EL MINDFULNESS NO ES SOLO RELAJACIÓN
El mindfulness no es solo un ejercicio de relajación. Es importante
entenderlo. La relajación es, sin duda, un efecto secundario positivo del
mindfulness, pero puede producirse o no en cualquier ejercicio de
mindfulness. La relajación consiste en liberar la tensión de los músculos y
bajar el ritmo cardíaco. Puedes relajarte con un baño caliente, con ejercicios
de respiración profunda o, simplemente, soñando despierto.
La finalidad del mindfulness no es simplemente la relajación. Y existe
una razón de peso para ello. Si tu objetivo es relajarte, ya empiezas buscando
ese resultado. Cada vez que no consigues relajarte, tu mente puede empezar a
desviarse con pensamientos del tipo «¿Por qué no me estoy relajando? No
puedo relajarme. ¡Ojalá que mi mente se callase!». Convertir la relajación o
una mente calmada en un objetivo puede incrementar los niveles de estrés.
El mindfulness funciona liberando los modos de pensamiento habituales y
reaccionando al mundo que te rodea. La mente siempre está creando modos
automáticos de enfrentarse a la vida, y estos patrones habituales son
anticuados, a veces negativos e inútiles, y provocan estrés.
Por ejemplo, pongamos que quieres que tu hijo corte el césped. Él quiere
ver la tele. Tus pensamientos automáticos habituales podrían empezar a
decirte: «¿Por qué es tan vago? ¡Debería hacer más cosas en casa!». Tu
corazón empieza a latir más rápido, te enfadas y empiezas a discutir en lugar
de razonar con tu hijo. Tus niveles de estrés aumentan.
Con el mindfulness se adopta un enfoque distinto. El mindfulness
consiste en desarrollar una conciencia mayor del momento presente. En el
ejemplo anterior, podrías hacer una pausa antes de reaccionar y percibir cómo
aumenta tu enfado. Respira varias veces con plena conciencia y piensa en la manera más eficaz de motivar a tu hijo. También es posible que recuerdes
que ha tenido un día muy ajetreado o que está viendo su programa favorito.
Ya ves que este proceso de toma de conciencia no tiene nada que ver con
simplemente relajarse.
Con la práctica de meditación mindfulness tampoco te limitas a intentar
relajarte. Aprendes a no reaccionar a cualquier experiencia que surja en tu
interior, y eso se traslada al mundo exterior. Aprendes a dejar de reaccionar
automáticamente a las personas, a las situaciones y a las circunstancias que te
plantean alguna dificultad. Te tomas tu tiempo para elegir y responder de
manera más sabia, utilizando la lente del mindfulness, en lugar de dejarte
llevar por los hábitos del pasado. Y así consigues reducir tu estrés.
Lo que nos aporta la investigación:
¿Quieres relajarte? Entonces no intentes relajarte
En 2007, Shamini Jain (de la UCSD), Shauna Shapiro (de la
Universidad de Santa Clara) y varios colegas suyos compararon la
meditación mindfulness con una formación en relajación. Concluyeron que
ambos enfoques son beneficiosos para reducir el estrés y fomentar un
estado de ánimo positivo. Lo interesante del hallazgo fue que las personas
que practicaban la meditación mindfulness tenían menos pensamientos
negativos cíclicos (rumiación), efecto que la relajación parece no
conseguir. La rumiación hace aumentar los canales de pensamiento
negativo del cerebro y, además, no ayuda a resolver el problema al que se
le da vueltas. Y está relacionada con la ansiedad y la depresión. Por lo
tanto, el mindfulness parece ser un estupendo método para reducir el estrés
mediante la neutralización de los patrones de pensamiento rumiativo.
Mediante la práctica a largo plazo, el mindfulness reduce los niveles de
estrés, pero en cualquier práctica de mindfulness se trata de cultivar una
conciencia amable, cálida y afectuosa, no solo de aliviar la tensión muscular
o apaciguar la mente.
El mindfulness no es solo un ejercicio de relajación. El mindfulness reduce
el estrés enseñándote a reaccionar de manera consciente, no automática, a
pensamientos, emociones, sensaciones corporales o situaciones vitales difíciles.
Bibliografía
Alidina, S. (s.f.). Vencer el estrés con Mindfulness. Paidós.
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