Escala B: Desvalorización de sí mismo
En ningún momento antes de la adolescencia se halla el individuo en evolución sujeto a un examen tan crítico de sí mismo. Los niños suelen percibirse a sí mismos en términos de cómo deberian ser, con un ideal que frecuentemente se halla muy próximo al de sus padres. Sin embargo, en al adolescencia temprana, se entra en un periodo doloroso de comparación de si mismo con los ideales que parecen mucho más lejanos de lo que el adolescente había consi- derado previamente. Es la disparidad entre ambos, y la lucha por resolverla, lo que constituve el foco de la escala de Desvalorización de sí mismo. Esta lucha está íntimamente ligada con los esfuerzos del adolescente para desarrollar su propia identidad. Lo que se observa es que el adolescente formula un sentido tentativo de lo que es. Se observa en esta área, quizás más que enninguna otra, que la fuerza de la adolescencia frecuentemente intensifica los conflictos aunque, en última instancia, le ayudará a crecer y resolver las dificultades.
El ideal de nosotros mismos que todos creamos suele ser bastante constante a través de los individuos. Todos queremos ser valientes, inteligentes y atractivos. Sin embargo, los individuos varían considerablemente en cómo se perciben con relación a este ideal.
Dos factores importantes afectan a esta percepción:
· La presencia de auténticas deficiencias que hagan imposible el logro del ideal
· La intensidad crítica con la que una persona se evalúa a sí misma.
Los adolescentes se han planteado ideales que consisten en riqueza y poder pero sienten que no podrán alcanzar estas metas si tienen capacidades limitadas o se les niegan oportunidades por pertenecer a minorías en situación de desventaja (Dreger y Miller, 1968). Por otra parte, estos ideales elevados pueden parecer muy lejanos para los adolescentes más aventajados o más perspicaces que son capaces de analizar y reconocer las diferencias entre ellos mismos y los niveles o expectativas que se habían marcado. La introspección de estos adolescentes podrá serles útil más tarde y quizás incremente una mayor congruencia entre sí mismo y la realidad (Katz yZigler, 1967).
Es significativo que el adolescente con una baja autoestima sea menos popular entre su grupo de iguales aunque muestre la mavor necesidad de aprobación social. Buscando cómo lograr esa aceptación y el reconocimiento social se convierten en simples peones de otros miembros del grupo, frecuentemente se comportan de forma que en otras circunstancias no hubieran ni considerado, únicamente por su necesidad desesperada de ser aceptados por los otros (Dittes, 1959; Walster, 1965; Zimbardo y Formica, 1963).
A pesar de tales escollos, el proceso de desarrollo continúa su progreso. El proceso prosigue en la adolescencia tardía, generalmente con mayor comodidad y aceptación de sí mismo. La insatisfacción con respecto a sí mismo se convierte entonces en un marcador muy personal de falta de felicidad y no simplemente en un índice común a la mayoría de los adolescentes. Con la madurez, los adolescentes aprenden a no culpar a los otros de sus propias dificultades.
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