CONDUCTAS NO DISCIPLINADAS
La palabra disciplina proviene del latín disciplina, que significa "enseñanza". Al disciplinar a los niños, les enseñamos a vivir más productiva y amorosamente. Como ha dicho M. Scott Peck, la disciplina es una manera de reducir el sufrimiento de la vida.
Aprendemos que decir la verdad, posponer la gratificación, ser honrados con nosotros mismos y ser responsables pueden acrecentar los goces y placeres de la vida.
Los niños necesitan padres que sean modelos de autodisciplina.
Ellos aprenden de lo que realmente hacen sus padres; no de lo que dicen que hacen.
Cuando los padres dejan de ser modelos de disciplina, el niño se convierte en indisciplinado; cuando los padres aplican la disciplina rígidamente, el niño se vuelve sobredisciplinado.
El niño indisciplinado haraganea, es reticente, se rehúsa a aplazar la gratificación, se rebela, es voluntarioso y terco y actúa impulsivamente, sin pensarlo.
El niño sobredisciplinado es rígido, obsesivo; sobrecontrolado y obediente, complaciente con la gente y está devastado por la: vergüenza y la culpa.
Sin embargo, la mayoría de nosotros, que poseemos en nuestro interior un niño herido, fluctúa entre la conducta indisciplinada y la sobredisciplinada.
Bibliografía
Bradshaw, J. (s.f.). Volver a casa.
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