TRATAMIENTOS Y PATOLOGÍAS SEGÚN EL APEGO
La neurobiología nos enseña que
los niños que en su infancia no han podido regularse emocionalmente con sus
cuidadores y no han tenido un apego seguro, han tenido que buscar mecanismos
alternativos que les den sensación de confort adaptando su comportamiento al de
sus cuidadores. Esto ocurrirá a veces mediante una activación del sistema
parasimpático inhibiendo el contacto con los demás y actuando de una
forma que los demás esperan, lo que dará un apego evitativo. O bien,
mediante la activación del simpático, haciendo esfuerzos constantes por
conectar emocionalmente con los cuidadores mediante la queja o conductas que
hagan destacar y ser vistos, es lo que conocemos como apego ansioso.
Si las figuras de apego que debían cuidar y proteger al niño son las mismas
que son fuente de alerta y miedo, el niño tenderá a la congelación por la
activación la rama dorsovagal de la rama parasimpática conduciendo a lo que
conocemos como apego desorganizado. En estos casos tanto la
rama simpática como parasimpática resultarán ineficaces para lograr un
equilibrio que permita la regulación consigo mismo y con los demás
(Katehakis, 2016; Hill, 2015: Schore, 2001).
En cualquier caso, son muchas las interacciones que hay entre
genética, sistemas sociales y familias a la hora de poder explicar la aparición
de una patología.
La desregulación emocional de los primeros
años llevará a que tanto el SNC como el SNA tengan que regularse de una forma
alternativa a la que sería sana, lo hace de una forma adaptativa. Buscarán
de forma inconsciente, elementos ajenos a los cuidadores que produzcan
sensación de seguridad y control. Se puede dar un arco de posibilidades en
función de la predominancia de la activación del sistema simpático o del
parasimpático. Es en el equilibrio entre los dos donde se tiene la sensación de
confort.
La activación extrema del sistema simpático o del
parasimpático conducen a la muerte, pero entre ambos extremos existe un
gradiente de posibilidades que van desde una hiperactivación extrema hasta una
hipoactivación excesiva, pasando por un equilibrio donde existe sensación de
confort. Adaptado de Crittenden (2015).
Activación simpático |
·
Muerte ·
Dolor ·
Miedo ·
Rabia ·
Deseo de confort |
Equilibrio entre sistema
simpático y parasimpático |
·
Confort |
Activación parasimpático |
·
Aburrido ·
Cansado ·
Dormido ·
Deprimido ·
Muerte |
Las rupturas en el apego sin que vayan acompañadas de una
reparación sana, llevarán a una sensación de miedo y rabia que conducirán a
sensaciones de culpa y vergüenza. Si esta rabia se ve inhibida (=rabia fría)
provocará un predominio de la rama parasimpática mientras que si la
rabia es expresada dará lugar a una activación de la rama simpática. Si ninguna
de las dos posibilidades puede darse se producirá la activación del nervio dorsovagal
con la consiguiente congelación.
SECUENCIACIÓN DEL TRATAMIENTO
Sabemos que las personas que en la infancia en busca de un
equilibrio emocional y cognitivo, que no lo logran regulándose de forma sana
con sus cuidadores tienden a tener «estrategias secundarias» de regulación.
Bien hiperactivando las expresiones de estrés (apego ansioso)
ante situaciones en las que se pueda intuir una falta de cercanía o abandono,
y tratan de establecer relaciones muy estrechas de cercanía física y emocional.
Por el contrario, los individuos que desactivan su
sistema de búsqueda de cercanía (apego evitativo) gastan su energía en encontrar
elementos (pensamientos, acciones o sustancias) que les permitan no sentir las
sensaciones de malestar asociadas a las rupturas en el vínculo, evitan la
intimidad emocional (Mikulincer & Shaver, 2007).
En el apego desorganizado se darán las dos
estrategias de forma incorrecta.
En lo concerniente a la alianza terapéutica, las
relaciones de apego de la infancia condicionarán la forma de relacionarse de
los pacientes con el terapeuta, y consecuentemente la forma en que se
desarrollará el proceso terapéutico. A la hora de enfocar las diferentes fases
del tratamiento hay que tener en cuenta las estrategias de regulación que el
paciente ha desarrollado para poder vivir con sus sensaciones de malestar. No
podemos hacer el mismo formato de tratamiento a todos los pacientes sin
tener en cuenta su idiosincrasia. Podemos establecer unos rasgos generales de
cómo debe enfocarse el tratamiento en base al tipo de apego que subyace a la
patología.
Para poder conocer con seguridad el tipo de apego, y por
tanto las estrategias usadas para regularse, se pueden usar herramientas, como
por ejemplo, entre otras, la entrevista de apego adulto de Mary Main.
Recomiendo que se usen estas indicaciones como una guía flexible basada en la
intuición del terapeuta.
1. Apego evitativo
·
Estos individuos tienen un predominio de las áreas
corticales y dudan de todo y de todos.
·
Van a tener desconfianza hacia el terapeuta,
necesitan sentir que este domina con soltura su problema
·
Demostrarán muy poco acceso a memorias
traumáticas que serán negadas o incluso amnésicas.
·
En este tipo de pacientes se debe usar
durante las primeras sesiones mucha psico-educación antes de poder entrar a
analizar detalladamente sus problemas como forma de fomentar la alianza
terapéutica.
·
Los individuos evitativos son muy reticentes
a comentar situaciones personales, ya que pueden sospechar que el terapeuta les
juzgará y desaprobará.
·
Establecer una relación terapéutica de
confianza será el principal objetivo y el mayor desafío del terapeuta
durante las primeras sesiones.
·
Los individuos con apego evitativo presentan
muchos problemas para poder identificar sus sensaciones corporales, y suelen tener
una rabia no manifestada y reprimida (inhibida), por lo que el trabajo
somático será de gran ayuda una vez que sean capaces de empezar a
reconocer sus sensaciones corporales.
·
Predominarán defensas de tipo cognitivo
como tratar de controlar la terapia o discutir el enfoque u opiniones del
terapeuta siendo muy sensibles a cualquier tipo de malentendido, costándole
mucho poder expresar su malestar. En muchos casos pueden abandonar la
terapia sin previo aviso por cualquier malentendido que no son capaces de aclarar,
prefieren evitar la confrontación.
·
No manifestar ningún malestar, acomodarse a lo
que creían que preferían los cuidadores y esconder sus verdaderas necesidades
fue la forma en la que aprendieron a regularse en la infancia.
Secuenciación de las diferentes etapas en el apego evitativo
Etapa 1 |
·
Psicoeducación ·
Conceptualización |
Etapa 2 |
·
Trabajo con las defensas ·
Terapias somáticas |
Etapa 3 |
·
Trabajo con los eventos traumáticos ·
Trabajo con las partes disociadas ·
Enfrentamiento a situaciones temidas |
En las primeras etapas hay que dar mucha importancia a la psico-educación.
A estos pacientes les gusta mucho tener datos e información tanto de lo que les
ocurre como del desarrollo de la terapia. Esta parte del tratamiento puede ser
aprovechado para recoger información relevante de la historia del paciente.
Siempre con preguntas de tipo abierto como:
• No sé si alguna vez te has sentido como en el ejemplo.
• ¿Has notado alguna vez que tu cuerpo reaccionara de esa
forma?
Que vengan a colación de lo que se esté tratando durante el
proceso de psico-educación.
El trabajo se podrá realizar intercambiando etapas o dedicando más
tiempo a unas que otras en función de la intensidad de la alianza terapéutica. Los
pacientes de apego evitativo necesitan admirar al terapeuta, puesto que
trabajan a un nivel cortical.
El trabajo con el cuerpo va a ser muy
complicado y va a estar asociado a muchas defensas, la forma en la
que aprendió a sobrevivir fue evitando las sensaciones y las emociones y tenemos
que ayudarle a que vuelva a conectar con ellas de forma muy sutil y despacio.
Solo cuando el paciente sienta que podemos ayudarle y confíe en nosotros podremos
empezar a trabajar con los eventos traumáticos y las partes asociadas a estos.
El afrontamiento de poder tener intimidad con otras personas
y saber regularse y empatizar con las emociones propias y ajenas será la última
parte del tratamiento, corrigiendo la estrategia inicial de regulación por
otra mucho más sana y adaptativa.
2. Apego ansioso o
coercitivo
·
En estos individuos predominan las áreas
subcorticales y buscan alguien que les salve de su malestar.
·
Estos pacientes sobreestiman al terapeuta
como alguien que tiene la solución para todos sus problemas.
·
Durante las primeras sesiones se debe
trabajar mucho con las sensaciones corporales enseñándoles a poder manejarlas y
técnicas de estabilización para aprender a contener el torrente emocional y
reflexionar.
·
Suelen ser excesivos a la hora de valorar sus
experiencias traumáticas, lo cual no significa que no haya algunas
amnésicas, tratarán de exponer y que se solucionen todos sus traumas y complejos
con excesivo ímpetu.
·
Los pacientes con apego ansioso desean mayor
contacto emocional con el terapeuta y desean continuar la relación fuera de los
límites del tratamiento. Establecer límites en la relación
terapéutica es muy importante para que los pacientes puedan aprender a regularse
en ausencia del terapeuta y puedan aprender a valerse por sí mismos.
·
Modular la rabia (frustración o impotencia) y
aprender a encauzarla va a ser muy importante para dotarles de estrategias de
contención y asertividad para relacionarse con los demás.
·
Predominarán defensas de tipo emocional,
del tipo «nadie me entiende», «los demás no entienden mi sufrimiento» «sé que
nunca voy a estar bien», es decir defensas que no están basadas en
argumentos lógicos y con características que no suelen coincidir con la realidad.
Magnificar el malestar y quejarse fue la manera en la que aprendieron a regularse
en la infancia con sus cuidadores.
Secuencia del proceso con pacientes con apego ansioso.
Etapa
1 |
·
Estabilización ·
Conceptualización ·
Psicoeducación |
Etapa 2 |
·
Terapias somáticas ·
Trabajo con las defensas ·
Trabajo con los eventos traumáticos |
Etapa 3 |
·
Trabajo con las partes disociadas ·
Enfrentamiento a situaciones temidas |
Las etapas pueden ser más o menos flexibles en función del
grado de tolerancia al malestar del paciente. Los individuos de apego ansioso
necesitan sentirse protegidos por el terapeuta pues la sensación de no ser vistos
provocó el tipo de regulación ansiosa.
Se puede actuar simultáneamente haciendo la recogida de datos
del paciente y empezando a dar técnicas de regulación y psico-educación sobre
su
trastorno. Las sensaciones serán muy intensas y
pueden resultar muy útiles para poder acceder a los recuerdos traumáticos y las
posibles defensas. Es en esta etapa donde pueden aparecer partes disociadas de
la personalidad que pueden ser integradas mediante diferentes
técnicas (capítulo 12). Una vez realizado este trabajo y con el paciente
capaz de mentalizar será capaz de poder enfrentarse al miedo a la soledad o
al alejamiento de las personas que actúan como figuras de apego.
3. Apego
desorganizado
·
Estos individuos suelen tener un diagnóstico
asociado al trastorno límite de personalidad (Mosquera & González,
2014) y requieren unos protocolos específicos para poder realizar el
trabajo terapéutico con ellos.
·
En su infancia no existió regulación emocional
y no aprendieron a regularse ni consigo mismos ni con los demás.
·
No hay un predominio sano de unas áreas sobre
otras, sino que estas se activan en circunstancias que son totalmente inadaptativas.
·
A la hora de relacionarse con los demás o con
el terapeuta tienen miedo tanto a una cercanía emocional que puede resultarles
peligrosa como a un posible abandono real o imaginario.
·
Estos pacientes desconfían del terapeuta al
mismo tiempo que lo consideran su última esperanza de sanar; la
contención y el establecimiento de una firme alianza terapéutica van a ser los
principales objetivos durante las primeras sesiones.
·
En muchos casos encontraremos autolesiones,
abusos de sustancias, relaciones de pareja y familiares tormentosas, etc.,
estos aspectos deben ser tratados con delicadeza intentando que se vayan
regulando de forma sana antes de empezar a trabajar con otros aspectos de la
enfermedad.
·
El terapeuta debe establecer unos límites
claros en cuanto a la posibilidad de contacto fuera del horario de la consulta,
bien sea de llamadas telefónicas, mensajes o visitas no programadas y de la política
de cancelación de citas y el pago de estas. Poner límites claros y concisos
ayuda mucho a estos pacientes a poder regularse y poder confiar en el terapeuta.
Por supuesto, nunca se debe hacer esto de forma agresiva ni coercitiva.
·
La disociación y existencia de partes será muy
importante por lo que habrá defensas de todo tipo que deben sortearse
con mucho cuidado, mientras mejor sea la relación terapéutica mucho más
sencillo será el trabajo con el paciente.
·
El primer paso será la estabilización del
paciente y el establecimiento de una buena alianza terapéutica que cree una
base segura desde la que se pueda comenzar el trabajo posterior. La recogida de
datos se puede realizar simultáneamente, si es posible, a las fases anteriores
teniendo en cuenta que habrá muchas situaciones que estarán disociadas y que
pueden ir apareciendo de forma sorpresiva durante el tratamiento.
·
Solo cuando el paciente está estabilizado y
con recursos adecuados de contención se puede comenzar a realizar un trabajo
progresivo con las sensaciones corporales y posibles defensas que vayan
surgiendo. El trabajo con partes asociadas a estas sensaciones
corporales y con algunos momentos traumáticos puede permitir un alivio importante
de los síntomas y una sensación de control del paciente sobre su enfermedad.
·
Este trabajo debe tener la duración que sea necesaria
hasta lograr la mayor integración posible de las partes disociadas.
Secuencia del proceso con pacientes con apego desorganizado.
Etapa 1 |
·
Estabilización |
Etapa 2 |
·
Conceptualización |
Etapa 3 |
·
Terapias somáticas |
Etapa 4 |
·
Defensas |
Etapa 5 |
·
Trabajo con las partes disociadas |
Etapa 6 |
·
Trabajo con el trauma |
Etapa 7 |
·
Trabajo con situaciones temidas |
Las etapas van a necesitar ser muy definidas debido a la fragilidad del
sistema interno del paciente. Se puede desbordar con mucha facilidad la
capacidad del paciente para tolerar el trabajo terapéutico y sacarlo de su
ventana de tolerancia, lo que podría ser retraumatizante.
Solo cuando el proceso de partes esté muy avanzado se puede empezar a
trabajar con los recuerdos traumáticos, siempre en orden inverso a la edad a la
que ocurrieron estos.
Hay que trabajar primero con los eventos traumáticos más
recientes cronológicamente y solo al final se puede trabajar con traumas de la
infancia y de apego.
El final del trabajo terapéutico llegará cuando el
paciente sea capaz de mentalizar consigo mismo y con los demás y pueda
enfrentarse a sus miedos y a las situaciones que antes le desregulaban.
Se sabe con bastante certeza que el trastorno límite de personalidad
está relacionado con el apego desorganizado (Liotti, 2004), y si bien es verdad
que existe una fuerte correlación entre la existencia de un apego inseguro y la
existencia de diferentes patologías no hay estudios que confirmen una relación
directa entre el apego ansioso y evitativo con ninguna patología en concreto.
Por ejemplo, individuos con mucha ansiedad o ataques de pánico se asocian a un
apego ansioso, pero si existe abuso de alcohol o sustancias o cualquier tipo de
adicción se asocian a un apego evitativo (Lorenzini & Fonagy, 2013).
En palabras de Mikulincer & Shaver (2007) «... Bajo
nuestro punto de vista los trastornos mentales se producen por múltiples
procesos, como problemas de apego o situaciones traumáticas que se dan en la vida
u otras situaciones patógenas que reducen los recursos psicológicos y sociales
de las personas y debilitan su capacidad de resiliencia... Aunque las
inseguridades en el apego pueden contribuir a problemas psicológicos, los
problemas mentales pueden también exacerbar los problemas en las relaciones de
apego lo que llevan a un sistema de relaciones disfuncional...» pág 373.
En función de cómo se haya activado el SNC y el SNA habrá
diferentes formas de patologías, bien asociadas a síntomas (eje I del DSM 5) o a
trastornos de personalidad (eje II del DSM 5). En ningún caso se plantea que
haya una relación exacta entre tipo de apego y enfermedad. Creo que las experiencias
de la infancia y los modos de regulación que se usaron para poder obtener una
sensación de confort y control nos dan indicios importantes para poder
explicar parte de muchos factores que han conducido a la enfermedad,
pero obviamente no todos.
TRASTORNOS DEL EJE I
(SÍNTOMAS)
Las siguientes descripciones van a estar relacionadas con
diferentes aspectos de mecanismos de regulación emocional, bien externos o
internos del paciente que les resulten o han resultado útiles en el pasado para
obtener una sensación de confort. Estos elementos pueden dar lugar a síntomas
que provocan un fuerte malestar en el individuo pero que en la mayoría de los
casos siente que no puede evitar o controlar. Las emociones de miedo, rabia,
culpa y vergüenza serán transversales a todos los trastornos detallados a
continuación (capítulo 6). Es importante resaltar que tener una enfermedad
no excluye a otras siendo muy frecuente la comorbilidad. Hay muchos trastornos,
pero estos son los más comunes en las consultas.
A)
Trastornos obsesivos
·
Se usa el pensamiento de forma obsesiva y puede
ir acompañado de acciones (compulsiones) que traten de aliviar el malestar
asociado a ese pensamiento. Las obsesiones sirven como forma de evitar
pensamientos de otro tipo que resultan muy dolorosos.
·
La mayoría de las veces la creencia que subyace
es «no valgo» y todo el ritual obsesivo irá destinado a poder evitar cualquier
pensamiento relacionado con esta creencia.
·
Las obsesiones pueden ser celotipias,
hipocondrías, miedo a hacer daño a los demás o a sí mismos o relacionados con
la limpieza o el orden.
·
Los individuos con este trastorno son claramente
de apego evitativo y se refugian en lo cognitivo como forma de regulación
emocional.
·
Son aquellas personas que denominamos
«controladoras» pues su obsesión es tener el control de todo.
·
El pensamiento obsesivo les ayuda a no
contactar con sus emociones y sensaciones que en el pasado resultaron
dolorosas y así obtener una sensación de control.
·
La mayoría de los trastornos obsesivos están
relacionados con algún incidente que ha hecho sentirse al individuo
culpable, hay que explorar si hubo algún evento traumático simultáneo a la
aparición del trastorno, estos pueden ser:
o
La muerte de alguien cercano con quien el
paciente siente que está en deuda. Por ejemplo, la muerte de un progenitor o un
aborto.
o
Sensación de culpa por haber sido malo o no
suficientemente bueno a la hora de ayudar a los seres queridos.
o
Padres, madres o hermanos con enfermedades o
trastornos y en los que el individuo siente que es responsable.
o Sensaciones
de culpa y vergüenza por situaciones familiares que el individuo no pudo controlar
y se refugia en su pensamiento como forma de evitación. Por ejemplo, discusiones
de los padres o un divorcio de estos.
B)
Trastornos alimenticios
Se usa la comida como forma de conseguir una regulación emocional,
bien comiendo en exceso (atracones), comiendo y vomitando (bulimia) o no comiendo
(anorexia). En el caso de las ingestas compulsivas, aunque la base
del trastorno está relacionada con la comida sería más adecuado tratarla
como una trastorno de adicción (Katehakis, 2016).
Respecto a las otras dos patologías:
• Anorexia:
o Esta
enfermedad está relacionada con la falta de ingesta y la obsesión con tener
una delgadez extrema.
o
Las personas que sufren esta patología tienen un
perfil evitativo y están obsesionadas con el control.
o
Sienten que son controladas y que no pueden
controlar nada en su vida excepto su cuerpo.
o
La sensación de euforia asociada al primer
momento que consiguieron el peso que consideraban ideal queda fijada a un gran
placer (capítulo 3), asociado al incremento de dopamina.
o
La rabia en estas pacientes va dirigida hacia
ellas mismas, poseen una rabia sorda asociada al parasimpático.
o
La enfermedad consiste en volver a obtener esa
misma sensación de poder, placer y control.
o
Esta enfermedad puede ir acompañada de vómitos y
en ese caso hablaríamos de una «anorexia purgativa».
• Bulimia:
o
Este trastorno consiste en ingestas
compulsivas, que inducen a un estado de trance y posteriormente vómitos que
llevan a una profunda sensación de culpa y vergüenza.
o
El comienzo suele estar asociado a dietas que
no son capaces de mantener a las que siguen atracones y vómitos para compensar
la comida.
o
Suelen ser personas impulsivas de tipo
de apego ansioso y con fuerte activación del sistema simpático.
o
La rabia que no puede expresarse se vomita
con la comida.
o En
algunos casos puede haber «vómito psicógeno», en este caso el paciente vomita
pero lo hace de forma involuntaria y espontánea, estos vómitos son usados de
forma inconsciente como reguladores emocionales.
C)
Adicciones
o
Se buscan sustancias, personas o acciones que
suponen un peligro para la salud, la economía o la integridad física de la
persona. Pueden ser muy variadas e ir desde la adicción a las drogas, al
juego, a otras personas, a la comida o al sexo.
o
El síntoma es el tipo de sustancia, conducta
o persona que se use como forma de evitar las sensaciones de vacío que
acompañan a estas personas. Los adictos buscan elementos externos que hagan
tener sensaciones de bienestar y/o euforia y ausencia de cualquier tipo de
sensación asociada con el dolor y la ansiedad.
o En
adicciones no relacionadas con sustancias, la búsqueda de la recompensa
asociada al incremento de la dopamina en el SNC es a menudo más importante que
consumar la satisfacción del impulso, esta suele estar asociada a algún momento
del pasado en el que gracias a la persona o la sustancia se obtuvo sensación de
placer, control o poder.
o Los
individuos que sufren adicciones son en su mayoría de apego evitativo y escapan
constantemente de emociones y sensaciones que perciben como molestas e
intrusivas.
o
Las adicciones son casi omnipresentes en
pacientes que en su infancia sufrieron apego desorganizado.
o
La rabia puede mostrarse en algunas personas
hacia dentro (rabia fría) y en otras hacia fuera y ser personas muy
agresivas (rabia caliente).
o
En muchos casos cuando una adicción
desaparece es reemplazada por otra, por eso es de especial importancia
actuar sobre la sensación de culpa y/o vergüenza asociada al trastorno y no
incidir solo sobre el síntoma.
D)
Somatizaciones:
Son trastornos que ocurren a nivel físico pero que no
tienen una explicación orgánica que pueda explicarlos. Pueden ser dolores,
contracturas, problemas
gastrointestinales, alergias, problemas con el sueño o
sexuales, entre otros.
Existen claros indicios de que los traumas de apego son
claros predictores de enfermedades somáticas en los adultos (Brown &
Elliott, 2016). Estos autores reflejan que los síntomas conversivos de
tipo negativo, como pérdida de sensibilidad o problemas motores
están relacionados con un tipo de apego más evitativo mientras los síntomas de tipo
positivo, como exageración de síntomas como astasia-abasia (parálisis
de un movimiento o grupo de movimiento. Por ejemplo, incapacidad para permanecer
de pie y andar, pero sentado puede hacer todo tipo de movimientos activos
estando sentado o tumbado. Coincide con lo que antes se conocía como histeria)
están relacionados con un apego ansioso. Mientras que trastornos como la fibromialgia
están muy relacionados con un apego desorganizado.
Los trastornos relacionados con situaciones de mucho
estrés como problemas respiratorios, intestinales, contracturas, inmunitarios,
etc. (Salposky, 2008) pueden darse en todos los tipos de apego,
siendo en todos los casos una mala gestión de la rabia (impotencia). En
algunos casos por frustración al no lograr nunca los objetivos tan elevados
que se proponen (apego evitativo) y en otros por no alcanzar el contacto
emocional que se demanda (apego ansioso) o por sentir ambas cosas (apego desorganizado).
E)
Deterioro emocional
Son aquellos trastornos que vienen dados por una desregulación
de las emociones que lleva a situaciones de mucho malestar, estrés o pánico
sin que haya ningún motivo que ponga en riesgo la integridad física del individuo.
Puede ir desde una ansiedad moderada hasta ataques de pánico
y depresión.
Esta ansiedad puede ir acompañada por síntomas de los grupos
anteriores. Aquí quiero resaltar la depresión, los trastornos de ansiedad generalizada y los ataques
de pánico.
Depresión:
Bolwby (1983) describió que hay tres situaciones en la
infancia que pueden ser predictores de depresión en la edad adulta:
1. Cuando uno o de los padres o los dos mueren y el niño
percibe que no tiene control.
2. Cuando el niño (después de muchos intentos) es incapaz
de crear un vínculo afectivo sano con sus cuidadores.
3. Cuando el niño recibe el mensaje de que no merece amor
ni es válido e interioriza estos esquemas como parte de su personalidad.
La depresión puede ser reactiva, es
decir posterior a la aparición de algún evento traumático y supone una
etapa normal dentro del periodo de adaptación posterior o secuela de una
sensación de agotamiento al percibir una falta de control sobre los acontecimientos,
en la línea del concepto de «indefensión aprendida» (Dozier et al. 2008).
Estos autores resaltan que hay muchísimas evidencias sobre
la relación entre sufrir depresión en la edad adulta y haber tenido un apego
inseguro en la infancia. En todos los casos la rabia es una sensación de
impotencia y frustración de la que el propio sujeto se culpa, es una rabia
dirigida hacia sí mismo.
Trastorno de ansiedad generalizada.
Según Bowlby (1983) todas las formas de ansiedad (con la excepción
de las fobias a animales) están relacionadas con la falta de disponibilidad de
figuras de apego en la infancia. La ansiedad consiste en una sensación de
alerta y miedo que resulta lo opuesto a una sensación de calma y seguridad. Se
produce por una activación de la amígdala en el SNC y del simpático en
el SNA y es común a todos los tipos de apego inseguros.
En muchos casos este sistema de alerta se hipersensibiliza y
requiere tratamientos específicos (medicación, neurofeedback, mindfulness) para
disminuir la alerta ante eventos que ocurrieron hace mucho tiempo antes de
poder iniciar el tratamiento terapéutico y trabajar con las causas del trastorno.
En la mayoría de los casos encontraremos que no hay
ningún motivo reciente de suficiente importancia que pueda explicar el
malestar, sino que el motivo han sido experiencias de la infancia o rupturas en
las relaciones de apego en la adolescencia y edad adulta.
Ataques de pánico:
Cuando el circuito del pánico/separación se activa con
mucha frecuencia durante la infancia se vuelve muy sensible y puede activarse
con facilidad en
la edad adulta (Panksepp & Biven, 2014) dando
lugar a lo que conocemos como ataques de pánico.
Los individuos que los sufren tienen ataques de ansiedad
agudos que les provocan miedo a morir, volverse locos o ambas cosas. En muchos
casos se desarrollan fobias secundarias a espacios abiertos, lugares cerrados,
sitios lejos de su casa y a las sensaciones corporales, es decir miedo a
cualquier sensación, situación o lugar en el que perciban que no tienen el
control.
Los sujetos que sufren esta patología son cuidadores
compulsivos (evitativos según la clasificación de apego adulto de
Crittenden, 2015) que están siempre más preocupados de las necesidades de
los demás que de las suyas propias. En muchos casos ha habido parentificación
de la infancia y se les ha dado mucha más responsabilidades de las que podían
asumir.
La rabia está muy contenida y dirigida hacia dentro y
estalla en forma de ataques de pánico de un forma virulenta cuando sienten
sensación de no tener el control, por lo que el principal objetivo de la
terapia será que puedan expresar su malestar sin temor a ser malos o que el
terapeuta los juzgue a ellos o a sus familiares (Milrod & col, 1997).
TRASTORNOS DEL EJE 2
(PERSONALIDAD)
Probablemente muy influidos por la genética, como forma de
regulación se pueden dar rasgos de la personalidad que sirvan para poder tener sensación
de control en relación con los cuidadores, estos pueden variar en la
adolescencia cuando comienzan las relaciones de apego con iguales o
consolidarse, dependiendo de las experiencias que se tengan.
Los trastornos de personalidad se definen como patrones
de comportamiento permanentes que incluyen un componente intrapersonal
(descontrol de impulsos, afectividad y estrés), uno interpersonal (patrones de
relaciones disfuncionales) y uno social (que crea conflictos con los demás y
con las instituciones sociales) (APA, 2016).
Hay muchas categorías de trastornos relativos a la
personalidad, pero en concreto los destacados en relación al modelo PARCUVE serían:
A)
Trastorno de personalidad narcisista
o Las
personas con rasgos de esta personalidad sienten que están por encima de
todo y de todos y sus necesidades tienen que ser cubiertas a cualquier precio.
o
Suelen tener problemas familiares
especialmente con sus hijos porque no pueden aceptar que nadie dependa de ellos
sin que eso suponga un reconocimiento constante a su personalidad.
o En
la familia tienden a dividir y enfrentar a unos contra otros para poder seguir
siendo el centro de atención y percibir que tienen el control en todo
momento.
o
Son incapaces de reconocer que puedan tener
ningún problema o equivocarse, caracterizando a los demás como incapaces,
ingratos o inútiles.
o El
origen puede ir desde niños que en la infancia han sido sobreprotegidos
(Millon, 2014) a individuos que cuando niños han sentido una profunda
sensación de vergüenza y tratan de protegerse de ella con fantasías de
omnipotencia y grandiosidad (Hart, 2011).
Según el DSM 5 (2015) los rasgos son:
1. Tiene un grandioso sentido de autoimportancia (p. ej.,
exagera los logros y capacidades, espera ser reconocido como superior, sin unos
logros proporcionados).
2. Está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez,
belleza o amor imaginarios.
3. Cree que es “especial” y único y que solo puede ser comprendido
por, o relacionarse con otras personas (o instituciones) que son especiales o
de alto status.
4. Exige una admiración excesiva.
5. Es muy pretencioso, por ejemplo, expectativas
irrazonables de recibir un trato de favor especial o de que se cumplan automáticamente
sus expectativas.
6. Es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca
provecho de los demás para alcanzar sus propias metas.
7. Carece de empatía: es reacio a reconocer o identificarse
con los sentimientos y necesidades de los demás.
8. Frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás
le envidian a él.
9. Presenta comportamientos soberbios o actitudes
arrogantes.
B) Trastorno de personalidad cuidadora
o
Los adultos con una personalidad cuidadora se
caracterizan por dar siempre prioridad a las necesidades de los demás dejando
de lado las propias.
o
El origen suele ser un proceso de parentificación. Cuando
niños aprenden a asumir tareas y actitudes que no son acordes a su edad.
Por ejemplo, cuidar de hermanos más pequeños, lavar la casa, tratan de forma
patológica no ser una carga para los padres, etc.
o
Se esfuerzan constantemente porque sus padres
estén bien, sacrificando su bienestar, un ejemplo puede ser el niño que
consuela a su madre por sus problemas, pero no puede hablar de los suyos con
sus amigos o en el colegio.
o Este
tipo de personalidades suelen darse en situaciones en las que los padres tienen
problemas de pareja o divorcios, en los que el niño siente que tiene que
ponerse de parte de uno de los dos. O madres (a veces padres) que son
depresivos o están enfermos o muy atareados y el niño quiere aliviar la
carga para que posteriormente puedan ser una familia «normal».
o Los
que son cuidadores compulsivos (Crittenden, 2015) sufren muchas rupturas en
el vínculo del apego ya que se produce una inversión de los roles padres-hijo que
lleva a una rabia profunda que no se puede ni se sabe expresar. El niño se
agota en esfuerzo por conseguir una normalidad que cuando adulto conduce a
ansiedad, depresión y a veces ataques de pánico.
Para Bourassa (2010):
Los datos indican una relación significativa entre la
parentificación emocional de los niños con sus madres y padres y un estilo de cuidado
patológico en las relaciones de pareja. Los niños que vivieron un proceso
de parentificación en su infancia tienen evaluaciones de apego inseguro con sus
parejas, así como altos niveles de síntomas depresivos y alta insatisfacción
respecto a sus relaciones de pareja. Los resultados indican que las conductas
aprendidas en la infancia en las relaciones padres-hijos se suelen transferir
de forma muy parecida a la forma de relacionarse con las parejas en la
adolescencia y la edad adulta. (pág. 4)
C)
Trastorno de personalidad indolente o esquizoide
o
Los individuos con tendencias a tener rasgos de
esta personalidad se encuentran perdidos sin las personas que normalmente se
encuentran a su alrededor porque necesitan de una sensación de seguridad y
estabilidad. Sin embargo, cuando el espacio personal vital es invadido,
se encuentran ahogados y sienten la necesidad de liberarse y ser independientes.
o Son
más felices cuando se encuentran en relaciones en las que el compañero demanda
pocas exigencias emocionales o íntimas. Usan actividades o sustancias
para poder evitar sentir el vacío que sienten dentro pero siempre tratan
de depender de alguien que satisfaga sus necesidades básicas de cercanía e
intimidad.
o
Sus características personales son muy
parecidas a la de los depresivos, puesto que no realizan actividades laborales ni
escolares. Pero a diferencia de estos culpan de todos sus fracasos a los demás
no asumiendo ninguna responsabilidad de sus actos, en lo que se parecen a las
personas con rasgos narcisistas.
Según el DSM 5 (2015) los rasgos son:
1. Ni desea ni disfruta de las relaciones personales,
incluido el formar parte de una familia.
2. Escoge casi siempre actividades solitarias.
3. Tiene escaso o ningún interés en tener experiencias
sexuales con otra persona.
4. Disfruta con pocas o ninguna actividad.
5. No tiene amigos íntimos o personas de confianza, aparte
de los familiares de primer grado.
6. Se muestra indiferente a los halagos o críticas de los
demás.
7. Muestra frialdad emocional, distanciamiento o
aplanamiento de la afectividad.
El origen de este trastorno está en relaciones de apego en las que
los padres se han mostrado a veces ansiosos y otras evitativos y ellos representan este
mismo patrón en las relaciones adultas; muy evitativos, pero al mismo tiempo no quieren estar solos.
El sujeto abandona en la adolescencia todo esfuerzo por tratar
de tener algún tipo de control sobre los acontecimientos.
Culpa a los demás de sus fracasos y evita hacer nada que pueda
ayudarle a salir de la situación en la que se encuentra.
D)
Trastorno de personalidad perfeccionista
o
Los individuos con este rasgo de personalidad,
suelen tener características obsesivas.
o
En su vertiente sana son personas que logran
lo que se proponen pues son muy constantes y no cejan hasta hacer las cosas
bien.
o
En su vertiente patológica su obsesión por el
perfeccionismo les lleva a no hacer nada de lo que se proponen y procrastinan.
Lo que les lleva a un círculo vicioso de propósitos (a veces grandiosos e
imposibles) y de fracasos.
o
Cuando acuden a terapia suelen hacerlo porque
tienen problemas de adicciones que ya no pueden controlar o trastornos
somáticos a los que no pueden encontrar un origen orgánico.
Para Mallinger & De Wize, (2010) las características de las
personas con este tipo de personalidad son:
1. Miedo a cometer errores.
2. Miedo a tomar una decisión o a hacer una elección
equivocada.
3. Gran devoción por el trabajo.
4. Necesidad de orden y de una rutina firmemente
establecida.
5. Necesidad de conocer y respetar las normas.
6. Circunspección (seriedad y reserva de una persona al hablar o actuar, para comportarse
comedidamente) emocional.
7. Tendencia a la obstinación y a discrepar de los demás.
8. Inclinación a preocuparse, cavilar o dudar.
9. Necesidad de estar por encima de toda crítica: moral, profesional
o personal
10. Cautela.
11. Una presión interna constante para utilizar cada minuto productivamente.
El origen del trastorno suele venir de unos padres con apego evitativo (a
veces desorganizado) que exigen mucho al niño que se considera
valorado exclusivamente por su rendimiento (principalmente escolar). El
individuo se siente cómodo realizando tareas que le eviten las sensaciones de
malestar y soledad (en ocasiones puede soñar con logros grandiosos cuando sea
adulto).
Sueñan con deslumbrar a los demás con sus logros y así poder
ser queridos y aceptados. En todos los casos subyace una baja autoestima
que tratan de suplir realizando grandes actos que debido a su miedo a
fracasar no son capaces de terminar.
E)
Trastorno de personalidad límite
Las personas que poseen estos rasgos de personalidad han
tenido en su infancia un apego desorganizado y/o han sufrido traumas
graves que no han podido superar. Esto provoca una incapacidad de
regulación emocional tanto del SNC como del SNA, tanto consigo mismos como
en relación con los demás.
La patología está acompañada de conductas, pensamientos y
emociones que resultan nocivas para sí mismos y para los demás.
Suele ir acompañado de multitud de síntomas patológicos
como autolesiones, abuso de sustancias, relaciones tóxicas, intentos de suicidio,
etc.
El objetivo de la terapia es lograr la estabilidad
emocional que no pudieron tener en su infancia y dotarlos de recursos para
poder aprender a regularse emocionalmente (González & Mosquera, 2014).
Según el DSM 5 (2015) los rasgos son:
1. Esfuerzos frenéticos para evitar un abandono real o
imaginado.
Nota: No incluir los comportamientos suicidas o de automutilación
que se recogen en el Criterio 5.
2. Un patrón de relaciones interpersonales inestables e
intensas caracterizado por la alternancia entre los extremos de idealización y
devaluación.
3. Alteración de la identidad: autoimagen o sentido
de sí mismo acusada y persistentemente inestable.
4. Impulsividad en al menos dos áreas, que es
potencialmente dañina para sí mismo (p. ej., gastos, sexo, abuso de sustancias,
conducción temeraria, atracones de comida).
5. Comportamientos, intentos o amenazas suicidas
recurrentes, o comportamiento de automutilación.
6. Inestabilidad afectiva debida a una notable
reactividad del estado de ánimo (p. ej., episodios de intensa disforia, irritabilidad
o ansiedad, que suelen durar unas horas y rara vez unos días).
7. Sentimientos crónicos de vacío.
8. Ira inapropiada e intensa o dificultades para
controlar la ira (p. ej., muestras frecuentes de mal genio, enfado
constante, peleas físicas recurrentes).
9. Ideación paranoide transitoria relacionada con el
estrés o síntomas disociativos graves.
CONCLUSIONES
La genética y las experiencias en relación con los
cuidadores condicionan los rasgos de carácter que van a condicionar cómo se van
a relacionar las personas consigo mismos y con los demás. Cuando el apego es
inseguro en la infancia va a haber muchas más probabilidades de que se desarrollen
síntomas patológicos y trastornos de personalidad en la edad adulta.
Teniendo en cuenta que el origen del malestar ha tenido en
cada persona un origen diferente, el tratamiento también debe adaptarse a las
características de los individuos que vienen en busca de tratamiento
psicológico.
El modelo PARCUVE plantea algunos síntomas y rasgos de
personalidad que se darán en los individuos para poder regularse en relación a
los cuidadores en la infancia y personas afines en la adolescencia y edad adulta.
Conocer el origen de los problemas con los que nuestros pacientes acuden a
terapia es un elemento primordial para poder ayudarles superarlos de forma
definitiva.
Conocer a la persona con sus miedos, sus inquietudes y qué
ocurrió para que tuviera que regularse de una forma que actualmente resulta
patológica, permite hacer un camino inverso al que se ha vivido. Así el
paciente puede volver a vivir todas las situaciones en las que tuvo miedo o se
sintió solo, pero con los ojos de la persona que es en la actualidad. Si el
terapeuta se convierte durante una etapa en una figura de apego transitoria, el
paciente se convierte en la figura de apego que faltó cuando era un niño.
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