MODELO DE LA EMOCIÓN OCULTA
Esconder los problemas debajo de la alfombra
Traté en
cierta ocasión a una joven llamada Alicia que sufría repetidos ataques de
pánico en el
trabajo. Poco después de terminar la enseñanza
secundaria, Alicia se casó y se puso a trabajar con
un
hombre que estaba poniendo en marcha una empresa distribuidora de refrescos.
Parecía
que los ataques de pánico de Alicia se producían siempre que su jefe pasaba
cerca de su
mesa
de trabajo. La invadía
una sensación de náusea y tenía ganas de vomitar. Muchas veces tenía
que ir a
la sala de descanso y acostarse un rato. A veces se ponía tan mal que tenía que
volver a su
casa.
Alicia consultó a varios médicos para descubrir cuál era el problema, pero todo
parecía normal.
No
parecía que sus síntomas tuvieran ninguna causa clínica.
Alicia
tenía también ataques de pánico cuando estaba en su casa, sobre todo cuando
su marido
estaba
de viaje de trabajo.
Tenía pánico y le llamaba por teléfono en estado de terror absoluto. Parecía
tan
desesperada que a veces el marido había tenido que dejar el viaje y volver a su
casa a toda
prisa
para cuidar de ella. Alicia lo quería mucho y se sentía culpable por provocarle
tantos problemas.
Aparte
de sus ataques de pánico, Alicia parecía feliz y bien adaptada. Me dijo que
todo lo demás
marchaba
bien en su vida. Le encantaba su trabajo y admiraba a su jefe. Éste solía
alabarla y
le decía
que era una persona muy valiosa para la empresa.
Parecía
que los ataques de pánico de Alicia salían de la nada, y yo no les veía ningún
sentido.
¿Por qué
sucedía esto? Trabajé con Alicia aplicando diversas técnicas de TCC. Estos
métodos resultaron
útiles,
pero sólo produjeron un alivio parcial. La ansiedad de Alicia mejoró, pero no
desapareció.
En
nuestra séptima sesión de terapia, Alicia me preguntó si las distorsiones
cognitivas, tales como
el
pensamiento todo o nada, podían aplicarse a los problemas familiares. Yo le
pregunté qué
quería
decir. Ella me explicó que, cuando era pequeña, sus padres le habían puesto
la etiqueta de
«la
hija buena». Siempre se esforzaba mucho por agradar a sus padres y profesores,
sacaba sobresalientes
en
todas las asignaturas, era una deportista destacada, se llevaba bien con todo
el mundo
y la
habían elegido delegada de su clase en sus dos últimos años de secundaria. Era
independiente y
responsable,
el tipo de persona en que se podía confiar que haría bien lo que se le
encargaba.
Por el
contrario, sus padres habían asignado a su hermana, Joanie, la etiqueta de «la
hija mala».
Joanie
era rebelde e indisciplinada. Solía volver tarde a casa y meterse en líos.
Cuando Alicia pensó
en ello,
dijo que aquellas etiquetas no eran muy realistas. Dijo que estaba claro que
Joanie no
era
«mala». También ella sacaba muy buenas notas y tenía muchos amigos. Ahora tenía
un matrimonio
feliz y
era una madre cariñosa, con dos niñas pequeñas muy hermosas.
Además,
Alicia confesó que no siempre se sentía tan «buena» como creía todo el
mundo. A
veces
se sentía rebelde y también quería ser indisciplinada, como Joanie. Pero le
parecía que no
podía
rebelarse porque tenía que representar el papel de la buena hija. Dijo que aquellas etiquetas
engañaban
mucho, porque en realidad su hermana y ella se parecían en muchos sentidos.
Pregunté
a Alicia si creía que aquellas ideas acerca de la hija buena y la mala podían
tener algo
que ver
con sus ataques de pánico. Ella se detuvo a pensarlo y me confesó que en
realidad no le
gustaba
nada su trabajo, pero pensaba que no tenía derecho a sentirse así porque todo
el mundo esperaba
de
ella que fuera siempre muy responsable, como hija buena que era. Dijo que no
quería pasarse
la
vida vendiendo refrescos y que en realidad quería dejarlo, pero que temía
desilusionar a su
marido,
a su jefe y a sus padres.
Yo le
dije: «Alicia, si tuviésemos una varita mágica y pudiésemos hacer realidad
todos tus sueños,
¿qué
querrías hacer?». Ella dijo que desde niña tenía la fantasía de diseñar ropa de
mujer, pero
que no
había tenido nunca el valor de perseguir su sueño. Ni siquiera sabía si era un
sueño realista,
pero se
moría de ganas de intentarlo.
Alicia
dijo también que nunca había tenido tiempo para descansar y divertirse. Siempre
se había
pasado
las vacaciones de verano trabajando, hasta cuando estaba en el instituto, y
nunca se había tomado
un
tiempo libre simplemente para disfrutar de la vida porque tenía la sensación de
que no le
estaba
permitido.
Alicia
decidió decir lo que sentía a su marido y a su jefe. Resultó que no se
enfadaron en absoluto.
De
hecho, la apoyaron. Dejó el trabajo y descansó durante un par de meses. Después
quería
emprender
la carrera profesional que había soñado siempre.
Los
ataques de pánico de Alicia desaparecieron al instante, y ella dio por
terminada la terapia.
Me
escribió seis meses más tarde para contarme cuánto agradecía mi ayuda y para
decirme que no
había
vuelto a tener ningún otro ataque de pánico. Se había tomado sus primeras
vacaciones verdaderas,
y el
tiempo libre le había encantado. Después, había vivido la emoción de volver al
trabajo.
Después
de buscar un poco aquí y allá, había encontrado trabajo de aprendiza con una
mujer
que
diseñaba ropa deportiva para mujeres. Decía que se estaba cumpliendo el sueño
de toda una vida
y que
estaba disfrutando cada minuto de su nueva vida.
Advirtamos
que el pánico de Alicia le servía de sustituto de la asertividad. Su pánico
era su manera
de
decir: «Algo marcha mal en mi vida. Este trabajo no es para mí». Pero, como
temía reconocer
lo
que sentía, lo obtenía de manera indirecta, representando el papel de enferma. Sus síntomas
de
pánico y sus náuseas le permitían dejar de trabajar y volver a su casa. Pero
nadie podía
enfadarse
con ella, ya que parecía que estaba enferma de verdad.
Al
principio me pareció que la recuperación espectacular de Alicia era un fenómeno
aislado,
pero
después empecé a ver esa misma pauta cada vez en más pacientes. No se limitaba
a los pacientes
que
tenían ataques de pánico, sino que se presentaba en todo tipo imaginable de
ansiedad,
entre
ellas la preocupación crónica, las fobias, el trastorno obsesivo-compulsivo,
la hipocondría y
la ansiedad por la
actuación, por decir
sólo unos pocos. Por fin me di cuenta de que aproximadamente
un 75%
de mis pacientes con ansiedad escondían algún problema o sentimiento.
Cuando sacábamos
a la luz
el problema y lo abordábamos, la ansiedad casi siempre desaparecía, como en el
caso de
Alicia.
La técnica de la emoción oculta
Esta
técnica se basa en la idea de que cuando uno está angustiado, suele estar
evitando algún problema o sentimiento,
porque
no quiere molestar ni herir los sentimientos de nadie. Puede que usted esté enfadado con un
amigo o que desee algo que cree que no debe desear. Al poco tiempo se siente
angustiado, y ni siquiera es consciente del problema que desencadenó la
ansiedad en un primer momento.
El
problema que está pasando por alto suele ser algo increíblemente evidente que
le está molestando ahora mismo. Es tan visible como un elefante a
dos pasos, pero usted no se da cuenta de que está ahí.
La
técnica de la emoción oculta parece muy sencilla, aunque no tanto como parece,
ni mucho menos. Esto se debe a que usted, probablemente, no es consciente
del problema que le está fastidiando cuando se siente angustiado.
Casi
todas las personas a las que he tratado por ansiedad al principio me han
dicho que todo iba muy bien, aparte de la condenada ansiedad. Para que el
problema salga a la luz se necesita algo de tiempo y una buena labor de
detective.
¿Por qué niegan u
«olvidan» sus problemas las personas con tendencia a la ansiedad?
Creo que
se debe a que la mayoría de las personas que padecen ansiedad son demasiado
amables. Estoy convencido de que la amabilidad es la causa de casi toda la
ansiedad. De hecho, si usted padece ansiedad, le apuesto diez contra uno a que
es una persona muy amable. Su «amabilidad» es consecuencia de creencias
contraproducentes como éstas:
• Agradar
a los demás: siente que tiene que agradar a todo el mundo, aun a costa de
sus propias necesidades y sentimientos.
• Fobia
a la ira: siente que no se le permite estar airado, o quizá piense que la
ira es peligrosa y que debe evitarse a toda costa. Cuando está irritado o
molesto con alguien, se comporta con amabilidad, entierra sus sentimientos y se
dice a sí mismo que no debería sentirse como se siente.
• Fobia
a los conflictos: evita los conflictos porque siente que debe llevarse bien
siempre con todo el mundo.
• Perfeccionismo
emocional: cree que debe sentirse siempre feliz, alegre y optimista sobre
su vida, su trabajo y los demás.
• Emotofobia:
«miedo a las emociones negativas». Usted cree que debe tener siempre
controlados sus sentimientos y que no debe permitirse nunca sentirse
angustiado, vulnerable, solo, celoso, molesto o incapaz de enfrentarse a
ciertas circunstancias.
Todas
estas creencias contraproducentes son distintas maneras de decir una misma
cosa, a saber, que usted tiende a ser demasiado amable y que no siempre está
en contacto con sus verdaderos sentimientos.
Cuando
se siente trastornado, aparta automáticamente de su mente el problema. Al
cabo de poco tiempo, está tan consumido por la ansiedad que se olvida del
problema que le molestaba desde el primer momento.
Los
investigadores no saben por qué las personas angustiadas tienen esta
tendencia a no atender a los problemas. No es una mera cuestión de
ingenuidad psicológica. Yo tengo bastantes conocimientos de psicología, pero a
veces se me pasan por alto conflictos o problemas bastante evidentes que me
están fastidiando.
Si bien las personas proclives a la ansiedad suelen
tener poca asertividad, éste no suele ser el problema, y el entrenamiento de la
asertividad no corrige el problema. El problema es que
ni siquiera saben cómo se sienten.
Cuando
pregunto a las personas si hay algo que les está molestando, acostumbran a
decirme que no. Me aseguran que aman a sus cónyuges, que se llevan bien con
todos sus amigos y compañeros y que su trabajo les gusta... sólo que necesitan
ayuda con la preocupación constante o los ataques de pánico. No están
mintiendo. Sencillamente, no se dan cuenta del problema. No son capaces
de detectarlo.
Al cabo
de unas semanas, cuando sale a la luz el verdadero problema, dicen: «¡Ah, eso!
Bueno, sí, eso me ha molestado siempre. Claro».
El
problema puede ser consecuencia del funcionamiento de nuestros cerebros. Es
casi como si existiera una parte del cerebro que conociera exactamente el
problema, pero la parte consciente del cerebro no pudiera acceder a esa
información.
Si usted
siente ansiedad, vale la pena, decididamente, probar la técnica de la emoción
oculta.
Consta de dos pasos:
1. El trabajo de
detective: ésta es la parte más difícil. Tiene que discurrir
e intentar determinar
qué es
lo que le está molestando. Puede ser muy difícil hacer salir el problema a la
atención
consciente.
Quizá se diga a sí mismo que no tiene ningún problema salvo la propia ansiedad,
pero
éste tarde o temprano sale a la luz. Habitualmente el problema es algo que
le
está
fastidiando en el aquí y ahora, y no algo que está enterrado en el pasado. Además, casi
siempre
se tratará de algo bastante evidente, como por ejemplo que odia su trabajo,
que está
enfadado
con un amigo o que quiere hacer algo diferente con su vida. Generalmente no es
un
problema psicológico profundo y complicado, como un complejo de Edipo.
2. La solución: cuando
haya identificado el problema que le está fastidiando, tendrá que expresar
sus
sentimientos y hacer algo al respecto.
Una vez resuelto el problema, lo más frecuente
es que
su ansiedad se reduzca o desaparezca.
Con el
tiempo irá dominando mejor el arte de sintonizar con cómo se siente de verdad,
pero
puede
que mantenga siempre la tendencia a esconder sus sentimientos bajo la alfombra
cuando está
alterado. Entonces, volverá a sentirse
angustiado. Cuando se dé cuenta de lo que está pasando
de
verdad, su ansiedad empezará a ser más bien un activo que un pasivo. En
realidad, es el modo
que
tiene su cuerpo de decirle: «Oye, estás alterado por algo. Resuélvelo».
Ahora
quiero que haga usted de psiquiatra y que aplique la técnica de la emoción
oculta para
ayudar a
tres pacientes que han estado sufriendo ansiedad. Si bien es posible que usted
sea muy diferente
a estos
pacientes, estos ejercicios le harán mucho más fácil la aplicación de esta
poderosa
técnica
para superar los miedos que le acosan.
Recuerde que la
técnica de la emoción oculta consta de dos pasos:
1. Identificar
el problema o el sentimiento que le está fastidiando.
2. Expresar
sus sentimientos y tomar medidas para resolver el problema.
La mujer que creía que estaba a punto de morirse
Empezaremos
con una vieja conocida. Probablemente se acordará usted de Terri, la mujer que,
después
de sufrir ataques de pánico implacables y depresión durante años, se recuperó
cuando se
puso a
hacer ejercicios de salto en mi consulta. Aunque se había recuperado por
completo, yo sentía
curiosidad
por saber por qué había surgido ese problema en un primer momento, de modo que
le
pregunté por el primer ataque de pánico que tuvo, diez años atrás. ¿Qué le
estaba pasando por
entonces?
Terri me
explicó que su marido y ella acababan de llegar a Jamaica para gozar de unas
merecidas
vacaciones.
Esperaban el viaje con mucho interés y habían ahorrado durante casi un año para
pagarlo.
Los padres
de Terri habían accedido a quedarse con sus hijos durante sus vacaciones para
que
ellos
pudieran estar tranquilos sin los niños.
Terri y
su marido estaban tan emocionados por irse de vacaciones que invitaron a otra
pareja a
acompañarlos.
Cuando aterrizaron en Jamaica, se subieron a un taxi y salieron camino del
hotel.
Por el
camino, Terri charlaba con la otra mujer de todas las cosas emocionantes que
pensaban hacer.
En la
conversación, la otra mujer dijo que agradecía mucho a Terri y a su marido su generosidad
por
hacerse cargo de todos los gastos de las vacaciones: los billetes de avión, la
comida, el hotel,
el taxi,
e incluso las propinas. Aquello fue toda una sorpresa, porque Terri y su marido
no eran
ricos y
no se habían ofrecido nunca a pagar los gastos de la otra pareja.
Naturalmente,
Terri era excepcionalmente «amable» y no quería trastornar a nadie, de modo
que no
dijo nada. En vez de ello, empezó a hiperventilarse. No tardó en sentirse
mareada y sin
aliento,
y empezó a sufrir un dolor en el pecho. Sintió pánico y dijo: «¡Creo que estoy
a punto de
morirme!».
El
taxista los llevó a toda prisa a un centro clínico de urgencias, donde le
administraron oxígeno.
Naturalmente,
aquello era lo peor que podían hacer, porque Terri, al haber estado respirando
tan
deprisa ya tenía demasiado oxígeno en la sangre. Sus síntomas se agravaron, y
el médico le recomendó
que
tomara el primer avión para volver a Estados Unidos y que pudieran tratarla en
un
buen
hospital.
El
taxista los llevó otra vez al aeropuerto inmediatamente y todos tomaron el
primer avión de
vuelta a
Estados Unidos. Cuando llegaron a la sala de urgencias, a Terri ya se le había
pasado el
ataque
de pánico, pero sus vacaciones se habían echado a perder. Empezó a sufrir
ataques de pánico
casi
todas las semanas, e iba de médico en médico buscando curarse. Pronto empezó a
desanimarse
y
deprimirse, porque aquellos ataques terroríficos se volvían cada vez más
frecuentes y parecía
que
nadie podía ayudarla.
Ahora,
quiero que usted aplique la técnica de la emoción oculta. Piense en lo que
pasaba en el
taxi
cuando a Terri le dio el primer ataque de pánico. ¿Qué mensaje proyectaban sus
síntomas a la
otra
mujer? ¿Cómo cree usted que se sentía Terri? Aunque no se le ocurre nada,
quiero que pruebe
a decir
algo. Cuando haya terminado, le comentaré lo que creo yo.
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
Solución
Terri se
sintió muy alterada cuando se enteró de que la otra pareja esperaba que su
marido y
ella
pagasen todas las vacaciones. Sin embargo, no verbalizó estos sentimientos y
ni siquiera se
dio
cuenta de lo molesta que se sentía porque era demasiado «amable» para eso. En
su lugar, fueron
sus
síntomas los que se encargaron de hablar. Terri decía indirectamente: «¡No voy
a pagar!».
También
decía: «Me ponéis enferma» y «¡Habéis echado a perder mis vacaciones, así que
yo voy
a
echar a perder las vuestras!».
Pero al asumir el papel de enferma, podía hacerse la inocente y nadie
podía
enfadarse con ella. Al fin y al cabo, parecía que estaba al borde de la muerte.
¡Ya se
ve lo lista que puede ser nuestra ansiedad! Los síntomas de Terri ejercieron
unos efectos
poderosos
e inmediatos sobre las personas con las que estaba molesta.
¿Significa
esto que estaba siendo agresiva-pasiva y manipulando a todos?
En
absoluto.
La persona
proclive a la ansiedad no se da cuenta de cómo se siente, por lo que los
sentimientos que intenta pasar por alto se manifiestan de
manera indirecta, disfrazados de ansiedad. Algunas personas
empiezan a preocuparse cuando están trastornadas. A otras les dan fobias.
Algunas, como Terri, tienen ataques de pánico. Otras tienen síntomas obsesivos-compulsivos.
Los científicos no saben por qué elige el cerebro una forma de ansiedad y no
otra. Cuando usted tiene ansiedad, el síntoma extraño y preocupante puede
tenerlo tan preocupado que llega a perder de vista por completo el problema que
le estaba molestando al principio.
Terri me
dijo que esta interpretación le parecía completamente lógica. Dijo que,
volviendo la
vista
atrás, todos sus ataques de pánico habían sido desencadenados,
probablemente, por pensamientos
negativos. Parecía que le daban los ataques
poco después de haber vivido una situación
conflictiva
o haber tenido una discusión con alguien, como por ejemplo con sus hijos.
Quería mucho
a sus
hijos, pero éstos a veces se portaban mal y se metían en líos. Terri solía
intentar razonar
con
ellos en vez de imponerles su autoridad. Ellos seguían portándose mal, y
entonces Terri empezaba
a
hiperventilarse, lo que le desencadenaba un ataque de pánico. Esto le permitía proyectar
a sus
hijos el mensaje: «Estáis matando a vuestra madre con vuestra mala conducta.
¡Será mejor
que
lo dejéis ahora mismo!».
La
ansiedad no llega casi nunca de manera inesperada, aunque siempre lo parece.
Suele existir
algún
problema o conflicto que estamos evitando, aunque no nos damos cuenta de ello
por lo bien
que
se nos da apartar automáticamente de la atención consciente nuestros
sentimientos negativos.
La mujer que no podía dejar de preocuparse
Marci
era una mujer de Florida de 71 años que llevaba más de cincuenta años sufriendo
preocupación
crónica. Ninguno de los tratamientos que había
recibido le habían servido de nada. Su
marido y
ella acudieron a mi consulta durante varias semanas para participar en nuestro
programa
de
terapia intensiva.
Si bien
el tema de la preocupación de Marci cambiaba de tanto en tanto, su pauta de preocupación
compulsiva era siempre la misma, y cuando
empezaba a preocuparse por una cosa, ya no podía
dejarlo.
Últimamente estaba
preocupada por sus dos hijos, Tim y Freddy. Ambos estaban divorciados,
se
habían vuelto a casar recientemente y se habían ido a vivir a California. A los
dos les
gustaba
ir de acampada, y siempre que Marci veía en la televisión reportajes sobre
corrimientos de
tierras
o terremotos en California, empezaba a preocuparse por ellos. A veces se
imaginaba que habían
sufrido
un terrible accidente o un terremoto mientras estaban de acampada. Se los
imaginaba
atrapados
bajo grandes rocas, con las piernas aplastadas, gritando de dolor mientras se
iban desangrando
poco a
poco.
Marci se
preocupaba también por Ralph, su marido, de 78 años. Ralph jugaba al tenis
todos los
días. Su
médico le había hecho recientemente una revisión y dijo que todo estaba bien. A
pesar de
todo,
Marci se preocupaba por él constantemente y no sabía por qué. Por ejemplo, una
noche,
mientras
preparaba la cena, se imaginó que su marido sufría un infarto y se caía de
repente al suelo.
En esta
fantasía temible, ella llamaba al número de Urgencias, se arrodillaba a su lado
y le presionaba
con
fuerza el pecho intentando desesperadamente que el corazón siguiera latiendo,
mientras
él se quedaba
inconsciente y se moría. Estas fantasías le venían inesperadamente a la mente
todo el
día.
¿Por
qué pasaba esto?
Al
aplicar la técnica de la emoción oculta, se intenta identificar algún sentimiento
o conflicto escondido. ¿Tiene usted alguna teoría sobre la preocupación de
Marci? ¿Por qué se imagina constantemente que su marido y sus hijos se mueren?
¿Qué es lo que desencadena
estos
miedos? ¿Qué está pasando entre bastidores?
Recuerde
que las personas «amables» suelen ser las que tienen problemas de ansiedad.
¿Qué nos dicen los síntomas de Marci acerca de lo que siente ella por dentro?
Vuelva a hacer de detective y busque las pistas. He aquí algunas indicaciones.
• El problema
o el sentimiento oculto está en el aquí y ahora. No se trata de un
conflicto enterrado en el pasado.
• El
problema oculto es de una evidencia increíble. Es tan visible como un
elefante a dos pasos...sólo que usted no se da cuenta.
• El
problema no es misterioso, como un complejo de Edipo o una lucha
existencial sobre el sentido de la vida. Es un problema corriente con el que
todos podemos identificarnos.
• La
ansiedad suele ser una representación simbólica del conflicto o del problema
que le está fastidiando. Es el modo que tiene el cerebro de comunicar
indirectamente sus sentimientos reprimidos.
De
hecho, la ansiedad se parece mucho a soñar despierto. Las personas
angustiadas son como los
pintores
y los poetas, que comunican los sentimientos de manera indirecta, por medio de
imágenes
y
metáforas. ¿Se acuerda
de Alicia, la mujer que sentía pánico y náuseas cada vez que su jefe pasaba
cerca de
su mesa? Sus síntomas no eran más que su manera de decir: «No quiero seguir
aquí».
Pero
ella era demasiado «amable» para reconocer que quería dejar el trabajo, y no
quería herir los
sentimientos
de su jefe, de modo que le «mostraba» cómo se sentía por medio de sus síntomas.
¿Qué nos
están diciendo los miedos de Marci? ¿Qué es lo que le está molestando? Anote
sus
ideas a
continuación. Si no lo sabe, ponga lo que se le ocurra. Le ruego que no siga
leyendo hasta
que no
haya anotado al menos una posibilidad.
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
Solución
Puede
que usted haya supuesto que Marci tiene miedo a quedarse sola o a que la
abandonen,
porque
en sus fantasías acaban muriendo su marido y sus hijos. La suposición es muy
buena, aunque
está un
poco desviada. Cuando usted aplica la técnica de la emoción oculta, puede hacer
al
principio
algunas suposiciones equivocadas; no importa. Cuando trabajo con mis pacientes,
les
pregunto:
«¿Puede ser esto?» o «¿Puede ser esto otro?». Mis suposiciones no son válidas
en muchos
casos,
pero tarde o temprano los pacientes terminan por «recordar» de pronto lo que
les está
molestando,
y entonces comprendemos la ansiedad desde una perspectiva completamente
distinta.
Cuando
usted piense en lo que está desencadenando su propia ansiedad, lo más probable
es que
tampoco
dé en el blanco a la primera. Pero si mantiene una amplitud de miras, lo más
habitual es
que
termine por ver el problema o el sentimiento oculto.
Por si
todavía no tiene claro qué es lo que está molestando a Marci, le daré unas
cuantas pistas.
Plantéese
las siguientes preguntas:
• ¿Qué
les sucede al marido y a los hijos de Marci en sus fantasías?
• ¿Quién
crea estas fantasías?
• ¿Qué
nos dicen estas fantasías acerca de cómo se puede estar sintiendo Marci? ¿Qué
tipos de
sentimientos
pueden desencadenar este tipo de fantasías?
Advierta
que en las fantasías de Marci, sus hijos mueren de manera lenta y terrible. Así
pues,
en
cierto modo, Marci los está matando una y otra vez. ¿Qué sentimiento puede
albergar esto? ¡Si
usted ha
anotado que siente ira no expresada hacia sus hijos, ha ganado el premio
Sigmund Freud!
Tuve mi
primera reunión con Marci la tarde en que su marido y ella llegaron a
Filadelfia. Cuando
me
describió sus preocupaciones sobre su marido y sus hijos, le pregunté si podría
ser que albergara
hacia
ellos algunos sentimientos negativos que no hubiera expresado. Le hice ver que
se
dedicaba
a matarlos todos los días en sus fantasías y me preguntaba si podía sentirse
molesta o incluso
llena de
ira hacia ellos.
Marci me
explicó que quería mucho a sus dos hijos, pero que no le gustaban las mujeres
con las
que se
habían casado los dos hacía poco tiempo. Sin embargo, no quería dar la imagen
de bruja ni
de
suegra odiosa, de modo que se había limitado a guardarse sus sentimientos y a
fingir que todo
era
perfecto. Pero los sentimientos le corroían por dentro.
Le
pregunté si sentía también ira hacia su marido, ya que le estaba matando en sus
fantasías.
¿Habían
discutido o reñido recientemente? Marci me dijo que su marido y ella jamás
discutían ni
reñían.
De hecho, no se habían alzado la voz ni una sola vez en más de cincuenta años
de matrimonio.
No podía
creerme lo que estaba oyendo.
—¿Me
estás diciendo que no te has sentido molesta ni airada con tu marido ni una
sola vez?
—le
pregunté.
—Yo no
he dicho eso, doctor —respondió ella—. Lo que he dicho es que jamás hemos
discutido
ni
alzado la voz. ¡No he dicho que no me haya sentido enfadada con él!
Me
explicó a continuación que cuando era niña no había visto jamás que sus
padres estuvieran
en
desacuerdo por nada y que le habían enseñado que las personas que se querían de
verdad no debían
reñir
ni discutir jamás. Marci confesó que se sentía molesta muchas veces con su
marido, pero
que
le parecía que no debía expresar esos sentimientos, y por eso se los guardaba.
Sin
embargo, la ira es un sentimiento que siempre se acaba expresando, de
una manera o de
otra.
Podemos intentar no hacerle caso, pero entonces se limitará a salir de manera
indirecta. La ira
de Marci
se disfrazaba de preocupación constante por el temor de que sus hijos y su
marido pudieran
morirse.
Pero en sus fantasías su muerte era siempre consecuencia de algo que estaba fuera
de su
control, como un terremoto o un ataque al corazón. De esa manera, Marci puede
matarlos sin
abandonar
su papel de esposa y madre amante e inocente. ¡No es necesario que se fije en que es
ella la
que está produciendo las fantasías y organizando las muertes!
Es
fundamental que detecte con exactitud la causa oculta de su ansiedad, aunque en
general esto
no
conduce de por sí a la curación. Para sentirse mejor tendrá que expresar sus
sentimientos o
resolver
el problema que le está molestando. Marci y yo hablamos de cómo podría expresar
sus
sentimientos
con amor y con tacto para que pudiera ser más abierta y sincera con sus hijos y
su marido
sin
parecer hostil ni crítica, sin asustarlos. Practicamos estas habilidades por
medio de la representación
de papeles,
y ella lo hacía bien.
Después
de la sesión, Marci volvió a su hotel y decidió llamar a sus dos hijos y
decirles lo que
sentía
últimamente. Me contó que había tenido las mejores conversaciones de su vida
con ellos, y
su
preocupación acerca de sus hijos desapareció.
A la
mañana siguiente, Marci se presentó con su marido y me preguntó si éste podía
participar
en la
sesión con nosotros. Me dijo que a los dos les vendría bien, probablemente,
algo de formación
en la
comunicación. Yo apliqué un método de terapia conyugal que se llama ejercicio del minuto.
Este ejercicio permite a las parejas expresar sus pensamientos negativos y
escucharse mutuamente de manera cariñosa, sin pasar a la defensiva. A Marci y
a su marido les gustó el ejercicio.
Al poco
rato se estaban comunicando unos sentimientos íntimos que no habían puesto en
común
jamás.
Lloraron y se abrazaron y dijeron que se sentían más unidos que nunca. Al final
de la sesión,
Marci
dijo que todas sus preocupaciones se habían desvanecido y que por fin se sentía
completamente
libre de
ansiedad por primera vez en más de cincuenta años.
Yo dije
a Marci que la buena noticia era que por fin estaba curada de su preocupación
crónica
y que lo
más probable era que la preocupación le volviera una y otra vez durante el
resto de su vida.
Esta
motivación era aún mejor. ¿Por qué? ¿Qué significa que Marci tenga ansiedad?
Apunte
aquí sus
ideas antes de seguir leyendo.
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
Solución
La
mayoría de la gente cree que la ansiedad es mala. Yo no lo veo así. Nadie puede
sentirse
feliz
constantemente. A todos nos toca nuestra parte de disgustos y desilusiones de
vez en cuando.
Tarde o
temprano, Marci se sentirá alterada, y entonces lo más probable es que esconda
los
problemas
bajo la alfombra y vuelva a preocuparse de nuevo. Aunque probablemente dominará
mejor el
arte de reconocer y expresar sus sentimientos negativos, tales como la ira, es
posible
que no
alcance nunca el punto en que sea capaz de hacerlo con regularidad y en tiempo
real.
La
tendencia a esconder los sentimientos negativos es automática en algunas
personas. Lo hacen
antes
de haberse dado cuenta de lo que les pasa.
Pero
Marci ya no tendrá que volver a inquietarse por eso. ¿Por qué? Porque siempre
que empiece
a
preocuparse, la preocupación no será más que el modo que tendrá su cuerpo de
decirle que
está
trastornada o enfadada con alguien. Cuando detecte el problema y exprese sus
sentimientos,
la
preocupación desaparecerá de nuevo.
Vista desde esta perspectiva, la preocupación de Marci es
en
realidad un activo, pues su ansiedad es una señal que indica que existe un
problema que debe
abordar.
La
técnica de la emoción oculta quizá parezca sencilla, pero puede ser todo un
desafío. No
siempre
es fácil sintonizar con el problema o con el sentimiento que le está
fastidiando. Normalmente
hace
falta bastante insistencia hasta que el problema que ha estado ocultando salta
a la atención
consciente.
Hasta ese momento, quizá crea que esta técnica no tiene aplicación para usted.
Mantenga
la amplitud de miras y piense en las personas que conoce y en las actividades
que realiza.
Pregúntese
a sí mismo: «¿Me está molestando algo que he estado dejando de lado?», «¿Estoy
enfadado
con alguien?», «¿Estoy trastornado por algo?».
El
sentimiento o el problema oculto saldrá a la luz tarde o temprano. Cuando eso
suceda, usted
comprenderá
su ansiedad de una manera radicalmente diferente y contará con una herramienta
poderosa
para
vencerla.
El patólogo que tenía miedo a los cadáveres
Ahora
que ha practicado usted un par de ejercicios para aprender a encontrar las
emociones
ocultas,
voy a presentarle un caso algo más difícil. En cierta ocasión traté a un médico
residente
del
Departamento de Patología, llamado Corey, que acudió a mi consulta para
tratarse un trastorno
obsesivo-compulsivo, problema que había sufrido a
temporadas desde la infancia. Los síntomas
se le
habían agravado últimamente y ponían en peligro su carrera profesional. Corey
explicó que
hacía
unas semanas, al hacer una autopsia, había saltado un trocito de la columna
vertebral del cadáver
y se le
había metido en el ojo. Se la quitó enseguida, y no parecía que tuviera ninguna
lesión
en el
ojo, pero empezó a preocuparse temiendo haber contraído la enfermedad de
Creutzfeldt-Jakob,
que es
una forma de demencia contagiosa y terrible. Es la versión humana del mal de
las vacas
locas, y
todos los que la contraen mueren en un plazo de seis meses.
Corey
sabía racionalmente que el hombre al que estaba haciendo la autopsia había
muerto de un
infarto
y no tenía la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. Sin embargo, la ansiedad le
abrumaba, y desarrolló
una
fobia a la contaminación, además de una lentitud compulsiva. Empezó a ponerse
dos
batas y
dos pares de guantes para cada autopsia, y se cercioraba meticulosamente de que
no le quedara
expuesto
ni un centímetro de piel. ¡Hasta había empezado a ponerse un casco espacial
como los
de la
NASA para protegerse la cara! Tardaba más de una hora en vestirse para cada
autopsia.
Corey
también empezó a dedicar cada vez más tiempo a sus autopsias para «asegurarse
de que
lo hacía
bien». Al poco tiempo, iba a paso de tortuga y no podía terminar ninguna de sus
autopsias,
ni
siquiera tras horas y horas de esfuerzo intenso. Empezaban a acumularse en el
depósito los cadáveres
con la
autopsia a medio hacer, y los demás residentes de patología se quejaban de que
no
podían
hacer sus autopsias porque no había sitio.
Cuando
pregunté a Corey si había algo que lo molestara, él insistió en que todo iba
bien. Me explicó
que
tenía un matrimonio feliz y que se llevaba muy bien con todos los demás
residentes de
su
programa. Además, me dijo que ya sabía desde niño que iba a ser patólogo.
Decía que todo en su
vida era
estupendo, aparte de sus síntomas, pero temía tener que abandonar el programa
de formación
si no
podía hacer algo para cambiar su situación.
Los
síntomas de Corey pueden parecer extraños, pero se trata de un caso clásico de
TOC. Ahora
llega el
momento de la labor de detectives. ¿Hay algo que esté fastidiando a Corey y que
no nos
esté
diciendo? ¿Le cree usted cuando dice que no hay problemas en su vida? ¿O está
intentando decirnos
algo?
¿Qué sentimiento o problema oculto puede estar sufriendo Corey? Escriba aquí lo
que
le
parezca más probable.
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
______________________________________________________________________________________________________________
Solución
Naturalmente,
Corey es el único que puede decirnos con exactitud lo que está pasando.
Nosotros
sólo
podemos hacer conjeturas más o menos fundadas. Pero si usted sigue a oscuras,
pregúntese
lo
siguiente:
•
¿Parece que a Corey le gusta su trabajo?
• ¿Tiene
en realidad sentimientos positivos hacia los demás residentes de su programa?
¿Qué
repercusiones
tienen sobre ellos sus síntomas obsesivos-compulsivos?
Corey y
yo aplicamos diversas técnicas de TCC, con éxito sólo parcial. Al cabo de cinco
o seis
sesiones,
su ansiedad había mejorado en un 50%, pero él seguía sufriendo. Cada vez que lo
veía,
le
preguntaba si había algún problema que no me hubiera contado. ¿Había algo que
le estuviera
fastidiando?
Él siempre insistía en que todo iba bien, a excepción del TOC.
Al
principio de la octava sesión, las cosas tomaron un giro inesperado. Corey me
enseñó un
anuncio
de una publicación médica local. Al parecer, un hospital universitario cercano
necesitaba
un
residente de Urgencias para dentro de unos meses. Corey parecía emocionado.
—¿Por
qué estás tan emocionado, Corey? Me habías dicho que siempre habías querido ser
patólogo
—le
dije.
—No
—respondió él—. Mi padre siempre quiso que yo fuera patólogo. Si quiere
que le diga la
verdad,
odio la patología. Siempre he querido ser médico de Urgencias.
Después
reconoció otra cosa. Él era judío, pero trabajaba en un hospital cristiano
fundamentalista.
Tenía la
sensación de que entre el personal había un antisemitismo sutil. Por ejemplo, a
veces
le
parecía que salía mal parado en la distribución de los turnos y las rotaciones,
aunque él siempre
lo
aceptaba todo con educación para que sus colegas y sus supervisores no se
molestaran ni lo
tacharan
de problemático.
De pronto,
los síntomas de Corey tenían pleno sentido. Su fobia a la contaminación y su
lentitud
obsesiva
eran su manera de decir: «No soporto hacer autopsias a cadáveres. ¡No quiero
pasarme la
vida
haciendo esto! Al mismo tiempo, hacía difícil la vida a todos los demás
residentes del programa,
y se
desquitaba de ellos indirectamente representando el papel de víctima inocente
del TOC.
Naturalmente,
Corey tendrá que expresar los sentimientos que ha estado ocultando y hacer algo
respecto
a su problema. Después de la sesión, se fue en su coche hasta el hospital que
había publicado
el
anuncio y presentó una solicitud para el puesto. Tenía unas credenciales
excelentes, y el
director
del programa lo aceptó allí mismo. Después, volvió a su hospital y fue a ver al
director de
formación
de residentes. Corey le explicó que dimitiría a finales de junio porque había
decidido
que la
patología no era para él. También le explicó sus inquietudes sobre los
prejuicios religiosos
que
había encontrado. Los dos mantuvieron una buena conversación sincera, y Corey
se sintió
aliviado.
Cuando
vi a Corey a la semana siguiente, estaba jubiloso. Me explicó que había perdido
todos
sus
miedos a la contaminación y que se había puesto al día con sus autopsias. Dijo
que, de hecho,
era
capaz de hacer las autopsias más deprisa que ningún otro residente del
programa. Estaba ilusionado
con sus
nuevos planes profesionales y se sentía capaz de poner fin a la terapia.
A mí me
encanta la técnica de la emoción oculta, no sólo porque es una herramienta
poderosa
para el
tratamiento, sino también porque hace comprensible la ansiedad, de tal manera
que ésta deja
de
parecer extraña, rara o misteriosa.
La ansiedad no es una cosa que aparezca de la nada, sin
motivo alguno. Por el contrario, se forma en un contexto humano. El
verdadero miedo que está detrás
de la ansiedad es el miedo a nuestras propias emociones y
sentimientos.
Cuando usted aplique esta técnica con éxito,
no sólo superará su ansiedad, sino que llegará a comprender de manera mucho
más
profunda quién es usted y lo que significa ser un ser humano.
Comentarios
Publicar un comentario