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Personas (denominados objetos) a los que se “enganchan” las personas con Trastorno de personalidad por necesidades emocionales

 Personas (denominados objetos) a los que se “enganchan” las personas con Trastorno de personalidad por necesidades emocionales

1) El objeto narcisista. 

· Es fácilmente idealizable. Ya se sabe que se idealiza aquello de lo que se carece o que se ve muy inaccesible. La tremenda falta de autoestima y la insatisfacción consigo mismo del dependiente emocional provoca que queden realmente fascinados ante personas con un ego muy sobrevalorado, fuertes, aparentemente sin fisuras, dominantes, soberbias, seguras de sí mismas. Consideran a estas personas como “interesantes”, cuando a otras podrían perfectamente resultarnos como antipáticas o presuntuosas. A las personas cariñosas y agradables las consideran aburridas, carentes de interés como pareja aunque sí les gusten como amigos. 

   Lo cierto es que este tipo de personas idealizables son las idóneas para alguien que esté dispuesto a someterse a ellas, gratificando así su narcisismo, sin esperar afecto y al mismo tiempo sabiendo que con la mera sumisión y la fascinación por parte de la pareja les sobra, no necesitan nada más. Esta matización es importante porque conviene tener presente que el dependiente emocional (reiteramos: en casos graves) realmente no ama a la otra persona, simplemente la necesita, pero sabiendo que es perfectamente intercambiable por otra que reúna condiciones similares y que se preste a cubrir sus necesidades afectivas. 

   Esto difícilmente podría aceptarlo una persona normal, que esperaría una relación de mutuo afecto y, por tanto, desearía recibir amor e interés sinceros y no solamente llamadas de teléfono o sometimientos. 

   Pero los objetos de los dependientes emocionales tampoco esperan afecto; con la subordinación, admiración y gratificación narcisista que obtienen les resulta más que suficiente. 

· Es narcisista y explotador. Esta característica viene especialmente motivada por su personalidad, pero convenientemente facilitada por el comportamiento sumiso de los dependientes emocionales, que perpetúa y consolida estos rasgos. De hecho, a veces se da la circunstancia de que son explotadores con los dependientes emocionales pero más moderados cuando cambian de pareja. 

   En cualquier caso, el aspecto más llamativo de estos objetos es su egolatría, la enorme sobrevaloración que hacen de sí mismos. Su autoestima es tan elevada que se consideran “especiales”, muy por encima de los demás, con privilegios sobre ellos y una minusvaloración de las cualidades ajenas. Son personas individualistas, que pueden tener mayor o menor éxito social por su fatuidad (del que dependerá su nivel de satisfacción o frustración, respectivamente), y que están convencidas de ser peculiares y, en cierto modo, “elegidas”. 

   Esta idea es la que asume el dependiente emocional, ya que éste comparte tanto la sobrevaloración del otro como la concesión hacia él de características muy peculiares que lo distinguen de los demás. Por último, añadir que la consecuencia lógica del narcisismo del objeto es su comportamiento explotador hacia los demás y, en concreto, hacia el dependiente emocional. El objeto sólo piensa en sí mismo, cree que está por encima del resto y que, por lo tanto, el dependiente está a su servicio, sabiendo que además éste asumirá con gusto este rol. 

   Cabe añadir que los narcisistas suelen ser también evitadores del compromiso, en tanto piensan que éste es algo que va en contra de ellos mismos porque presupone entrega, implicación sentimental, concesiones a la otra persona, etc. Para ellos, el amor no existe o es una muestra de debilidad que, obviamente, no pueden asumir. 

· Tiene un sistema de creencias peculiar. Estas creencias están fuertemente arraigadas en este tipo de objeto y versan sobre su superioridad y su minusvaloración de los demás. En concreto, en el seno de la relación de pareja, el objeto tendrá muy claro que él siempre lleva la razón, que es merecedor de privilegios especiales, que es el responsable de todo lo positivo y que el dependiente lo es de todo lo negativo. Este último aspecto es muy relevante porque el dependiente es el destinatario de todos los reproches y frustraciones del objeto, generando en aquel un sentimiento continuo de culpabilidad. 

   El dependiente asume total o parcialmente este sistema de creencias del objeto como si de un “Síndrome de Estocolmo” se tratara, con lo que esto implica de sobrevaloración del compañero e interiorización continua de sentimientos de culpabilidad, como ya hemos dicho. 

   Esto implicará que también asuman el formato de relación que les proponen los narcisistas, que en muchas ocasiones es de escaso compromiso y en la que se limiten a estar preparados si éstos requieren de sus servicios para salir o divertirse. 

2) El objeto problemático. 

·       Es conflictivo y se muestra poco interesado en el dependiente emocional. Este escaso interés les hace parecer lejanos e inaccesibles, lo que despierta la admiración del dependiente emocional que equipara la distancia afectiva con poder, misterio o fuerza. Los dependientes que buscan a este tipo de objetos suelen haber tenido carencias afectivas más graves

·       Es egocéntrico, pero no tan narcisista como el anterior objeto. Estas personas sólo piensan en sí mismas pero también están en una vertiente autodestructiva, de ahí que se emparejen de manera parásita con los dependientes emocionales. 

·       Frecuentemente, consume sustancias o es problemático por otros motivos (juego, delincuencia, etc). Esto despierta en el dependiente emocional un “instinto salvador” por el que tienen que rescatar a estas personas. Según Castelló, hay un doble motivo a la base de esta pauta: en primer lugar, el dependiente se identifica con estas personas por considerarlas “sufridoras” y, en consecuencia, son más sensibles a ellas y están más dispuestas a ayudarlas porque, en cierto modo, es como si también se “rescataran” a sí mismas (esta pauta de resolver problemas se produce también con amistades); en segundo lugar, es una manera de autocastigarse cercana a la de las personas con trastorno límite, porque asumen cargas ajenas y no obtienen gestos positivos por parte de los objetos, más bien al contrario. 

   Los dependientes emocionales que buscan a objetos problemáticos han sido definidos por la literatura de autoayuda como “codependientes”, aunque desde nuestro punto de vista pensamos que se trata también de dependientes emocionales porque mantienen la misma pauta de relación: admiración y obsesión patológica hacia estas personas, sumisión en forma de querer salvarlas de sus problemas, anulación de sí mismas, búsqueda de otra persona similar si se rompe la relación, etc. En definitiva, podemos considerar a la codependencia como sinónimo de la dependencia emocional, o en todo caso como subtipo más grave de la misma. 

3) El objeto posesivo. 

· Se corresponde con la “dependencia emocional dominante”, forma mixta del trastorno de la personalidad por necesidades emocionales con el trastorno paranoide de la personalidad, por la que en lugar de asumir una postura sumisa en la relación desequilibrada se intenta adoptar la posición dominante, satisfaciendo así simultáneamente la necesidad afectiva y la gratificación egoísta, en tanto se sienten que tienen el poder y el control en la relación. Además, también descargan su frustración y agresividad interiorizadas hacia la pareja (dependiente emocional normal). 

   Son las relaciones de pareja más habituales en los casos de malos tratos, relaciones también llamadas de “interdependencia” porque se junta un dependiente emocional dominante con otro normal o estándar.

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