Ir al contenido principal

NEUROBIOLOGÍA, APEGO Y EMOCIONES

 

NEUROBIOLOGÍA, APEGO Y EMOCIONES

     Todo lo que ocurre a los seres humanos en su sistema interno tiene conexión con la biología. Esto hace que la inmensa mayoría de los procesos que tienen

lugar dentro de nosotros ocurran de forma involuntaria. Y nuestro cerebro no es ninguna excepción.

A nivel mental, somos el 80% animales y el 20% humanos. Es decir, una parte inmensa de nuestro comportamiento viene determinado por nuestras emociones y un poco por nuestra cultura. Esto no significa que muchas de nuestras emociones no sean aprendidas o que no puedan modificarse, pero sí que van a ser involuntarias, inconscientes y súbitas, llegarán sin avisar acompañadas siempre de las sensaciones) (Siegel, 2010).

La palabra emoción viene del latín “emotio” que significa movimiento, es decir, las emociones nos ayudan a dar color a las cosas, sirven para sentir, para decidir y ponernos en movimiento.

Las emociones tienen dos características básicas:

La calidad de la emoción nos permite valorar que algo sea bueno o malo. Nos da una valoración moral o simplemente sentir que algo es bueno o es

malo. Una máquina (como un ordenador, por ejemplo), al no tener emociones no puede evaluar si una foto es fea u horrible. No puede valorar

la diferencia entre un paisaje de nieve y un niño abusado.

La intensidad de la emoción nos ayuda a saber si eso que nos agrada (o desagrada), lo hace mucho o poco. Nos permite sentir (y conocer) “cuánto”

de peligroso o de agradable es algo. Así nos apetecerá mucho (o poco) alejarnos o acercarnos. Por ejemplo, si hace mucho tiempo que echamos de

menos a un amigo y lo vemos por la calle, saldremos corriendo a buscarlo, pero si es alguien a quien debemos dinero haremos lo que sea para evitar

que nos vea.

Podemos sentir las emociones como positivas o negativas, aunque esto es una valoración subjetiva. Ambas cumplen su función y son necesarias, ambas

fluctúan juntas. Y lo hacen de forma opuesta en lo que se conoce como un proceso “de suma cero”. Si una emoción es muy intensa, cuando aparezca la contraria lo hará con una intensidad igual a la primera.

Esto es así porque la naturaleza quiere que nos protejamos y recordemos lo que nos hizo daño o nos agradó mucho. Y lo hace de este modo. Si un zorro tiene mucha hambre y encuentra un trozo de comida podrida, cuanta más hambre tenga, más asco le dará esa carne. De esta manera evita comer algo que puede hacerle daño.

Por eso, cuanto más quiera a alguien, más lo odiaré o más triste estaré, cuando me falte, o cuanto más me humilló alguien (más vergüenza tuve), más lo odiaré o más sumiso me volveré con él. Como he explicado, las emociones sirven para saber cuándo algo es bueno o malo y sobre todo cuánto lo es (qué intensidad tiene), de manera que en el futuro lo buscaré o lo rechazaré con más fuerza.

Todos tendemos a clasificar las emociones en buenas o malas, pero no es más que una manera de engañarnos. Obviamente todos preferimos estar contentos y

no tristes, pero todas las emociones son necesarias y cumplen una función. Hay emociones que buscan la proximidad (y las sentimos como positivas) y otras que buscan evitar el peligro o la defensa (y las vivimos como negativas).

Cuando percibimos las emociones como problemáticas pueden serlo de diferentes modos:

Son dominantes y constantes, no podemos librarnos de ellas, aunque seamos conscientes de que nos perjudican. Por ejemplo, tengo miedo constantemente, pero sé que no hay ningún peligro real a mi alrededor.

Hay dos (o más) emociones en nuestro interior que luchan entre sí. Por ejemplo, queremos y odiamos a alguien al mismo tiempo.

No podemos sentir nada o lo sentimos todo en exceso. Esto les ocurre a personas que han tenido una infancia difícil y han aprendido a no sentir o se

han vuelto demasiado sensibles.

A pesar de la complejidad del ser humano, el número de emociones es escaso. Su origen fue permitir a los mamíferos cooperar y vivir en grupos y cuidar de la descendencia hasta que esta pudiera valerse por sí misma. En definitiva, poder relacionarnos con los demás, pues somos animales sociales.

Las emociones básicas importantes en psicoterapia son: amor, soledad (o tristeza), miedo, rabia, asco, culpa y vergüenza. Dentro de estas hay muchos subtipos, pero forman parte de su marco de influencia (Mirar también enfado en apartado de emociones)

Para algunas personas sentir es algo intolerable. Son personas muy sensibles que no saben ni pueden regularse emocionalmente. Se sienten prisioneras o atacadas por sus emociones.

Amor

El amor cumple una función clara, nos ayuda a vincularnos a otras personas (en la infancia nuestros padres y más adelante otras personas, incluso mascotas) y sentir que forman parte de nosotros. Todos los mamíferos sienten algún tipo de amor, porque nuestro éxito evolutivo vino por la cooperación y la vinculación con otros animales de nuestra especie. Muchos insectos cooperan (las hormigas o las abejas, por ejemplo), pero no sienten emociones hacia los otros. No hay afecto ni tristeza en el encuentro ni en la pérdida.

• El amor es la emoción positiva por excelencia junto con la alegría. Es innato en todos los mamíferos y se relaciona con la oxitocina (la misma hormona

que segrega nuestro organismo cuando tenemos sexo de calidad). Es fundamental para perpetuar la especie (Porges, 2011).

El amor podemos dividirlo, a su vez en cuatro grandes grupos:

Amor romántico: Es el amor que nos ayuda a emparejarnos, a vincularnos emocionalmente a alguien para poder reproducirnos. El ser humano es una especie monógama, principalmente porque los niños tardan mucho en desarrollarse hasta valerse por sí mismos, así que los dos padres deben cooperar para criarlos

Amor filial o crianza: Es el amor de los padres por los hijos. Permite que los cuidadores se sacrifiquen por su descendencia.

Amistad: Es el amor que nos lleva a cooperar, a trabajar en grupo, a querer a los demás. Fue el gran éxito evolutivo de los mamíferos.

Vínculo hacia los cuidadores: Es el amor biológico de un niño hacia sus cuidadores. Es innato, forma parte de nuestro ADN y es lo que permite que

el niño se vincule a sus cuidadores en los primeros años de vida para sobrevivir. El apego está por encima de cualquier otra cosa o emoción, lo cual, tiene unas consecuencias enormes para lo bueno y para lo malo (Hernández, 2017).

Alegría

Es, junto al amor, la otra emoción positiva que predomina en nosotros. Está relacionada con un neurotransmisor llamado dopamina, que nos ayuda a mostrar interés (aquí está la emoción que hace que nos motivemos por algo).

Cuando este neurotransmisor no está presente, aparecen la tristeza y el desánimo, es decir la depresión (Panksepp, 2012).

La alegría sirve para que luchemos con la esperanza de volver a sentirla en el futuro. Bien usada es muy positiva, pero mal usada puede llevarnos a las adicciones, compras compulsivas, etc. Como explicaba anteriormente, a una emoción intensa le puede seguir la contraria, por eso las personas que consiguen alegrarse con elementos externos como las drogas, la ludopatía o las compras, sufren después una gran tristeza (ansiedad) que les hace recaer una y otra vez.

La alegría aparece desde que somos pequeños en el juego, primero con los cuidadores (y la familia cercana) y después con los amigos. El juego sirve en los mamíferos para aprender las reglas sociales que tan útiles y necesarias son en la edad adulta. Por eso, si en la infancia no ha habido juegos sociales o físicos, el niño será retraído, triste, vergonzoso (Meares, 1993).

La alegría es prima hermana del amor, pues la mayoría de los momentos felices los vivimos con otros, pero también hay muchas satisfacciones sanas que son intelectuales, deportivas o de manualidades, que se realizan en soledad.

Pero, sin duda, las mayores alegrías en la vida las tenemos cuando compartimos experiencias con las personas a las que queremos.

Unos investigadores suecos hicieron un experimento con atletas olímpicos que ganaban medallas de oro en alguna disciplina deportiva. Los grabaron y observaron cuando recibían la medalla y vieron que los atletas sonreían cuando miraban a alguna persona querida. Un familiar, el entrenador o un compañero.

La sonrisa solo aparecía cuando compartían ese premio con alguien cercano.

Tristeza

La tristeza es una emoción incómoda (que puede llevar a la depresión) y que tiñe todo nuestro entendimiento de cansancio y miedo. Esta emoción tiene claramente un enfoque social. Al ponernos en una posición de debilidad, activa los mecanismos de empatía de los demás y permite que nos ayuden. La tristeza es la puerta a la temida depresión.

La tristeza puede tener dos razones principales:

La soledad. Esta emoción tan desagradable (aunque la soledad buscada pueda ser muy placentera, no lo es la forzosa) es el mayor miedo de cualquier mamífero.

Cuando aparece, la persona se siente abandonada, sin ilusión ni fuerza. Surgió para que, cuando vivíamos hace miles de años en comunidades pequeñas, el resto del grupo nos apoyara. La paradoja actualmente es que cada vez vivimos rodeados de más gente y cada vez nos sentimos más solos.

Los niños necesitan a sus cuidadores para sobrevivir y si estos no están disponibles (física o emocionalmente), activarán el llanto (protesta o rabia) y finalmente la tristeza como mecanismo para recuperar el vínculo. Como todas las emociones, si se siente con mucha frecuencia o intensidad en la infancia, se puede volver crónica en la edad adulta.

La frustración. Es una emoción relacionada con no haber podido conseguir los objetivos propuestos. Sirve para aprender, pero si es excesiva se convierte en un trauma.

Frustración es sinónimo de rabia. Así, cuando tenemos mucho enfado o estrés, o simplemente hemos hecho un esfuerzo muy grande y acabamos agotados (y paradójicamente felices), puede aparecer la tristeza como forma de hacernos parar para recuperar fuerzas. Sería el modo de descanso de nuestro cerebro para recuperarnos y seguir adelante con nuestros objetivos. Pero si la rabia es permanente o demasiado intensa, esta sensación de tristeza se puede volver permanente y aplastarnos, no dejándonos hacer nada.

La autoestima se cimienta en los primeros años de vida, por eso es tan importante la regulación emocional de los padres a los hijos, porque si estos sienten que nunca hacen nada bien aparecerá una frustración tóxica que les llevará a una falta de autoestima y una tristeza permanentes. Es importante no sobreproteger a los niños, pero tampoco hacerles sentir que nunca hacen nada bien. Ambas cosas provocan desaliento y falta de confianza en sí mismos.

La búsqueda de un objetivo puede tener éxito o ser un fracaso. En este caso se puede vivir como un aprendizaje o como un trauma. Depende de la intensidad del miedo y de cómo lo valoremos a posteriori.

Rabia

La rabia es una emoción que sirve para poner límites, para defender lo que necesitamos. En los niños cumple dos funciones:

Me lo has hecho pasar mal y no vas a olvidarlo. El llanto de un niño es paralizante, cualquier padre lo ha sentido alguna vez.

Cuanto mayor sea el malestar, mayor va a ser la rabia y por tanto ayuda a los demás (y a mí mismo) a recordarlo más y mejor.

Cuanto mayor haya sido la rabia durante la infancia, mayor va a ser cuando vayamos creciendo. A veces esta rabia, puede estar inhibida (o escondida) y se dirige hacia uno mismo. Otras veces, puede funcionar de un modo distinto, simplemente como mecanismo de descarga, como una forma de sentirnos mejor haciendo daño a otras personas.

La rabia es una emoción que moviliza mucha energía y tiene relación a nivel del cerebro con la “amígdala” y a nivel del SNA (sistema nervioso autónomo) con la rama simpática, que activa el modo de lucha y defensa.

Hay dos tipos de rabia fundamentalmente:

Impotencia o frustración. Esta es una emoción o sensación que sentimos cuando valoramos que no se tiene en cuenta lo que necesitamos o que no podemos conseguirlo. Es una emoción muy limitante y se suele sentir en el pecho, en el plexo solar. Está más relacionada con la defensa, con protegernos de algún mal o peligro

Rabia, ira: Es una emoción o sensación enfocada hacia la lucha o el ataque. Sirve para poner límites a los demás o simplemente para sentir que descargamos nuestra tensión y malestar. Suele sentirse en las manos, en la cara y en la mandíbula. De hecho, el bruxismo es rabia que no puede descargarse de forma adecuada (Van der Kolk, 2014).

Muchas personas tratan de evitar esta rabia que les produce impotencia realizando actividades que calman a corto plazo pero que tienen consecuencias nefastas a medio plazo. Es muy característico en las adicciones, sea marihuana, alcohol, cocaína, juego... La mayoría de las veces el detonante del consumo es una sensación de rabia o impotencia.

Vergüenza

La vergüenza es una emoción social, tiene relación con los demás de forma real o imaginaria (cómo creo que me perciben). Esta emoción la compartimos

con otros mamíferos, y sirve para saber qué rango ocupa cada animal en el grupo. En los seres humanos es mucho más compleja y sirve para saber qué comportamientos son adecuados y cuáles no, y evitar así hacer cosas que puedan provocar rechazo.

La vergüenza, en un nivel sano, es una emoción importante que ayuda a la convivencia y a relacionarse con los demás, pero cuando es excesiva se convierte en “vergüenza tóxica” y es extraordinariamente limitante. A muchas personas les impide literalmente vivir.

Aprendemos la vergüenza en los primeros años de vida, en la relación con nuestros cuidadores. Estos actúan como un espejo en el que nos miramos cuando somos bebés y niños, y si la imagen que vemos es defectuosa (sentimos que no somos merecedores de afecto o cariño), la vergüenza se puede alojar crónicamente en nuestro interior.

Así que hay dos tipos de vergüenza, una sana y constructiva que nos ayuda a conocer las reglas sociales y a relacionarnos con los demás y otra tóxica que hace que tengamos miedo a la desaprobación o al rechazo.

Esta vergüenza puede manifestarse de muchas formas:

Miedo a hacer algo inapropiado o que provoque la burla o la falta de estima de los demás. Por ejemplo: hablar en público, hacer el ridículo, etc.

Miedo a que mi cuerpo haga algo involuntario y me exponga a la risa o rechazo de los demás. Por ejemplo: desmayarme, irme de vientre, sudar de

forma copiosa, tener una risa escandalosa, etc.

Miedo a que haya algún defecto en mi cuerpo que me haga diferente a los demás y por el que me perciban defectuoso, Por ejemplo: Tener la nariz fea, estar gordo, tener manchas en la piel, tener unas piernas muy grandes, etc.

La vergüenza es la emoción más limitante que existe. Literalmente bloquea a las personas impidiéndoles sentir otra cosa que no sea miedo. Miedo a lo que puedan ver los demás en nosotros.

Dos casos distintos, pero que ayudan a entender la subjetividad de los problemas de cada persona. Los dos pacientes tenían vitíligos. Estas son unas manchas blancas en la piel que destacan sobre el resto del color de la carne.

1. El paciente viene a la consulta porque tiene un miedo atroz, ya que empiezan a salirle unas manchas blancas en las manos (para mí inapreciables) y dice que le salen ya en la cara (yo no fui capaz de verlas). Se mira todos los días la cara y las manos en el espejo para ver si las manchas están más grandes y se deja barba, se tapa las manos cuando habla... porque tiene miedo de que los demás se den cuenta de su defecto. Sobre todo sus hijos, ya que estas manchas son genéticas y le aterra pensar que sus hijos las hereden.

En la historia clínica descubrimos que en la adolescencia había tenido muchas espinillas que le habían deformado la cara y le aterraba volver a llamar la atención por su aspecto físico.

2. La paciente vino a la consulta por un problema de ansiedad. Su cuerpo estaba lleno de manchas de vitíligo, eran enormes y estaban en la cara, los brazos, las piernas. Después de un rato de charla le pregunté si le molestaban las manchas, si le provocaban alguna ansiedad, y su respuesta fue: “eso me da igual, ya se quitarán o no, lo que me preocupa es mi embarazo y cómo arreglar mis problemas de pareja”.

La subjetividad de lo que es bueno o malo en el ser humano nunca dejará de sorprender.

Culpa

Esta es una emoción exclusivamente humana, no la compartimos con ningún otro animal y aparece ya en los niños. Toma forma cuando aparece el lenguaje y sirve para saber cuándo hemos hecho algo mal y poder corregirlo. Es una emoción que, como la vergüenza, sirve para saber cómo comportarnos con los demás, qué es lo correcto y qué puede hacer daño.

Al igual que todas las emociones en un nivel sano, es necesaria para vivir, pero si excede cierto nivel puede ser muy dolorosa y convertirse en algo obsesivo, en pensamientos continuos que inundan a la persona y la incapacitan.

La culpa hace que a veces nosotros mismos nos convirtamos en nuestros peores enemigos.

En todos los casos, para poder manejar los estados emocionales que nos producen daño tenemos que aprender a regularnos emocionalmente, si no se dará lo que conocemos como “secuestro emocional”. Sentimos que nuestras emociones toman el control por nosotros, que nos convertimos en algo que no queremos ser.

Esta regulación emocional se aprende en la infancia mediante los cuidadores, pero si esto no ha podido darse tendremos que aprenderla por nosotros mismos en la edad adulta (Bowlby, 1983, 1985). Técnicas como el yoga o el mindfulness, buscar un buen terapeuta, dedicar un rato al día a hacer lo que nos gusta... pueden ayudarnos a estar tranquilos y a manejar mejor las emociones y estar “regulados”.

Para mí, lo que más ayuda a mis pacientes en terapia es ayudarles a conocerse. Entender en qué momentos resultaron útiles esas emociones y dónde las sienten en el cuerpo. Esto les ayuda mucho en la vida diaria para reconocer sus emociones y sensaciones y así poder regularlas. Aprenden a conocerlas y manejarlas. La sensación que consiguen es de orgullo y empoderamiento.

Los pensamientos se convierten a menudo en voces que escuchan mis pacientes en sus cabezas. Resultan muy incapacitantes y dolorosas. Están casi siempre relacionadas con la culpa.

Conclusiones

Las emociones son los mecanismos que han desarrollado los mamíferos para poder relacionarse y cooperar con otros individuos de su especie (en los seres

humanos también nos ayudan a relacionarnos con otras especies). Son por definición incontrolables e inconscientes, así que el trabajo en terapia y en nuestra vida en general no será tratar de controlarlas, sino aprender a vivir con ellas.

Hay muchas emociones que son tóxicas o dañinas y debemos aprender a modularlas y a entender qué lección quieren darnos, ya que de algún modo o en algún momento fueron útiles. Hay que recordar que las emociones resultaron eficaces en algún momento y por eso nuestro cerebro emocional (o sistema límbico) las repite, como un mecanismo instintivo de supervivencia.

Saber reconocer las emociones y ser conscientes de ellas, ayuda a regularlas y de ese modo a reflexionar e integrarlas. Al hacerlo así recuperaremos el control y nos sentiremos más integrados y en calma.

Si usamos nuestra energía para evitar nuestras emociones o controlarlas de una forma errónea acabaremos agotados, consumiendo sustancias o tomando decisiones para no sentirlas o bloquearlas completamente, consiguiendo así que nuestro cuerpo somatice nuestro malestar.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA TÉCNICA DE LA FLECHA DESCENDENTE

  LA TÉCNICA DE LA FLECHA DESCENDENTE Puede localizar sus propias CCP por medio de la técnica de la flecha descendente : 1)     Seleccione un pensamiento negativo de su registro diario de estado de ánimo y trace bajo el mismo una flecha descendente. La flecha sirve de símbolo que representa preguntas como la siguiente: «Si este pensamiento fuera cierto, ¿me trastornaría? ¿Qué significaría para mí?». 2)     Cuando usted se haga estas preguntas, le vendrá a la mente un nuevo pensamiento negativo . Escríbalo justo debajo de la flecha dibuje otra flecha por debajo de él. Formúlese de nuevo los mismos tipos de preguntas. 3)     Si repite este proceso varias veces, generará una cadena de pensamientos negativos. 4)     Cuando usted repase estos pensamientos, podrá determinar con facilidad sus creencias contraproducentes. Ejemplo: Ante el pensamiento negativo «¿Y si suspendo el examen?». En primer lugar es bueno convertir las preguntas retóricas del tipo «Y si en afirmacio

PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN EN EL CONTROL DE LA IRA

  PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN EN EL CONTROL DE LA IRA Control de ira de Novaco (1975) ·          Mantener una orientación hacia la tarea antes que hacia la provocación y centrarse en uno mismo ayudará a disminuir el arousal de ira ante la provocación.En ocasiones, se percibe un incidente como un desafío o enfrentamiento, lo que lleva a la persona a tomar decisiones en una dirección agresiva o defensiva, mientras que si se tiende a focalizar la atención en la tarea a realizar y los objetivos en los que se está trabajando en ese momento, se tomarán decisiones que conseguirán resolver el problema. ·          Ante una provocación personal, una persona con alta autoestima tendrá una menor probabilidad de responder con ira que una persona con baja autoestima. Este hecho indica que un fortalecimiento de la autoestima también ayudará a evitar respuestas de ira, por lo que se recomienda el entrenamiento en autovaloraciones positivas por parte del paciente, y la generalización de las mismas

Manifestación de los mecanismos de defensa en los gráficos desde la perspectiva kleiniana

  Manifestación de los mecanismos de defensa en los gráficos desde la perspectiva kleiniana Mecanismo de defensa   En los gráficos la defensa se expresa en Identificaciones proyectivas Con características psicóticas ·        falta de organización y coherencia  en el dibujo; ·        alteraciones lógicas : fallas en la perspectiva (adelante-atrás, frente-perfil);  ·        los  objetos  aparecen  sin conexión  entre sí,  sucios ,  rotos , aislados;  ·        las  fallas en los límites mundo interno- mundo externo  se expresan en  líneas débiles  en el contorno de las figuras, con  espacios abiertos  o en el  énfasis de éstas , cuando predominan  mecanismos de control obsesivo  de la desorganización;  ·        las figuras humanas tienen aspecto  deshumanizado , vacío,  siniestro ,  grotesco ,  desproporción acentuada entre las partes, mezcla de frente y perfil;  ·        en el dibujo de la casa y del árbol se observa, frecuentemente, la  casa-techo  y la  casa-fachada, árb