Propuestas de tratamiento para la ansiedad y el miedo
1. El ejercicio físico ayuda en los estados de ansiedad. El ejercicio
y el deporte favorecen el bajar al cuerpo, reduciendo la preocupación y la indecisión. Con el movimiento la energía desciende hacia el cuerpo y la mente disminuye su continua capacidad de saltar como un mono de rama en rama, de pensamiento a pensamiento, sin parar. El ejercicio además aumenta el grado de satisfacción ante la vida.
2. Las prácticas de yoga, tai-chi y técnicas similares, realizadas de una manera continuada son de gran ayuda para disminuir la ansiedad.
3. Las técnicas de relajación, meditación y ejercicios de visualización son buenas herramientas para disminuir la ansiedad.
• Túmbate en el suelo, contrae a voluntad los músculos de una
zona del cuerpo hasta el límite de tu aguante, mantén esa
tensión hasta que no puedas más y luego suelta de golpe la
zona mientras expulsas lentamente el aire dejando salir un
sonido por la boca que te ayude a distenderte. Puedes dejar
salir un sonido como la ¡Ah, Ah...! Elige diferentes zonas y
las vas relajando. Para terminar contrae todo el cuerpo y
cuando no puedas más respira dejando salir un sonido que
te ayude a relajar las zonas tensas.
• Tumbado en el suelo visualiza que desde la zona alta de tu
cabeza, algo o alguien está dejando caer un bálsamo cálido y
relajante, un óleo perfumado sobre tu cabeza. Poco a poco ese
bálsamo relajante se va derramando sobre tu cabeza, tu fren-
te, la cara... y los músculos y la piel en contacto con ese bálsa-
mo relajante poco a poco se van relajando. Lentamente des-
ciendes hacia el cuello, los hombros, los brazos... y luego la
zona alta de la espalda y el pecho, recorriendo todo el cuerpo
hasta llegar lentamente hacia los pies. Siente como los múscu-
los y la piel se relajan en contacto con ese aceite suave y cura-
tivo. Deja que la suave corriente del óleo te ayude a relajar el
cuerpo. Al relajar el cuerpo la mente se va aquietando. Una
música suave te puede ayudar a relajar más profundamente.
• Echado en el suelo coloca las palmas de las manos sobre el
abdomen. Siente el espacio que se encuentra bajo tus manos
y llena ese espacio con el calor y la energía de tus manos.
Observa como al inspirar el abdomen se expande y se infla
como un globo. Al expulsar el aire el abdomen se repliega
como un globo que se desinfla. Siente como tus manos se
dejan mover cuando respiras profundamente en el vientre.
Observa el ir y venir de la respiración y del movimiento de
las manos que se dejan mecer. Haz lo mismo colocando las
manos en el pecho.
• Relaja el cuerpo y visualiza que tu cabeza se vuelve poco a
poco transparente, va desapareciendo y se disuelve y diluye
en el aire, y que tu cuerpo comienza en los hombros. Visua-
liza que la zona de tu cabeza se expande y se llena de luz.
• Tumbado en el suelo intenta relajar las zonas más tensas de tu
cuerpo. Visualiza tras hacer unas respiraciones profundas que
estás arrojando piedras a un lago de aguas cristalinas y ves
como se forman las ondas al caer la piedra. Visualiza como las
ondas se van poco a poco haciendo más lentas y se van ale-
jando en la superficie del lago, lentamente hasta desaparecer.
Esta práctica te ayudará mucho a sentirte más tranquilo.
• Relaja el cuerpo y poco a poco visualiza que en un cuenco de
madera sobre la superficie de un río colocas todas aquellas
cosas que te preocupan y no te dejan relajar. Deja que se ale-
jen arrastradas por la corriente del río. Al finalizar podrás
sentirte más ligero y con una mayor sensación de capacidad
para afrontar la vida.
• Tendido en el suelo, pon una música relajante y visualiza
algún lugar especialmente agradable para ti. Visualiza que
te encuentras en ese lugar disfrutando del entorno. Déjate
impregnar por esa sensación. Elige algún lugar que te trae
bonitos recuerdos y vive esa situación transportándote a ese
momento y a ese lugar.
• Visualiza que tu cuerpo está rodeado de un halo de color y
que recoges y te impregnas de ese color. Los colores más
relajantes son los tonos azules y verdes. Puedes visualizar
también que las células de tu cuerpo se van “encendiendo”
con la luz dorada del sol como pequeñas velas que se encien-
den una tras otra. Poco a poco tu cuerpo se llena de luz.
Visualiza que tu cuerpo está rodeado de la energía dorada
del sol y eso te ayuda a estar más sereno.
• Visualiza que delante de ti hay una estatua cubierta por una
tela. La estatua es una representación tuya. Poco a poco, len-
tamente, aparta el lienzo visualizándote tal como te gustaría
verte en el futuro.
• Visualiza una imagen positiva de ti mismo tras una relaja-
ción profunda, en la que te veas tranquilo y relajado frente a
situaciones que antes te generaban ansiedad. La visualiza-
ción de escenas agradables en estados de ansiedad ayudan a
recuperar poco a poco la calma.
• Visualiza que cada vez que tienes un pensamiento en la men-
te lo pones en una burbuja y la observas, ves cómo esa bur-
buja flota hasta la superficie de un lago y desaparece. Enton-
ces vuelves a poner la mente en blanco. Si te llega otro pen-
samiento, lo vuelves a meter en otra burbuja, dejando que
flote y desaparezca. Y así sucesivamente, repitiendo una y
otra vez el proceso.
4. Practica la respiración consciente. En la ansiedad la respiración
se vuelve rápida y superficial. En cambio, la respiración lenta y
profunda ayuda a bajar al cuerpo y no estar tanto en la cabeza.
Especialmente la respiración abdominal nos ayuda a centrar-
nos. Las técnicas de relajación y meditación se centran en
observar o aumentar la espiración. Cuando nos centramos en la
espiración nos relajamos más fácilmente. De vez en cuando
permítete dar algún suspiro. La respiración se encuentra ínti-
mamente unida con lo emocional, lo psicológico y lo anímico.
La respiración profunda y tranquila nos ayuda a recoger la
energía del aire, tranquilizar la mente y nos permite estar cen-
trados. No en vano, el cerebro es el órgano del cuerpo que más
oxígeno consume en relación a su peso.
5. Acostado en el suelo observa la respiración. Cuando observa-
mos la respiración ésta tiende a hacerse más profunda. Expulsa
el aire de la forma más lenta y prolongada posible y mientras lo
haces deja salir un sonido, que puedes hacer con los labios
abiertos tarareando una canción conocida o inventada, o con los
labios cerrados dejando salir un sonido conocido o espontáneo.
También lo puedes hacer silbando. Puedes repetir alguna pala-
bra o frase al estilo de los mantras orientales. Puedes explorar
los sonidos de las vocales sintiéndolas en el cuerpo una por una.
6. Provoca el bostezo abriendo la boca durante unos segundos
como si quisieras comer una manzana grande, o mueve con
pequeños movimientos la mandíbula inferior de izquierda a
derecha. El bostezo te ayuda a relajar el cuerpo y disminuir la
ansiedad.
7. Cuando estés haciendo algo permanece en el aquí y en el aho-
ra. Por ejemplo, cuando estés cocinando, cocina totalmente
inmerso en lo que haces, sin anticiparte con tus pensamientos
al futuro. La ansiedad se alimenta de la anticipación y la preo-
cupación ante el futuro. Si vives cada vez más en este momen-
to y en este lugar, no estarás tan pendiente de lo que suceda en
el futuro.
8. Camina muy despacio intentando sincronizar la respiración
con cada paso que das. Inspirando al levantar el pie del suelo,
espirando al apoyar el pie desde el talón a la punta de los dedos
de los pies. Esta forma de caminar la puedes realizar en el cam-
po o en la playa con los pies descalzos. Es una forma de medi-
tar en movimiento para “parar la mente”.
9. Camina o pasea en la naturaleza fijándote en todo lo que tienes
alrededor. Abre tus sentidos al mundo que te rodea. Baja de tus
pensamientos a tus sentidos, a tus sensaciones, al cuerpo.
Camina descalzo en la hierba o en la arena de la playa sintien-
do el contacto de tus pies con la tierra. Aprende a prestar aten-
ción a sensaciones internas agradables mediante la consciencia
corporal. Contempla el cielo en la noche, las estrellas, la luna...
y déjate sumergir en la sensación del infinito que te protege en
forma de cúpula. Busca momentos de quietud y deja que la
naturaleza te acompañe.
10. Cuando vayas caminando por las calles de una gran ciudad no
te dejes llevar por el ritmo general. Párate unos segundos e
intenta coger tu ritmo sin dejarte llevar por la amplia marea
humana que no sabe a donde va pero va a toda prisa. Cuando
veas que el ritmo acelerado de los demás te afecta, atiende a tu
cuerpo y a tu respiración para bajar la aceleración.
11. Si tienes un reloj que dé la hora cuando suene párate, observa
tu cuerpo, observa tus pensamientos y siente si haces las cosas
con ansiedad. No te dejes llevar por el ritmo acelerado, de vez
en cuando párate y observa tu ritmo interior para no dejarte lle-
var por el exterior.
12. Busca momentos de interiorización y dedícate un tiempo para
ti mismo. Todos los seres humanos necesitamos momentos
para estar con nosotros mismos, tiempo de quietud. Tiempo
para dedicarnos a nuestro mejor amigo, el que nunca nos aban-
dona, a nosotros mismos. Momentos para meditar y conectar
con la vida dentro y fuera de nosotros. Si vivimos siempre
hacia fuera, hacia los demás, perderemos la serenidad. Aprende
a vivir hacia fuera y hacia dentro en equilibrio.
13. Mantén una actitud tranquila mientras comes. No sólo es impor-
tante lo que comemos sino la actitud con la que comemos. Come
en un ambiente tranquilo y sin prisas. Descuelga el teléfono.
Antes de comer relájate respirando profundamente y prepárate
a alimentar conscientemente al cuerpo. Respira profundamente
si te das cuenta que comes con ansiedad o de forma rápida. La
ansiedad de la persona se delata en la forma de comer. Elimina
los estimulantes: café, medicamentos, drogas ya que pueden
acelerar más la ansiedad., y lleva una dieta rica en frutas y ver-
duras, baja en grasas y azúcares. “Mens sana in corpore sano”.
14. Duerme lo suficiente. Si no descansas bien te encontraras “más
bajo” física y psicológicamente. Y tarde o temprano aparecerá
la ansiedad. A la hora de dormir intenta mantener la habitación
a oscuras, la contaminación lumínica y la contaminación por
ruido durante la noche impiden un buen sueño reparador.
15. Recibir algún masaje puede ayudar a disminuir la ansiedad.
Cuando recibas el masaje pon especial atención en sentir el
cuerpo y la respiración.
16. En los momentos en que te sientas con mucha ansiedad, pue-
des darte un baño de agua caliente. El agua caliente te ayuda a
relajar el cuerpo y aquietar la mente. Si quieres añade al agua
esencia de lavanda. La lavanda o espliego tiene un efecto rela-
jante en forma de baño. Apaga la luz y enciende unas cuantas
velas en el cuarto de baño para crear una atmósfera más rela-
jante.
17. Cuando estés estresado: para, respira hondo y dispersa a través
de la respiración profunda la tensión física. Observa en ese ins-
tante cuales son tus pensamientos irracionales o qué es lo que está
generando tu estado de ansiedad.
18. Si te encuentres en una crisis de ansiedad procura estar en un
ambiente relajado o en la compañía de personas serenas y com-
prensivas. No te dejes llevar por ambientes estresantes ni per-
sonas inquietas. También es importante durante las crisis de
ansiedad el reposo sensorial. En las crisis necesitamos un
medio sin ruidos, sin voces, sin luces fuertes...
19. Pide a una persona que te escuche de forma activa y exprésa-
le como te sientes, y si eres consciente de ellas, las situaciones
que te producen especial ansiedad. Si lo que sientes es miedo
puedes compartir con ella las cosas o incluso las personas que
te producen miedo y como lo vives, especialmente las reaccio-
nes (corporales, emocionales y mentales) con las que respon-
des a dichas situaciones.
20. Los trabajos manuales y artísticos pueden ayudar a disminuir
la ansiedad. Exigen una atención y concentración en lo que se
hace de manera que dejamos de pensar en los problemas para
centrarnos por un tiempo en el presente.
21. Colorea un mandala. Los mandalas son dibujos simbólicos que
se utilizan en oriente como ayuda a la meditación y son utili-
zados como puerta de entrada a la consciencia. Ayudan a con-
centrarse y conectar con el mundo del sentir. Como dicen en
oriente el ser humano es un “ser sintiente”. Actualmente hay
muchos libros con mandalas para colorear.
22. Dibuja las siluetas de tus manos poniéndolas sobre un papel y
pasando todo el borde con un bolígrafo, lápiz o rotulador. En la
silueta de la mano izquierda escribes qué cosas de tu vida eli-
jes recuperar para disminuir la ansiedad. En la derecha cosas
que quieres dejar de tu vida para vivir con más tranquilidad.
Pon la hoja como un cartel en un lugar visible de la casa.
23. Pon música para bailar en casa y déjate mover el cuerpo. Soltar
el cuerpo nos ayuda a liberar y aquietar la mente y bajar los
niveles de ansiedad. Cuando el cuerpo se cansa la mente des-
cansa.
24. Haz una lista de preocupaciones. “Me preocupa”... Después
lee el cuento del anillo del rey.
Escribe debajo de la lista: “esto también pasará”. Pon la lista en
un lugar visible de tu casa.
Cuento del anillo del rey:
Un rey convocó a la corte a todos los magos del reino y les dijo:
—Querría ser siempre un buen ejemplo para mis súbditos. Pre-
sentarme siempre como un hombre fuerte y seguro, sereno e impasi-
ble frente a las vicisitudes de la vida. Me ocurre a veces que me
encuentro triste o deprimido por una mala noticia. Otras veces una
alegría imprevista o un gran éxito me ponen en un estado de sobre-
excitación anormal. Todo esto no me gusta. Me hace sentirme como
una brizna que lleva el viento de la suerte. Fabricadme un amuleto
que me proteja de estos estados de ánimo y estos cambios de humor,
tanto tristes como demasiado alegres.
Uno tras otro, los magos se echaron atrás. Sabían hacer amuletos
de todas clases para los incautos que se acercaban a pedirles ayuda,
pero no era fácil engatusar a un rey. Y a un rey que, además, pre-
tendía un amuleto de efecto tan difícil.
El rey estaba a punto de estallar de ira, cuando se adelantó un vie-
jo sabio que dijo:
—Majestad, mañana te traeré el anillo que buscas. Cada vez que
lo mires, si estás triste te pondrás alegre y si te encuentras nervioso,
podrás calmarte. Simplemente bastará que leas la frase mágica en el
anillo grabada.
Al día siguiente el viejo sabio volvió y, en medio de un silencio
general, ya que todos tenían curiosidad por conocer la frase mágica,
alargó el anillo al rey.
El rey lo miró y leyó la frase grabada sobre el aro de plata: “Tam-
bién esto pasará”.
25. Lleva un registro personal diario de los niveles de ansiedad, y
las situaciones que te la provocan puntuándolas del 1 al 10.
Intenta exponerte a esas situaciones, empezando por la menos
conflictiva, sin escaparte de ella o si necesitas al principio
acompañado de una persona que te inspire confianza. Utiliza la
respiración profunda y lenta como manera de conseguir per-
manecer en esa situación y que el nivel de ansiedad vaya des-
cendiendo y sea cada vez menor. Cuando dicha situación la
puedas vivir sin ansiedad, puedes pasar a otra de la lista.
26. Haz una lista con las cosas que te gustaría hacer o que elijes
hacer. Luego clasifícalas con el nº 1, 2, 3. Las nº 1 son las de
máxima prioridad y para hacer en el día. Las nº 2 son muy
importantes, para hacer pronto pero no necesariamente ese día.
Las nº 3 son importantes, pero no corren prisa. Intenta ir cum-
pliendo por orden de importancia lo que has apuntado.
27. Crea alternativas y ten tu tiempo y tu espacio para ti mismo.
Dedícate un tiempo de tu vida para ti y para estar con tu pare-
ja o tu familia... Da prioridad a lo afectivo sobre el trabajo y la
responsabilidad. No antepongas siempre lo que haces a lo que
sientes.
28. No dejes las cosas para el final. Cuando comiences una activi-
dad no la dejes a medias, no saltes de una actividad a otra deján-
dolas a medio hacer ya que perderás tiempo comenzando repe-
tidas veces la misma actividad. Además, las actividades inaca-
badas permanecen en la cabeza siendo origen de preocupacio-
nes e interfieren con lo que estás haciendo en el momento.
29. Delega responsabilidades. Muchas de las tareas que haces tú
pueden hacerlas otros. Deja que los demás hagan lo que tienen
que hacer. Aunque en el fondo te quede la sensación de que no
van a saber hacerlo tan bien como lo harías tú. Cuando no tie-
nes tiempo para ti o antepones las necesidades de los otros a las
tuyas propias puedes acabar en la ansiedad, frustración e ira.
Dedícate un tiempo de cada día para ti, aunque sea para no
hacer nada. Cuidarte te ayudará a curarte.
30. Aprende a decir no. Un motivo de no acabar las actividades
planeadas es tener que satisfacer con frecuencia las demandas
de los demás, y el amontonamiento de tareas lleva al estrés y a
la ansiedad. Si te cuesta decir no a los demás, puedes pensar
que cuando lo haces estás verdaderamente diciéndote si a ti
mismo.
31. No intentes ser perfeccionista. Estamos en el planeta tierra y
aquí hay sombras. Si estuviéramos en el sol no habría sombras,
todo sería luz, pero en la tierra la mitad del planeta se encuen-
tra siempre en la oscuridad de la noche. El perfeccionismo es
una causa de ansiedad y en el fondo no es más que la compen-
sación a un complejo de inferioridad o baja aceptación y auto-
estima de ti mismo.
32. Permítete “perder el tiempo” de vez en cuando. Es importante
trabajar pero es bueno de vez en cuando estar sin hacer nada.
Date un paseo y airéate. Disfruta con los seres queridos y con
los amigos.
33. No te dejes atenazar por tus indecisiones. A veces es mejor
actuar y meter la pata que no hacer nada por indecisión. Elige
una acción y si es posible llévala a cabo. El pensar excesivo
sobre algo nos paraliza. Análisis+análisis= parálisis. Y con la
parálisis aumenta la ansiedad.
34. Enciende unas cuantas velas en tu casa y apaga la luz artificial.
La luz de las velas nos ayuda a sentirnos más tranquilos y cen-
trados. No es magia, es una realidad. Los niños pequeños se
quedan absortos mirando a la luz de una vela. Celebra el “apa-
gón” de vez en cuando. Puedes quemar una barrita de incien-
so o permítete respirar el aroma de un aceite esencial.
Bibliografía
Bizharra, K. (2008). Encrucijada emocional. Desclée de Brouwer.
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