La sexualidad y la asociación psicosomática
La mayoría de los terapeutas de pareja psicosomáticos trabajan de forma activa para comprender la relación sexual de la pareja. WINNICOTT (1960) habla de la asociación psicosomática de la pareja bebé-madre. SCHARFF y SCHARFF (1991) partiendo del término de WINNICOTT muestran cómo en la pareja adulta hay también una vinculación psicosomática. Esta asociación tiene su origen en la relación madre-bebé, donde la proximidad física y emocional van unidas. Esta relación emocional, física, nutriente y de cariño tan estrecha se repite después dentro de la relación sexual de la pareja adulta. La relación sexual es donde la interacción física de la pareja se asemeja a las relaciones objetales de pareja e individuales interiores. La asociación psicosomática debe propiciar un “sexo lo suficientemente bueno”. Es decir, debe expresar la intimidad, contener la frustración, ser una parte de la relación lo bastante buena para reducir la tensión, al tiempo que a veces satisfaga las necesidades y fantasías de la pareja. La idea de “suficientemente buena” es muy útil: no hay necesidad de que sea perfecta ni cumpla todas las expectativas, pero debe ser una actividad satisfactoria e íntima al menos durante cierto tiempo.
SCHARF y SCHARF (1991) sostienen que la relación sexual renueva la energía de la díada, repara el desgaste natural de la vida corriente y expresa los aspectos amorosos de los mundos objetales interiores. Cuando es buena, ayuda al mutuo sostenimiento de la pareja. Pero cuando es problemática, también puede agigantar los objetos interiores reprimidos, tanto los de rechazo como los de excitación, pero frustrantes. En este caso, socava la sensación de cariño, de atención recíproca y de seguridad de la relación. La expresión sexual se guía más por fuerzas inconscientes que conscientes, por lo que a menudo es un campo donde es difícil promover el cambio.
SCHARFF y SCHARFF señalan que una relación sexual difícil normalmente es consecuencia de problemas de relaciones objetales, y que una asociación sexual insatisfactoria añade una carga más a la relación, con lo que se crea un ciclo negativo que se autofortalece.
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