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Teoría de los marcos relacionales: Propuestas teóricas

 Propuestas teóricas centrales de la Teoría de los Marcos Relacionales

(RFT)

La Teoría de los Marcos Relacionales es un desarrollo contemporáneo de las teorías de Skinner (1957) respecto al lenguaje. 

Desde esta perspectiva se entiende que las conductas verbales constituyen la cognición y que esta es producto de las interacciones lingüísticas (Coyne y Cairns, 2016). Hayes, Barnes-Holmes y Roche (2001) proponen que los seres humanos tenemos la capacidad de aprender, no sólo en forma directa, sino también de manera indirecta relacionando estímulos.

El “enmarcar” (frame) refiere al proceso de relacionar estímulos, de manera arbitraria y en función del contexto verbal. Esta capacidad específicamente humana es la que determina el desarrollo de la cognición y el lenguaje (Törneke, 2010).

Desde esta perspectiva nuestras categorías cognitivas, nuestras evaluaciones, valoraciones, juicios y reglas actitudinales son conductas aprendidas a partir de la relación y transformación lingüística entre estímulos.

Estos procesos se desarrollan de acuerdo a tres propiedades:

·      Vinculación mutua: es decir que la relación arbitraria entre estímulos se genera de manera bidireccional. Por ejemplo, si los padres desarrollan la relación “un niño obediente es sano”, esta podrá dar lugar a la relación inversa “los niños sanos son obedientes”

·      Vinculación múltiple: las derivadas arbitrarias tienden a establecer relaciones múltiples entre estímulos y estas relaciones son multidireccionales. Es decir que si se establecen las relaciones “un niño que respeta a su padre es un niño sano” y “un niño sano es obediente”, es probable que en consecuencia se desarrollen las vinculaciones arbitrarias “un niño sano es obediente y respeta a su padre”

·      Transformación en las funciones de los estímulos: al relacionarse de manera arbitraria los estímulos tienden a transformar sus funciones perceptuales y psicológicas entre sí. Las características que tienen más incidencia en la clínica psicológica son el valor apetitivo o aversivo arbitrario que en base a los enmarcados relacionales se adjudica a los estímulos: la “obediencia es buena”. “Ser introvertido es malo”.

 

En pos de considerar el nivel de arbitrariedad de este tipo de transformación de las funciones, basta pensar que en diversos contextos culturales los grados de introversión o extraversión de un niño suelen adquirir diferentes valoraciones.

Así mismo, todo contexto integra estímulos que suscitan en el ser humano la capacidad de aprender relaciones entre los mismos. 

Sus formas de operar como claves, es decir como indicadores del tipo de operaciones posibles de ser desarrolladas se dividen en dos tipos:

·      C rel: se trata de estímulos que por su valor lingüístico ejercen el papel de claves respecto al tipo de relación que la persona puede establecer entre ellos. Es decir que gobiernan el desarrollo de diferentes tipos de relaciones que pueden ser de:

o   Coordinación (X es como Y)

o   Diferencia u oposición (X no es Y)

o   Temporales (X ocurre antes que Y)

o   Espaciales (X está cerca de Y)

o   Causales (si ocurre X, ocurre Y)

o   Deícticas (relativas a la posición del observador), entre otras.

·      C func: los estímulos tienen al mismo tiempo el potencial de operar como claves para la especificación de la función y la transformación de las funciones de otros estímulos. En otras palabras, una serie de estímulos pueden gobernar el desarrollo de transformaciones en la función psicológica o perceptual de otros estímulos. En este sentido, una de las funciones más importantes es la especificación de características apetitivas o aversivas respecto a los mismos.

Por ejemplo: 

o   Ante estímulo “X”, entonces estímulo “Y” es aversivo. 

o   Ante estímulo “A”, entonces estímulo “B” es apetitivo.

Intentaremos ilustrarlas en base a un ejemplo:

Imaginemos que el padre de un niño de 6 años considera que es saludable que su hijo realice berrinches de tanto en tanto, como una natural expresión de su carácter. Al concurrir a una primera reunión de padres en la escuela elemental, los directivos comentan que este niño manifiesta berrinches reiterados cada vez que el maestro le ordena que haga silencio en clase.

Así mismo, el maestro a cargo del curso considera que sus padres deben tomar medidas para controlar el comportamiento del alumno. Otro de los docentes presentes, algo más conciliador y empático, comenta un caso aparentemente similar que había ocurrido el año anterior con otro pequeño. Aquel niño, a consecuencia de este tipo de comportamientos, fue enviado a un psicólogo, quien le diagnosticó un trastorno oposicionista desafiante. El niño realizó tratamiento psicoterapéutico durante 6 meses y al finalizar el mismo se mostraba más obediente y había disminuido sus berrinches. 

Podríamos especular a modo de ejemplo el potencial que los estímulos provistos por este contexto tienen para favorecer el desarrollo de diversas relaciones y transformaciones arbitrarias

El padre asistente a su primer reunión en la escuela elemental podría desarrollar una relación de coordinación entre los berrinches de su hijo y los berrinches del niño anterior (el contexto verbal favorece el establecimiento de equiparaciones arbitrarias)

Los berrinches así mismo podrían participar en relaciones jerárquicas (pasarían a formar parte de la categoría “problemas psicológicos” y aún más, posiblemente del “trastorno oposicionista desafiante”), se podrían favorecer relaciones de causa y efecto (“ante los berrinches el niño debe realizar una psicoterapia”) y por supuesto, la valoración de las conductas del niño se vería transformadas

los berrinches, a los que el padre consideraba naturales, podrían adquirir a partir de este evento funciones de carácter aversivo (“Es malo que mi hijo realice berrinches”).

El ejemplo anterior destaca cómo a partir del desarrollo de relaciones y transformaciones lingüísticas se tienden a establecer reglas verbales que gobiernan los comportamientos humanos:

“Los berrinches son problemas psicológicos que deben ser tratados en psicoterapia”.

En este sentido, las regulaciones verbales permiten una interacción organizada entre las personas y el contexto verbal. Sin embargo, el potencial generativo del lenguaje muestra en múltiples circunstancias su contratara dolorosa: una interfaz directa con la rigidez psicológica y el sufrimiento humano (Törneke, 2010).

Para analizar en detalle este fenómeno, a continuación, distinguiremos los tres tipos de reglas verbales que inciden en el gobierno de las conductas humanas (Luciano y Wilson, 2002):

a)    Reglas Pliance: son regulaciones verbales que especifican conductas cuya ejecución es reforzada por la comunidad lingüística:

“Un buen padre no debe enojarse con sus hijos”. 

“Los hijos sanos son obedientes”.

b)    Trackings: son regulaciones verbales que especifican conductas dirigidas a la consecución de reforzadores o a la evitación de consecuencias aversivas. Es decir, este tipo de conductas se mantienen, más allá de la aprobación por parte de la comunidad lingüística, por su relación funcional con los reforzadores directos en los contextos de la experiencia

“A un niño angustiado hay que brindarle contención para tranquilizarlo”. 

“Si un hijo desafía la autoridad, hay que aplicarle límites para que obedezca”.

c)    Augmentals: son transformaciones lingüísticas en las funciones de los estímulos. Dicho en

otras palabras, el augmenting es la determinación cultural de qué estímulos, en qué grado y en qué manera serán reforzantes

“La obediencia es buena”. 

“La tristeza es mala”.

Se destacan dos subtipos:

o   Los augmentals formativos les adjudican valor apetitivo o aversivo a estímulos que en otro contexto socio-lingüístico carecerían de estas funciones: “Ser sociable es bueno”.

o   Los augmentals motivacionales especifican la probabilidad de que un estímulo funcione como reforzador en un contexto determinado. Es decir, aumentan arbitrariamente su valor reforzante: “Los límites, tras su ejercicio constante, dan buenos resultados”.

A la vez que estas reglas permiten al ser humano predecir y gobernar relativamente sus conductas en función del contexto, su seguimiento rígido o contraproducente podría acarrear sufrimiento psicológico.

Podemos ofrecer algunos ejemplos:

·      Reglas Pliance determinadas por el grupo cultural de referencia, pero insensibles a los reforzadores directos provistos por el contexto. 

·      Por ejemplo, para los padres de un niño con gusto y aptitudes para otro tipo de actividades, el seguimiento rígido de la regla “A mi hijo debería gustarle el fútbol” podría afectar la sensibilidad parental respecto a otros gustos y aptitudes del pequeño.

·      Trackings inaplicables o pobremente definidos: “Mi hijo debería portarse bien” (es decir, efectivamente el acuerdo entre padres e hijos respecto a ciertas normativas básicas podría favorecer el bienestar familiar. Sin embargo, la generalización de este tipo de reglas podría promover rigidez en los repertorios y por otra parte establecer reglas sobre factores que no podemos controlar suele ser poco efectivo). “Un fuerte castigo es lo único que calma a mi hijo” (desgraciadamente este tipo de reglas suelen ser sensibles al contexto inmediato, aunque no especifican consecuencias aversivas a mediano plazo, como el posible daño emocional para el niño y la escasa probabilidad de que a partir de estos métodos aprenda repertorios conductuales constructivos).

·      Augmentals contraproducentes en relación al contexto: “el dolor emocional de un hijo es horrible” (especificación arbitraria de funciones que podría minimizar el valor de las emociones dolorosas en los procesos de aprendizaje), “Ser deportista es bueno” (nuevamente, la especificación rígida de funciones podría dificultar la toma de contacto con otras características personales saludables del pequeño).

Una de las grandes potencias de este modelo teórico es que el acto del habla y del pensar son conductas que se interrelacionan y transforman en manera bidireccional y múltiple. Así mismo, las emociones también son conceptualizadas como conductas con capacidad de generar y de ser afectadas por relaciones y transformaciones arbitrarias.

De acuerdo a Kohlenberg, Tsai y Kanter (2009): el acto de hablar, nuestras acciones, nuestras emociones, nuestras reglas y pensamientos, son conductas con la capacidad de establecer relaciones y transformaciones entre sí y en base al análisis funcional, se podría delimitar a su manera de vincularse como objetivo de la intervención clínica.

En sintonía con estas perspectivas, la Terapia de Aceptación y Compromiso, aplicación clínica de la Teoría de los Marcos Relacionales, provee instrumentos útiles para el abordaje de la fusión

cognitiva y el seguimiento rígido de regulaciones verbales que pudiesen entorpecer el desarrollo

psicológico flexible de los consultantes jóvenes.

 

Bibliografía

Mandil, J. (2022). ACT para niñas y niños. Terapia de aceptación y compromiso para consultantes jóvenes y familias. tresolas.

 

 

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