MECANISMOS DE DEFENSA
Identificación proyectiva
El Yo escinde partes de sí y de objetos internos y las proyecta en el objeto que queda controlado e identificado con las partes proyectadas.
Cuando el objeto sobre el cual se proyectan las partes escindidas del Yo es interno, éste adquiere las cualidades de las partes proyectadas; mientras que si el objeto es externo (por ejemplo otra persona), las partes proyectadas del Yo pasan a formar parte del objeto externo, en la fantasía.
Mecanismo normal: proyectar partes buenas de sí, permitiendo la empatía con los otros
Mecanismo patológico: se libra de las partes malas
Pueden utilizarse para:
· librarse de partes malas y atacar con ellas al objeto;
· librarse de partes malas y proteger al objeto interno;
· para evitar la separación, colocando partes buenas en el objeto y logrando así la unión con él;
· como modo de reparación primaria del objeto;
· para resguardar a una parte buena.
Las identificaciones proyectivas adquieren características violentas especialmente en las esquizofrenias, otras psicosis y la psicopatía.
Con características psicóticas:
La envidia, hostilidad y la angustia son excesivamente intensas, el Yo expulsa los aspectos disociados y fragmentados en el objeto externo, el cual adquiere características persecutorias. La realidad se vuelve cada vez más dolorosa y persecutoria provocando en el sujeto sentimientos de vacío y despersonalización.
Con características psicopáticas (identificación proyectiva inductora)
El Yo también disocia y proyecta lo malo en el objeto externo, mantiene el control sobre estos aspectos para evitar la reintroyección y para inducir al objeto a la aceptación activa de las partes proyectadas (el sujeto busca paralizar y anular la capacidad de discriminación del objeto externo).
Mecanismos esquizoides
Los mecanismos esquizoides son empleados por el Yo para defenderse de intensos temores de aniquilación y muerte. Sirven para enfrentar la angustia persecutoria que amenaza al Yo.
Comprenden:
a) Disociación
El Yo y el objeto de dividen en dos partes: buena y mala, generándose simultáneamente dos vínculos: uno entre un Yo agresivo y un objeto idealizadamente persecutorio; y otro, entre un Yo lleno de amor y un objeto idealizadamente bueno.
Es precursora de la represión y permite la división entre lo consciente y lo inconsciente.
b) Idealización
defensa contra las ansiedades persecutorias (temor a ser atacado y destruido por el objeto). En la teoría kleiniana, la idealización favorece buenas relaciones objetales ya que el objeto idealizado es precursor del objeto bueno; y se mantiene durante la vida adulta en períodos de enamoramiento, en las ideologías, en los ideales de vida, etc. Sin embargo, la idealización en grado extremo dificulta las relaciones con el objeto real.
c) Negación
La negación es un mecanismo que se utiliza para no ver aspectos del propio Yo o del objeto que aterrorizan o angustian. Lo negado deja de existir y por tanto deja de representar un peligro para el Yo.
d) Control omnipotente
El control omnipotente junto con la negación son mecanismos primitivos que responden a la impotencia del yo ante sus impulsos destructivos proyectados sobre el objeto. Refiere a la fantasía de poseer control sobre el objeto persecutorio, el dolor y temor a la separación y dependencia del objeto.
Defensas maníacas
Las defensas maníacas incluyen los mecanismos de disociación, idealización, negación y control omnipotente del objeto, característicos de la etapa esquizo-paranoide (en la teoría kleiniana) pero que en la etapa depresiva adquieren otras cualidades.
Durante la etapa esquizo-paranoide estos mecanismos tenían por finalidad proteger al Yo contra un ataque aniquilante por parte del objeto; mientras que en la etapa depresiva, su función es la de defender al objeto de los ataques ambivalentes del Yo, y a éste de la ansiedad y culpa depresiva. Interviene también el intento de reparación y restitución del objeto en la fantasía.
Defensas de control obsesivo
Durante el desarrollo infantil, en la etapa depresiva la vivencia del daño infligido al objeto y la culpa y dolor por la fantasías de destrucción del mismo producen la inhibición y el control de la agresión. Los mecanismos anal-retentivos modifican los antiguos mecanismos anal-expulsivos, de identificación proyectiva excesiva permitiendo la posibilidad de contener los impulsos y sentimientos, lo cual contribuye al establecimiento de los límites del Yo entre:
· dentro-fuera
· Yo- objeto externo
· Yo- objeto interno
· mundo interno- mundo externo
Esto favorece el sentimiento de identidad, la ordenación temporo-espacial y el desarrollo del sentido y juicio de realidad.
El mecanismo anal-retentivo es el mecanismo dominante de las defensas obsesivas, entre las cuales se encuentran:
a) aislamiento
b) anulación
c) formación reactiva
Estos mecanismos resultan adaptativos en tanto favorecen una organización interna capaz de vincularse de forma discriminada con los objetos internos y externos. Sin embargo, pueden volverse patológicos cuando son excesivos.
El orden y la rigidez se utilizan como contención ante situaciones de desintegración psicótica, confusión y pérdida de los límites de la identidad.
a) Aislamiento
Este mecanismo se basa en la disociación de los vínculos de amor y odio con el objeto. La finalidad es mantener separados estos vínculos, tanto en la fantasía como en la realidad, ya que su unión haría peligrar la organización del Yo. El temor al que se enfrenta el sujeto si este mecanismo falla es a caer en el caos y la locura; por otro lado, el miedo a que se unan las partes disociadas genera la necesidad de mantener una distancia respecto del mundo y de los objetos para “no sentir”, no ser movilizado afectivamente ni emocionalmente.
b) Anulación
Este mecanismo, al igual que los otros mecanismos obsesivos se basa en el mecanismo de disociación con el objetivo de poder controlar la agresividad dirigida al objeto. En él predomina el pensamiento mágico y omnipotente, el cual sostiene la fantasía que un pensamiento o acto bueno puede borrar o anular un acto o pensamiento malo. Es lo que origina el pedido de perdón o disculpas luego que se ha infligido la agresión al objeto.
c) Formación reactiva
La formación reactiva es un mecanismo que evolutivamente corresponde a los logros de la etapa depresiva. Se basa en un relación divalente (amor-odio) con el objeto. Su función es mantener disociados estos sentimientos reforzando el amor y controlando el odio y agresión hacia el objeto.
Subyacen ansiedades persecutorias como miedo a enloquecer o a la desorganización, relacionadas con la fantasía de asumir la agresión disociada.
Las formaciones reactivas adaptativas permiten la adaptación a las normas sociales que por oponerse al principio del placer podrían suscitar agresión o rebeldía.
Cuando este mecanismo es dominante en la personalidad, ésta se caracteriza por meticulosidad, dureza, amabilidad exagerada, falta de espontaneidad y afectividad, búsqueda de orden.
Regresión
Inclinación de las figuras u objetos (casa o árbol cayéndose)
Ubicación de las figuras hacia la izquierda o hacia abajo en pendiente.
Desplazamiento
Este mecanismo es característico de las fobias. El vínculo con el objeto se disocia creando un vínculo amoroso y un vínculo agresivo, los cuales son proyectados en objetos externos. El objeto fobígeno adquiere las cualidades del vínculo agresivo proyectado, es temido y evitado en tanto es el depositario de las fantasías agresivas.
La finalidad del desplazamiento es proteger el vínculo con el objeto necesitado y, a la vez, odiado; el vínculo con este o
La regresión es un mecanismo por el cual el Yo, ante una situación que no puede controlar, recurre a modalidades de vínculos objetales de etapas anteriores que le resultaron eficaces para mantener el equilibrio. Por tanto, constituye una reactualización de vínculos objetales de etapas evolutivas superadas en el desarrollo individual.
En tanto mecanismo normal se manifiesta en el dormir y en el soñar, y cuando se pone al servicio del Yo, posibilita la conexión con fantasías inconscientes, favoreciendo los procesos creativos.
La regresión se torna patológica cuando implica una regresión estructural a puntos de fijación perturbados del desarrollo.
Represión
Este mecanismo consiste en olvidar aquello que resulta conflictivo para el Yo. El conflicto ambivalente con el objeto se resuelve mediante el olvido, la falta de recuerdos, lo que produce ausencia de afecto e indiferencia.
Se relaciona con el mecanismo de disociación en la medida en que los conflictos quedan disociados, fuera de la consciencia; y con el mecanismo de negación, “aquello que produce sufrimiento es mejor no saberlo”.
En tanto mecanismo adaptativo marca el clivaje o división entre consciente e inconsciente. Cuando esta división es rígida provoca empobrecimiento del Yo y bloqueo, mientras que si funciona a modo de membrana semipermeable permite al Yo el acceso a fantasías o recuerdos inconscientes. A nivel fenomenológico se observa y manifiesta como lagunas en el pensar, sentir o hablar.
Este mecanismo corresponde a un nivel evolutivo avanzado por lo que supone la existencia de una buena organización de la personalidad y del esquema corporal.
Inhibición y restricción del Yo
Este mecanismo se emplea como defensa frente a ansiedades paranoides y depresivas.
Las fantasías de agresión al objeto amado y odiado pueden generar ansiedades paranoides (se teme ser atacado por el objeto) o ansiedades depresivas (se teme dañar al objeto) contra lo cual el Yo se defiende inhibiendo o restringiendo una función como la percepción, la motricidad, el ritmo asociativo, la capacidad para imaginar o la capacidad de aprender que se manifiesta como déficit.
La inhibición se erige sobre la base de introyecciones patológicas de un objeto dañado, muerto o moribundo con el cual el Yo se identifica.
Sublimación
Este mecanismo consiste en el empleo o derivación de impulsos instintivos hacia actividades con fines no sexuales socialmente aceptables como aprender, trabajar, crear, etc.
“El dolor y la pena por los objetos queridos y valiosos a los que se teme haber destruido, moviliza impulsos reparatorios, de recreación de los objetos internos y externos, que constituyen la base de la creatividad y la sublimación. (...) La posibilidad de sublimar supone la capacidad de reparación, y está en relación directa con ella, en tanto se propone proteger al objeto de nuevos ataques hostiles y repararlo por los daños que ya ha sufrido. La sublimación es en sí misma un trabajo de reparación, que implica un vínculo de amor con un objeto total y se expresa a través de la creatividad, de la capacidad de realizar y autorrepararse.” (Grassano; 1985, p. 385)
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