Escala C: Desagrado por el propio cuerpo
Los niños aceptan crecer y cambiar como aceptan cualquier otro aspecto de su existencia cotidiana. Cuando ocurren los cambios, los sienten como algo gradual y son integrados con escasa conciencia. Por el contrario, los cambios que tienen lugar en la adolescencia temprana y media son de naturaleza diferente. El crecimiento es rápido, afecta a la sexualidad y crea cambios físicos significativos en cuanto a configuración, forma y atractivo. Los deseos y sueños referentes a la apariencia se confrontan ahora de forma clara con la propia identidad física que emerge.
La manera en que el adolescente se ve a sí mismo se basa, en parte, en aspectos objetivos de su desarrollo corporal, pero este físico es juzgado en el contexto de una miríada de experiencias y de normas sociales (Ausubel, 1954). Este proceso crítico es muy complejo, producto de las actitudes parentales, de los temores personales, de las reacciones de los iguales y de la propia conciencia crítica.
La edad en que tienen lugar los cambios de la pubertad es significativa, especialmente para los chicos (Frazier y Lisonbee, 1950). El desarrollo temprano, evidente en el vello facial y en el aumento de la musculatura, es visto de forma muy positiva, dando lugar frecuentemente a un sentimiento de propia satisfacción, interés en las prácticas atléticas y confianza de tipo gene- ral. El retraso en este tipo de cambios en el chico adolescente ocasiona a menudo una menor asertividad y menor tendencia a asumir el papel de líder, pautas que pueden persistir después de la maduración (Washburn, 1962). Mientras que la forma corporal ideal en los chicos se halla en consonancia con las características típicas de la maduración, las chicas adolescentes quedan frecuentemente atrapadas en una situación dolorosa cuando se desarrollan físicamente. Algunos de los cambios más esperados (p. ej., el desarrollo del pecho) están vinculados a otras características menos atrayentes, que incluven muslos más gruesos y caderas más anchas.
Los beneficios del desarrollo son complejos y, con frecuencia, la chica adolescente es duramente crítica con lo que ella ve como imperfecciones obvias, cuando lo compara con el ideal femenino de ser bien proporcionada, con caderas delgadas y piernas largas. Una sensación dolorosa de disminución del atractivo puede complicar otros aspectos de la adaptación de la adolescente, especialmente la relación con sus compañeros varones.
Este proceso de examen de sí mismo, de crítica y de integración de la apariencia física y de la imagen corporal se ve muy afectado por las reacciones de los otros. Un primer factor lo constituyen las actitudes que los miembros de la familia adoptan de cara a minimizar o mejorar los problemas. Las actitudes negativas de la familia pueden crear e intensificar la insatisfacción por la imagen facial y corporal, incluso entre adolescentes que están experimentando los cambios normales del crecimiento (Schonfeld, 1966).
En la adolescencia tardía, la mayoría de los cambios físicos han ocurrido ya. Bien o mal, el individuo ha asumido una relativamente acabada configuración facial y corporal. Desgraciadamente para muchos adolescentes, la insatisfacción por su apariencia se mantiene también, frecuentemente, inmutable.
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