La disociación en los síntomas traumáticos
Pierre Janet (1889) enfatiza que los traumas no resueltos generan déficits profundos en la capacidad de integrar las experiencias. Procesos que normalmente son unificados, tales como las emociones, los pensamientos, la identidad, los recuerdos y los distintos elementos somatosensoriales, quedan separados (Spiegel y Cardena, 1991). Este defecto de integración conduce a una excesiva “compartimentalización de la experiencia”: los distintos elementos del trauma no se integran en un todo unitario o en un sentido integrado de la propia identidad” (Van der Kolk, Van der Hart y Mar- mar, 1996, p. 306). Una forma de compartimentalización se evidencia en la propensión de las personas traumatizadas a alternar entre 1) La insensibilidad emocional y corporal y la evitación de los estímulos que recuerden el trauma, y 2) La reviviscencia intrusiva del trauma a través de flashbacks, sueños, pensamientos y síntomas somáticos (Chu, 1998; Meyers, 1940; Spiegel, 1990, 1997; Van der Hart et al., 2004; Van der Kolk y Van der Hart, 1989).
En palabras de James Chu: “Este modelo bifásico es el resultado de la disociación: los hechos traumáticos quedan distanciados y disociados del conocimiento consciente habitual en la fase insensible, para reaparecer en la fase intrusiva” (1998, p. 33).
En cada una de las fases disociativas aparecen síntomas marcada- mente diferentes. En la fase intrusiva la persona se ve inundada por fragmentos no integrados de recuerdos traumáticos que reaparecen espontáneamente. En la fase insensible, estos mismos fragmentos son mantenidos a raya, pero la persona se siente entumecida y despegada, como si viviera “en la superficie de la conciencia” (Appelfeld, 1994, p. 18). Los síntomas disociativos de cada una de las fases se complican adicionalmente por el hecho de ser tanto psicológicos o psicomorfos, como sensoriomotrices o somatomorfos (Nijenhuis y Van der Hart, 1999; Van der Hart, Van Dijke, Van Son y Steele, 2000).
· Los síntomas psicomorfos incluyen la disociación de las funciones mentales y se manifiestan bajo la forma de emociones irrefrenables, dificultades de concentración, amnesia y demás problemas de memoria, y alteraciones de los sistemas de creencias.
· Los síntomas disociativos somatomorfos incluyen sensaciones corporales, movimientos y los distintos sentidos, incluidas las distorsiones sensoriales, desregulación de la activación fisiológica, ausencia de sensaciones corporales, dolor, trastornos del movimiento, y la reviviscencia del trauma bajo la forma de fragmentos somatosensoriales.
Van der Hart y colaboradores observan acertadamente que los síntomas psicomorfos y somatomorfos deberían considerarse como las dos caras de una misma moneda, dado que “ambos constituyen expresiones de los procesos disociativos subyacentes que tienen lugar dentro del contexto de la unión inseparable de psique y soma” (2000, p. 35). La complicada mezcla de sínto- mas somatomorfos y psicomorfos reclama un modelo de tratamiento que aborde directamente los efectos de la traumatización a nivel tanto mental como corporal.
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