PRESUPUESTOS BÁSICOS DE LA TEORÍA DE LA GESTALT
La teoría de la gestalt se ocupa de acontecimientos que ocurren dentro de un campo fundamentalmente visual. Éste se estructura en la medida en que existen en él diferencias de intensidad o cualitativas. Por ejemplo, una pared lisa no es un campo, ya que en ella no hay elementos que se estructuren, ni existen diferencias dentro de su superficie. Cualquier campo para ser considerado como tal tiene que presentar diferencias en su composición que permitan obtener figuras con cierto sentido.
Según Wertheimer, la teoría de la percepción debería ser una teoría de campo, porque para él, los hechos y los fenómenos están localizados en un
medio continuo, y son hechos perceptuales que ocurren en ese medio continuo e influyen sobre los que tienen lugar en otras regiones o campos próximos, en la medida en que las propiedades de ambos se hallan mutuamente relacionadas. Es decir, que todo influye sobre todo en función de la proximidad de los campos y de los elementos.
En la teoría de la gestalt hay muchas observaciones que prueban que el concepto de campo debe colocarse en el centro mismo de la teoría de la percepción.
Incluso algunos investigadores van más lejos al afirmar que debería llamarse
teoría del campo en lugar de teoría de la forma. Y esto es fácilmente comprobable y demostrable, ya que si el problema de la percepción espacial (fenómenos visuales) es de importancia primordial, y la conducta organizada tiene lugar en un campo espacial organizado (o campo visual), la comprensión de cómo se organiza el campo es una tarea fundamental para la gestalt.
Los fenómenos ocurren dentro de un campo, y estos fenómenos no se dan
como algo aislado –unos elementos no están aislados de otros– sino que están
en función de la organización de ese campo. Imaginemos que el cuerpo es campo; pues bien, todos los fenómenos que se dan en él no se dan aislados,
sino que están en función de las características y del estado general de esa persona, y el conocimiento de los elementos por separado no nos permite deducir el sistema en el que se encuentran. Por lo tanto, a ese campo llamado persona no podemos conocerlo a través de sus elementos sino como una totalidad. Lo que podemos ver es cómo se organiza ese campo: los procesos psicológicos que se producen dentro de él tienden a lograr un estado tan bueno como lo permiten las condiciones prevalecientes en ese campo. Esta es una ley que enunció Köhler (1969) y que se conoce con el nombre de pregnancia.
¿Cuáles son las fuerzas que operan dentro del campo visual?
Köhler enuncia en 1940 la ley de la proximidad, cuyo significado podría definirse de la siguiente manera: “Cuanto más cerca están en el espacio o en el tiempo procesos semejantes, tanto mayor es la tendencia cohesiva entre ellos”. (Köhler, 1969)
De aquí se deduce que la fuerza cohesiva entre los procesos varía de acuerdo a leyes casi cuantitativas. Leyes que pasamos a describir:
a. Cuanto mayor es la semejanza cualitativa entre procesos que se dan en un campo visual, tanto mayor es la fuerza cohesiva entre ellos. Por ejemplo, si tenemos en un panel bombillas de diversos colores encendidas, la
fuerza cohesiva de las bombillas que tienen un mismo color será superior al que puedan tener con las otras de colores diferentes.
b. Cuanto mayor es la semejanza intensiva entre procesos, tanto mayor es la fuerza cohesiva entre ellos. Por ejemplo, aquí la fuerza cohesiva dependería de la intensidad de las bombillas.
c. Cuanto menor es la distancia entre procesos semejantes, tanto mayor es la fuerza cohesiva entre ellos. Aquí, como vemos, es la distancia relacionada con la proximidad de las luces lo que crea cohesión.
d. Cuanto menor es el intervalo de tiempo entre procesos semejantes, tanto mayor es la fuerza cohesiva entre ellos. Por ejemplo, si encendemos
sucesivamente por un espacio de tiempo pequeño luces separadas entre sí, tienden a aparecer como unidas en un proceso, como si estuvieran en movimiento. Si el tiempo entre el encendido de una luz y otra es largo o desigual el fenómeno desaparece.
Estas leyes están mejor ejemplificadas en el fenómeno “phi”, también llamado fenómeno de la percepción del movimiento aparente. Será Wertheimer (1945) el primero en describir el fenómeno “phi” de la siguiente manera:
“Cuando dos estímulos se dan en rápida sucesión y a cierta distancia entre sí, tienden a aparecer como un solo objeto visual en movimiento, produciéndose y desplazándose este movimiento desde el lugar del primer estímulo hacia el del segundo”.
Esta sensación o efecto de movimiento también se conoce con el nombre de efecto estroboscópico, fenómeno en el que se basan los dibujos animados del cine y que producen la sensación de estar en movimiento.
Este fenómeno del movimiento aparente o estroboscópico depende fundamentalmente del intervalo de tiempo que media entre el primero y el segundo estímulo o fogonazo, que suele oscilar entre 55 y 65 milisegundos, si se quiere conseguir un buen movimiento aparente. El fenómeno queda destruido si se intenta analizar las partes de que se compone, demostrando que el fenómeno de la percepción tiene un carácter de totalidad.
La aplicación más precisa de esta teoría general gestáltica o fenómeno “phi” de la percepción, ya aparecía en los estudios de Brown y Voth y se refería a este efecto de movimiento aparente. En resumen, vemos cómo el intervalo de tiempo entre un estímulo y otro, el tiempo de exposición, la diferencia de intensidad y la distancia adecuada pueden provocar una sensación de movimiento aparente. Los que se dedican a los dibujos animados saben que para reducir los movimientos bruscos en las películas animadas tienen que establecer diferencias muy ligeras entre los dibujos sucesivos, es decir, disminuir el intervalo de tiempo entre fogonazos alternantes, para que el movimiento aparente sea mejor y más real. Cuando queremos estudiar este fenómeno aislando los distintos elementos que lo componen, si separamos los distintos fogonazos para ver si hay diferencias entre ellos de intensidad, o medimos cómo están colocados unos al lado de otros, o cualquier otro estudio que queramos realizar con los diferentes componentes de ese fenómeno, lo que conseguimos es destruirlo debido a la característica de totalidad que tiene la percepción. Lo mismo sucede al aislar un sentimiento o emoción de su contexto, al separar sus elementos para su estudio.
No son, pues, los elementos los que hay que estudiar, sino la disposición de esos elementos: es el “cómo”, no el “por qué”.
Koffka llega a la conclusión de que las fuerzas cohesivas que mantienen unidos los elementos que forman esa totalidad tenderán hacia la regularidad, la simetría y la simplicidad; de ahí la ley de la pregnancia, según la cual:
“La organización psicológica será tan buena como lo permitan las condiciones existentes” (Koffka, 1973).
Por tanto, la organización de un campo no es arbitraria, ni casual, sino que tiende hacia un estado ideal de orden y simplicidad, existiendo un mínimo de tensión e inestabilidad y un máximo de armonía y estabilidadinternas.
Esta misma tendencia existe en el organismo, que tiende a estructurarse y realizarse utilizando un mínimo de tensión e inestabilidad y un máximo de armonía, estructurándose siempre tan bien como lo permiten las situaciones estímulo –es decir, tan bien como lo permiten las condiciones y los estímulos internos y externos–. Cuando las condiciones internas o externas son altamente negativas, como sucede en el caso de la psicosis, la organización es muy negativa, pero a pesar de todo la persona tiende a reorganizarse lo mejor que puede dadas todas las condiciones existentes.
La ley de la buena forma o de la pregnancia puede desglosarse a su vez en ley del movimiento y ley del equilibrio.
Como ley del movimiento, la buena forma sugiere una dirección en la organización psicológica que tiende hacia una buena configuración. Como ley
del equilibrio funciona según unos principios de física de máxima y mínima.
Según estos principios, cuando la organización se mueve hacia un mínimo (de tensión) se caracteriza por la simplicidad de la uniformidad, y cuando se mueve hacia un máximo (de armonía) se caracteriza por la simplicidad de la perfecta interrelación o articulación de sus elementos.
Así pues, toda organización psicológica tiende a moverse hacia un estado
de pregnancia, hacia una buena configuración o gestalt. Pongamos un ejemplo a nivel físico: Toda excitación tiende a dirigirse o a tratar de convertirse, si es lo suficientemente fuerte y lo permiten las condiciones existentes, en una necesidad clara, precisa y con sentido.
A la ley de la buena forma se le añaden subleyes que rigen el agrupamiento. Éstas son:
• Ley de la semejanza o igualdad: con esta ley se demuestra que los pares de estímulos semejantes son aprendidos más rápidamente que los pares desiguales. Se da esta ley en la asociación por semejanza, cuanto mayor es ésta entre los objetos de un campo visual, más y mejor se organizan en percepciones unificadas.
• Ley de la proximidad: las partes de un fenómeno o fenómenos próximos tienden a juntarse y a formar una sola gestalt, y es casi imposible verlas aisladas o romper las unidades basadas en la cercanía. Las partes o fenómenos próximos tienden a la unificación. A esto se le llama asociación
por contigüidad. En ésta, los fenómenos que están próximos, la percepción tiende a visualizarlos o a sentirlos como uno. Véase la figura 1.2.
• Ley del cierre: las áreas cerradas son más estables que las abiertas, que tienden a difuminarse o a mezclar sus elementos con otros próximos. El cierre elimina la posibilidad de agrupar partes cercanas de figuras separadas. Este hecho podemos traspasarlo a la conducta humana, donde
las personas más introvertidas o “cerradas” son más estables frente a los cambios o las influencias del mundo que les rodea. Mientras que las personas extrovertidas tienden a mezclarse más con las demás personas, son más cambiantes e influenciables por el medio y su entorno. Véase la figura 1.3.
En relación a este punto sería interesante llevar a cabo un estudio riguroso en base a ambos géneros. En este sentido, si se confirmara la idea de que la mujer es más extrovertida que el hombre, también se podría decir que estaría dispuesta a aceptar mejor los cambios que se producen. En el caso de la moda, es evidente que la mujer está más dispuesta que el hombre a cambiar más frecuentemente.
• Ley de la buena continuidad: el cierre y la continuidad son aspectos de
la organización articulada. Toda organización con un buen cierre –como el dibujo del ejemplo de más abajo–, tiende a verse con sentido (no con las líneas que están más próximas como dice el principio de proximidad, sino con las que forman un cierre). La organización se aplica a la percepción y al aprendizaje. Se opone al principio de proximidad o cercanía, ya que favorece el agrupamiento de líneas menos próximas pero que se complementan dando una sensación de cierre. Véase la figura 1.4.
• Ley del contraste: su enunciado es que siendo iguales los demás facto-
res, cuanto mayor sea el contraste entre los elementos de la figura y los del fondo (sea brillo, color o forma) tanto más fácilmente se formarán figuras. Esto lo podemos observar en fotografías o cuadros.
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