede parecerle verdaderamente terrible. Si no
fuera el caso, ¡es que usted no sufre un trastorno obsesivo compulsivo!
¿Por qué funciona la
EPR?
La
exposición y la prevención del ritual se basan, en parte, en el principio, bien
establecido por la investigación científica, de que el temor se supera
atreviéndose a enfrentar los propios objetos o situaciones que provocan la
ansiedad, temor y evitación.
La exposición
se basa en dos procesos de aprendizaje importantes y relacionados entre sí:
·
la
habituación y
·
la
extinción.
Habituación
La
habituación es la tendencia natural de nuestro sistema nervioso a
“insensibilizarse” mediante el contacto repetido y prolongado con un estímulo
nuevo. También ha sido etiquetado como “el remedio del aburrimiento
del sistema nervioso” (Ciarrocchi, 1995). Todos, sin excepción,
experimentamos el proceso de la habituación en nuestras vidas diarias.
Un ejemplo sería el estremecimiento súbito de frío que sentimos cuando
nos introducimos en una piscina con el agua a baja temperatura. Nuestras
terminaciones nerviosas envían un mensaje a nuestros cerebros, “¡Chico,
esto sí que está frío!”. Pero si aguantamos y no salimos inmediatamente
de la piscina, en unos segundos la sensación de frío desaparece
gradualmente y el agua empieza a sentirse casi caliente. ¿Qué es lo que
sucede? Ciertamente el agua no se calienta.
En vez
de ello nuestros sistemas nerviosos “se vuelven insensibles” a la sensación
de frío y nos habituamos al agua fría.
El mismo
proceso también puede subrayarse en las situaciones que tememos y que implican
a personas (por ejemplo, vagabundos), lugares (aviones) y, en el caso del
trastorno obsesivo compulsivo, incluso a nuestros pensamientos. A través de una
confrontación frecuente y prolongada de las situaciones que tememos e
imaginamos, el sistema nervioso del ser humano se “insensibilizará”
automáticamente a las respuestas de temor hasta convertirlas en elementos más
manejables.
Un
ejemplo sencillo del modo en el que el funcionamiento de la habituación ayuda a
superar el temor se puede percibir en el miedo, o fobia, al agua. El sujeto
temeroso es conducido, en primera instancia, a una escasa distancia del borde
de una piscina hasta que su temor alcance niveles molestos y después se espera.
Durante los siguientes minutos, su temor original da paso a la insensibilización
cuando irrumpe la habituación del sistema nervioso. Cuando ya se encuentre en
calma, la persona se acerca entonces a unos escasos centímetros de la piscina.
Nuevamente, el temor aumenta hasta niveles molestos y, otra vez, la persona
espera hasta habituarse al miedo y éste descienda hasta niveles manejables. Se
repite el proceso mediante “pasitos”. De modo gradual, primero se introduce un
pie en el agua, después el otro. Luego ambos pies, las piernas hasta los
tobillos, y posteriormente
hasta las rodillas.
Después se sumergen ambas piernas al completo. Gradualmente, se introduce todo
el cuerpo en el agua con muy poco temor acompañando al proceso. Aunque se
considere algo muy sencillo, el proceso de superar los temores del trastorno
obsesivo compulsivo acontece de un modo muy similar, en especial cuando va acompañado
por el bloqueo de los rituales compulsivos o prevención del ritual.
Extinción
Otro
principio básico del aprendizaje que suministra la base de la intervención
denominada extinción y prevención del ritual se denomina extinción. Toda
conducta –entendida como tal tanto la que puede verse, tal como comer, conducir
camino del trabajo, como la que no se percibe, como el pensamiento y el
sentimiento– se halla gobernada por sus consecuencias.
Las
consecuencias moldean nuestra conducta.
Son positivas –tal como la alabanza, los abrazos, el pago de la nómina, los
sabores deliciosos, los olores, los sentimientos y la atención de alguien
importante para nosotros– o negativas –como el castigo, la crítica, la
vergüenza, los tickets de estacionamientos, las multas y la cárcel. Otro
término que designa a la consecuencia positiva es reforzador.
Los
reforzadores funcionan al provocar sentimientos de placer y satisfacción o bien
reduciendo o evitando algunos sentimientos o experiencias desagradables tal
como el hambre, el dolor o la tensión.
Conductas
como comer, beber alcohol o ver televisión como vía de escape se consideran
reforzadores cuando reducen el malestar o una sensación desagradable. Los
reforzadores influyen en toda nuestra conducta, ya sea incrementando la
sensación de placer y comodidad o bien reduciendo el malestar, la
incertidumbre, el dolor o la tensión.
La extinción
es lo que acontece cuando un reforzador ya no produce sentimientos de
placer o no reduce la tensión o el malestar. Piense en muchas de las conductas
en las que usted se implica y que son reforzadas o premiadas: trabajar duro por
una paga o una prima, comprar flores para lograr la sonrisa o el abrazo del ser
amado, jugar a su deporte favorito para divertirse o relajarse. Ahora, piense
en lo que ocurriría si estas mismas conductas, sea cual sea la razón, ya no le
producen el reforzamiento que anhela: su sueldo es reducido a pesar del duro
trabajo, su ser amado ya no le sonríe ni abraza cuando le lleva flores o su
deporte favorito ya no le divierte o relaja. Por lo general, lo que se puede
esperar que suceda es que estas conductas lleguen a extinguirse, usted
deja de ejecutarlas con el mismo rigor o finalmente ya no las lleva a cabo.
Si la conducta
es gobernada por sus consecuencias, entonces no es complicado percatarse del
modo en el que los rituales compulsivos –como por ejemplo lavarse, comprobar y
ordenar– fortalecen o refuerzan los temores y preocupaciones obsesivas. Los
rituales compulsivos refuerzan las obsesiones y preocupaciones al reducir, al
menos temporalmente, la tensión, la preocupación y la ansiedad producida por
los pensamientos y sentimientos obsesivos.
Al
bloquearse las compulsiones, a través de la técnica de la exposición y la
prevención del ritual, se reducen las preocupaciones obsesivas mediante la extinción. Bloqueando las conductas que refuerzan los temores y
“dejándolos pasar” disminuyen, finalmente, las preocupaciones de
naturaleza obsesiva.
EXPOSICIÓN “IN VIVO”
Se
emplea el término “in vivo” para designar a una confrontación prolongada en
situaciones (u objetos, pensamientos o imágenes) de la vida real que evocan
ansiedad. A continuación, se presentan algunos ejemplos de exposiciones “in
vivo” para diferentes tipos de problemas en el trastorno obsesivo compulsivo:
Lavadores
• Tocar
un objeto, persona o lugar “contaminados”. No lavarse.
Comprobadores
• Apagar
las luces, fogones y aparatos eléctricos. Hacerlo una sola vez.
•
Conducir lentamente el coche por una zona donde juegan niños de corta edad. No
darse la vuelta para comprobar, a pesar de experimentar la fuerte sensación de
que se ha atropellado a un niño.
Obsesivos
“puros”
• Pensar
a propósito en temas estresantes. Grabar las ideas en un cassette o escribirlas
una y otra vez. No evitar ni contrarrestar estos pensamientos.
Ordenadores
compulsivos
• Dejar
los objetos de la casa de un modo “imperfecto”, ligeramente desordenados,
descentrados, torcidos. Sin ponerlos en orden, sin distribuir o corregir nada.
Las exposiciones “in vivo” efectivas implican los siguientes
elementos básicos:
• La
exposición debe volver a representar, a propósito y de un modo voluntario,
la misma situación (o situaciones) que provoca el miedo, temor, duda y la
evitación.
• La
exposición debe ser prolongada, durando lo suficiente como para que la emoción
de ansiedad se reduzca a través de la habituación. Esto podría
implicar un período de tiempo que va desde unos minutos a varias horas,
antes de que la ansiedad alcance niveles tolerables.
• La
exposición cambia el modo en el que usted evalúa o interpreta el peligro y el
daño en situaciones específicas. Recuerde la analogía presentada
anteriormente sobre la acción se adentrarse en una piscina con agua fría. Su
cerebro y su sistema nervioso central se adaptan (o habitúan) de un modo
natural a las sensaciones desagradables en unos minutos, sin que usted deba
hacer algo al respecto. El agua de la piscina no cambia, lo que sí se modifica
es la interpretación de su cerebro. Realizando una exposición
efectiva, usted mismo le ofrece a su cerebro la oportunidad de reinterpretar o reevaluar
los mensajes del trastorno obsesivo compulsivo:
“Es
extremadamente peligroso hacer (tocar, pensar) esto” se convierte en un “No
sucederá nada terrible si toco esto –puedo probar”.
“Debo
hacer esto muchas veces” se transforma en un “Puedo hacerlo una vez y eso está
bien”.
“Debo
ser un demonio para pensar algo tan terrible” se convierte en un “Es sólo uno
de los pensamientos absurdos del trastorno obsesivo compulsivo”.
“Debo
dar la vuelta para asegurarme de que nadie resultó herido” se convierte en un
“Si me doy la vuelta simplemente voy a lograr empeorar mi trastorno obsesivo
compulsivo”.
Tenga
presente que algunos temores implican catástrofes que pueden ocurrir en un
futuro lejano, tal como enfermarse o morir. Tales miedos o bien son demasiado
complejos para confrontarse “in vivo” o, simplemente, casi imposibles de volver
a representarse. Por ejemplo, considere los temores típicos del trastorno
obsesivo compulsivo de causar la muerte de alguien o de ir a la cárcel por
hacer algo ilegal o inmoral. En estas situaciones, se empleará la exposición en
imágenes (encubierta) además de la
exposición in vivo. Se pide a las personas con trastorno
obsesivo compulsivo que “imaginen” o piensen, de un modo vívido, en
situaciones que temen durante períodos prolongados de tiempo.
PREVENCIÓN DEL
RITUAL
Para que
la exposición sea efectiva es necesario eliminar, bloquear o contener todas las
conductas que neutralizan o alivian los sentimientos de ansiedad e incomodidad
ocasionados por las obsesiones. La prevención de ritual se
refiere al bloqueo, supervisado y autocontrolado, de los rituales compulsivos
que disminuyen o anulan la ansiedad y la incomodidad. Planteado de un modo
sencillo, la prevención del ritual implica que usted evite ejecutar su
ritual acostumbrado. Una vez bloqueado éste, su cerebro dispone entonces
de una nueva oportunidad para suministrar la natural habituación (recuerde
el ejemplo de la piscina) ante las situaciones que generan miedo. De
este modo, estas interpretaciones y evaluaciones actuales de las
situaciones, de una naturaleza más realista y adaptativa, pueden
reemplazar a sus cogniciones antiguas y temerosas.
Cuando
se bloquean los rituales, usted permite que se presente la ansiedad. Pueden
tener lugar nuevas adaptaciones. Al igual que en el caso de la exposición, la
prevención efectiva del ritual debe prolongarse lo suficiente como para que
empiecen a romperse asociaciones adquiridas previamente entre los estímulos que
generan la ansiedad y los rituales. Por ejemplo, considere la asociación entre
el pomo “contaminado” de una puerta y la urgencia de lavarse inmediatamente las
manos con el fin de sentirse “seguro”. Realizar una prevención de ritual implica
su disposición a tolerar inicialmente altos niveles de malestar ante los
poderosos impulsos de aliviar su tensión y temor mediante el empleo “probado y
exacto” del ritual.
Ejemplos de la
prevención del ritual
• No
lavarse durante todo un día o después de tocar algo “contaminado”.
Nota:
La palabra
“contaminada” tal y como se emplea en este libro significa sucio, peligroso o
algo a evitarse sólo para una persona con trastorno obsesivo compulsivo, pero
que la amplia mayoría de la gente no consideraría peligroso en modo alguno.
• No
recibir ninguna confirmación de seguridad. Hacer que el “otro significativo”
decline amablemente, pero con firmeza, sus peticiones de seguridad con respecto
a las obsesiones. Con frecuencia se busca tranquilidad en las obsesiones
referentes a la contaminación, la seguridad de los demás, o con respecto a que
no se ha hecho algo inmoral o ilegal. Se le animará a que conviva con la incertidumbre
y la duda hasta que “el sentimiento corrosivo” disminuya
por sí mismo.
• No
volverse para comprobar si se ha atropellado a alguien mientras se conducía, a
pesar de las sensaciones que así lo indican. Permita que su temor crezca hasta
niveles molestos, después espere y no actúe su necesidad de comprobación. La
ansiedad decrecerá hasta niveles manejables.
•
Posponer una nueva comprobación de la cerradura (después de haberlo hecho ya en
una ocasión) durante un período de tiempo predeterminado y acordado previamente
–alrededor de unos 30 minutos.
La
prevención del ritual es una de las herramientas claves que usted aprenderá a
manejar en el programa autodirigido. Tomará la poderosa decisión de modificar
sus patrones de rituales de un modo importante –demorándolos, acortándolos,
ralentizándolos o eliminándolos por completo. De este modo elegirá sentir
la ansiedad, la duda, el temor y el miedo que ha estado evitando. Si al
efectuar la prevención del ritual no se siente incómodo en algún grado,
probablemente no esté bloqueando lo suficiente como para que eso afecte
a su trastorno obsesivo compulsivo. La decisión de “sentir el malestar”,
de simplemente “estar junto a él” o de “permitirle estar”, sin actuar
sobre ello ni controlarlo, merece la pena con miras a liberarse de las
garras del trastorno obsesivo compulsivo.
Preparándose para el
cambio
Algunos temores y preocupaciones comunes que describen los enfermos
y que evitan que asuman el riesgo del cambio:
Efectúe
una señal en aquellas preocupaciones que se apliquen a su caso. Observe que usted
puede sufrir temores y preocupaciones adicionales. Si fuera el caso, escríbalos
en el espacio que se facilita.
• “Si no
efectúo mis rituales, ¿qué haré entonces para sentirme seguro?”__
• “Si
confronto mi temor a la suciedad, gérmenes, SIDA, etc. ¿cómo puede garantizárseme
que no sucederá la catástrofe que anticipo (enfermar, perder a un ser amado,
dañar a mis hijos)?”__
• “Como
no hay cura para el trastorno obsesivo compulsivo ¿para qué preocuparse?”__
•
“Parece demasiado fácil. Sé que fracasaré. He fallado en todo lo demás”__
• “Ya he
asistido a terapia de conducta y no me sirvió”__
• “Me
gustaría tomar esa medicina... esto es demasiado duro”__
• “Mis
rituales son necesarios para protegerme de los peligros que temo”__
• “Soy
demasiado viejo para intentar algo diferente”__
• “Temo
que enloquezca (enferme, dañe a otros, etc.) si se me impide realizar mis
rituales”__
• En la
infancia sufrí malos tratos (fui desatendido, abandonado, padecí enfermedades,
no tuve hermanos, fui huérfano, etc.). Nunca me restableceré a menos que hable
mucho sobre los problemas reales de mi infancia”__
• “Mis
pensamientos son tan negativos que tengo la ‘semilla del diablo’ en mi
interior. No merezco mejorar”__
• “Si
mejoro o me siento más feliz, después me ocurrirá seguramente algo negativo. No
quiero arriesgarme”__
•
Otro_____________________________________________________
•
Otro_____________________________________________________
•
Otro_____________________________________________________
La
característica común de estos temores y preocupaciones es que cada uno de ellos
puede emplearse como justificación para no confrontar el problema del trastorno
obsesivo compulsivo.
Algunos modos de enfrentarse a ellos:
• “Si
no efectúo mis rituales, ¿qué haré entonces para sentirme seguro?”
Su
necesidad de sentirse totalmente seguro forma parte de su problema del
trastorno obsesivo compulsivo. Al arriesgarse y afrontar su malestar mediante
la no ejecución de los rituales, encara otros posibles modos de manejar el
distress. Usted progresa cuando asume el “riesgo” de reprimir o eliminar los rituales
de su vida.
• “Si
confronto mi temor a la suciedad, gérmenes, SIDA, etc. ¿cómo puede garantizárseme
que no sucederá la catástrofe que anticipo (enfermar, perder
a un ser amado, dañar a mis hijos)?
No se le
puede garantizar una vida sin riesgo, dolor, pérdida, daño, error o
enfermedades. El problema es que su cerebro ha efectuado una conexión errónea
entre sus rituales y los sentimientos de seguridad y comodidad, con
independencia de su duración. La exposición y la prevención del ritual pueden
ayudarle a romper el dominio de los rituales en su vida diaria.
• “Como
no hay cura para el trastorno obsesivo compulsivo ¿para qué preocuparse?”
Este es
el pensamiento dicotómico (todo o nada) típico de las personas con trastorno
obsesivo compulsivo. Incluso el más modesto de los progresos puede establecer
una importante diferencia en la calidad de su vida –y la de su familia.
• “Parece
demasiado fácil. Sé que fracasaré. He fallado en todo lo demás”
No
existe el fracaso. El único fracaso no es intentar tener éxito con el programa
autodirigido.
• “Ya
he asistido a terapia de conducta y no me sirvió”
Con frecuencia
lo que una persona describe como una experiencia con “terapia de conducta” no
era sino una variante de la “modificación de conducta”, la hipnosis, el
entrenamiento en relajación, la desensibilización sistemática, la visualización
creativa o cualquier otra cantidad de técnicas, teniendo todas ellas poca o
ninguna efectividad con el trastorno obsesivo compulsivo.
• “Me
gustaría tomar esa medicina... esto es demasiado duro”
La
exposición y la prevención del ritual son duras. Y ciertamente, la medicina es
un importante componente en el tratamiento global del trastorno obsesivo
compulsivo. Sin embargo, una mejoría exclusiva efectuada mediante la medicación
se encuentra, por lo general, limitada. Además, hay algunos enfermos que
simplemente no se benefician de los medicamentos o que sufren efectos
colaterales intolerables. Para lograr una recuperación óptima del trastorno
obsesivo compulsivo, debería considerarse el programa autodirigido como un
elemento importante en el régimen del tratamiento global. Existe evidencia
empírica (O´Sullivan, Noshirvani y Marks, 1991) que demuestra que las personas
que han adquirido las habilidades y herramientas que ofrece el programa
autodirigido padecen menos problemas y recaen en menor medida en el caso de que
decidieran, con independencia de la razón (por ejemplo: embarazo,
efectos
secundarios), suspender el consumo de medicinas.
• “Mis
rituales son necesarios para protegerme de los peligros que temo”
El grado
en el que crea realmente que sus rituales (lavado de manos, comprobación,
repetición) son necesarios –frente a la perspectiva de que son estúpidos
y carecen de sentido, pero siente que, de todos modos, debe llevarlos a cabo–
predice el nivel probable de progreso en el programa autodirigido. Estas
cogniciones se denominan “ideas sobrevaloradas”. Si usted las
experimentara, necesitan modificarse primero antes de progresar en el programa
autodirigido.
• “Soy
demasiado viejo para intentar algo diferente”
Las
buenas noticias son que la terapia para el trastorno obsesivo compulsivo funciona
con independencia de la edad a la que lo inicie. Sin el tratamiento, los
síntomas tienden a empeorar con los años; sin embargo, no existe un grupo de
edad al que el programa autodirigido no pueda ayudar.
• “Temo
que enloquezca (enferme, dañe a otros, etc.) si se me impide realizar mis
rituales”
En doce
años de trabajo diario con pacientes que sufrían trastorno obsesivo compulsivo,
nunca nadie ha enloquecido, enfermado o se ha psicotizado debido a la
exposición y la prevención del ritual. La ansiedad experimentada puede ser
molesta, ¡pero nunca peligrosa!
• En
la infancia sufrí malos tratos (fui desatendido, abandonado, padecí enfermedades,
no tuve hermanos, fui huérfano, etc.). Nunca me restableceré bien a menos que
hable mucho sobre los problemas reales de mi infancia”
Muchas
personas con trastorno obsesivo compulsivo han sufrido durante su infancia.
Muchos sujetos que no padecen un trastorno obsesivo compulsivo también
sufrieron durante su infancia. La mayoría de los individuos con trastorno
obsesivo compulsivo tienen padres adorables y preocupados que se desempeñan lo
mejor que pueden, posiblemente enfrentándose al trastorno obsesivo compulsivo
en ellos mismos o en otros familiares. Estos padres tienen la desventaja
añadida de saber muy poco, si es que conocieran algo, sobre el trastorno.
Culpar a
sus padres por su patología sólo sirve para mantener el problema al ceñirse en
el papel de “víctima”. Esto le imposibilita combatir la enfermedad.
Ahora que hemos abordado muchos de los temores del inicio
del tratamiento, pueden existir todavía algunos otros que no hayamos tratado aquí.
Escriba algunos otros temores que pueda sufrir en las líneas que siguen a
continuación. Revise lo que usted haya escrito a diario durante un período de
varios días hasta que o bien lo trate constructivamente, o simplemente ya no le
moleste en absoluto. Recuerde, el problema importante no es el temor, sino
mantener su libertad y sus decisiones frente a éste. Esta es la razón para la
cual se diseña el programa autodirigido.
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PREPARANDO EL CAMBIO
•
Disponga un período de tiempo, de entre cuatro y ocho semanas, durante el cual
convertirá el programa autodirigido en la máxima prioridad de su vida.
•
Prepárese para dedicar un mínimo de dos o tres horas cada día –todos– para
la exposición y prevención del ritual.
•
Comente a los familiares más cercanos en qué se está embarcando y, si pudiera,
consiga que le respalden sólidamente.
•
Identifique, en su entorno, a una persona de apoyo que estuviera deseosa de
“entrenarle” en llevar a cabo el programa autodirigido. Puede ser un amigo
íntimo, un familiar o un terapeuta. Es vital que dicha persona esté informada
sobre el trastorno obsesivo compulsivo, sea aceptante y no enjuicie. Este
individuo también debería mostrar un interés sincero en ayudar.
• No es
necesario que demore el consumo de medicamentos mientras lleve a cabo el
programa autodirigido. La medicación potencia la efectividad del programa.
Igualmente, éste refuerza la efectividad de la medicación. Alerte a cualquier
profesional de la salud mental al que acuda sobre el hecho de que usted está
iniciando un programa para reducir los síntomas del trastorno obsesivo
compulsivo.
AYUDANDO A SU
FAMILIA A PREPARARSE PARA EL CAMBIO
Convivir
con alguien que padezca un trastorno obsesivo compulsivo es frecuentemente
doloroso, desconcertante y frustrante. Controlar satisfactoriamente los
síntomas de esta alteración requiere el apoyo y la cooperación de aquellos
familiares cuyas vidas han sido afectadas a diario por la persona que padece la
enfermedad. El trastorno desafía la paciencia y la compasión de los más
familiares más benévolos. Aunque la mayoría de los familiares desean solo lo
mejor para la persona que padece el trastorno obsesivo compulsivo, desarrollan,
a lo largo de los años, una profunda ira y resentimiento hacia el enfermo. Los
sentimientos negativos que no reconocidos ni manejados efectivamente pueden ser
destructivos para su proceso de recuperación.
Una
implicación informada y compasiva
es fundamental para el proceso de recuperación. Los familiares deberían
educarse a sí mismos en la medida de lo posible y tienen que entender cómo
funciona la exposición y la prevención del ritual, y por qué. También deben comprender
y confrontar su propio papel a la hora de perpetuar o “permitir” el problema
del trastorno obsesivo compulsivo. Por ejemplo, un modo por el que los
familiares perpetúan esta patología es efectuando ellos mismos los rituales
para que el enfermo “se quede tranquilo”. La madre que innecesariamente lava
varias veces a la semana toda la ropa de la familia para mantener a su hijo
adecuadamente libre de “contaminación” contribuye, involuntariamente, a
empeorar su trastorno obsesivo compulsivo. Tales conductas “facilitadoras”
deben finalmente cesar, pero sólo en cooperación con la persona que
padece el trastorno obsesivo compulsivo.
Los
familiares pueden ayudar a la persona que padece el trastorno obsesivo
compulsivo colaborando con la ardua tarea de la exposición y la
prevención del ritual. Aunque no proponemos que los familiares funcionen a
modo de “terapeutas de conducta inexpertos”, a menudo pueden ser muy útiles
para orientar, entrenar y apoyar los esfuerzos de la persona para superar su
alteración.
Pautas para los familiares
1.
Percátese de que las personas con trastorno obsesivo compulsivo no pueden
controlar los poderosos impulsos que experimentan. Se trata de un desequilibrio
químico que rige sus conductas y pensamientos. No eligen padecer una
enfermedad del mismo modo que no se elige sufrir diabetes o un desarreglo del
tiroides.
2. Los
familiares nunca deben forzar o imponer sus deseos sobre el enfermo. La
decisión de implicarse en (y llevar a cabo) el programa autodirigido debe ser
únicamente de la persona que padece la patología.
3. No
critique ni regañe al enfermo si éste no cumple sus expectativas. Hable
sobre sus sentimientos, pero no descargue su frustración
sobre
ella.
4. El
familiar cooperador debería animar, guiar, observar, ayudar y apoyar.
5. Haga
todo lo posible para mantener una actitud acrítica. Nunca juzgue a
la persona con trastorno obsesivo compulsivo en función de su progreso (o
ausencia de éste) en el programa autodirigido.
6. Espere
recaídas y reincidencias. El progreso consiste a menudo “en dos pasos
adelante y uno para atrás”. Limite su tendencia al desaliento y el pesimismo.
Permanezca en una actitud positiva, siga trabajando en ello ¡y el trastorno
obsesivo compulsivo mejorará!
7. Emplee
la alabanza para premiar el progreso, con independencia de lo mínimo y
aparentemente inconsecuente que sea. Recuerde, reducir la comprobación de
cincuenta veces a cuarenta puede no parecerle un gran logro, pero, para la
persona que padece el trastorno obsesivo compulsivo, constituye un gran paso.
8. Deje
de culparse por el problema del trastorno obsesivo compulsivo en su hijo o
pareja. Usted no lo causó. La etiología del trastorno obsesivo compulsivo no se
relaciona tanto con el ambiente y sí con la genética y la vulnerabilidad
biológica. Deje de sentirse culpable –usted no causó la enfermedad. La culpa
sólo le restará la energía que necesita para afrontar con efectividad la
enfermedad.
9. Dé
por sentado que los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo carecerán de
sentido. Son inconsistentes. El Dr. Hyman recibió una vez a un paciente al que
le aterrorizaban los gérmenes. Vivía continuamente horrorizado con la
posibilidad de que alguien le echara saliva encima. Pero le encantaba que, al
regresar a casa, su perro le lamiera alegremente la cara. Así es la
naturaleza del trastorno obsesivo compulsivo. Carece de sentido.
10.
Percátese de que los síntomas presentan un significado simbólico escaso
o ausente. Es inútil interpretar los síntomas como elementos que
ejercen un impacto mayor del que tienen. Los síntomas no significan nada
diferente a “es simplemente un trastorno obsesivo compulsivo”.
Bibliografía
C., P.,
& M., H. B. (2003). Guía práctica del TOC. Pistas para su liberación.
Desclée de Brouwer.
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