Tratamiento del Trastorno de personalidad autodestructiva
La terapia para el trastorno autodestructivo de la personalidad no es fácil. El clínico suele sorprenderse de cómo el paciente sabotea las interacciones positivas, rechazando cualquier relación en la que se le trate de manera adecuada. Es frecuente observar cómo necesitan el cariño de quienes los maltratan, con quienes crean un vínculo de unión basado en la sumisi6n. Mediante este comportamiento de entrega a los demás se demuestran a sí mismos que los otros los necesitan.
La resistencia al tratamiento, debido a su necesidad de ser sumisos ante los demás, junto a los esquemas autoderrotistas, que estas personas tienen quizá desde su infancia, hace que la intervención con estos sujetos sea lenta. Por otro lado, el hecho de hacer ver a estos pacientes que el éxito y el placer les provoca temor, no es una tarea fácil, pues no están acostumbrados a recibir recompensas a partir de una relación basada en la igualdad y el respeto.
A medida que avanza la terapia, podremos observar cómo finalmente se consigue que estos sujetos progresen, pero la lentitud de los cambios y la resistencia del autodestructivo a adoptar nuevas formas de interacci6n hace necesario que el clínico presente una gran dosis de paciencia y tolerancia.
La finalidad es aumentar la autoestima de estas personas y combatir las ideas y conductas autodestructivas, así cómo sentar las bases para un autoconcepto más saludable. Es importante también restablecer el equilibrio entre placer-dolor, ya que muchos de estos sujetos han aprendido a identificar amor con abuso o dolor.
El entrenamiento en asertividad y en habilidades sociales puede ayudar al sujeto a relacionarse con los demás de una forma más equitativa (Millon y Davis, 1998).
Bibliografía
Caballo, V. E. (s.f.). Manual de trastornos de la personalidad. Descripción, evaluación y tratamiento.
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