MANTENIMIENTO DEL TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA
En función de la etiología del TAG, las personas con TAG aprenden a estar hipervigilantes para descubrir las posibles amenazas, ya sean de tipo externo (discusión con un amigo, hijo que llega tarde) o interno (sensaciones físicas). Este sesgo atencional hacia la información amenazante puede ser automático: ocurre incluso cuando la información se presenta fuera de la conciencia; p.ej., hay mayor tiempo de reacción para decir el color en que están escritas las palabras amenazantes, aunque estas palabras se presenten tan brevemente como para que las personas no se den cuenta de que se ha presentado una palabra.
Aunque los datos no son totalmente coincidentes, no parece que el sesgo de atención vaya acompañado de un sesgo de memoria explícita hacia la información amenazante (evaluada mediante pruebas de recuerdo o reconocimiento); esto sugiere una evitación cognitiva de la elaboración de esta información. En cambio, hay datos contradictorios de que exista un sesgo de memoria implícita (p.ej., mayor número de segmentos de palabra completados con palabras amenazantes previamente vistas cuando se pide responder a los segmentos con la primera palabra que viene a la cabeza). Este último sesgo implicaría que la información amenazante es codificada a pesar de la evitación tras detectarla (Hayes y Hirsch, 2007).
Junto al sesgo atencional, las personas con TAG presentan un umbral bajo para percibir la ambigüedad y tienden a interpretar la información ambigua como amenazante (un ruido en la noche significa un ladrón, oír que ha habido un accidente de coche hace pensar en que un familiar está implicado) y a exagerar la posible amenaza implicada en determinadas situaciones. De este modo, es más probable que perciba peligros, ya que su atención se centra en los mismos más fácilmente, y que interpreten los eventos diarios de forma amenazante (Hayes y Hirsch, 2007).
Por otra parte, el grupo de Dugas (Dugas y Robichaud, 2007) ha destacado la intolerancia a la incertidumbre y a la activación emocional como fenómenos clave en los trastornos de ansiedad en general y en el TAG en particular. La intolerancia a la incertidumbre, fruto también de la historia previa, es la tendencia general a considerar inaceptable que un evento negativo pueda ocurrir, aunque la probabilidad de su ocurrencia sea pequeña. Según Dugas y Robichaud (2007), la intolerancia a la incertidumbre contribuye al desarrollo y mantenimiento de las preocupaciones al facilitar:
a) Los sesgos cognitivos antes mencionados
· Atención sesgada hacia la amenaza
· Interpretación de la información ambigua como amenazante
· Exageración de la probabilidad de amenaza
· Necesidad de mayor información a la hora de tomar decisiones
b) La orientación negativa hacia los problemas
· La percepción de poco control sobre los problemas, que son vistos como amenazas
· La poca confianza sobre el proceso de resolución de problemas
c) Las creencias de que las preocupaciones son útiles
d) El empleo de estrategias de evitación
Asimismo, los clientes con TAG tienen más dificultades para identificar, describir y aceptar sus emociones e informan de más miedo a las emociones negativas (también a las positivas según algunos estudios). Se piensa que el miedo e intolerancia de las emociones exacerban el malestar y facilitan el empleo de estrategias inadecuadas de afrontamiento para reducir el afecto intenso o evitar el incremento del afecto negativo.
Los factores mencionados hasta el momento son activados por ciertos eventos disparadores (situaciones externas, sensaciones, emociones, pensamientos), de modo que se genera una percepción de amenaza y de falta de recursos para hacerle frente. Aparecen así las preocupaciones, las cuales implican una sobreestimación de la probabilidad y coste de las amenazas.
Referencia bibliográfica
Vallejo, M., & Comeche, M. (2012). Lecciones de terapia de conducta. España: Dykinson S.L.
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