Maniobras terapéuticas y prescripciones en el caso de pérdida amorosa
1. Acto de compasión
En el caso de que la persona haya sido abandonada y rechazada por
alguien a quien ha amado o ama todavía, la postura terapéutica
que hay que adoptar al principio es similar a la que se adopta en
caso de pérdida por luto, pero con un pathos menor. Por lo general
resulta útil declarar al paciente: «Un abandono es como un luto,
un sufrimiento insoportable, incluso en algunos aspectos peor,
porque dentro de ti la persona desaparecida sigue siendo “tuya” , y
en cambio quien te abandona la mayoría de las veces pertenece a
otra persona».
En este caso la compasión expresada a través de esa afirmación
contempla no solo el sufrimiento por la pérdida, sino también la rabia
y la rivalidad. Estas personas suelen manifestar una alternancia entre
la desesperación y la rabia, el deseo de volver a tener a la persona
amada y la agresividad que sienten hacia ella, y a menudo manifiestan
una clara rivalidad hacia el nuevo compañero del ex.
2. Escribir una carta
Al final de la sesión, utilizada para hacer emerger y sacar a la luz emociones encontradas, se prescribe, escribir una carta todos los días, en la que hay que exponer todo lo malo o lo bueno que el paciente querría poder decir al excompañero, y al mismo tiempo se conmina a cortar cualquier tipo de contacto con él/ella.
Esta prescripción permite por una parte hacer que confluyan y fluyan las emociones intensas canalizándolas en el epistolario y, por la otra, se pretende bloquear la habitual solución fallida de seguir al exnovio/a, evitando de este modo un rechazo más dramático todavía.
Muchas veces, estas dos indicaciones se mantienen durante algunas sesiones, hasta que el paciente manifiesta que ya no siente necesidad de escribir. En relación con la evitación de los intentos de contacto con la expareja, las evoluciones posibles son dos: o la persona encuentra la paz y dirige su atención a otras cosas, o bien la expareja, que ya no se siente acosada, lo reconsidera y expresa su intención de reanudar la relación. Sin embargo, esta segunda posibilidad se produce normalmente pasados unos meses, un período en el que muchas veces la persona abandonada ha rehecho su vida, reconstruyéndola sobre los escombros de la relación anterior.
En conclusión, también en este caso las conductas autolesivas, así como los atracones seguidos de vómito, que tenían una función mitigadora del dolor ocasionado por la pérdida, tienden a reducirse o a anularse sin necesidad de ninguna intervención directa.
Bibliografía
Nardone, G., & Selekman, M. D. (2013). Hartarse, vomitar, torturarse.
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