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PSICOEDUCACIÓN

 

PSICOEDUCACIÓN

    No haber tenido una sensación de control durante la infancia y las estrategias para poder sentir que se tiene (o la necesidad de no sentir que no existe posibilidad de control) ha sido el pilar sobre el que empezó a construirse el deterioro psicológico. El terapeuta tratará de devolver esa sensación de control sobre las emociones, las conductas y los pensamientos que lleve a la sanación. Mediante la psico-educación ayudando al paciente a conocer mejor cuál fue el origen de su problema y por qué se mantiene en la actualidad, podremos lograr que empiece a entender lo que le ocurre y por lo tanto sentir que puede cambiarlo. Es una parte crucial del tratamiento que va a tener dos objetivos principalmente:

1. Fortalecer la alianza terapéutica, ayudando al paciente a sentirse escuchado y atendido. Las personas que sufren trastornos emocionales han tenido muchas veces la sensación de ser invisibles, no atendidos o incluso agredidos. Hacer a nuestro paciente sentirse cuidado y atendido durante todo el proceso del tratamiento va a ayudarle a poder rectificar esas experiencias negativas que son la base del trastorno.

2. Dar sensación de control. Los pacientes que vienen a consulta con estos trastornos tienen la sensación de que han perdido el control sobre su cuerpo, sus emociones y sus pensamientos. Explicándoles cómo funciona el cerebro y su cuerpo, les ayudaremos a poder entender lo que les está pasando y podrán crear con nuestra ayuda estrategias que les permitan empezar a tener sensación de que su problema tiene solución y que no les ocurre nada extraño.

Hay cuatro aspectos que son cruciales en la psico-educación, para poder explicar que es lo que le ocurre y ayudar a los pacientes a entender su problema y empezar a crear soluciones:

• Cómo vamos a trabajar durante el tratamiento.

• Qué son los trastornos emocionales.

• Cómo nos influye nuestra infancia durante toda nuestra vida.

• Qué son los trastornos disociativos.

¿CÓMO VAMOS A TRABAJAR DURANTE EL TRATAMIENTO?

Es imposible planificar exhaustivamente el tratamiento debido a que a lo largo de este pueden aparecer traumas ocultos, situaciones que requieran una atención inmediata en el presente o síntomas que tendremos que disminuir para poder empezar a hacer un trabajo terapéutico más profundo.

Nuestro objetivo en esta parte de la terapia debe ser generar confianza de que van a sentirse mejor con el tratamiento y que pueden confiar en nosotros, pero sin dar más información de la necesaria pues solo lograremos abrumar al paciente y desorientarlo más. No olvidemos que los pacientes necesitan creer que nosotros estamos en control en todo momento. Es necesario hacer partícipe al paciente del proceso pero solo lo estrictamente necesario para generarle confianza y sensación de control.

Los terapeutas vamos a tener un mapa del proceso que solo vamos a ir compartiendo con el paciente a medida que vaya siendo estrictamente necesario, y las etapas van a ir variando en función de las necesidades de este. A modo de ejemplo podremos decir:

Vamos a trabajar según el siguiente orden:

1)      Voy a ayudarte a relajarte aquí en la sesión y explicarte técnicas y darte grabaciones de audio para que puedas relajarte en casa (yo tengo grabaciones de hipnosis que le envío al cliente). Si en algún momento te encuentras muy alterado o sientes que necesitas decirme algo o hay cosas que no entiendas es muy importante que me lo digas para que te lo explique las veces que sean necesarias.

2)      Voy a explicarte con detalle por qué tu mente y tu cuerpo reaccionan como lo hacen. Quizás tú tengas la sensación que todo esto ocurre sin motivo aparente pero en la naturaleza no existe la casualidad y tenemos que comprender por qué ocurre todo esto dentro de tu mente.

A lo largo de tu vida han ocurrido cosas que sumadas a aspectos genéticos y biológicos han provocado esta enfermedad que sufres ahora. Para ti sé que es muy importante reducir los síntomas que tienes y te voy a ayudar a hacerlo. Pero para mí como terapeuta es también muy importante eliminar las causas que provocaron este trastorno para darte herramientas para que no vuelva a ocurrir nunca más.

·         Voy a hacerte preguntas para conocerte mejor, si alguna te incomoda o no te acuerdas me lo dices y no pasa nada. Quizás a lo largo del tratamiento puedan aparecer cosas nuevas que sean relevantes y las iremos añadiendo a nuestra hoja de ruta.

·         Si te resulta cómodo te voy a dar auto-registros para que los rellenes aquí o entre consultas con diferentes cuestiones que nos ayuden a ver cómo son los síntomas y si hay mejoría durante el tratamiento.

·         Vamos a trabajar, como te dije, con el origen de la enfermedad y a ayudarte a que tú sientas que recuperas el control de tu vida.

·         Irás viendo que a medida que te ayudo a conocerte mejor y vas entendiendo por qué tu cuerpo y tu mente provocan estos síntomas empezarás a controlarlos y a sentirte mucho mejor.

·         Finalmente, te ayudaré a enfrentarte a las situaciones que te dan miedo. Verás cómo muchas veces lo vas a ir logrando solo a medida que avanza la terapia como si el problema se fuera diluyendo poco a poco y tú sientas que necesitas hacer cosas diferentes que antes no te atrevías. En otros casos tendré que ayudarte a que puedas enfrentarte a ellas de forma consciente para que esos miedos sean cosa del pasado.

·         Al final de la terapia cuando estés mucho mejor o bien del todo, nos veremos de forma ocasional (una vez al mes al principio, cada tres meses luego) para revisar si ha habido alguna recaída o algún problema que te pueda ayudar. Sabiendo que puedes ponerte en contacto conmigo en cualquier momento que lo necesites, que aquí las puertas están siempre abiertas para ti.

¿QUÉ SON LOS TRASTORNOS EMOCIONALES?

Debemos tener cuidado de no utilizar una jerga científica que nuestros pacientes no sean capaces de entender. Es muy importante explicar los aspectos

biológicos del trastorno con un lenguaje que el paciente pueda entender y asimilar todo lo que le contamos. Dependiendo del nivel cultural o de las inquietudes y la formación académica del paciente podremos utilizar un lenguaje más metafórico, técnico o exhaustivo en las explicaciones que damos.

En este apartado voy a utilizar un lenguaje sencillo que es el que uso con mis pacientes para explicar el origen de su enfermedad y los síntomas de los trastornos emocionales

Una explicación que suelo dar a mis pacientes es esta: (este texto es general para todo tipo de trastornos emocionales y el terapeuta deberá adaptarlo a las circunstancias personales del paciente, un trastorno obsesivo, una fobia social o a trastornos de ansiedad).

Nuestro cerebro ha evolucionado a lo largo de millones de años haciéndose cada vez más complejo, hemos ido adquiriendo características a lo largo de la evolución que todavía compartimos con el resto de los animales.

Con los reptiles compartimos los elementos más básicos para la supervivencia, como es respirar, reproducirnos, dormir, comer, sentir dolor... Esto es la parte más primitiva de nuestro cerebro y está justo en el punto que une nuestra cabeza con nuestra espalda.

Esta parte del cerebro refleja las emociones más primitivas como son el miedo o el deseo sexual. Esta parte es responsable de las sensaciones que sentimos en nuestro cuerpo cuando por ejemplo tenemos hambre o algo nos asusta.

Con los monos y con algunos mamíferos compartimos las emociones, como pueden ser cuidar de nuestros hijos o familiares, estar en grupo, sentir pena cuando alguien sufre, etc.

Es una parte del cerebro que se relaciona mucho más con las emociones. Es la parte que guarda memoria de cómo fueron nuestras relaciones con nuestros padres, con nuestros hermanos y abuelos o con nuestros amigos. Los órganos de esta parte del cerebro guardan memoria de los traumas, por ejemplo, y es la que va a guardar memoria si algo fue peligroso en el pasado y va a tratar de protegernos para que no vuelva a hacernos daño.

Los seres humanos tenemos una parte del cerebro que no compartimos con ningún ser vivo, es la parte que hace que tengamos lenguaje o que podamos hacer herramientas o que nos reconozcamos en un espejo. Esta parte es la responsable del pensamiento. Es la que nos dice qué es lo lógico o lo que deberíamos hacer.

A las dos primeras partes del cerebro que compartimos con el resto de los seres vivos le llamamos “inconsciente”, porque maneja situaciones que nosotros no podemos controlar.

Imagínate que conoces a alguien, te puede caer bien o mal y eso no depende de tu voluntad, o no puedes controlar tener sed o

sueño o... miedo. Efectivamente esta parte va a ser la que controla a qué cosas tienes miedo aunque no tenga ningún sentido.

La tercera parte del cerebro que solo tenemos los humanos le llamamos “consciente” y es la parte que nos dice lo que es lógico o lo que no debemos hacer. Te voy a poner un ejemplo:

Imagínate una persona que es fumador y le ha dicho el médico que debe dejar el tabaco. Esa persona sabe conscientemente que gasta un dinero que no tiene, que puede sufrir un cáncer, etc. Pero inconscientemente tiene una adicción y no puede dejarlo. Existe una lucha entre lo que le dice su mente consciente y lo que le permite su mente inconsciente, y las dos están en la misma cabeza. Así que es muy normal que la persona no entienda muy bien lo que le está pasando.

Lo mismo ocurre con los miedos, puedo tener miedo a los perros, o los ascensores, o los sitios altos, y yo conscientemente sé que no me va a pasar nada, pero inconscientemente les tengo pánico.

En algún momento de mi pasado partes de mi cerebro (quizás cuando era pequeño) entendieron que algunas cosas eran peligrosas y no importa el tiempo que pase va a seguir creyendo que son peligrosas.

Es obvio que hay miedos que son innatos y otros que se adquieren con el tiempo (todos tenemos miedo a los leones, pero solo unos pocos a las palomas), así que cuando mi cerebro inconsciente percibe algo que a mí me resulta peligroso reaccionará para defenderme obligando a mi cuerpo que se ponga en modo lucha-huida para atacar, huir o defenderme.

Las sensaciones de alerta que siento en mi cuerpo es lo que llamamos “ansiedad”, y como todos hemos comprobado en algún momento pueden ser extremadamente desagradables.

A este miedo a situaciones o cosas que nos provocan miedo le llamamos “fobias” y como nos provocan sensaciones muy desagradables evitamos cualquier cosa que nos provoque una fobia. Mi cerebro inconsciente estará alerta y tratará de protegerme ante cualquier cosa o situación que me recuerde a esa fobia. Pero además la cosa se complica un poco más porque el ser humano a través de su pensamiento es el único animal que puede tener fobias a cosas que no son reales. Por ejemplo, puede tener miedo a cosas que podrían ocurrir (por ejemplo ver nubes negras y empezar a aterrorizarme que pueda venir una tormenta) o fobias a cosas que no son concretas a algo real, es lo que yo llamo “fobias intangibles”.

El ser humano puede tener miedo a hacer el ridículo, miedo a querer y que no le quieran, a no ser válido... es decir hay muchas fobias en nosotros que están relacionadas con la culpa y sobre todo con la vergüenza y que no compartimos con ningún ser vivo (¿te imaginas una cebra con vergüenza por ir desnuda?) pero que causan el mismo o peor malestar que una fobia a algo real porque se suma el sufrimiento de la ansiedad con la sensación de no saber lo que me está ocurriendo, y eso explica por qué muchas personas evitan lugares o actividades donde tengan que relacionarse con los demás.

En el caso de un paciente que sufre ataques de pánico, lo podríamos explicar así:

El sistema de alerta que provoca la ansiedad ha estado activado durante mucho tiempo por situaciones que viví en mi pasado como depresiones, peleas de mis padres, pérdidas de seres queridos... el sistema de alarma estalla y empiezo a tener ataques de ansiedad muy fuertes que me provocan miedo de estar teniendo un ataque al corazón o que voy a morir y cuando voy al hospital me dicen que es ansiedad. Con lo que al miedo a morir se suma el miedo a volverme loco porque no sé lo que me está pasando. A esto le llamamos “ataques de pánico” y son muy pero muy desagradables.

Las personas que sufren estos ataques no saben por qué les dan ni dónde pueden darles, y empiezan a desarrollar fobias a sitios donde creen que pueden volver a darle, incluso algunas personas empiezan a tener miedo a salir a la calle, a esto le llamamos “agorafobia”. Los que sufren estos ataques tienen miedo de hacer cosas solos por miedo a que les pase algo y no puedan controlar la situación, por lo que necesitan estar rodeados de personas de su confianza para sentirse seguros. De lo que no se dan cuenta es que mientras más evitan situaciones o las tienen que hacer acompañados, su cerebro inconsciente se reafirma que hay un peligro y aumenta el miedo y la ansiedad cada vez que hace algo.

Los síntomas que tienes aunque son muy desagradables son algo natural producidos por la reacción de alerta de tu mente, los síntomas más comunes que se producen cuando tenemos ansiedad son: palpitaciones del corazón, temblores, sudor excesivo, sequedad de la boca, asfixia, náuseas y/o malestar en el estómago, presión/dolor en el pecho y/o en el corazón, vértigo o mareos y en casos de ataques de pánico miedo a morir, miedo a volverse loco y miedo a desmayarte.

Otro problema es que la parte inconsciente de nuestro cerebro si no encuentra algo concreto a lo que tener miedo empieza a desarrollar miedo cada vez a más cosas y la ansiedad empieza a provocar que evitemos cada vez más situaciones e incluso que tengamos miedo de que pueda pasarle algo malo a nuestras personas queridas.

¿Puedes entender mejor ahora por qué tu cuerpo reacciona así ante las situaciones que te provocan miedo?

Intenta ayudarte a evitar situaciones que consideras peligrosas, aunque tú sepas conscientemente que no lo son.

Poco a poco a lo largo de la terapia vamos a ayudar a la parte inconsciente de tu cerebro a aprender que esos miedos irracionales no son necesarios y por lo tanto la ansiedad irá desapareciendo poco a poco. Los síntomas irán mejorando a medida que vayas entendiendo el origen de tu problema y cómo has llegado a esta situación y también te daremos herramientas para que puedas actuar de una forma diferente para que tu cerebro deje de percibir peligro donde no lo hay.

¿CÓMO INFLUYE NUESTRA INFANCIA A LO LARGO DE NUESTRA VIDA?

En este apartado explicaremos al paciente cómo influyen las relaciones que tuvimos en nuestra infancia con los cuidadores, con nuestra forma de vivir el mundo en la actualidad.

Es muy importante resaltar que esta parte de la psico-educación debe hacerse con sumo cuidado porque si bien las relaciones de apego van a ser vitales en el origen del trastorno también es donde vamos a encontrar más defensas a la hora de poder realizar la terapia (Leeds, 2011). Encontraremos idealizaciones de los cuidadores, fobias a recuerdos traumáticos, miedos a romper vínculos, miedo a ser malos por criticar a los padres, etc. (veremos cómo trabajar todo esto con detalle en Defensas).

En esta fase es crucial ir al ritmo que pueda tolerar el paciente porque si activamos alguna defensa lo único que lograremos es romper la alianza terapéutica y puede que perder al paciente. Mientras más fuerte sea el vínculo con más tranquilidad podremos ir tratando todo lo relacionado con el apego, que si bien es el origen del problema es también la parte más delicada del tratamiento.

Como en el apartado anterior usamos un lenguaje más o menos coloquial en función de las necesidades del paciente, un ejemplo sería:

Todos los seres humanos nacemos con unas emociones básicas que están genéticamente programadas y que son inconscientes.

Algunas pueden ser el miedo, la necesidad de relacionarnos con los demás o el apego a las personas que nos cuidan. ¿Te imaginas una cebra de 3 meses que se separara del rebaño? ¿Cuánto tiempo podría sobrevivir sin que algún animal la cace o muera de hambre? Muy poco ¿verdad? Casi todo lo relacionado con nuestros cuidadores lo compartimos a nivel cerebral con la mayoría de los mamíferos y por lo tanto para un niño humano es vital tener contacto físico y emocional con sus padres.

Igual que la cebra que pierde a su madre en el rebaño, si un niño pequeño siente que no está en contacto físico o emocional con sus cuidadores sentirá malestar al principio, miedo después y pasado un tiempo tendrá pánico. Hay muchas situaciones en las que se producirá esta ruptura (y son necesarias para que el niño aprenda a estar bien solo o a confiar en otras personas) pero si estas rupturas son muy frecuentes y/o duran demasiado o los cuidadores maltratan al niño, su cerebro estará hiperactivado por una sensación constante de miedo.

Esta activación constante del circuito del miedo durante la infancia provocará en el niño alteraciones fisiológicas que serán importantes durante todo el resto de su vida.

Las relaciones con nuestros cuidadores durante la infancia van a ser los pilares sobre los que vamos a construir el edificio de nuestra personalidad.

Un niño que durante su infancia tenga hiperactivado el circuito cerebral del miedo tendrá con mucha probabilidad alteraciones en su química cerebral que le harán hipersensible en sus reacciones ante los problemas de la vida, las relaciones con los demás y sus miedos y fobias.

(Atención: la siguiente parte, debe explicarse al paciente solo cuando estemos seguros de que la alianza terapéutica es muy fuerte):

Quizás tú puedas recordar hechos en tu infancia y adolescencia, como ser maltratado o abusado, haber perdido a un ser querido o haber estado muy enfermo, haberte sentido solo o rechazado.

Estas vivencias del pasado te pueden ayudar a entender muchos de los síntomas que estás teniendo ahora y por qué tu circuito del miedo está hiperactivado y te provoca ansiedad.

Pero muchas veces no tiene que ocurrir algo muy grave para que se produzca malestar en tu relación con tus padres u otros cuidadores, puede ocurrir una depresión de uno de tus padres, peleas frecuentes en casa, sensación de que no te quieren o sentirte menos querido que algún hermano; que tu madre o tu padre o ambos se han apoyado demasiado en ti haciéndote responsable de cosas para las que no estabas preparado a tu edad.

Todo esto también puede provocar señales de alerta en nuestro cerebro que de forma permanente e insidiosa hacen que no podamos relajarnos en ningún momento, por miedo a provocar el rechazo de los demás o sentirnos solos. Y cuando somos adultos y perdemos a un ser querido o alguien nos rechaza, nuestro sistema de alarma que ya estaba muy sobrecargado estalla sin que podamos entender por qué y podemos tener síntomas extremadamente desagradables, que no sabemos por qué se producen ni de dónde vienen.

Hay personas que tienen miedo a hacer el ridículo en público (por ej. por sudar demasiado o que le suenen las tripas) y les lleva a evitar relacionarse con los demás o, peor aún, sufrir ataques de ansiedad muy agudos o incluso de pánico, que les hagan sentir que van a morir y tener miedo a que les pueda ocurrir algo malo a ellos o a sus seres queridos.

Aunque te parezca absurdo, tu mente inconsciente intenta defenderte de algo que considera peligroso, aunque tú conscientemente sientas que no tiene ningún sentido. Piensa que hasta los 10 años de edad aproximadamente casi todo nuestro aprendizaje es inconsciente y que en los primeros 4 años de vida aprendemos el 80% de lo que aprenderemos a lo largo de nuestra vida.

Tu mente inconsciente te intenta ayudar de una forma que te perjudica y te hace sufrir y tenemos que hacer que lo haga de una forma distinta. Para eso lo primero es saber por qué hace las cosas de un modo tan doloroso para ti.

Una de las formas que tu inconsciente te ayuda durante tu infancia es haciéndote responsable a ti de las cosas que van mal en relación con tus padres. Es mejor creer «yo soy defectuoso» a creer que mis padres son defectuosos, porque hasta la adolescencia la prioridad de tu mente es permanecer vinculado a tus padres. Es por eso por lo que tu mente te hace sentir mucha culpa y vergüenza, porque fue necesaria de pequeño para poder mantenerte vinculado a tus padres.

Un poco de culpa y vergüenza son necesarias y sanas para vivir en sociedad, pero cuando son excesivas se convierten en patológicas y hacen sufrir mucho a las personas, porque les incapacita para tener una vida normal.

Vamos a ir trabajando para saber cómo fue tu infancia y tu relación con tu familia cercana. Si ha ocurrido algo realmente doloroso, grave o traumático durante tus primeros años de vida quizás encontremos una explicación del origen de tu enfermedad y si no ha ocurrido nada importante me ayudará a conocerte mejor para poder ayudarte con tu problema.

¿QUÉ ES LA DISOCIACIÓN TRAUMÁTICA?

La disociación traumática de la personalidad es una teoría muy compleja (Van der Hart & col, 2011) incluso para los propios psicólogos y profesionales de la salud. Si bien es necesaria a la hora de trabajar con traumas psicológicos es también desconocida por la mayoría de las personas ajenas al mundo de la psicología pudiéndose confundir con trastornos como la psicosis, por lo que debemos extremar el cuidado a la hora de explicarla.

Va a ser un pilar fundamental sobre el que vamos a construir gran parte del trabajo terapéutico, debemos dedicar todo el tiempo que haga falta a la psico-educación de este apartado. Explicar de forma sencilla qué son las partes de la personalidad, por qué se producen estas partes, qué función cumplen y cómo vamos a trabajar con ellas, va a facilitar mucho el trabajo durante la intervención.

Como siempre, utilizaremos un lenguaje sencillo y asequible siendo más técnicos o coloquiales en función de las necesidades del paciente. A la hora de la psico-educación del trabajo con partes podemos usar metáforas del modelo de sistemas internos familiares (Schwartz, 1995; Earley, 2012) que resulta muy pedagógico y asequible para los pacientes.

Cada uno de nosotros en función de sus circunstancias va desarrollando diferentes formas de comportarse frente a los demás, ante los retos, ante la vida... a esto es a lo que llamamos personalidad. Son características de cada uno de nosotros que harán que nos comportemos de una manera u otra en diferentes circunstancias. Por supuesto, la personalidad es algo muy personal que no puede verse ni tocarse, aunque seguro que todas las personas que nos conocen, e incluso ante nosotros mismos hay una imagen o unas expectativas de cómo vamos a comportarnos en diferentes momentos.

La personalidad puede cambiar en función de lo que estemos haciendo, con quién lo estemos haciendo o incluso dónde lo estamos haciendo. Los seres humanos tenemos la capacidad de adaptarnos a nuestro entorno en función de sus características. Por ejemplo no me puedo comportar igual aquí contigo en la consulta que si estoy con unos amigos en un bar viendo un partido de futbol de mi equipo favorito.

Cuando vamos creciendo, nuestras neuronas forman redes entre sí para identificar circunstancias de hechos que ocurrieron en el pasado, para poder recordar cómo debo actuar frente a ese estímulo si vuelve a producirse. Por ejemplo, imagínate una niña que de pequeña le mordió un perro, sus neuronas guardaran memoria de que los perros son peligrosos y cuando sea adulta y vea a un perro sentirá miedo. Es decir, tendrá una “parte de su personalidad” que será fóbica a los perros.

Pero imagínate que hay un niño que ha sufrido acoso escolar en el colegio, cuando sea adulto puede tener miedo a ser rechazado y dependiendo de lo grave que haya sido el acoso puede costarle mucho relacionarse con los demás o hablar en público, pudiendo desarrollar incluso una fobia social.

Mientras más intensa haya sido la experiencia que hayamos tenido, habrá más neuronas incluidas en el recuerdo y esa parte estará más presente. Si la experiencia ha sido muy buena querré repetirla a menudo y si ha sido muy mala querré evitarla a toda costa.

Si algo ha ocurrido muchas veces o a ha sido muy intenso esta parte puede volverse algo rígido de mi personalidad y se convierte en algo que me obliga a hacer cosas, aunque sepa que después me puedo arrepentir. Mientras más intensa y a más temprana edad se haya creado esta parte más rígida e independiente será.

Así yo seré el que soy “el self” más las diferentes partes de mi personalidad que se activarán o inhibirán en función de las circunstancias. Muchas de estas partes me gustarán mucho y otras me producirán mucho desagrado y aunque haya intentado cambiarlas muchas veces al final aparecen de nuevo, de hecho muy a menudo, mientras más intento anularlas o ignorarlas, más fuerte se hacen y con más frecuencia aparecen. Quizás tú has venido a la consulta porque hay partes de tu personalidad que están ahí y que en vez de ayudarte te están perjudicando y necesitas que cambien para que puedas ser feliz o simplemente llevar una vida normal.

Te voy a poner un ejemplo que creo que te va a ayudar:

Imagínate una niña que sus padres se pasan el día trabajando y la tiene que cuidar su abuela, la niña quiere mucho a su familia pero se siente muy sola, y esa soledad le produce mucho malestar.

Cuando se siente mal busca a su abuela para hablar o jugar y esta, que la quiere mucho, le da siempre de comer y le insiste que coma constantemente (es su forma de decirle que la quiere). La niña no tiene hambre pero se come toda la comida porque siente que si no lo hace su abuela se pondrá triste. Sus padres cuando llegan a casa están muy cansados y le preguntan a la niña si ha estudiado y le insisten en que tiene que sacar muy buenas notas para que pueda llegar lejos en la vida y no tenga la vida que han tenido ellos que se están sacrificando mucho para que ella pueda tener una vida mejor que las que han tenido ellos. Pasan los años y esta niña se ha convertido en una mujer y esas partes que se crearon cuando era pequeña siguen estando ahí y a lo mejor ha llegado lejos en la vida y está obsesionada con su trabajo y cuando llega a casa y se siente sola se pone a comer mucho más de lo que sabe que necesita. La mujer adulta no sabe por qué actúa así, pero nosotros sabemos que de pequeña creó una parte que era feliz cuando comía con su abuela y que quizás ha asociado felicidad con comida y otra parte que necesita ser muy eficaz para dar satisfacción a los demás. Es decir, se siente útil cuando cumple con sus responsabilidades de forma estricta, pero por ahí, muy escondida y muy asustada, hay una que tiene mucho miedo a la soledad y otra parte que la hace comer para sentirse mejor.

A mí me gusta dividirlas en diferentes tipos:

a)      Partes públicas: Son las que nos gusta mostrar y la mayoría de las veces con la que nos sentimos más seguros. Suelen ser partes que trabajan, estudian, se relacionan con las personas con las que no tiene intimidad. Son partes conscientes en el sentido de que podemos manejarlas y mostrarlas a voluntad.

b)     Partes impulsivas: Son muy enérgicas y cuando aparecen lo hacen a veces de forma muy precipitada y sin medir las consecuencias de sus actos. Como un grupo de bomberos que van a apagar un fuego y hacen todo lo posible por hacerlo sin importar los daños colaterales. Son las que provocan que las personas caigan en las drogas, se enamoren de personas que les hacen daño o coman hasta atracarse y después vomitar. Harán lo que sea porque la persona no sufra aunque los resultados sean peores que los que tratan de evitar. Si reconoces estas partes dentro de ti quizás no te gusten, pero aunque te parezca mentira quieren ayudarte, lo hacen de la única manera que saben y hay que ayudarlas a hacerlo de una forma diferente. Otros psicólogos las llaman partes emocionales (PE) y en este caso estarían centradas en la defensa del dolor y el miedo.

c)      Partes controladoras: Son aquellas que son ejecutivas, se dedican a las cosas de la vida diaria. Están centradas en los estudios, en el trabajo, en cuidar de los hijos, en definitiva en cumplir con la vida diaria. Otro grupo de psicólogos la llaman parte aparentemente normal (PAN).

d)     Partes heridas: Son las partes que sufrieron el dolor del miedo o de la soledad o del rechazo. Mientras mayor fue el daño que hicieron al niño más asustadas estarán estas partes y más activas serán las partes bombero para protegerlas. La prioridad de todas las partes será evitar que el niño vuelva a sentir el dolor y no importa los años que pasen el dolor seguirá ahí. No podemos olvidar que estas partes inconscientes viven en un eterno presente y no crecen ni cambian con la edad. Estas partes también las llamaremos PE pero estarán centradas en evitar el sufrimiento y el dolor.

e)      Partes rechazadas: Son aquellas partes que tratamos de ocultar a los demás y la mayoría de las veces a nosotros mismos. Representan todo aquello que no nos gusta de nosotros. La mayoría de las veces coincide con aquello que no le gustaba, o así lo creíamos, a las personas que nos rodeaban cuando éramos pequeños.

¿Entiendes mejor ahora por qué muchos de tus síntomas te hacen pensar que no tienes el control de tu vida o tienes tanto miedo a algunas situaciones, o no puedes dejar de hacer algo aunque sientas que te perjudica?

Son diferentes partes de tu personalidad que toman el relevo según las circunstancias.

¿Te imaginas una orquesta que no tuviera un director?

Cada músico tocaría su instrumento sin tener en cuenta a los demás y sería un caos como cuando empieza a afinar una orquesta. Te voy a ayudar a ser el

director de tu orquesta interna para que todas tus partes participen de una forma ordenada y puedas crear con tu vida un sonido delicioso.

 

CONCLUSIONES

La ansiedad es una señal de nuestro cuerpo ante un peligro que muchas veces desconocemos. La psico-educación es muy importante durante las primeras fases de la terapia para poder ayudar a los pacientes a conocer lo que les ocurre. Al poder entenderlo empezarán a tener una sensación de control sobre lo que les ocurre.

En este capítulo he desarrollado de forma didáctica cuatro aspectos que creo que son muy importantes. El origen del miedo y cómo influyen en nuestro cuerpo, la importancia del apego en nuestras vidas, la disociación y cómo eso hace que a veces actuemos de una manera que nos produce daño pero que no podemos evitar y cómo se va a desarrollar el modelo terapéutico. Es importante durante esta fase que el paciente pueda preguntar todo lo que necesite. A menudo cuando avancemos en la terapia tendremos que volver a explicar de nuevo muchos conceptos o pautas que ayuden al paciente a conocerse mejor y poder cambiar lo que le resulta patológico.

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