Indicadores más frecuentes en los dibujos de abuso sexual infantil
· Sombreados en la zona genital: en muchas oportunidades, los sombreados se perciben como tachones, mientras que otras veces es menos evidente y pasan como marcas hechas al azar en el proceso de pintar. Siempre son indicadores de angustia frente a la sexualidad propia o respecto de la sexualidad de alguno de los personajes que ha hecho.
· Ausencia de la zona genital: a veces, se omite realizar la parte de la pelvis y el área genital, y de esta manera, las dos piernas dan la impresión de quedar pegadas al tronco del personaje. Esto, al igual que en el punto anterior, refleja angustia frente a la sexualidad.
· Figuras fálicas: si bien no siempre los niños/as abusados/as dibujan penes, en muchas oportunidades realizan distintas figuras fálicas, quedando muchas de ellas escondidas dentro del sombreado o incorporadas de forma inconsciente a la corteza de un árbol, a las líneas que reflejan el viento, etc. Cuando aparecen figuras fálicas en el dibujo de un/a niño/a hay que corroborar si esto se debe a una simple curiosidad producto de la pubertad, por ejemplo, o si es que están reflejando algo que al niño le angustia y se le impone desde su entorno.
· Borrones: cuando el/la niño/a borra varias veces sobre la zona genital de algún personaje, o cuando un personaje queda mal borrado y aparece en la escena, dando la sensación de ser un personaje fantasmagórico, hay que prestar atención. En general, son indicadores de angustia o algo ocurre con ellos/as.
· Soles invertidos: es común observar que en muchos dibujos de niños/as abusados/as aparezcan soles invertidos (esto es, con la cara torcida o mirando hacia otro lado) o pintados con manchas negras, con anteojos, con estos de enojo o maldad, por ejemplo. Esto se debe a que el sol representa simbólicamente la autoridad o al padre, y cuando el abusador es el padre (o figura representativa) el niño/a siente que éste se está “comportando al revés”.
· Fea impresión general del dibujo: también es muy común que los dibujos de los niños/as con esta problemática reflejen una sensación de vacío, de ira, de depresión, agobio, terror. Esto no hace más que mostrar el estado psíquico y emocional producto de la/las situaciones traumáticas que hubo padecido o aún padece.
· Regresión en el estadio evolutivo del dibujo: a veces, se puede observar que niños inteligentes, repentinamente comienzan a dibujar de manera torpe, realizando las piernas, brazos, dedos, etc. de algún personaje con líneas unidimensionales. En general, esto se debe a que el niño hace una regresión a un estadio previo, cuando era más pequeño y aún no estaba siendo abusado.
· Firmas tachadas: argumentando que la escritura de su nombre les ha salido mal, la tachan. Muchas veces, a la hora de poner su nombre en alguna de sus obras, se puede observar que lo han firmado y tachado o borrado varias veces. Esto está directamente vinculado a una problemática de identidad y a una baja autoestima, que muchas veces es producto de una situación abusiva de larga data.
· Cambios en la firma: otra cosa que se puede observar son niños/as que firman sus dibujos utilizando el apellido materno en vez del paterno. Esto, sin ningún lugar a dudas se debe a un conflicto con la imagen paterna.
· Distorsiones en el esquema corporal: los/las niños/as abusados/as suelen tener distorsiones de su esquema y de su imagen corporal y esto queda reflejado en sus producciones gráficas, cuando, por ejemplo, dibujan figuras humanas que dan la impresión de estar cortadas en dos o atravesadas por una línea divisoria. También, es común observar, que realizan alguna
parte de cuerpo excesivamente grande, como las manos, los brazos, etc.
· Figuras descuartizadas o desmembradas: en general, los/las niños/as realizan este tipo de dibujos riéndose o refiriéndose a que están dibujando la escena de alguna película que han visto. No obstante, cuando estas escenas se repiten en varios dibujos, es necesario prestar atención ya que pueden estar reflejando un estado de angustia aterradora, producto de las amenazas de muerte del abusador.
· Expresión de los personajes: cuando los rostros o los cuerpos de los personajes dibujados reflejan horror, asco, enojo, miedo, vacío; esto, es un indicador de los estados internos de su autor/a.
· Ausencia de piernas: es indicador de un sentimiento de impotencia, de sentirse inmóvil e incapaz de escapar de la situación abusiva.
· Ausencia de brazos o manos: es indicador de angustia frente al contacto afectivo y/o sexual.
· Ausencia de ojos: puede llegar a ser indicador de que ha visto algo que no hubiera querido ver; también, puede ser indicador (si es a su madre, por ejemplo, a quien ha hecho sin ojos o con ojos vacíos o sin pupilas) que él/ella siente que su madre aún no ha podido percibir la situación abusiva.
Da cuenta de la “ceguera familiar”.
· Ausencia de nariz: al ser la nariz un símbolo fálico, su ausencia (o el dibujo de una nariz muy prominente) puede estar reflejando una problemática sexual.
· Ausencia de boca: simboliza una problemática de incomunicación con su entorno, situación que es común en los/las niños/as abusados/as.
· Tratamiento especial de los pies o calzado: los pies también son un símbolo fálico y su ausencia o destaque pueden estar reflejando situaciones sexuales angustiantes.
· Brazos y piernas pegados al cuerpo: son un indicador de represión emocional y sexual.
· Casas desmoronándose: dibujar casas que dan la sensación de tener las paredes a punto de desmoronarse es indicador de un potencial derrumbe psíquico del niño/a, o de una vivencia de inseguridad y poca contención familiar, lo cual es otro de los factores comunes a los niños/as abusados.
· Varias chimeneas: las chimeneas son símbolos fálicos y es común observar que los/as niños/as abusados/as suelen dibujar varias de ellas en distintos dibujos de casas.
· Tratamiento especial del humo: muchas veces, el humo es tan denso y oscuro que da la sensación de que la casa se está incendiando. Esto simboliza graves problemas que pueden estar sucediendo dentro del hogar.
· Ausencia de puertas o ventanas: simboliza incomunicación familiar o familias con características endogámicas, muy típico donde se produce incesto.
· Ventanas con rejas destacadas: simboliza incomunicación de la familia con el exterior. La interpretación es similar al punto anterior.
· Atmósfera: es común en niños/as abusados/as que dibujen, repetidamente, a lo largo del tiempo, símbolos que reflejan una atmósfera emocional conflictiva, tales como rayos, truenos, tormenta y lluvia, viento.
· Personajes de la familia tachados: pueden estar reflejando la identidad del abusador en cuestión.
· Personajes de la familia con marcas en la zona genital: también pueden estar reflejando la identidad del abusador o de una figura cuya sexualidad inquieta de alguna manera al niño/a.
· Personajes de la familia sosteniendo objetos fálicos: pueden estar reflejando la identidad del abusador o de una figura que el niño/a vivencia como agresivo.
· Figuras superpuestas: muchas veces se ve que una parte del cuerpo de la figura, que representa al abusador (que puede estar simbolizado por un animal), queda encimada o pegada a la figura que en la que se representa la víctima.
· Figuras en transparencia: en ocasiones los niños/as borran desprolijamente alguna cosa o personaje que han dibujado, con lo cual queda una especie de “figura fantasmagórica” y –de manera similar a lo que sucedería con una presencia fantasmal– no estarían haciendo más que reflejar algo que ellos/as están vivenciando sin que nadie parezca percatarse de la peligrosidad que ello implica.
· Marcas en el tronco del árbol: son indicadores de traumas en la generalidad de los casos.
· Ramas cortadas: también son indicadores de traumas y de vivencias de castración.
· Ramas caídas: son indicadores de vivencias traumáticas de castración y depresión.
· Copa pelada o a punto de derrumbarse: es indicador de un estado depresivo y/o de un potencial derrumbe psíquico.
· Objetos fálicos (bengalas): en niños/as abusados/as simbolizan la eyaculación.
· Animales con formas fálicas: simbolizan los instintos sin represión (hay que observar al lado de quien ha dibujado al animal en cuestión).
· Bichos: los bichos como las arañas, cucarachas, piojos, etc., pueden estar haciendo referencia al hecho abusivo en cuestión, dado que se caracterizan por poder subirse encima de una persona mientras duerme, sin que ésta pueda darse cuenta.
· Colores oscuros: ocasionalmente, se puede observar que se comienza a pintar el dibujo con colores muy luminosos y que poco a poco se va agregando capa tras capa colores más oscuros llegándolo a transformar en un total mamarracho oscuro, símbolo de sentimientos de opresión, tristeza, depresión, angustia.
Los/as niños/as tienen una natural tendencia a la felicidad y a ver el lado lindo de la vida, y si en algún momento están angustiados, suelen olvidarse rápido de su angustia. Es por ello que si bien pueden plasmar espontáneamente su estado emocional negativo en un dibujo “terrorífico”, al instante siguiente se los puede observar haciendo otros dibujos mucho más positivos o alegres, aun cuando estén sumergidos en situaciones abusivas agobiantes; como si tuviesen un mecanismo natural para compensar los malos momentos. Sin embargo, cuando esto no sucede y, por el contrario, los dibujos con atmósferas opresivas y tristes se repiten una y otra vez, como un patrón de conducta que les es difícil cambiar; esto es un indicador que suele estar anticipando un inminente derrumbe psíquico.
Muchas veces, ante este tipo de dibujos se los puede escuchar verbalizar comentarios felices, aunque incongruentes con lo que ellos mismos acaban de reflejar. En estos casos será tarea del profesional, saber diferenciar este tipo de respuestas como “clichés”, que no cumplen otra función que la de evitar tener que confrontar sobre algo que les produce pánico. He aquí la función del dibujo en un niño abusado: decir sin decir, contar sin hablar, mostrar escondiendo, gritar aquello que no puede definir con ninguna palabra. Como adultos responsables –y más aún como profesionales– es nuestro deber introducirnos en el mundo del dibujo, como parte de un lenguaje universal, que no necesita traducciones eruditas, sino más bien, observación, deducción y mucha empatía.
Bibliografía
María Beatriz Muller, M. C. (2011). Los dibujos en el abuso sexual infantil. Buenos Aires: Maipue.
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