Escala A: Difusión de la identidad
La adolescencia es, principalmente, un periodo de examen de sí mismo, de los otros y de las creencias. Antes de que los adolescentes puedan abandonar de manera confortable la seguridad de la dependencia infantil, deben formularse alguna idea acerca de quiénes son, adónde van y cómo podrán llegar allí. Su tarea consiste en construir un puente que les permita cruzar el abismo desde la irreflexiva vinculación infantil a lo establecido hasta la propia independencia con una comprensión clara de quiénes son.
Esta transición, a veces caótica y perturbadora, desde la inconsciencia de la infancia a la identidad adulta constituye el foco de la escala de Difusión de la identidad.
Para facilitar el desarrollo eficaz de la identidad, deben existir factores tales como relaciones satisfactorias entre padres e hijos y adecuados modelos de rol del propio sexo (Block y Turula, 1963; Helbrun y Fromme, 1965). A la inversa, pueden darse circunstancias que lleven a aumentar la dificultad v hacer que el adolescente no sea capaz de desarrollar una identidad madura. Al comenzar con los cambios corporales todo un amplio mundo de posibilidades de elección se ofrece al adolescente, que debe adaptarse y seleccionar sus metas.
Los adolescentes que carecen de adecuados modelos de rol o que han recibido mensajes confusos o malhumorados de sus padres o de sus iguales, pueden sentir estos cambios como abrumadores o como algo espantoso. Si las perspectivas son suficientemente aterradoras, pueden evitar el cambio, dando lugar a adolescentes que continúan inseguros de quiénes son o de adónde pueden ir y que eligen quedarse con la confusión y la incomodidad de su familia antes que enfrentarse a lo desconocido. Una posición de este tipo únicamente produce futuros problemas.
La resolución del tema de la identidad es central para que el adolescente sea capaz de establecer su independencia, de convertirse en miembro de un grupo de iguales y de desarrollar su identidad sexual. Sin un sentido claro de los valores y una identidad personal es muy pocoprobable que se produzca un desarrollo saludable. Sin embargo, a pesar de las dificultades, la mavoria de los adolescentes construven las bases de su identidad en la adolescencia temprana y media.
Esta base se ve fortalecida cuando adquieren pautas de afiliación social y objetivos vocacionales.
Un cierto grado de cuestionamiento y de dudas acerca de sí mismo es no solamente inevitable sino también necesario para el progreso del desarrollo. Los adolescentes que simplemente abrazan los ideales formulados por sus padres pueden haber adquirido un rol, pero quizás más tarde llegarán a tener graves dificultades en aceptar este sentimiento de sí mismos, externamente impuesto. Simplemente se ha retardado un proceso necesario. El desarrollo de la identidad no demanda simplemente el rechazo de los valores paternos, sino más bien el examen e integración de esos valores junto con los valores de un mundo más amplio al que se están incorporando los adolescentes.
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