Etiología del Trastorno de personalidad autodestructiva
La mayor parte de las explicaciones sobre la etiología del TADP provienen de la bibliografía psicoanalítica, aunque no hay datos que comprueben estos planteamientos. Norden et al (1995) examinaron la relación entre informes retrospectivos de sujetos sobre el ambiente de su casa cuando eran pequeños y los trastornos de personalidad del DSM- III-R en una muestra de pacientes ambulatorios con un probable trastorno del Eje II.
Los rasgos autodestructivos se encontraban asociados con una deficiente relación con los padres y con el abuso sexual en la infancia. Curiosamente, el único trastorno de la per- sonalidad, junto con el trastorno de personalidad autodestructiva, que tenía una fuerte asociación con situaciones problemáticas en la infancia era la personalidad límite.
Por otra parte, Reich (1990) encontró una mayor frecuencia de los trastornos autodestructivo y esquizotípico de la personalidad en familiares de pacientes ambulatorios con personalidad autodestructiva que los su- jetos control.
Aunque realmente no hay datos fiables sobre la etiología, Millon y Davis (1998) proponen las siguientes influencias ambientales que pueden desempeñar un papel importante en la aparición del TADP:
a) Pareja placer-dolor. Parece ser que en las etapas iniciales de la vida el sujeto no es capaz de relacionar el dolor con quien lo inflige. De hecho, llegan a creer que la persona que proporciona el dolor es la que da protección y seguridad, por lo que se produce un acercamiento y una vinculación a la figura punitiva. Por otro lado, el temor a ser totalmente abandonado genera mucha más ansiedad que la vinculación, aunque de ésta se deriven consecuencias negativas. El comportamiento masoquista también se ve reforzado cuando la figura punitiva no es constante en su manera de reaccionar ante la conducta del niño, mostrándose unas veces frustrante y con actitudes de rechazo y otras veces presentando cuidados excesivos y sentimientos de culpabilidad.
b) Adquisición de una actitud de autoincapacidad. Cuando los padres de estos niños únicamente muestran su apoyo y cariño cuando éstos están sufriendo o se encuentran impedidos de alguna manera, es fácil de entender que el niño aprenda a aparentar que está enfermo o en desventaja con el fin de obtener el apoyo y la motivación paternos. El hecho de que estos niños sólo reciban apoyo cuando las cosas van mal, se han hecho daño o muestran alguna deficiencia, provoca en el sujeto el desprecio hacia sí mismo y que se maltrate. Aprenderá que cuanto más impedido se muestre más querido será. Así que tendrá miedo de enfrentarse al mundo por sí mismo y se someterá a la voluntad de los otros.
c) Aprendizaje de papeles sexuales discordantes
Los padres constituyen un modelo para el hijo y, por tanto, éste aprende de las dificultades observadas en la relación entre ellos -discusiones, desconfianza mutua, decepciones, etc.-, sentando las ba- ses para establecer qué significa una relación íntima con otra persona. Así, tenemos los modelos del padre distante y frío, que no se implica en la vida familiar, y el de la madre, irritada, insatisfecha emocionalmente y sin haber conseguido logros personales, que forman una imagen que el niño adopta profunda y sólidamente. Posteriormente, en la edad adulta, la niña o el niño irán a la búsqueda de lo que han visto en su familia durante la infancia.
d) Incapacidad para integrar las experiencias positivas.
El ambiente familiar en la infancia puede ser el de un mundo indiferente e hiriente, un mundo en el que se toman represalias cuando expresa lo que siente y piensa, y atención y afecto cuando ofrece una posición inferior y de discapacidad. Posteriormente, en la vida adulta, buscarán ese mismo ambiente, por lo que se distanciarán de las relaciones amables y de apoyo. No buscan solamente lo que les pueda hacer sufrir, sino que también provocan nuevas dificultades y son propensos a ver lo peor de la vida. "Sentirse desatendidos y despreciados y vivir en un mundo de fracaso y miseria les proporciona una sensación perversa de seguridad vital" (Millon y Davis, 1998, p.624).
Bibliografía
Caballo, V. E. (s.f.). Manual de trastornos de la personalidad. Descripción, evaluación y tratamiento.
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