TCA
Con frecuencia, la disociación está
presente a diferentes niveles en los trastornos de conducta
alimentaria (TCA) y, si no es diagnosticada de manera adecuada,
podría dificultar su tratamiento.
La disociación en los TA fue reconocida
inicialmente por Pierre Janet (1907-1965), primer autor en estudiar de modo
específico la relación entre experiencias traumáticas y disociación en
diferentes problemas psiquiátricos, incluidos los TCA. Muchos estudios sobre la
presencia de disociación en los TCA se centran en el abuso en la infancia
como base de estos trastornos. Sin embargo, la falta de cuidados, un control
parental excesivo, la inversión de roles, el abuso emocional o el abuso de
poder podrían ser precipitantes tanto de los TCA como de la disociación.
Dentro de estas causas se incluye también un tipo de
traumatización que a menudo se pasa por alto y está muy asociada a los TCA, son
los llamados traumas ocultos.
Los traumas ocultos hacen referencia a los
traumas silenciosos del día a día que resultan invisibles: los niños
pueden resultar traumatizados por tratamientos médicos, prácticas de crianza
y circunstancias que se consideran normales, incluyendo la incapacidad de
desarrollar un apego seguro con su cuidador principal. Es muy posible nacer y
crecer dentro de una familia cariñosa y atenta y tener una infancia
aparentemente normal, y aun así resultar traumatizado (Robin Carr-Morse,
Meredith Wiley, 2012).
En los TCA, la disociación se puede
percibir en la poca conciencia que los pacientes tienen de que su cuerpo forma
parte de sí mismos. En los TCA, algunas partes están disociadas del
cuerpo, pero en los casos más graves como en la AN o trastorno por atracón
(TPA), puede ser complicado encontrar partes que no rechacen el cuerpo y
quieran ser parte de él. El cuerpo es el enemigo y esta es la razón por
la que se disocian de él. Un ejemplo de esto es cuando las pacientes expresan
comentarios como «estoy atrapada dentro de este cuerpo y no puedo salir».
La distorsión de la imagen corporal, muy frecuente en los TCA, es una disociación psicoforme, es decir, de naturaleza mental. Las personas perciben su cuerpo en
unas dimensiones irreales e idealizan un cuerpo con el que fantasean y que
normalmente no suele corresponder con el real. Este tipo de disociación
está asociado a la parte del yo rechazado, a
través del cual el paciente se ve como si tuviera un cuerpo rechazado del
pasado que le angustia volver a tener (Seijo, 2012).
Los autores Rosen y Petty (1994) indicaron
que cualquier tratamiento de personas con TCA debería incluir un elemento
psicoeducativo que enseñara a los pacientes a reconocer su capacidad de
disociar: la toma de conciencia de las partes disociadas los tranquiliza, ya
que organiza y da nombre al caos interno que sienten.
El esquema de trabajo en
estos trastornos irá de fuera hacia dentro, las capas más externas son las más
duras, las que más protegen, por ello, en esta tendremos que ir trabajando poco
a poco con mucha psicoeducación. También tendremos que trabajar con las
defensas y el apego, porque se activan defensas para proteger el mundo interior
del dolor.
En esta primera parte del tratamiento, validar lo
máximo posible a los pacientes mejorará la colaboración entre las partes y
traerá compasión y comprensión de sus funciones como defensoras del mundo
interior. El objetivo será conseguir que entiendan que todas las partes conforman
el cuerpo y están ahí porque fueron necesarias en el pasado. Debemos ofrecer
psicoeducación y explicar que tal vez la manera en la que las partes defienden
el mundo interior ya no es adecuada hoy en día, pero fue adecuada en el pasado
y, probablemente, esta fue la razón por la que sobrevivió. Así, todo su
interior se podrá sentir visto, reconocido, sentirse validado y aceptado como
es (CP: estoy bien como soy).
Una vez preparado el camino de
elaboración en las primeras capas se continúa en el proceso de fuera a dentro
(Seijo, 2012).
Paso
1
Se nombran y describen las partes que
conforman el sistema interno para que todas sean identificadas y vistas, ver
qué función están cumpliendo, cómo lo hacen y qué necesitan para poder estar
bien.
El terapeuta debería reconocer y
respetar el significado que la paciente le da al TCA, cómo funciona la
disociación como defensa y cómo puede cumplir las demandas de las partes
intentando evitar el conflicto interior.
Paso 2
Vamos identificando los acontecimientos
que a lo largo del tiempo han ido marcando la vida de los pacientes, trauma T y
t, sobre todo aquellos basados en el trauma de apego y los traumas ocultos
citados previamente. Estos recuerdos serán dianas importantes para ser
reprocesadas con EMDR.
Paso 3
El trabajo con las partes emocionales
disociadas lleva implícito trabajar con las creencias que las
acompañan y que, a su vez, alimentan a cada una de ellas. Conocer e identificar
estas creencias facilita el trabajo con las partes y la base que las sostiene.
Unas de las preguntas que dan respuesta
a estas creencias son: ¿dónde aprendieron a «ser rechazadas», «sentirse
inferiores», «comer para no pensar», «vomitar para no chillar»? y ¿qué dice eso
de ellas o del mundo?
Ayudar a la persona adulta a que sea ella
misma quien tome conciencia de las partes, su función y lo que representan,
siempre poco a poco y a su ritmo, proporcionándole todo el espacio que necesite
hará que poco a poco se vaya fomentando la integración y una mayor toma de
conciencia.
Paso 4
Las defensas que protegen las partes y la
sensación de bloqueo terapéutico son habituales en estos trastornos. Se
trabaja dando espacio y voz a las partes que habitualmente no han podido
mostrarse.
Paso 5
El trabajo con las defensas también
incluye el trabajo con la ira, emoción más frecuente en los TCA, junto con
la vergüenza, la culpa y la tristeza. Tratar la ira es fundamental para desbloquear el mundo interno y dar espacio a la
expresión de aquello que necesita ser aliviado.
El trabajo puede centrarse en las
partes somáticas, ayudándoles a expresar en palabras lo que es traumático, en
lugar de hacerlo a través de síntomas. Porque cuando no son capaces de hacerlo
en palabras, este material no puede salir a la luz de forma sana y adaptativa.
Las partes somáticas se muestran través de
la postura, los gestos o los síntomas físicos.
Este paso se elabora haciendo que la paciente tome
conciencia a través del darle voz a los síntomas que se manifiestan. Se
puede trabajar de diferentes modos; centrarse en el síntoma en sí, procesar un
recuerdo somático a través de una diana de EMDR.
Una vez que las partes van sanando, habrá
que tener presente el duelo, dado que es una consecuencia natural de la integración (Van der Hart,
Nihenhuis, & Steele, 2006).
Paso 6
Cada una de las partes ha estado ahí
durante mucho tiempo y tener que aprender a vivir sin aquello que ayudaba a
defender el mundo interno es una experiencia difícil para muchos pacientes,
aunque los efectos de defenderlo como solían hacerlo fuesen negativos. Después
de darse cuenta del propio pasado traumático, existe la necesidad de hacer el
duelo de esas experiencias, incluyendo todo lo que se perdió por ello y que aún
puede faltar.
Permitir el desarrollo del duelo y anticipar sus posibles efectos
ayuda a la paciente a normalizarlo y tener presente cómo se sentirá en un
futuro.
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