El ajuste marital y la elección de pareja
Cuando DICKS (1967) habla del ajuste marital, lo que más le interesa es el subsistema que tiene que ver con las complementariedades inconscientes de los dos miembros de la pareja. A partir de la idea de relaciones objetales interiores, formula tres refinadas hipótesis sobre cuándo es más probable que se produzca el conflicto de pareja:
1. Cuando se elige a la pareja porque es como un progenitor cariñoso, pero luego no se corresponde con el idealizado rol parental por el que se la seleccionó y provoca comparaciones injustas.
2. Cuando una persona se casa con otra porque parece que es todo lo contrario de un progenitor decepcionante, para luego descubrir que se rige por una dinámica similar.
3. Cuando la persona ve en su pareja la parte reprimida o repudiada de sí misma.
Aunque pueda haberla elegido para que complemente su personalidad, las cualidades de su pareja que la atrajeron son las que en el yo no están reconocidas, por lo que sólo puede ocurrir que también se desacrediten en la otra persona.
A partir de estos principios, DICKS pasa a estudiar las relaciones de objeto inconscientes que provocan un conflicto en la pareja. La idea de ajuste marital inconsciente —la de que cada miembro de la pareja escoge al otro para que se ajuste a su mundo interior inconsciente— sigue siendo un concepto importante para entender la dinámica de la pareja (BALINT, 1993; FISHER, 1999; LYONS, 1993; RUSZCZYNSKI, 1993)v.
Parte de este ajuste marital inconsciente tiene que ver con la pareja parental interiorizada —es decir, la imagen interiorizada, en parte consciente y en parte inconsciente, de la relación de los propios padres— (FISHER, 1999; SCHARFF y SCHARFF, 1991). Tanto si se busca emular esa relación como si se pretende evitar recrearla, la pareja parental interiorizada forma la base de decididas expectativas sobre cómo deben acoplarse mutuamente los miembros de la pareja.
La elección de las parejas es tanto consciente como inconsciente. Las previsiones conscientes sobre la relación a veces tienen que ver con nuestra necesidad inconsciente de una segunda oportunidad para resolver dificultades que antes no pudimos solucionar; otras veces, parece que tengan más que ver con encontrar a alguien en quien podamos proyectar —y luego, en quien podamos identificar— los aspectos rechazados de nosotros mismos (GRANT y CRAWLEY, 2002).
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