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APEGO SEGURO COMO FACTOR PROTECTOR DE SALUD

 

APEGO SEGURO COMO FACTOR PROTECTOR DE SALUD

El vínculo madre-hijo sabemos que se empieza a construir durante la gestación: desde los quince días de estar el embrión implantado en el útero, el embrión se comunica con los tejidos de la madre para que empiecen los cambios físicos y psíquicos necesarios para su desarrollo. (Odent, 2007). Así, durante el embarazo, parto y postparto se crea un escenario hormonal único (Olza, Marín y Gil, 2012).

Es muy importante cómo es recibido un bebé: lo ideal es que encuentre una bienvenida afectiva y que la madre pueda conectar con él y sus necesidades. Los padres tienen que ir construyendo un nuevo rol (se pasa de ser dos a ser tres) y esto tiene numerosas implicaciones emocionales. La adaptación es compleja, porque ahora todas las necesidades del bebé se colocan en un primer plano, ya que es completamente dependiente de los adultos para sobrevivir e ir creciendo. Las necesidades de los adultos pasan a un segundo plano: dormir, comer, descansar, ocio…

El bebé recién nacido necesita contacto físico continuado con su madre: sentir el calor, el olor y la voz muy cerca le proporciona sensación de bienestar y seguridad, es su refugio a salvo. El «piel con piel» durante la primera hora/dos horas es un período crítico que facilita la expresión de afecto recíproco, la conexión y el amor hacia el bebé. Si todo ha ido bien, tendrá efectos positivos a largo plazo en la interacción madre-bebé. Ya antes de iniciar la primera lactancia buscará la mirada de su madre y estará muy atento a sus movimientos y tono de voz. Estas experiencias quedarán grabadas en ambos. Necesitará sentirse en movimiento cuando su madre le tiene en brazos, no debemos olvidar que ha pasado 9 meses en movimiento en el contexto intrauterino, es su hábitat familiar.

El bebé necesita tiempo para adaptarse, tranquilidad y sosiego, y minimizar las numerosas visitas de familiares y amigos deseosos de conocerle y estar con él. Si todo va bien, de forma gradual, se irá interesando por el mundo que le rodea y podrá satisfacer su curiosidad sintiéndose protegido por la mirada de sus padres. Los adultos al cargo tienen la función de ir presentándole el mundo e ir nombrando las cosas que ocurren, así como sus estados emocionales, y dar respuesta a sus necesidades de manera tranquila y amorosa.

Bowlby (1969), padre de la teoría del apego, entendía que poder establecer una relación cálida, íntima y continuada generaba satisfacción en madre e hijo (apego), era esencial para la salud mental del bebé. Esta interacción transforma ambos cerebros a través de la oxitocina, la prolactina, la amígdala… En el cerebro de la madre se produce una reorganización neuronal: mejora el aprendizaje, la memoria, la motivación, la valentía, la vigilancia, la mentalización, las conductas de protección, contacto y cuidados hacia el bebé.

En los primeros meses el niño estará muy centrado en su madre, será poco a poco que otras personas puedan ir entrando en esa diada. Esto puede generar frustración o impaciencia, por sentirse excluido el tercero. Es fundamental para la madre que las personas que estén más cerca sean una fuente de apoyo. La disposición para ayudar facilitará que el niño pueda ir generando un apego seguro con los adultos.

Bowlby inculcó una forma de entender el psiquismo enfatizando el papel clave de los vínculos afectivos en todo el ciclo vital: en el desarrollo sano de la personalidad y la psicopatología, y en la psicoterapia. No puede entenderse el desarrollo psicológico del niño de forma aislada, sino en su contexto relacional (principalmente la familia y después los vínculos sociales) (Ezquerro, 2017).

La construcción de un apego seguro permite en el niño regular la distancia para explorar con confianza. Crecemos sabiendo que en caso de necesidad podemos volver a nuestra base segura.

 

Arwen Caban en su curso «Apego A» dice que los aspectos clave en la construcción del apego seguro son:

·            Exploración.

·            Aceptación.

·            Conexión emocional.

·            Regulación emocional.

·            Afecto positivo.

·            Respetar.

·            Reparar.

El adulto debe animar y supervisar, transmitiendo tranquilidad y seguridad. Alentar, estar presentes, sonreír, acompañar, poner límites y acoger cuando el hijo necesita volver.

 

Algunos pensadores existencialistas ya mencionaban la importancia del vínculo madre-hijo:

«La madre amorosa enseña a su hijo a caminar solo. Está lo suficientemente lejos de él… pero extiende sus brazos hacia él e imita sus movimientos para que el niño pueda creer que no está caminando solo… Sin embargo, ella hace mucho más: su cara se ilumina como una recompensa, un estímulo. De este modo, el niño camina solo con sus ojos fijos en el rostro de su madre, no en las dificultades del camino… Se apoya a sí mismo gracias a los brazos de la madre, que en realidad no lo sostienen, y constantemente se esfuerza en avanzar hacia el refugio del abrazo maternal, sin suponer que en el mismo momento en que está haciendo hincapié en necesitarla… ya está caminando solo» (Kierkegaard, 1846. Citado en Sroufe, 1979, p. 462).

Además de lo anterior, Siegel y Paynece (2007) considera fundamental para el establecimiento del apego seguro:

·            La comunicación emocional: amplificar la alegría y el bienestar, disfrutar, el «sentirse sentido», el diálogo reflexivo (reconocer las señales del bebé, darle sentido).

·            La narración coherente: conectar pasado, presente y futuro, hacer narrativas centradas en la acción, los sentimientos, las sensaciones, creencias… Sirve para disfrutar de los sucesos agradables y tolerar y dar sentido a los perturbadores.

¿Qué aporta la construcción de un apego seguro a un niño?

·            Sensación de confianza y bienestar.

·            Adecuado desarrollo psicomotor.

·            Capacidad de expresión y regulación emocional.

·            Autoestima.

·            Capacidad de autocuidado y pedir ayuda.

·            Capacidad reflexiva y de mentalización.

·            Flexibilidad para adaptarse a los cambios.

·            Posibilidad de establecer relaciones saludables y satisfactorias.

«Tita, háblame. Estoy asustado porque está muy oscuro. Su tía entonces le preguntó: ¿cómo te pueden ayudar mis palabras si no me puedes ver? A lo que el niño respondió: No importa, si me hablas se enciende la luz»
(Freud, s. f., p. 224).

Apego inseguro como factor de riesgo: traumas de apego

Hay algunos aspectos de estrés/trauma que tienen que ver con la etapa perinatal que pueden interferir en el establecimiento de un apego seguro entre un niño y sus cuidadores principales. Pueden relacionarse con problemas primarios del niño, el cuidador, el ambiente o el acoplamiento entre el bebé y la madre (Perry, 2014). Esto puede generar fallos de apego del cuidado, activando traumas de apego.

«El sentimiento de seguridad no es una condición natural sino un camino potencial de desarrollo, que puede o no ser recorrido».

Respecto al trauma, sabemos que activa tres cuestiones:

·            Emociones: miedo, asco, rabia, tristeza…

·            Sensaciones/Cuerpo: nudo en la garganta, tensión muscular, dolor de cabeza, diarrea, hiperventilación… pueden aparecer cuadros psicosomáticos.

·            Ideas negativas: estar en peligro, no ser capaz, ser tonto, ser detestable, no poder protegerse, merecer morir…

El sistema de procesamiento emocional va a funcionar elaborando esta información, pero a veces este proceso se interrumpe antes de finalizar.  Los traumas que queden sin procesar van a generar un cúmulo de estas tres cuestiones, que la persona arrastrará. Se transformarán en una especie de «bomba interna» que explosionará cada vez que haya una mecha/disparador en el presente. Cuantas más bombas haya, más frecuente será que existan mechas que las activen, y más síntomas, malestar, dificultades y sufrimiento habrá.

 

Cuando viene a nuestra consulta un paciente, debemos hacer una exploración psicopatológica y recoger aspectos de la biografía que nos van a ayudar a entender el origen de los síntomas. No podemos entender el presente sin mirar el pasado.

Dentro de la biografía, no debemos olvidarnos de recoger cuestiones de la etapa perinatal. Si es un paciente adulto que ha sido madre/padre recogeremos datos sobre los embarazos, partos y postpartos de los hijos y el suyo propio. Recogeremos un genograma de tres generaciones. Y, si se trata de un menor, recogeremos esta información con sus padres.

Supongamos que llega a nuestra consulta una mujer adulta que tiene un hijo de ocho años que tiene enuresis y pesadillas ¿qué le preguntaremos?

A)   Embarazo

Vamos a explorar cómo ha sido el embarazo de ese niño. Información que necesitamos recoger:

·            Si es esperado o genera sorpresa. Encontramos en consulta narrativas de padres que cuentan que no estaban utilizando métodos anticonceptivos y se sorprendieron del embarazo. Otros, sí estaban utilizando medios, pero algo falló. A otros les habían dicho que no podían tener hijos o habían realizado procedimientos médicos para evitarlo (ej.: vasectomía) y aún, así se produjo un embarazo. Podemos, entender el impacto emocional diferente que tendrá en las familias según las circunstancias que rodean cada embarazo. Con relación a esto, será muy diferente el recibimiento de ese bebé según lo que haya ocurrido previamente.

·            Si ha habido abortos previos (voluntarios e involuntarios).

·            Si ha habido algún abuso sexual.

·            Si ha habido tratamientos de fertilidad previos.

·            Situación de la pareja: si es un buen momento como pareja, si uno de los dos tenía menos ilusión por tener un bebé…

·            Apoyo familiar y social: si la madre se siente acompañada y cuidada durante el embarazo o sintió soledad.

·            Problemas médicos durante el embarazoamenaza de aborto, necesidad de reposo, sustos en pruebas médicas (ej.: que los médicos te digan que puede tener alguna enfermedad).

·            Estrés o trauma durante el embarazo: despido laboral, problemas económicos, mudanza, ruptura de pareja, separación temporal de la pareja (ej.: que se vaya a otra ciudad o país por motivos laborales o familiares), muerte, enfermedad o situación grave de algún familiar…

·            Vivencia general del embarazo y estado de salud: para algunas madres es la peor época de su vida, otras te cuentan que hicieron vida normal y apenas lo notaron, otras que fue una época agradable…

Igualmente, recogeremos información de su propio embarazo, con la información que tenga. Normalmente, la persona apenas tiene información y, a veces, por iniciativa propia preguntará a sus familiares antes de la siguiente sesión. A algunos pacientes les podremos sugerir que intenten recoger información; mientras que con otros debemos ser muy cuidadosos y evitar que hagan esto.

 

Nos podemos encontrar que esta mujer que tenemos en consulta: se sorprenda de estas preguntas, conteste tranquila confiando en que si lo preguntamos debe ser importante, se puede sentir atacada, puede contestar con monosílabos...

Es fundamental que sepamos identificar el tipo de apego adulto que tiene la persona que está en nuestra consulta, porque tendremos que adaptar la entrevista, la recogida de información y la psicoterapia en función de esto. Algunas cuestiones son comunes, pero hay otras que debemos hacer de manera diferente dependiendo de si la persona tiene apego seguro o inseguro. Y dentro de esto, hay que hacer ajustes dependiendo de si tiene apego evitativo, ansioso-preocupado o desorganizado. Saber esto minimizará errores terapéuticos.

B)   Parto

Vamos a explorar las siguientes cuestiones.

Tipo de parto

·            Si es parto natural o cesárea. Si es cesárea programada o de urgencia por riesgo de sufrimiento fetal…

·            Si el bebé nace prematuro y hay que llevarlo a la incubadora.

·            Si el parto se retrasa, suponiendo un riesgo para la salud de madre e hijo. Hay madres que relatan «no quería salir», «no quería tener una vida conmigo», «me desgarró de lo grande que era»...

·            Otros traumas: que el bebé sufra hipoxia…

Las hormonas que se liberan en un parto sin trauma facilitan el vínculo entre madre y bebé: estas hormonas hacen que el bebé esté alerta y se interese por su madre, iniciará el acercamiento y la exploración de su cuerpo. Si hay cuidados, contacto corporal piel con piel y succión, las hormonas se van regulando a la baja. Este proceso de regulación continúa durante el primer año de vida, pero si hay estrés/trauma en el parto, este proceso se verá alterado, y también la vinculación madre-bebé.

 

C)   Trato del personal sanitario

Preguntar cómo se sintió en relación a los profesionales que estaban en ese momento (ginecólogos, enfermería…). Si se sintió escuchada y respetada o invadida. Este momento se queda grabado:

·            Una madre muchos años después recordaba cómo de repente entraron al paritorio diez personas y ella sintió inmediatamente que algo iba mal con su bebé, cuando lo que ocurría era que eran estudiantes de medicina, pero nadie le avisó ni le pidió permiso. Debemos tener en cuenta que es un momento de máxima vulnerabilidad para la mujer y que es esperable que se active un miedo inconsciente de que algo vaya mal, de que haya peligro de muerte.

·            Otra madre comentaba cómo fue a urgencias por un dolor muy fuerte y le dijeron que, como era primeriza, no aguantaba nada y la mandaron para casa; tuvo que volver varias horas después en un estado de alto riesgo vital para la madre y el bebé.

D)   Postparto

Aquí vamos a recoger la capacidad de los padres de vincularse con el niño. Si es una época que coincide con estrés o traumas, esta vinculación probablemente se va a ver interferida.

Ejemplos:

·            Problemas con la lactancia materna: el niño no succiona adecuadamente, mastitis que genera mucho dolor en la madre, no se genera leche suficiente…

·            Hospitalización de la madre o del bebé.

·            Madre que cuenta que el mismo día de marcharse del hospital a casa con su bebé fallece un familiar cercano.

·            Despido del trabajo durante la baja maternal.

·            Soledad: si por ejemplo la pareja tiene que reincorporarse al trabajo durante los primeros días o semanas de vida del bebé.

El bebé necesita un hábitat determinado, con cuatro necesidades básicas: oxígeno, calor, alimento y protección (Bergman, Linley y Fawcus, 2004). Es el cuerpo de la madre el que lo proporciona y, si hay factores que lo alteran, supondrá una alteración en el vínculo madre-bebé.

Otra cuestión que ocurre durante toda la etapa perinatal es la reactivación de traumas de apego vividos por la madre: va a tener más accesible sus propias vivencias como niña, cómo la cuidaron a ella. Y si hubo fallos de apego graves o continuados que no ha solucionado, esto puede hacer que no pueda establecer con su bebé un apego seguro.

·            Se produce el fenómeno de transparencia psíquica: se activan recuerdos pasados traumáticos que antes no estaban accesibles y se proyectan sobre cómo nos imaginamos la infancia de nuestro bebé (Bydlowski, 2007).

·            Se activan las representaciones maternas: relaciones tempranas con la figura materna, lo que en ocasiones puede dificultar el vínculo con el bebé (Zeanah, Keener y Anders, 1986).

Revisar y comprender los vínculos primarios (la propia infancia) es necesario para poder vincularse con el recién nacido (Bydlowski, 2007).

El apego es una conexión predeterminada biológicamente y se dará de forma espontánea si no ocurre nada grave. La madre hará grandes esfuerzos por vincularse independientemente de que el contexto sea de estrés o trauma, pero si los obstáculos no se pueden superar, habrá problemas de vinculación (Klauss y Kennell, 1982).

 

Imaginemos que una madre, ya sea por su propio apego o biografía previa o por traumas de la etapa perinatal, no puede generar un apego seguro con su bebé, esto repercutirá generando un apego inseguro, lo que supone dificultades en las siguientes áreas:

·            Problemas de autorregulación emocional o desconexión de las emociones.

·            Falta de seguridad y confianza en uno mismo y los demás.

·            Síntomas físicos: migrañas, dolores de cabeza, de tripa, control de esfínteres, dolores musculares, tics, ataques de pánico…

·            Dificultades relacionales: relaciones rígidas y estereotipadas, dependientes, caóticas o incoherentes.

Dependiendo del tipo de apego inseguro que se genere, el niño tendrá un tipo de dificultades u otras, pero en cualquier caso tendrá dificultades y estará más expuesto al impacto emocional de los eventos traumáticos que viva los años posteriores, teniendo mayor riesgo de desarrollar psicopatología:

·            Ansiedad, miedos y fobias.

·            Depresión.

·            Alexitimia.

·            Hipocondría.

·            Trastornos psicosomáticos.

·            Trastornos de conducta.

·            Trastornos disociativos y de personalidad.

«Toda psicopatología constituye un trastorno del apego y se manifiesta como un trastorno de la regulación propia o interrelacional» (Grotstein, 1986).

En los próximos temas ampliaremos la información sobre los distintos tipos de trauma, su impacto a nivel neurobiológico, evaluación y tratamiento con EMDR y otras técnicas complementarias.

 

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