LA RESISTENCIA COMO FISIOLOGÍA
La resistencia no es solamente un problema psicológico.
Ciertas conductas, tales como el silencio, el bloqueo, la evitación extrema o
la rabia, tienen su raíz en las reacciones crónicas del cuerpo ante el peligro
y la amenaza para la vida. Cuando nuestros pacientes permanecen fijados a las
defensas animales asociadas al llanto de apego, el ataque, la huida, el
enlentecimiento o el bloqueo, responderán de forma desadaptativa a los
habituales matices verbales y psicológicos de la psicoterapia.
Los terapeutas pueden malinterpretar los síntomas
psicológicos y relacionales de estos estados fisiológicos tachándolos de resistencias.
Por ejemplo, los pacientes que se quedan en silencio suelen ser etiquetados de
resistentes. El ocultar información al terapeuta puede ser una de las razones
del silencio, pero ciertamente no es la única, y tal vez ni siquiera sea la más
común.
Es crucial comprender que la resistencia es una forma de
solucionar un problema. Los pacientes fijados a una reacción de paralización o
de bloqueo se sienten desbordados por la emoción y literalmente incapaces de
hablar -si bien puede que sientan un deseo terrible de hacerlo- dado que el
centro cerebral responsable del habla está apagado. Esto no sería una
resistencia en absoluto, sino antes bien un problema fisiológico.
El terapeuta deberá ser capaz de:
·
Reconocer los signos fisiológicos de la defensa
animal
·
Ayudar primeramente al paciente a sentirse a
salvo, en base a orientarse en dirección hacia el presente y reducir la
hiperactivación o la hipoactivación
·
En un segundo momento, sentir curiosidad junto
con el paciente por averiguar las razones de que se activara la defensa en ese
momento
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