TIMIDEZ, FOBIA SOCIAL Y ANSIEDAD SOCIAL
La fobia social, se define como un trastorno caracterizado
por "un temor acusado y persistente a una o más situaciones sociales o
de actuación en público en las que la persona se ve expuesta a gente
desconocida o al posible escrutinio por parte de los demás" (APA, 1994.
Las consecuencias del trastorno se extienden a todos los ámbitos de la vida
del individuo, tales como el social, el académico o el laboral. Ahora bien,
aun siendo uno de los trastornos más frecuentes y pese a lo incapacitante que
resulta para el individuo que lo padece, es un trastorno que recibe escasa
atención en la práctica clínica.
Según Hirshfeld (1995), la confusión entre fobia social y
timidez extrema ha llevado consigo la infravaloración del trastorno y la
consecuente menor demanda de tratamiento especializado. En esta línea, síntomas
de un trastorno de fobia social pueden ser interpretados por las personas que
lo padecen como manifestaciones de una timidez extrema, no acudiendo por ello a
tratamiento (Cervera, Roca, Bobes, 1998). El conocimiento de los límites entre
fobia social y timidez puede influir, por tanto, en que una persona reciba
tratamiento o no, aunque es obvio que también va a influir de manera importante
la propia naturaleza del trastorno de ansiedad social, que dificulta a quien lo
padece la exposición ante una situación social, y más aún para hablar de sus
problemas frente a un especialista. Debido a la confusión existente entre ambos
conceptos, autores como Kastschning (1996) destacan la necesidad de separar la
fobia social de la ansiedad social normal o timidez, tal y como él la denomina,
con el fin de poder llegar a aplicar a cada problemática el tratamiento más
adecuado. Por ello, hemos considerado oportuno llevar a cabo una revisión de
los estudios realizados en este ámbito de cara a obtener una mejor delimitación
de las semejanzas y diferencias entre ambos conceptos.
En un interesante trabajo, Turner, Beidel y Townsley (1990)
estudiaron la relación entre fobia social y timidez, comparándolas en función
de seis dimensiones: respuestas fisiológicas, cognitivas y comportamentales,
funcionamiento diario, curso clínico y características de inicio, concluyendo
que fobia social y timidez poseen en común una serie de características
fisiológicas y cognitivas. Por un lado, los individuos fóbicos sociales
experimentan intensos síntomas de ansiedad somática tales como rubor,
tensión muscular, palpitaciones, temblores y sudoración en situaciones
sociales. Tales síntomas también aparecen en la timidez, aunque en menor grado.
Por otro, el miedo a la evaluación negativa por parte de los otros
constituye el principal componente cognitivo tanto para los individuos fóbicos
sociales como para los únicamente tímidos.
Resultados similares habían sido ya señalados en otros
estudios previos (Hauk, 1967; Pilkonis, 1977b; Crozier, 1979 y Jones et al.,
1985) y han sido confirmados en estudios posteriores. Por ejemplo, Bech y Angst
(1996) señalan que la calidad de vida del sujeto, medida en términos
de bienestar subjetivo o satisfacción, se encuentra disminuida tanto en la
fobia social como en la timidez, y Cervera et al. (1998) establecen que la
fobia social y la timidez comparten la misma base, a saber, un temor a las
relaciones sociales y un miedo exagerado a las críticas. Así mismo,
diferentes autores señalan que la timidez constituye un factor de
vulnerabilidad en el desarrollo del trastorno de fobia social. Marks y
Gelder (1966) encontraron que más del 50% de los sujetos fóbicos sociales de su
estudio informaban de conductas de timidez durante su infancia. Turner et al.
(1990), destacan que, aun estableciendo síntomas comunes entre la fobia social
y la timidez, la timidez constituye más bien un factor precursor de la fobia
social que una versión moderada de la misma, entre otras cosas porque el inicio
de la timidez es más temprano y en muchos casos transitorio.
Por otro lado, en un estudio reciente llevado a cabo por
Cooper y Eke (1999) los autores sugieren la existencia de una asociación
entre timidez infantil y fobia social dado que un alto porcentaje de las madres
de los niños tímidos informaron sufrir o haber sufrido fobia social. Yendo
más allá, Salaberría y Echeburúa (1998) plantean que la timidez constituye un
factor biológico de vulnerabilidad a la fobia social, así como un factor de
vulnerabilidad psicológica si nos encontramos ante formas extremas de timidez.
Ahora bien, la relación entre el padecimiento de la timidez y el desarrollo de
una posterior fobia social requiere ser matizada. De acuerdo a los resultados
de los estudios realizados por Townsley, Turner, Beidel y Calhoun, (1995), existe
una relación entre timidez y fobia social generalizada (incluyéndose también
como variable determinante la introversión), pero no entre timidez y fobia
social específica o discreta, debido a que para el desarrollo de una fobia
social específica se consideran como factores determinantes las experiencias
traumáticas (Ost y Hugdahl, 1981; Ost, 1987; Townsley et al., 1995; Turner
et al., 1996).
Diferencias entre fobia social y timidez
Ahora bien, a pesar de las dificultades existentes a la hora
de realizar un diagnóstico diferencial entre fobia social y timidez, existen
también toda una serie de características y criterios que los diferencian. En
esta línea, una de las primeras diferencias establecidas entre fobia social y
timidez es la de su prevalencia entre la población general y, en este sentido, la
tasa de prevalencia de la timidez es considerablemente más alta que la de la
fobia social (Zimbardo, 1977).
Así mismo, Turner et al. (1990), López-Ibor y Gutiérrez
(1997) y Cervera et al., (1998) establecen las diferencias entre la fobia
social y la timidez en torno al grado de interferencia en el acontecer
diario (alto para el fóbico social y bajo para el tímido), la edad de inicio
(mitad de la adolescencia para la fobia social y 21 meses para la timidez), el
curso (crónico, estable e incesante para la fobia social y transitorio para la
timidez), y las conductas de evitación (más frecuentes y de mayor gravedad en
la fobia social). Para una revisión sobre las variables que afectan al
curso y pronóstico de la fobia social véanse los trabajos de Amies et al.,
1983; Marks, 1985; Turner y Beidel, 1989 y Turner et al., 1990; mientras que
las investigaciones que se centran en el curso y pronóstico de la timidez
pueden verse en Zimbardo, Pilkonis y Norwood, 1975, así como en Bruch, Giordano
y Pearl, 1986.
Según el diagnóstico diferencial que establece el D.S.M-IV
(APA, 1994), la timidez surgida en reuniones sociales con personas que no
pertenecen al ámbito familiar no puede ser considerada como fobia social, a no
ser que determine el deterioro de las actividades de la persona o un malestar
clínicamente significativo. Así mismo, es muy frecuente que aparezca
ansiedad ante acontecimientos sociales, especialmente cuando se encuentran en
ambientes fuera del marco familiar. Ahora bien, para establecer el
diagnóstico de fobia social (o ansiedad social patológica) es preciso
determinar si estas conductas se dan también con niños de su misma edad y
durante más de seis meses. Las diferencias y semejanzas entre la timidez y
la fobia social dependen por lo tanto de toda una serie de variables.
La confusión existente entre timidez y fobia social se
extiende también a otro concepto íntimamente relacionado con éstos como es la
ansiedad social. En esta línea, autores como Crozier (1982) y Katschning (1996)
entienden la timidez como una forma de ansiedad social (e incluso este último
hace referencia a la timidez como "ansiedad social normal"), mientras
que otros sostienen que ambos conceptos constituyen una misma realidad, debido
a que las escalas de timidez y ansiedad social utilizadas en su estudio medían
el mismo constructo (Anderson y Harvey, 1988)
Tabla 1Diferencias entre fobia social y timidez
VARIABLES |
FOBIA SOCIAL |
TIMIDEZ |
AUTORES |
|
Inicio |
adolescencia |
1-2 años |
Turner et al., 1990 |
|
Curso
|
cronico |
transitorio |
Zimbardo et al., 1975 Amies et al., 1983 Brunch et
al., 1986 Tuner y Beidel, 1989 Turner et al., 1990 |
|
Interferencia
actividades diarias |
alto |
bajo |
López-Ibor y Gutiérrez, 1997 |
|
Situaciones
temidas |
limitadas |
No limitadas |
D.S.M..- IV, 1994 |
|
Conductas
de evitación |
Frecuentes y graves |
Poco frecuentes |
Turner et al., 1990 |
|
Grado
de heredabilidad |
No |
Sí |
Plomin y Daniels, 1986 |
|
Tabla.2.
Semejanzas entre fobia social y timidez
VARIABLES |
AUTORES |
Baja
calidad de vida |
Bech y Angst, 1996 |
Síntomas
de ansiedad somática: rubor, tensión muscular, palpitaciones, temblores y
sudoración |
Turner et al, 1990 Bech y Angst, 1996 |
Síntomas
de ansiedad cognitiva: miedo a la evaluación negativa y temor a las relaciones
sociales |
Turner et al., 1990 |
Ahora bien, ya en la década de los cuarenta se establecía la
distinción entre neurosis social y timidez centrándose para ello en variables
tales como la intensidad de la ansiedad experimentada en situaciones
sociales (mayor en la ansiedad social que en la timidez), al tiempo que se
consideraba a la timidez como posible factor determinante en el desarrollo
temprano de la neurosis social (Myerson, 1944). En esta línea, Sandler,
De-Mounclaux y Dixon (1958) establecieron que, aun cuando ambos términos
podían compartir toda una serie de estímulos y situaciones desencadenantes,
constituían realidades diferenciadas entre sí, opinión así mismo compartida
por Pilkonis (1977a).
La ansiedad social aparece como un elemento común en el trastorno
de fobia social y en la timidez, si bien la fobia social se diferencia de
ambos tanto por su cronicidad como por el grado severo de interferencia que
ejerce en el rendimiento académico o laboral y/o en las relaciones sociales
habituales. Así mismo, aun cuando la ansiedad social constituye un elemento
central en la fobia social, este trastorno se caracteriza fundamentalmente por las
conductas de evitación que esta ansiedad genera. En este sentido, una de
las razones por las cuales el término fobia social puede llegar a ser
sustituido por el de "trastornos por ansiedad social" en próximas
revisiones de los sistemas clasificatorios actuales (DSM-IV y CIE-10) se basa
en que uno de los síntomas definitorios de la fobia social, a saber, la existencia
de conductas de evitación de las situaciones sociales temidas, no aparece en un
alto porcentaje de sujetos diagnosticados como fóbicos sociales (Pérez Pareja,
1999).
En suma, si bien timidez, fobia social y ansiedad social
comparten el mismo temor a las situaciones de interacción social, así como el
miedo desproporcionado a la evaluación negativa por parte de los demás, no
pueden considerarse una misma problemática dado que poseen características
propias que las hacen entidades independientes.
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