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TEORÍA DEL APEGO Y TEORÍA DEL APRENDIZAJE SOCIAL

 TEORÍA DEL APEGO Y TEORÍA DEL APRENDIZAJE SOCIAL

La atención brindada por Jackie a Katie se basa en los principios del apego, que se presentan en detalle en otras obras (Hughes, 2007; Golding, 2013; Golding & Hughes, 2012; Baylin & Hughes, 2016). Muchas teorías sobre el cuidado infantil se basan en principios derivados de la teoría del aprendizaje social que cuadran con la forma en que crecimos la mayoría de nosotros. Esto implica que los padres proporcionen a los niños los estándares de comportamiento que según ellos reflejan sus valores y los de su comunidad. Estos estándares se enseñan a través de modelos, de orientación, de instrucciones directas y de observaciones. Se complementan con las consecuencias de comportamiento que sirven para reforzar los comportamientos deseados por los padres.

 

Los principios del apego no contradicen los del aprendizaje social, sino que representan la base sobre la que se asientan las intervenciones de socialización. Mientras que el aprendizaje social hace hincapié en la evaluación del comportamiento del niño, el apego se centra en la aceptación incondicional del niño. Esta aceptación, que impregna todas nuestras interacciones con nuestros bebés, crea una fuerte sensación de seguridad y confianza en la permanencia de la relación, independientemente de los problemas o los conflictos. Esta seguridad permite al niño confiar en que sus padres satisfarán sus necesidades y en que cuando establecen límites en el comportamiento, lo hacen porque es lo mejor para el niño, incluso si no está de acuerdo con la elección de los padres. Desde esta base, la socialización que es tan necesaria en la crianza de un niño tiende a ser mucho más efectiva; el niño la satisface con la confianza de que es importante, así como con un deseo sano de ser como sus padres y de hacer que se sientan orgullosos de su desarrollo.

 

Tres de las cosas más importantes que “enseñamos” a nuestros hijos surgen de manera natural del apego que se desarrolla antes de la socialización:

1)    Los niños necesitan aprender a relacionarse con otros seres humanos de una manera agradable y satisfactoria, al tiempo que cumplen tanto los objetivos propios como los de los demás y respetan las diferencias y las perspectivas del otro. Necesitan aprender el valor de cooperar y de compartir y experimentar tanto el consuelo como la alegría. La forma más básica de enseñar estas formas de relación es relacionarnos con nuestros hijos en consonancia con ellas. Esta manera de relacionarse es muy evidente en las interacciones en sintonía y recíprocas entre padres y bebés. Continúa en la forma de jugar de los niños pequeños, que se caracteriza por el “cucú-tras” y por muchas otras actividades conjuntas de disfrute y descubrimiento. Se hace más profunda cuando el niño se esfuerza por comunicar su experiencia y los padres muestran interés y comprensión. Con esta base, cualquier instrucción formal sobre modales y comportamientos sensibles y educados se produce de forma fácil y natural a través de los modelos y de cierto intercambio verbal.

 

2)    Los niños tienen que aprender es cómo regular sus fuertes estados emocionales, como el miedo, la ira, la emoción, la tristeza, la vergüenza y la alegría. Los bebés demuestran una carencia de esta regulación, como se puede apreciar en sus bruscos e intensos cambios emocionales hacia y desde el terror, en la rabia y la risa intensas y en el retiro, irritabilidad o sueño repentinos. Los niños aprenden a regular estos estados a través de la presencia activa de los padres o cuidadores que están corregulando sus emociones. La regulación de los padres sensibles y receptivos permite a sus niños regularse a sí mismos. Los cambios de un estado emocional a otro desarrollan una característica más gradual e integrada. Cuando dicha “enseñanza” en el contexto de la relación de apego ocurre naturalmente durante los primeros años de vida, es mucho menos probable que los niños muestren arrebatos explosivos, estados de desesperación o terror paralizante durante los últimos años de la niñez y durante la adolescencia. Esta enseñanza se logra así mucho más fácilmente que a través de severas charlas o amenazas para compensar su falta. Lo más probable es que decir (o enseñar) a los niños cómo autorregular sus estados emocionales no funcione —o incluso que sea imposible— si no han tenido previamente experiencias coherentes de corregulación con sus figuras de apego. Los momentos de sintonía entre padres e hijos son fundamentales para la experiencia de la corregulación cuando sus estados afectivos se sincronizan de modo que las emociones que subyacen a las expresiones afectivas del niño estén reguladas por las expresiones afectivas consecuentes de los padres (Stern, 1985). Por esta razón, algunos teóricos e investigadores consideran que el apego es principalmente un sistema regulador para estos estados emocionales (Schore & Schore, 2008). Jackie y Allison corregulan repetidamente las expresiones afectivas de Katie de sus emociones subyacentes al hacer coincidir la intensidad y el ritmo de sus expresiones, a menudo sin sentir las emociones (de modo que cuando Katie se enfada, hacen coincidir la intensidad de sus expresiones de ira sin necesidad de enfadarse).

3)    Una habilidad importante para el desarrollo de los niños es la capacidad de funcionamiento reflexivo. Los bebés experimentan estados emocionales/corporales globales que aparecen y desaparecen, a menudo sin motivo aparente. Los impulsos y reacciones del bebé son respondidos por un padre sensible de una manera que ayuda al niño a ser capaz de diferenciar gradualmente entre estos estímulos externos y sus estados emocionales internos, y esto le ayuda a comenzar a configurar un sentido de sí mismo, de sus padres y de su mundo. Los padres del bebé están a su lado durante estas experiencias y le sirven de guía en este proceso. Las expresiones no verbales de los padres aportan significado e intención a lo que está sucediendo. Mientras la madre charla con el bebé, mucho antes de que este puede entenderle, el niño está aprendiendo sobre sí mismo y sobre el mundo. Gradualmente, las propias palabras adquieren sentido y, más tarde, el niño puede comunicar con las mismas palabras su versión de estas experiencias. A medida que pasa el tiempo, el niño pequeño se comunica consigo mismo; ahora está pensando en lo que piensa, en lo que siente y en lo que quiere.

Como Katie tiene dificultades para ser consciente y expresar su vida interior de pensamientos y emociones, Jackie entabla constantemente conversaciones breves con ella que implican la expresión de pensamientos, sentimientos, deseos, fantasías, planes y recuerdos. Al principio, Jackie habla la mayor parte del tiempo, tanto sobre su propia vida interior como sobre lo que cree que Katie podría estar experimentando. Jackie tiene que ser muy paciente, a sabiendas de que pasarán meses —como poco— antes de que Katie puede aportar reciprocidad a esas conversaciones. A medida que Jackie responde, tanto verbal como no verbalmente, a las expresiones de Katie de su vida interior, Katie comienza gradualmente a notar su experiencia con mayor claridad, a aceptarla más plenamente y a descubrir formas de expresarla más activamente.

 

Las conversaciones que Jackie tiene con Katie también incluyen exploraciones del pasado y del futuro. Como las experiencias basadas en la vergüenza dominaron el pasado de Katie, Jackie menciona esas experiencias con calma para comunicarle que conoce y acepta todos sus aspectos y su historia. Jackie también comparte aspectos de su propio pasado con Katie en un esfuerzo por ayudarla a sentirse parte de la continuidad de la familia Keller. Al hablar sobre el futuro con Katie, Jackie le transmite confianza en su vida futura juntas, la invita a los rituales familiares y la ayuda a controlar su ansiedad por lo desconocido al familiarizarla con las indicaciones que se encontrará por el camino. A veces, Jackie se pregunta sobre los próximos años con Katie expresando esperanza sobre la persona en la que se convertirá algún día.

 

Los tres aspectos cruciales del desarrollo social y emocional de un niño (relaciones, regulación del afecto y funcionamiento reflexivo) están amenazados en Katie debido a sus primeros años de maltrato y abandono. Si Jackie quiere facilitar su desarrollo, tiene que ayudar a Katie a relacionarse con ella, a corregir sus expresiones afectivas y posibilitar su funcionamiento reflexivo mediante la reflexión conjunta, todo de una manera similar a la forma en que un padre se relacionaría con un niño más pequeño. Jackie tiene en cuenta la edad de desarrollo de Katie como una guía para relacionarse con ella y modifica las interacciones hasta cierto punto debido a su edad cronológica, pero siempre recuerda que no debe esperar habilidades de relación, de regulación y de reflexión mayores que las que Katie que ha logrado.

 

A medida que los niños desarrollan satisfactoriamente sus relaciones (las que implican confianza y consuelo, así como reciprocidad), su regulación afectiva y sus habilidades de funcionamiento reflexivo, es probable que respondan con relativa facilidad a los esfuerzos de sus padres para enseñarles habilidades básicas de comportamiento social. Ya consideran a sus padres como modelos de comportamiento apropiados: 

a)    Pueden regular sus estados emocionales cuando están molestos y es poco probable que reaccionen ante situaciones de rabia, terror o desesperación. 

b)    Pueden dar sentido a las situaciones y están empezando a saber qué es lo mejor, especialmente cuando sus padres están disponibles como guía. Cuando no están seguros, están dispuestos a pedir ayuda y son capaces de hacerlo. Cuando cometen un error, es probable que respondan a las señales verbales y no verbales de sus padres sobre lo que podrían hacer en su lugar. Y cuando su comportamiento tiene consecuencias negativas naturales, es probable que las acepten incluso cuando se sienten frustrados por ellas.

 

Cuando los niños se crían en un hogar donde desarrollan un apego seguro, es probable que descubran que:

a)    En muchos aspectos, son como sus padres (a menudo los padres esperan estas características o las desean, mientras que en otras ocasiones sus preferencias surgen sin que medie el pensamiento ni del progenitor ni del niño). 

b)   Al mismo tiempo, es probable que descubran cualidades sobre ellos mismos, sobre sus intereses o sobre sus personalidades que difieren de las de sus padres, y también las pueden disfrutar juntos. Estos niños pueden encontrar un equilibrio saludable entre sus preferencias e intereses individuales y las preferencias y deseos de su familia. Hay espacio para ambos. Este equilibrio en los niños con apego seguro se extiende hasta la edad adulta. No es de extrañar que el término para el niño con un apego seguro —que ahora es adulto— sea apego autónomo. Los adultos con apego autónomo pueden integrar sus intereses y deseos individuales y su deseo de intimidad e interdependencia.

 

Cuando se trata de criar a un niño como Katie, los padres adoptivos y de acogida deben tener en cuenta los patrones de cuidado infantil temprano que tienen tanto éxito en la crianza de niños con apego seguro. Durante sus primeros cinco años de vida, Katie no aprendió a relacionarse con los demás con confianza mediante la búsqueda de consuelo y el disfrute de involucrarse recíprocamente. Aprendió a desconfiar, a evitar los estados vulnerables (y, en consecuencia, a no necesitar consuelo) y a hacer frente a las interacciones con los demás a través de la vigilancia y de intentos de controlar a la otra persona. Katie no aprendió a regular sus estados emocionales a través de experiencias de corregulación con sus padres. En su lugar, a menudo se desregulaba y reaccionaba impulsivamente ante el estrés con rabia, terror o vergüenza y desesperación. No aprendió a reflexionar sobre su vida interior y sobre la vida interior de sus padres. En cambio, reaccionaba ante las situaciones desde su postura vigilante sin ninguna capacidad para dar sentido a las cosas desde las perspectivas flexibles que provienen de estar a salvo. Katie tampoco aprendió las habilidades de socialización adecuadas porque no estaba segura, no tenía una guía que implicara opiniones constantes sobre sus comportamientos y no tenía buenos modelos que seguir. Tampoco experimentó las consecuencias naturales de su comportamiento. Cualquier consecuencia era susceptible de ser severa y determinada por el estado de ánimo de sus padres y por sus propias necesidades egocéntricas en lugar de por el comportamiento de Katie en sí mismo.

 

Dadas las deficiencias en su crianza durante sus primeros cinco años de vida, Katie necesita atención especializada por parte de Jackie acerca de lo siguiente:

 

1.    La seguridad nunca debe darse por sentada.

Katie debe aprender a confiar en Jackie. Katie puede percibir frustraciones rutinarias, límites y esperas por creer que no le gusta a Jackie, que Jackie quiere que sea infeliz o que piensa que es mala. Cada momento estresante puede generar desconfianza hacia Jackie y socavar cualquier sensación de seguridad. Jackie debe ser consciente de la probable activación de la vergüenza, el miedo y la ira en respuesta a estas frustraciones y ayudar a Katie a regular la angustia, al mismo tiempo que tiene en cuenta su gravedad y su origen en el pasado de Katie. Si a Katie le va bien un día y mal al siguiente, puede que la razón no sea que no lo esté intentando el segundo día, sino que el primer día se sentía segura pero el segundo, no.

2.    La actitud PACE (alegría, aceptación, curiosidad y empatía) ayuda mucho a Katie a comenzar a confiar gradualmente en Jackie, así como a regular sus emociones y a reflexionar sobre el significado de las frustraciones que se producen en su relación con Jackie. 

a)    La alegría, tanto directa como subyacentemente, transmite optimismo e implicación, y en ocasiones disfrute y deleite

b)   La aceptación proporciona a Katie la sensación de amor incondicional que sirve de base al apego y que caracteriza las relaciones sanas entre padres e hijos que rara vez había experimentado. Aunque es evidente que no se aceptan todos los comportamientos, sí se acepta la vida interna de pensamientos, emociones y deseos de Katie. Esta aceptación permite a Katie reflexionar sobre su vida interior y poder comunicársela gradualmente a Jackie. 

c)    La curiosidad transmite un interés no crítico en la vida interior de Katie, que abarca su experiencia estresante y su reacción ante ella. Esta actitud permite a Katie conferir sentido tanto a su pasado como a su presente, incluidas las conexiones entre las experiencias tempranas de maltrato y abandono y sus comportamientos desafiantes actuales y la desconfianza hacia Jackie. La experiencia empática de Jackie hacia Katie transmite su presencia afectiva, donde comparte y está con ella en su angustia al mismo tiempo que la comprende

d)   La empatía aumenta las probabilidades de que Katie permanezca regulada cuando se enfrente a eventos estresantes y sea más capaz de darles sentido. Al experimentar la empatía de Jackie, la carga de su pasado no resultará tan pesada

 

La actitud PACE es una forma de estar con Katie, no una técnica para “hacer que sea buena”. Se nota su presencia en todos los aspectos de los esfuerzos de Jackie para criar a Katie.

 

3.    Como es probable que Katie esté atenta ante cualquier posible signo de rechazo, Jackie debe tratar de ser abierta e implicarse constantemente con Katie en lugar de estar a la defensiva en respuesta a sus comportamientos desafiantes. Esta actitud invita a una cercanía y cooperación compartidas, mientras que la actitud defensiva tiende a crear conflictos y luchas de poder (Porges, 2011). Es imposible mostrarse siempre abierto, implicado y regulado, pero estas condiciones deben mantenerse la mayor parte del tiempo. Jackie necesita el apoyo de su esposo y de la terapeuta de Katie, entre otros, para ayudarla cuando Katie se ponga a la defensiva y para evitar el desarrollo del bloqueo de los cuidados.

 

4.    Es probable que Katie experimente regularmente conflictos, malentendidos, falta de sintonía y breves separaciones, lo que refleja una ruptura grave en su relación con Jackie, lo que hace que Katie vuelva a su sensación habitual de desconfianza. Jackie debe estar preparada para iniciar la reparación de la relación con Katie siempre que el estrés entre en juego, acercándose a ella con la actitud PACE en cuanto Katie se muestre receptiva. La responsabilidad de la reparación recae en Jackie, no en Katie, independientemente de cuál haya sido la fuente de la interrupción. Esto no significa que Jackie deba disculparse por la ruptura (a menos que haya razones para que lo haga), sino que debe comunicar que la relación es más importante que cualquier conflicto o razón para la ruptura.

 

5.    Jackie debe recordar constantemente que la corrección de la conducta de Katie debe darse en el contexto de una conexión con ella para que sea efectiva. El objetivo subyacente principal debe centrarse en desarrollar y mantener esta conexión en lugar de desarrollar correcciones efectivas (técnicas de gestión conductual).

 

6.    Jackie debe proporcionar a Katie grandes dosis de estructura y supervisión en su vida diaria. Lo más probable es que estar sola cree ansiedad a Katie y provoque un mal comportamiento que puede ser o no intencionado. 

 

·      La estructura implica una rutina predecible con una variedad de actividades. Reduce las opciones que causan a Katie una ansiedad constante y que hacen que se porte mal. La estructura y la supervisión no son una consecuencia del mal comportamiento, sino más bien un don de cuidados basado en sus necesidades de desarrollo

·      La supervisión representa la proximidad física para proporcionar seguridad y una fuente externa de regulación y significado en lugar de cazarla portándose mal. Jackie reducirá las opciones que pueden llevar a Katie al fracaso, ya que probablemente no aprenderá de los errores. Jackie se asegurará de que Katie tenga disponibles las opciones adecuadas en cuanto sea capaz de tomar la decisión correcta y de aprender de sus errores. Si Katie fuera responsable de tomar sus propias decisiones sobre qué hacer, lo más probable es que al principio no pudiera decidir; y cuando finalmente lo hiciera, podría cambiar de opinión repetidamente. Esto la llevaría a frustraciones continuas, ya que nada de lo que eligiera la haría feliz. Cuando Jackie decide por ella, suele haber un mayor disfrute y satisfacción y comienza el proceso de aprender a confiar en Jackie.

7.    Jackie criará a Katie en función de su edad de desarrollo, no de su edad cronológica. Es probable que la critiquen por ser “sobreprotectora”, aunque lo cierto es que está garantizando la posibilidad de que Katie experimente un éxito sobre el cual pueda desarrollar su sensación de capacidad y valía como persona dentro de una relación segura de apoyo que satisfaga sus diversas necesidades de desarrollo.

Jackie permitirá que Katie experimente las consecuencias naturales de sus malos comportamientos, por supuesto, pero no asumirá que las consecuencias son la base del cambio para Katie. Con frecuencia, la consecuencia principal implica un cambio en la estructura y supervisión de Jackie para aumentar las probabilidades de que Katie actúe de la manera que Jackie cree que más le conviene. Una consecuencia estrechamente relacionada será un mayor esfuerzo para comprender las razones de la conducta, que a menudo tienen sus raíces en el pasado de maltratos de Katie.El simple hecho de proporcionar a Katie diversos incentivos y restricciones no se considera fundamental para conducirla a un cambio de comportamiento significativo y constante.

Las consecuencias no tienen un papel central en la disciplina de Jackie ante los comportamientos de Katie. Disciplina significa enseñar, y si Jackie enseña a Katie formas mejores de actuar, debe hacerlo dentro del contexto de su relación más profunda. Katie necesita aprender que en el centro de su relación Jackie experimenta una aceptación profunda e incondicional acerca de quién es ella y, dentro del contexto de dicha aceptación, los límites en el comportamiento de Katie serán gradualmente más fiables y menos estresantes.

Podemos hacer menos hincapié en las consecuencias para guiar a los niños cuando basamos nuestras expectativas en su edad de desarrollo en lugar de en su edad cronológica. Con frecuencia, el mal comportamiento reiterado se debe a que esperamos del niño más de lo que puede conseguir. Debemos proporcionar la presencia y la orientación que el niño necesita para tener éxito en lugar de asumir que “debería” poder hacer algo debido a su edad cronológica

En segundo lugar, debemos centrarnos en ayudar al niño a confiar en la relación y a aprender que cualquier tensión en la relación a través de conflictos o la falta de una sensación de cercanía serán reparadas. El niño debe recibir el mensaje contundente de que la relación siempre es más importante que el conflicto. Ningún conflicto destruirá la relación. 

En tercer lugar, ayudamos a los niños a aprender a regular mejor sus emociones fuertes. Para ello debemos coincidir con la expresión afectiva del estado emocional del niño sin desregularnos. La enseñanza efectiva también implica evaluar únicamente los comportamientos del niño y no su vida interior, lo que le condujo al comportamiento. Finalmente, esta enseñanza significa guiar, entrenar y modelar el comportamiento que queremos, todo con paciencia y entendiendo que puede ser bastante difícil aprender nuevas formas de actuar. Lo más probable es que la enseñanza que se lleva a cabo con ira intensa, con amenazas o retirándose de la relación no conduzca a un cambio de comportamiento constante, sino que genere desconfianza y vergüenza.

 

8.    Jackie invitará regularmente a Katie a experiencias de deleite, alegría y risa; es consciente de que estas experiencias son cruciales para el desarrollo emocional e interpersonal general de Katie y de que ha tenido algunas de ellas en sus primeros años. Al mismo tiempo, Jackie debe recordarse a sí misma que es probable que estas experiencias hagan que Katie se sienta ansiosa y las rechace o que se desregule durante o después de ellas. Jackie debe abordar estas experiencias en pequeñas dosis, mientras reduce su propia expresión natural de emoción y deleite en presencia de Katie. Estas experiencias deben ser incondicionales y no están supeditadas a un buen comportamiento. Del mismo modo, Jackie tendrá en cuenta lo importante que será para Katie aprender a aceptar y, finalmente, buscar consuelo cuando esté en apuros. Como es probable que Katie rechace el consuelo debido a su fuerte deseo de ser autosuficiente, Jackie debe ser paciente y ofrecer consuelo en formatos pequeños y sutiles para reducir la probabilidad de que Katie lo rechace.

 

PSICOTERAPIA

Como el trauma de desarrollo que Katie experimentó fue causado por rupturas severas en sus primeras relaciones de apego, la base de su tratamiento es despertar su confianza en su cuidadora principal. Con este tratamiento (la psicoterapia diádica del desarrollo o PDD) se intenta que Katie experimente las cualidades de una relación de apego óptima tanto con Jackie como con Allison (Hughes, 2004, 2007, 2011, 2014; Hughes et al., 2015; Baylin & Hughes, 2016). Estas cualidades de relación permitirán a Katie empezar a sentirse segura con Jackie, de manera que pueda confiar en ella para el consuelo y el apoyo que necesita para reducir su desconfianza hacia los cuidadores. Entonces podría confiar en Jackie para las experiencias necesarias para facilitar su desarrollo neurológico, emocional, psicológico, social y cognitivo.

 

La principal actividad terapéutica de la PDD consiste en proporcionar a Katie las experiencias intersubjetivas propias de las comunicaciones en sintonía y recíprocas entre padres y bebés, modificadas en este caso para la edad de Katie. Representan el proceso de implicación entre el niño, el terapeuta y el cuidador, donde se conocen y se deleitan mutuamente y el terapeuta y el cuidador conducen al niño a nuevos descubrimientos de sí mismo, del otro y del mundo. Estas comunicaciones son principalmente no verbales e incluyen contacto visual, prosodia de voz, movimientos y sincronización, y cada persona influye en la otra. En la PDD, esto se conoce como diálogo afectivo-reflexivo, ya que abarca ambos componentes expresados —tanto verbal como no verbalmente— de manera integrada.

 

En estas comunicaciones, el terapeuta y el niño o el cuidador y el niño se van turnando. Uno comienza y el otro responde, lo que supone una iniciativa en sí misma a la que responde la primera persona, y así sucesivamente. En ocasiones, lo que la respuesta del niño a la iniciativa del terapeuta/cuidador comunica es “No, eso no es del todo correcto”, “Eso no me interesa” o “Es demasiado intenso”. Entonces el primer terapeuta o cuidador modifica su primera iniciativa hasta que el niño se une totalmente. Esto se conoce como reparación interactiva y es crucial para el poder transformador de estas interacciones en el desarrollo del bebé, así como para el desarrollo de Katie a través de la PDD.

 

Pero es probable que Katie no se muestre receptiva a estas comunicaciones. Puede que ese grado de implicación le resulte aterrador y confuso. Transmite una sensación de interés y disfrute que Katie no puede experimentar con facilidad. Es probable que su respuesta a la iniciativa de Allison o Jackie sea de rechazo y de negativa a involucrarse. Estas reacciones ponen a Allison y a Jackie en un dilema. Si retiran sus iniciativas porque Katie dice que no las quiere, es posible que nunca puedan implicarse con ella de una manera que genere confianza. En cierto nivel, Katie quiere quedarse sola. Si Allison y Jackie esperan hasta que Katie demuestre que quiere estas comunicaciones recíprocas y en sintonía, tal vez descubran que nunca las elige. ¿Por qué iba a hacerlo cuando apenas las ha experimentado como seguras y placenteras en el pasado? 

Un segundo dilema para Jackie y Allison es que si Katie rechaza sus iniciativas de cuidado durante demasiado tiempo, es probable que corran el riesgo de sufrir un bloqueo de los cuidados y que dejen de intentarlo. Puede que pierdan la confianza en conseguir involucrarla, lo que hará que reduzcan gradualmente sus esfuerzos y que se llenen de frustración y decepción. Todo esto haría que Katie se retirara aún más, ya que interpretaría esta respuesta como una señal de que están empezando a rechazarla, y no como consecuencia de que ella las rechace. Por estas razones, el terapeuta no solo sigue las instrucciones del niño, sino que lo guía, y luego sigue la respuesta del niño a esa guía. Esto se conoce como seguimiento-guía-seguimiento y es crucial para generar los diálogos recíprocos en el núcleo de las sesiones de la PDD con éxito.

 

La PDD solo es posible si tanto el progenitor como el niño se sienten seguros en la sesión. Para asegurarse de que el progenitor se siente seguro, el terapeuta se reúne solo con él o ella (antes del inicio de las sesiones con el niño, una o varias veces, y antes del inicio de cada sesión de diez a treinta minutos). El terapeuta trabaja para hacer que los padres tengan claro que no se los culpa, mientras que al mismo tiempo les ayuda a comprender en qué consiste la PDD y cuál será su lugar en las sesiones. El terapeuta también les preguntará acerca de sus propias historias de apego para reducir la probabilidad de que su historial de apego cree desregulación o actitud defensiva en reacción a las conductas desafiantes de sus hijos. El terapeuta y el progenitor deben colaborar para ayudar al niño a sentirse seguro en la sesión, y si la madre no se siente segura, el niño tampoco lo hará.

 

A menudo las sesiones de tratamiento abarcan una amplia gama de comunicaciones afectivas. En una sola sesión pueden estar presentes la risa y la alegría, la tristeza y la ira, el miedo y el consuelo, la estupidez y la seriedad, el afecto y la distancia. Si una sesión en particular parece contener principalmente desánimo e ira, vergüenza y desesperación, el terapeuta debe “confiar en el proceso” y no intentar “presionar hacia lo positivo”. Confiar en el proceso significa que el terapeuta debe tener confianza en que si el progenitor y el niño se están comunicando de manera abierta e implicada, con la actitud PACE, luego surgirá una historia más profunda que subyace a los conflictos y al desapego. Es probable que esta historia contenga un camino hacia la resolución y la reparación, con la capacidad de ver la soledad y la desesperación del niño, así como su coraje y sus esfuerzos persistentes para encontrar una manera de acercarse a sus padres. La PDD también conduce al desarrollo de habilidades reflexivas en el niño y el progenitor. La actitud PACE, tan crucial para Jackie a la hora de criar a Katie en casa, también es fundamental en el diálogo afectivoreflexivo de la terapia. 

La actitud PACE permite al niño explorar con seguridad aspectos de su vida que han sido cubiertos con miedo y vergüenza. Al experimentar aceptación y curiosidad sin prejuicios, el niño a menudo es capaz de preguntarse sobre los episodios de maltrato de su pasado, así como sobre los desafíos y las malas conductas del presente. Dentro de la experiencia de la empatía del terapeuta y el cuidador, el niño puede permanecer regulado mientras explora los eventos asociados con el miedo intenso y la vergüenza. Con la repetición, el niño a menudo se vuelve capaz por primera vez de comunicar su vida interior. El niño se da cuenta de lo que piensa, siente y quiere, y de cómo esas cualidades se relacionan con sus expresiones de comportamiento. Este paso es importante para que el niño desarrolle una narrativa autobiográfica coherente, que es crucial para tener un patrón de apego seguro y para su salud mental en general.

 

Bibliografía

Hughes, D. A. (s.f.). Construir los vínculos. Cómo despertar el amor en niños profundamente traumatizados.

 

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