TRASTORNOS POR USO DE ALCOHOL
Existe una elevada comorbilidad entre los Trastornos por Uso
de Alcohol (TUA), denominados abuso y dependencia, o adicción, con distintos
niveles de gravedad, y otros Trastornos Mentales.
El alcohol es una sustancia psicoactiva con capacidad de generar
pérdida de control; es decir, es adictiva. La adicción es una
enfermedad cerebral crónica en la que el consumo repetido de una sustancia o
uso repetido de una conducta adictiva altera los mecanismos y circuitos
cerebrales que regulan la recompensa, la motivación y el aprendizaje (Koob
y Volkow, 2016). Para alterar la regulación de estos circuitos el consumo
crónico de alcohol tiene que ser capaz de:
A)
Durante el consumo agudo alterar los
circuitos cerebrales dopaminérgicos y glutamatérgicos que rigen la
formación de hábitos automáticos que se activan a través de estímulos asociados
a la sustancia o a la conducta adictiva a través de la recompensa y el
Incentive Salience.
B)
Tras fases de consumo intenso surge un
periodo de hipo-recompensa ante estímulos naturales que genera más deseo de
consumo y perpetúa el mismo. Déficits en las vías dopaminérgicas, y de los
opioides endógenos, junto a un incremento de la actividad del eje del estrés
medio a través del cortisol, generan este estado, que lleva a una persistencia
en el consumo o en la conducta, ya no sólo por obtener el refuerzo positivo
de la intoxicación alcohólica sino más bien para evitar el castigo que
supone el estado físico y mental que surge después.
C)
La persona entra en un estado de
anticipación/preocupación ante el consumo que generan las fases a y b junto a
un deterioro en la capacidad de control de los impulsos que ejecutan vías
glutamatérgicas, dopaminérgicas y gabaérgicas, que se regulan a través
del Córtex Prefrontal (Koob y Volkow, 2016). Cuando el individuo sufre una
activación de su deseo de consumir mediado por el aprendizaje positivo y
negativo de las fases a y b, el Córtex Prefrontal no tiene capacidad
suficiente para inhibir la conducta de consumo y. el ciclo se perpetúa
(koob y Volkow, 2016)
Por lo tanto, son muchos los circuitos y neurotransmisores
implicados en la adicción, y estos mismos circuitos, en mayor o menor medida,
se ven afectados por los Trastornos Mentales, lo que genera una vulnerabilidad
bi-direccional que explica los datos epidemiológicos hallados por Regier et al.
(1990): la odds ratio (OR) considerando los distintos Trastornos Mentales fue
esquizofrenia (3,3), Trastornos Afectivos (1,9), Trastornos de Ansiedad (1,0),
Trastorno Antisocial de la Personalidad (21). Estos datos se refieren a
prevalencia a lo largo de toda la vida.
En el caso del alcohol, la relación es especialmente
significativa entre su fase b y los Trastornos de Ansiedad y Afectivos, también
llamados trastornos de internalización. En cuanto el Trastorno Antisocial de la
Personalidad, refleja más bien la relación entre la impulsividad, como factor
predisponente o de riesgo, y los Trastorno por Uso de Sustancias en general
(Koob y Volkow, 2016). Además, la
adicción favorece la aparición de conductas delictivas que favorecen que se
realice el diagnóstico de Trastorno Antisocial.
Bibliografía
Guías clínicas basadas en la evidencia científica. Hospital
Negrín.
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