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EMDR EN ADICCIONES

 

Adicciones

     La literatura científica recoge la prevalencia del TEPT asociado al consumo de drogas. Ambos se complican entre sí dificultando su abordaje, por lo que resulta imprescindible descartarlo al hacer el diagnóstico, así como múltiples estudios que demuestran que la existencia en la infancia de eventos traumáticos, como pueden ser el abuso físico o sexual, se asocia con la aparición de trastornos mentales, especialmente con depresión y trastorno de estrés postraumático, y con el abuso de sustancias.

     Los sujetos que sufrieron en la infancia alguna experiencia de este tipo tienen un riesgo tres veces mayor de desarrollar una dependencia (Kendler, Bulik, Silberg, Hettema, Myers y Prescott, 2000), llegando a ser entre siete y diez veces mayor en caso de haber tenido cinco o más experiencias traumáticas (Dube, Felitti, Dong, Chapman, Giles y Anda, 2003).

     En la actualidad hay cierta controversia en cuanto al uso del protocolo estándar de EMDR para el trauma en los casos con adicciones.

     Existen principalmente dos posturas:

·         Las que consideran que la persona debería estar sobria o abstinente ante de hacer trabajo con trauma.

·         Las que consideran que cuando el trauma está alimentando la adicción, es necesario abordarlo.

     Es realmente difícil evitar los aspectos traumáticos cuando la persona quiere hablar de ellos y se hace evidente que están interfiriendo en su capacidad para mantenerse abstinente. De la misma forma, una persona que necesita recurrir a sustancias para regularse con frecuencia tendrá dificultades para acercarse al trauma o para regularse.

     Leeds (2009) sugiere cautela a la hora de hacer trabajo con trauma en los pacientes que están usando sustancias activamente. Algunos autores (Abel y O´Brien, 2010, O´Brien y Abel, 2011) plantean que se puede utilizar el protocolo estándar si se hace de manera cautelosa, ya que, aunque algunos casos no se beneficiarán del trabajo con el trauma hasta que la persona esté abstinente, en otros, no podrán recuperarse si no se abordan los aspectos traumáticos previamente.

     Muchas personas recurren al uso de sustancias para no pensar y para evitar conectar con los recuerdos traumáticos. Y es frecuente que el paciente evite hablar de su historia, incluso que niegue haber vivido experiencias traumáticas. Se recomienda cautela en la fase 1 a la hora de recoger información en estos casos y tener en cuenta aspectos de disociación estructural y defensas.

     Cuando hay una historia traumática, la adicción puede tener varias funciones:

  • Regularse.
  • Tener sensación de control (aunque sea temporal), les ayuda a no pensar en los recuerdos traumáticos o intrusiones.

     Lo ideal es que la persona no esté consumiendo o bebiendo cuando viene a terapia, pero esto no siempre va a ser fácil porque la adicción les ayuda a estar menos en contacto con otros temas, incluidos los recuerdos traumáticos.

     Para comprender la historia de cada paciente es importante hacer una buena recogida de historia (fase 1), en la que es importante explorar los siguientes aspectos (Mosquera, 2010):

  • Cuándo empezó la adicción.
  • Cuál fue el factor precipitante (abandono, muerte de alguien, cambio de trabajo…) y, desde ahí, ir para atrás y ver cómo se conecta con su historia.
  • Otros sucesos que ocurrieron en ese periodo.
  • El nivel de motivación que tiene el paciente de 0 a 100 para dejar de consumir ¿cuánto quiere dejar de consumir, beber, fumar…? Siempre va a ver una ambivalencia: una parte quiere dejarlo, pero otra lo necesita o le gusta o está apegado a la adicción. Es importante que la persona esté motivada: 50-60 %.
  • Cuando no hay mucha motivación vamos a intentar aumentarla. Si no hay intención de dejar de consumir/beber/fumar, no podemos pretender hacer un programa de tratamiento focalizado en estos aspectos.

Hacer historia de la adicción. A veces encontramos modelos de adicción en la familia, aunque la naturaleza sea distinta, la adicción (la que sea) es vista como la solución.

No queremos trabajar sobre el síntoma al principio, sino con recursos y también vamos a explorar una lista de ventajas que tendría la persona si no tuviese la adicción (y desventajas).

·         Explorar disparadores existentes y la frecuencia.

El protocolo DeTUR (Popky, 2005) fue desarrollado para ayudar a los pacientes a reforzar habilidades de manejo positivas. En la primera parte del protocolo DeTUR, el paciente se focaliza en lo que han denominado «un objetivo de tratamiento positivo». Cada paciente desarrolla una imagen de cómo sería su vida cuando consiga hacer cambios en el consumo de sustancias o alcohol, independientemente de que el objetivo sea la abstinencia o la reducción del daño.

Tras reforzar este objetivo a través del uso de imaginación con EBL, se trabaja con el paciente para ayudarlo a desarrollar recursos internos y externos que favorezcan el cambio.

Terapeuta y paciente trabajan para desensibilizar cada uno de los disparadores asociados al consumo. Los pacientes aprenden a utilizar la EB por ellos mismos cuando aparecen las ganas de consumir.

El protocolo de Memoria de la adicción, CRAVEX (Hase, 2010) hace diana de manera específica en los recuerdos de las últimas recaídas o en el impulso de consumir. El reprocesamiento de los recuerdos de la adicción genera una disminución en las ganas de consumir (craving).

Utiliza el guion del protocolo estándar con algunas modificaciones. En lugar de usar la escala SUD (Subjective Units of Distress) para medir el nivel de perturbación, recurre a la escala LOU (level of urge), que mide el impulso de consumir en una escala del 0 al 10, donde 0 en ningún impulso y 10 es el máximo que uno pueda imaginar. Las cogniciones positivas y negativas se identifican, al igual que las emociones y la localización en el cuerpo. Una vez desensibilizado el recuerdo (LOU 0), se instala la creencia positiva.

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