Escala CC: Predisposición a la delincuencia
Numerosos conflictos y luchas internas pueden provocar que los adolescentes tengan problemas; y un número igualmente amplio de acontecimientos y desórdenes internos pueden llevar a los adolescentes a convertirse en problemas. Generalmente los adolescentes que tienen problemas, hacen notar su malestar mediante la exhibición de comportamientos problemáticos con la familia, amigos y profesores. Los adolescentes que son problemáticos consiguen la atención mediante el malestar que infligen a los otros y a través de la indiferencia por las limitaciones ordinarias de la sociedad.
¿Cuál es la esencia de esa incapacidad o desgana para cumplir con las normas sociales? ¿Cómo se ha desarrollado ese hábito de despreocupación y qué vías se han mostrado más eficaces para su remedio?
Lo que subyace al comportamiento «delincuente» no es un rasgo único sino una constelación de sentimientos, cogniciones (o su ausencia) y comportamientos que culminan en actos contra otros.
No existe un único tipo de individuo delincuente. Antes bien, parece que existan, como mínimo, dos grupos diferentes de adolescentes en gran parte divididos por límites socioeconómicos. Aunque poseen coniuntos muy diferentes de sentimientos y rasgos de personalidad, los pocos comportamientos que comparten les llevan a ser etiquetados de forma conjunta.
Algunos individuos tienen una autoestima muy baja en lo que hace referencia a su vida académica, que puede estar basada en dificultades reales con los esfuerzos que la escuela requiere; entre ellos existe un rechazo general del éxito escolar.
En otros, la vida familiar es descrita frecuentemente como caótica u hostil, con padres que frecuentemente actúan de forma antisocial.
Una característica central en estos adolescentes es su impulsividad, sin que les preocupen las consecuencias finales. Incluso cuando esas consecuencias son conocidas, estos adolescentes pueden preferir ignorarlas, mostrándose indiferentes ante la posibilidad de sufrir y quedándose con frecuencia impasibles cuando esto ocurre. La situación es más complicada por el hecho de que la cultura del grupo de iguales puede dar apoyo al comportamiento ilegal. El marco social más amplio castiga el comportamiento concreto por el que estos adolescentes se ven recompensados dentro de su grupo social más íntimo.
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